martes, 29 de abril de 2008

De Lliria a la Cova Santa

"Las montañas son el refugio sagrado de la sabiduría, incluso de la santidad…Es allí donde se ve lo más bello, celeste e infinito sobre la tierra y la paz es más duradera y preciosa que la felicidad"
Henry Russell



Pues en semana santa había que hacer la particular procesión biker, y como no podía ser de otra manera habíamos planeado una ruta por esos montes de Dios hasta un conocido lugar llamado La Cueva Santa en el término de Altura.
Una semana más (y la racha no puede durar siempre) la previsión meteorológica anunciaba una mañana sin lluvias aunque con alguna posibilidad de chubascos hacia el mediodía aumentando las probabilidades hacia la tarde; dicho y hecho, pues la lluvia nos respeto hasta segundos después de meternos en el coche, entonces cayó la nuestra y la del pulpo. Pero como siempre, vamos desde el principio.
Por la noche yo en el curro y mirando de cuando en cuando a ver si el cielo se cerraba, la luna llena iluminaba el cielo y el persistente viento de poniente dejaba el ambiente limpio, haciendo presagiar otro día de gran visibilidad y disfrute paisajístico.
Salimos de la base con el remolque cargado y nos dirigimos hacia el ya conocido camino de las balsas de riego, hoy nos meteremos por el camino del canal y dejaremos allí el coche, de haber sido “Kit” lo habríamos llamado para que viniera a nuestro encuentro muchos kilómetros antes, pero es lo que hay y lo tuvimos que pedalear de principio a fin.A los 200 metros del punto de partida y por culpa de una obra junto al canal, ya nos toca la primera parada con pie a tierra, pues esto promete. Seguimos por un terreno llano y un camino ancho junto a campos de cultivo en perfecta formación y un entre tejido multicolor digno de resaltar; las coles siguen a las lechugas y se anteponen a las cebollas y así en un sinfín de hortalizas que crecen mezclando sus colores sobre la alfombra rojiza de la tierra.

Mas adelante giro a la izquierda para entrar en el camino de Abanillas y nos metemos junto a unos inmensos campos de naranjos, tan grandes de cuesta creerlo, estos se extienden justo hasta la base de la montaña con lo que el verde de los naranjos se mezcla con los pinos dejándonos ya una bonita estampa de contrastes, además los olores a primavera comienzan a despuntar y las primeras flores de azahar nos saturarán con su intensísimo olor invitándonos a una pequeña parada para cerrar los ojos y aspirar con fuerza, poco después serán los viñedos quienes tomen el relevo a los naranjos, campos inmensos en extensión y aunque sus cepas desnudas no aporten color a la estampa, estamos en el Mas del Frare, comenzamos a subir.

Rampas tendidas pero largas, se van sucediendo unas a otras con lo que no nos deja descanso posible, luego cambio; rampas cortas pero intensas que nos hacen perder el resuello y comienzan a disparar las pulsaciones, parada fotográfica que aprovechamos para recuperar el aliento pues, un amago de pájara aconseja alargar unos minutos la parada.

Seguimos para arriba y enseguida nos encontramos con el primer letrero indicando nuestro destino, es un PR no apto para bicicletas, sin señales que nos lo indiquen estamos traspasando la invisible barrera que nos separa de la provincia de Castellón, esto lo veremos en los sucesivos carteles que iremos viendo señalados con CS. La subida sigue sin tregua, constante en el castigo que nos va infligiendo, nosotros como buenos penitentes seguimos sufriendo.

El avance se hace lento aunque de momento el firme no nos está suponiendo ninguna dificultad añadida, pero solo de momento, esto cambiará después. Vemos ante nosotros el final de esta subida en un cruce de caminos; a nuestra derecha un camino que va hacia Marines, a la izquierda hacia Alcublas (aunque no hay señales que lo indiquen), justo delante se nos presenta una imponente vista de las montañas hacia las que nos dirigimos y ante ellas la pintoresca imagen del Mas de Abanillas todo pintado de blanco y reluciendo bajo el sol.

