Transitamos bordeando por la izquierda el paraje natural de “Les Rodanes” y en algunos tramos veremos al fondo la antena de “La Rodana Gran” que conforme va girando el camino nos vigila desde sus 345 m. de altura para ver como nos vamos alejando para luego pasar junto al pie de la montaña, pero esto será luego, aún nos quedan bastantes kilómetros para ello.
Tras cruzar la carretera que va de la cantera a la Urbanización Monte Horquera y siempre sin desviarnos de nuestro camino, comenzamos a subir “los toboganes”, una zona de rampas de casi un kilómetro que sin ser muy fuertes sí que nos ponen un poco en nuestro sitio; volvemos a jugar con los cambios pues no acabamos de encontrar el ritmo adecuado de pedaleo, ya estamos casi arriba y la bajada se intuye trepidante....…lo es, también encontramos toboganes en esta bajada así como una curva a la izquierda que apunto está de sacarnos fuera del camino si no estamos atentos a la frenada y a la trazada, por lo que no está de más ir pidiendo un deseo..… ”que no venga ningún coche, que no venga ningún coche” si ha habido suerte y no viene la cuestión termina con un derrape para colocar la bici en su carril y seguir dando pedales para coger inercia en una pequeña subidita que nos llevará a la bajada más larga de esta zona, casi recta, vertiginosa, con un tobogán en curva que lo hace casi ciego aunque sin peligro, pues antes de entrar, con la perspectiva que te da la altura de la que vienes, ves si hay algún obstáculo y el camino en el cual debes aterrizar, después de ese vuelo que con un poco de suerte estás a punto de realizar….has tocado tierra, el aterrizaje… perfecto, la velocidad…vertiginosa, y es cuando piensas aquello de “viva la muerteeeee” y lo gritas, o lo piensas y gritas “uuuuuuuuhhhh” porque algo hay que decir pues la descarga de adrenalina tiene que salir por algún lado, la emoción acumulada…, piensas que has hecho algo grande….. y es así, ”no te has matao” y entonces sabes que todos esos kilómetros recorridos han valido la pena, ya no piensas en el cansancio ni en las duras subidas ni en que estas sudando a mares y te escuecen los ojos porque se te ha metido arena, solo piensas en la velocidad, la trazada, volar y ser uno con el viento, pero quieres más y por eso sabes que la próxima semana, a pesar de las subidas y el cansancio y la meteorología, después de todo estarán las bajadas... y por eso repites.
Todo esto lo piensas en tan solo los 5 segundos que ha durado la bajada, pero es bonito, intenso, sencillamente una gozada, es poesía hecha ciclismo, es la libertad de estar bajo el sol rodeado de naturaleza, disfrutándola, apreciándola, sintiendo sus aromas según la estación del año, sus colores y el viento en la cara, es la inmensa sensación de libertad la que te hace sentir que participas de algo, que lo mimas y lo admiras, y, sobre todo, lo compartes. Esto son los siguientes 5 segundos, quizás no lo has pensado en ese momento, igual solo lo piensas ahora que lo estas leyendo, pero en algún momento de ese breve instante lo has sentido. Seguimos pedaleando.
Y de eso se trata en realidad, de seguir dando pedales y comentar la repetición de la jugada con los compañeros, ahora nos reagrupamos para comentar el descenso y seguir camino de Vilamarxant, primero por un camino asfaltado que serpentea entre los campos de algarrobos, olivos y viñedos y desde el cual disfrutamos de unas increíbles vistas de “La Rodana” que nos observa desafiante, pues no olvidemos que estamos en el punto más alto de la ruta, en una cota de 212 metros, así llegaremos hasta un camino de tierra paralelo a la carretera de Cheste, un camino bastante bacheado pero con una ligera inclinación que nos hará pedalear con alegría llevando un buen ritmo hasta Vilamarxant donde disfrutaremos de un merecido descanso y como no de un buen avituallamiento en el que no puede faltar una..... o mejor dos, cervezas bien fresquitas.
La vuelta es más sencilla por el camino asfaltado junto al trinquet que nos llevará hasta Riba-Roja, entrando junto al polideportivo y atravesando todo el pueblo bajaremos desde la iglesia hacia el río y de allí repetiremos el camino pero esta vez a la inversa.
Todo esto lo piensas en tan solo los 5 segundos que ha durado la bajada, pero es bonito, intenso, sencillamente una gozada, es poesía hecha ciclismo, es la libertad de estar bajo el sol rodeado de naturaleza, disfrutándola, apreciándola, sintiendo sus aromas según la estación del año, sus colores y el viento en la cara, es la inmensa sensación de libertad la que te hace sentir que participas de algo, que lo mimas y lo admiras, y, sobre todo, lo compartes. Esto son los siguientes 5 segundos, quizás no lo has pensado en ese momento, igual solo lo piensas ahora que lo estas leyendo, pero en algún momento de ese breve instante lo has sentido. Seguimos pedaleando.
Y de eso se trata en realidad, de seguir dando pedales y comentar la repetición de la jugada con los compañeros, ahora nos reagrupamos para comentar el descenso y seguir camino de Vilamarxant, primero por un camino asfaltado que serpentea entre los campos de algarrobos, olivos y viñedos y desde el cual disfrutamos de unas increíbles vistas de “La Rodana” que nos observa desafiante, pues no olvidemos que estamos en el punto más alto de la ruta, en una cota de 212 metros, así llegaremos hasta un camino de tierra paralelo a la carretera de Cheste, un camino bastante bacheado pero con una ligera inclinación que nos hará pedalear con alegría llevando un buen ritmo hasta Vilamarxant donde disfrutaremos de un merecido descanso y como no de un buen avituallamiento en el que no puede faltar una..... o mejor dos, cervezas bien fresquitas.
La vuelta es más sencilla por el camino asfaltado junto al trinquet que nos llevará hasta Riba-Roja, entrando junto al polideportivo y atravesando todo el pueblo bajaremos desde la iglesia hacia el río y de allí repetiremos el camino pero esta vez a la inversa.
Merece la pena destacar el último y agotador escollo en el camino de regreso, la subida del by-pass, no tanto por el desnivel de la subida sino por lo abrupto del terreno con baches, piedras y tierra suelta que dificultan enormemente tanto el pedaleo como el equilibrio, además de estar en todo momento al borde de derrapar y perder adherencia, si te equivocas con el desarrollo estas perdido. Por si esto fuera poco añadiremos una curva de 90º a la derecha justo después de la primera rampa, ese es el punto donde se junta todo, insuperable… o casi, porque si consigues pasar ese punto el resto es más sencillo puesto que ya tienes bastante más agarre además de suavizar la pendiente; ahora solo queda esquivar piedras y raíces junto a un terraplén, las horquillas de nuestras máquinas tienen que emplearse a fondo, por el que esperamos no tener que subirlo después de habernos caído. La rampa final es dura pero con un asfalto rugoso que nos facilita mucho la labor, además como es lo ultimo de lo último pues ya no nos preocupa, aunque un minuto de parada sin bajarnos del sillín para apurar la botella de agua y recuperar el aliento nunca viene mal, y de paso ya recobrado el resuello ya estamos pensando en el descanso y en las cervecitas fresquitas que nos esperan en la base, nos las hemos merecido. 55km en total.