Iniciamos la bajada para pasar junto al Mas y admirar de cerca el reloj de sol y la singular arquitectura de la Masía.

Seguimos bajando hacia el barranco del Losar que es la denominación que recibe en este punto por el que lo vamos a cruzar pues, más arriba y más abajo recibe infinidad de nombres por lo que es fácil conocerlo por otro nombre. En periodo de lluvias imaginamos que la crecida del barranco hará intransitable este paso, pues con muy poca agua puede resultar peligroso debido entre otras razones, a que el camino está lleno de cantos rodados arrastrados por la corriente que se han acumulado aquí de tal manera que el paso ya resulta complicado en seco, pues la bici se hunde y dificulta su manejo, por lo que no queremos imaginar esto con agua; además es una zona baja, y una crecida de caudal se puede producir en cualquier momento. Una vez al otro lado volvemos a subir. Otra vez el camino esta en buenas condiciones y transitamos pegados al barranco, son visibles en el fondo las huellas de ruedas de motos, por la orografía del terreno allí abajo, en algunos puntos las deben de haber pasado canutas para salvar algunas piedras y pozas que vemos en el recorrido. Ya vamos buscando un lugar para almorzar pues pensamos comer en el bar de la Cueva Santa, por lo que queremos adelantar un poco el avituallamiento matutino. Nos encontramos en la partida de El Cantal y al otro lado del barranco junto a las ruinas de una antigua casa vemos una pequeña cueva en la pared del barranco, un poco más allá asoma el Mas de Cucalón, estamos cerca de la carretera (camí de la Murta) y decidimos que es un buen sitio para parar, lo hacemos bajo la sombra de un impresionante pino que nos cobijará durante el almuerzo.



Las nubes cada vez más numerosas y acompañadas de un viento fresquito nos harán salir de esta sombra buscando un poco de sol, pues la sudada que llevamos es considerable y el viento no es un buen compañero con esta temperatura que, sin ser fría, tampoco nos invita a ventilarnos demasiado. Terminado el almuerzo nos tomamos con calma los primeros kilómetros sabedores que a partir de ahora vamos hacia arriba más en serio que antes (aunque no podíamos imaginar de que manera).
Decidimos coger la variante del camino de asfalto, el otro camino nos plantea dudas de continuidad, tan solo serán un par de kilómetros y giraremos a la izquierda hacia la Murta y el Mas de Randero, aquí encontraremos un par de tramos asfaltados en pleno campo, lo cual es un claro síntoma de la dificultad del terreno. Un poco más adelante un cruce indicado de PR nos conduce hacia La Murta, en el siguiente cruce un giro de casi 180º y justo al pasar el Mas de Randero sale un camino a la izquierda indicado con las señales rojas y blancas de GR, lo subimos arrastrando las bicis pues, es totalmente intransitable, (otra vez pie a tierra, ¡brrrr!) la subida, de una dureza extrema para ir cargados con la bici hará mella en nuestra moral, algo después tendremos otro par de subidas que nos harán volver a cargar con las bicis, (más ¡brrrrr!) aquí los ánimos están a flor de piel y casi lamentamos no haber escogido la variante a este tramo que, nos hubiera supuesto casi 20 kilómetros más pero que con un poco de suerte no hubiera sido tan dura, aunque realmente no lo sabemos.

Intentamos animarnos diciéndonos que muchos bikers hacen rutas en las que es habitual echar pie a tierra y cargar con las bicis; realmente nosotros no estamos muy habituados a esto y cada vez que nos pasa se nos hace un mundo, preferimos subir rampas de una dureza terrible antes que echar pie a tierra unos metros, aunque la aventura y el conocer nuevos horizontes nos obligue en ocasiones a esto, no estamos mentalmente preparados para ello. Si algo bueno ha tenido esta subida es que desde arriba las vistas son soberbias….

La parte central de la Serra Calderona se dibuja a nuestra izquierda nítida en contraste con el cielo que se oscurece por momentos, ese cambio de luz arroja un relieve a las montañas tan vívido e intenso que casi se puede tocar, a la derecha los montes de Chiva y los molinos eólicos se distinguen en la distancia por detrás de nuestra Rodana, oculta por un pico en la montaña que tenemos delante. Seguimos subiendo otro tramo a pie (es la tónica de hoy…) cuando se presenta ante nosotros un cartel que nos da un vuelco al corazón, “camino particular”, como nos toque volvernos nos da algo.

Decidimos tirar para adelante pues, el GR pasa por aquí, y en realidad en camino no prohibe el paso, una vez arriba estamos en una bifurcación de caminos y variantes del GR (por cierto se trata del GR 10, un sendero de gran recorrido que cruza la península Ibérica de este a oeste, desde Puzol a Lisboa).

Al poco, un cartel nos indica el “Clot de Carreres”; se trata de una torca de pequeño tamaño pero de gran belleza, ya que más allá de ella tenemos unas magnificas vistas que en días claros como hoy (aunque la visibilidad esta bajando a marchas forzadas), nos permite divisar distancias colosales.

Podemos ver Valencia enmarcada entre el mar y la albufera, tras el golfo de Valencia se yergue majestuoso desde el mar El Montgó, también vemos la Serra de Aitana y el Caroig, en definitiva unas magnificas panorámicas que en parte nos recompensan de la penosa subida realizada.

Emprendemos la marcha, para nuestra sorpresa aún no estamos en la cima de nuestro recorrido y el camino sigue empecinado en subir y nosotros, tercos, en no darnos por vencidos. Lo seguimos, el altímetro del GPS nos muestra como metro a metro sigue elevándose, antes que con el GPS lo notamos en las piernas que piden a gritos el final de la subida. Nuevo cruce de caminos que vuelve a señalarnos nuestro destino, pero que una vez más descartaremos y seguiremos hacia la izquierda, algo más adelante a la derecha y estaremos en la cima de hoy, 980 metros, aunque luego pasaremos junto al Monte Mayor, que con sus 1016 metros de altitud marca el techo de la Calderona, pero hoy no lo coronaremos, por hoy es más que suficiente, ahora un pequeño descenso nos llevara hasta la carretera de Alcublas a Altura pasando por nuestro destino de hoy. Nosotros no tomaremos la carretera, la cruzaremos para adentrarnos en el monte y volver una vez más a bajar de la bici para poder subir esta cuesta dejando a la izquierda el Monte Mayor y dirigiéndonos hacia la Ermita de la Cueva Santa. Aquí arriba el camino es casi intransitable, pero aprovechado que pica hacia abajo nos atrevemos a subir a las burras y dejarnos caer por este "sendero", antes de llegar a la explanada de la Ermita el camino desaparece y bajamos campo a través hasta que volvemos a echar por enésima vez pie a tierra.

Por fin estamos en destino, tan solo han sido 25 kilómetros pero de una dureza extrema, sobre todo dureza mental por tantas veces que hemos tenido que descabalgar, por lo que se nos antoja que han sido más de 50.
Nos dedicamos pues con avidez a contemplar el lugar e impregnarnos de la paz y el recogimiento que el sitio augura ofrecer. Nada más lejos de la realidad, el parking atestado de coches y con mucha gente pululando por la entrada impiden tal sosiego. El cartel que pide respetuosamente silencio es mero testimonio de un deseo no convertido en realidad, no es más halagüeño el panorama dentro del Santuario que además se ve agravado con el eco que produce la cavidad, la estampa es de una irreverencia absoluta el encontrarse en un lugar así con este comportamiento, además en las fechas en las que estamos, realmente no nos molesta tanto por las fechas sino por el hecho en sí mismo.







Tras visitar el lugar nos dirigimos al bar para comer… ¡ja! que nos lo creemos nosotros, el restaurante completo, en la cafetería nos dicen que no se puede comer y bocadillos para comernos afuera tampoco, menos mal que el viernes llamamos para preguntar si estaba abierto ya que pensábamos ir en bici a comer allí, nos dijeron que sí que estaba abierto todo el día, lo que no nos dijeron es que teníamos que reservar… en fin, que nos toca volver con el estomago vacío y una leche que no veas, ya se que al final es nuestra culpa por no haber reservado, pero después de toda la explicación nos lo “podían” haber dicho ¿no?. Pasamos por la zona de las esculturas religiosas, nosotros lo denominamos el camino del calvario pues una vez más hay que bajar de la bici y ya hemos perdido la cuenta de las veces.

Comprobamos con gran estupor el grado de vandalismo que pueden desarrollar algunos energúmenos; las magníficas esculturas que coronan la cima están destrozadas, a unas les falta un brazo, o la cabeza o tan solo queda la base de piedra, por no hablar de las rejas que las protegían que están todas arrancadas y retorcidas… sin palabras para describirlo, cuestión que guardamos en imágenes por si alguien tiene curiosidad por comprobarlo.

Lo que si podemos intuir es lo magnifico que sería esto en todo su esplendor, pues aún así guarda parte de su encanto y belleza, también realzada por el magnifico emplazamiento en el que se encuentra dominando la vega del rio Palancia, allá en la lejanía antes de divisar a través de las nubes en creciente formación las primeras montañas de la Serra d´Espadá

El viento arrastra las primeras gotas de lluvia, motivo por el cual nos lleva a apresurarnos en la partida. Bajamos nuevamente hasta la carretera, esta vez si que lo hacemos encima de las bicis haciendo gala de unos nervios bien templados, pues, el camino, no está para muchas florituras. Cruzamos la carretera y nos enfrentamos al primer repecho en el camino de vuelta, un pequeño golpe contra el cuadro de la bici dejará dolorida ciertas partes nobles de quien escribe, afortunadamente nada que no puedan solucionar unos cuantos golpes de adrenalina que poco después vamos a experimentar en las bajadas. Llegamos ya por fin a la bajada, decidimos ir por la variante que teníamos prepara por si el camino resultaba no ser tal camino, al final si lo hubo, pero en tan precarias condiciones que decidimos probar la otra opción.

Comenzamos un descenso vertiginoso para el estado del terreno, grandes piedras sueltas y muchas roderas que sin embargo no nos hacen bajar de 40km/h. curveando y contra curveando en un descenso técnico, con toques precisos de freno y golpes de manillar para recolocar la bici a la salida de una rodera o bien para esquivar una enorme piedra que se interpone en el camino y, claro, la suerte no podía durar para siempre; a la salida de una curva Salva hace un recto que visto desde atrás no sé muy bien a donde va… “che, carabassa, enfila la curva” pues no, él que tira recto y cuando viene a frenar ya es tarde, esquiva una roca pero el terraplén se lo come sin contemplaciones, le pegamos un grito a Luis que va por delante y Carlos y yo pegamos un frenazo de no te menees para ir a socorrer al infortunado compañero, con un susto en el cuerpo de tres pares pues, la cara de dolor o de susto que tiene él no nos deja adivinar como se encuentra. Enseguida nos hace ver que está bien y vemos que el porrazo ha sido a través de un terraplén de más de un metro y que no se ha comido un árbol de pura casualidad.

Tras comprobar que todo está en orden continuamos con algo más de precaución, aunque nos pegaremos otro buen susto unas curvas más adelante ante la frena a la limón de quienes abren la ruta. Seguimos bajando de forma endiablada hasta el camino asfaltado de la Murta, pasamos por una serie de parajes idílicos y allí transitamos junto al Barranc de la Rambla seca o Barranc de Uñoz. Al llegar aquí nos sorprenden unas gotas que caen cada vez más rápido y que nos obligan a sacar el chubasquero, esto es por si nos faltaba algo en el día de hoy. Giramos a la derecha e iniciamos un tramo de asfalto en subida que se nos hará más largo de lo que pensábamos, por decir algo bueno… las abruptas montañas que nos rodean y que talladas por la erosión nos muestran formas caprichosas, dejando ver el blanco surco que el agua graba en su torrencial caída hacia el fondo del barranco.


Ha dejado de llover y el esfuerzo de la subida nos obliga a parar a quitarnos el chubasquero pues estamos sudando a mares aquí dentro. Poco después volveremos a dejar el camino asfaltado y nos dirigimos de nuevo hacia el Mas de Randero para cerrar así el camino alternativo que habíamos previsto por si acaso; vistos los dos caminos pensamos que hemos hecho la mejor elección a pesar de todo, ya que, este camino es mucho más largo y haberlo hecho de subida hubiera sido terrible, de todas formas el haber bajado tanto de la bici en el otro tramo tampoco ha sido nada agradable, aunque la decisión no gana por “KO” al menos si lo hace por puntos (aunque pocos).
Ya nuevamente en zona conocida, volvemos a pasar aquellas rampas asfaltadas ahora de bajada, y poco después cruzaremos la carretera para entrar en el camino de Lliria o camí de Cucalón, también conocido como (y así lo denominamos a la ida) Camí de Abanillas, al igual que con los barrancos, los caminos también tienen distintas denominaciones y es que toman los nombres por tramos, estas explicaciones aunque un tanto engorrosas quizás eviten confusiones con si un camino es o no, el correcto.
A partir de aquí casi todo es bajada, el camino en bastante buenas condiciones nos hará bajar a una buena velocidad y, sobre todo sin sustos por curvas complicadas. Otro amago de lluvia, esta vez no pensamos hacerle caso, pero se coge con intensidad, mientras lo pensamos unas pequeñas piedras blancas comienzan a caer y, a estas las acompañan los primeros truenos que oímos en el día de hoy, pues nada, otra parada a por el chubasquero. Igual que antes la “lluvia” solo ha durado un minuto pero ya no nos quitamos el dichoso chubasquero, que sufra él un poquito también.
Casi llegando al barranco del Losar Luis para en mitad de la bajada, ahora un pinchazo, se oye el ruido del aire escapándose de la cámara y enseguida vemos el liquido verde del slim asomando por la cubierta. El pinchazo es grande con lo que nos preparamos para cambiar la cámara, antes hacemos como siempre un intento a la desesperada e hinchamos a ver si se autorrepara, con la suerte que estamos teniendo hoy va a ser que no…. Pero mira por donde el verde liquido mágico hace un trabajo excepcional y nos ahorra un rato de trabajo, así que seguimos para adelante subiendo hasta el cruce en el que antes hicimos una parada para admirar la Masía de Abanillas, esta si que es la última rampa del día y de aquí hasta el coche todo será bajar. Lo hacemos rápido y disfrutando todo lo que podemos, aunque a estas alturas solo estamos deseando llegar al coche pues, disfrutar y divertirnos no es que lo hayamos conseguido plenamente. Por fin llegamos al coche, unas tímidas felicitaciones, más por haber llegado al final de la ruta que por otra cosa, y nos ponemos rápidamente a cargar el remolque pues nuevamente comienza a llover, una vez metidos en el coche y antes de arrancar comienza a llover con fuerza y también a relampaguear y tronar, no parará hasta llegar a Manises. En el coche ya de camino rememoramos las peripecias pasadas y, sobre todo la caída de Salva que afortunadamente no ha sido nada más que el golpe. De no haber sido por el slim la parada para arreglar el pinchazo nos hubiera retrasado lo justo para coger una chopada de no te menees, en fin… que al final aún va a ser que la ruta no ha sido tan mala.

viernes, 11 de abril de 2008

Transpantanaica (Loriguilla - Benagéber)

"Allí on conflueixen ulls i desig, hi esclaten tots els colors possibles."
Miquel Martí i Pol



Hemos descubierto un tesoro. Bueno, realmente muchos más, porque después de todo lo vivido hoy hay muchas emociones y muchas imágenes en mi mente, pero solo un sonido…el canto del Turia allá abajo en lo profundo de sus gargantas elevándose por las paredes de los cañones por los que transita al salir de su prisión de Benageber, cantando libre, orgulloso, feliz, limpio. Estaba allí abajo en el acantilado y nosotros arriba en la montaña, pero cantaba tan alegre que no hemos podido dejar de oírlo.
Hace dos semanas que estuvimos en el embalse de Buseo y ya entonces una idea comenzó a fraguarse en mi cabeza, no hubo más que darla a conocer y ya estaba puesta en marcha la máquina. Un cortar y pegar por aquí, unir los tramos sueltos por allá y Luis nos deleita con lo que al fin y a la postre a sido esta maravilla en forma de ruta y que une los embalses de Loriguilla y Benageber. De esta manera ya tenemos los tres embalses de la cuenca del Turia completados en una primera incursión por estas tierras que a buen seguro, no será la última.
Salgo pronto del curro con prisas por llegar a la base y salir hacia Loriguilla, teníamos que buscar una semana que no tuviera que trabajar el sábado por la noche y esta era la adecuada pues intuíamos que la ruta iba a ser larga.
A las 08.30 en punto nos ponemos en marcha según lo previsto y bendiciendo nuestra suerte, pues una semana más las nefastas previsiones meteorológicas abren una ventana temporal de viernes y sábado, alguien importante de arriba debe de estar pendiente de nuestras andanzas, ¿ya tendrá este blog entre sus favoritos?
El ambiente increíblemente límpido de primeras horas de la mañana nos permite ver con absoluta claridad los montes de La Calderona y nos hace vaticinar una mañana intensa.
Cerca de Chullilla nos deleitamos con los cañones y meandros del Turia, los veremos de cerca más adelante aunque esto nos sirve para ir abriendo boca.
Aparcamos junto a los restos de la iglesia de Loriguilla viejo y nos recibe un viento frío e intenso que nos hace apresurarnos a comenzar a pedalear, lo hacemos pegados al embalse por la carretera asfaltada que tomamos al dejar la CV 35, ahora si que podemos parar a contemplar el embalse y hacer las primeras fotos para ir calentando objetivo.


En el otro lado del camino una inmensa mole de roca forma una magnifica montaña de formas irregulares. Esto promete, menos de un kilómetro y ya estamos disparando la digital a toda caña, jeje, a este ritmo solo nos quedan otras 72 paradas.

Llegados a la carretera tomamos la antigua vía en desuso hacia Calles que baja hacia la cabecera del pantano, una vez abajo nos encontramos con un “pequeño” problema; parte de la ladera de la montaña se desprendió y esta cortando el camino, motivo el cual nos hace cargarnos las bicis al hombro y sortear este tramo como mejor podemos, tan solo son 50m. pero hay que sortearlos entre las piedras.

Este tramo de carretera hay que recordar que se encuentra en la “zona inundable”, por lo que en periodos de abundancia en el embalse no será transitable, desgraciadamente queda mucho para eso. Seguimos por la carretera “dentro del pantano” pasando bajo los restos del antiguo castillo de Domeño encaramado en lo alto de un altozano y dominando toda la ribera del río y los pasos hacia el valle de Valencia.



Atravesamos Calles por el puente y subimos hacia la magnífica por su aspecto, bodega de Vegamar, pasamos junto a ella y nos adentramos en el monte dejando definitivamente atrás la zona urbana. Aun seguimos por terreno asfaltado hasta arriba de la colina en la que nos encontramos, una vez arriba ya entramos en territorio biker y seguiremos las indicaciones del depósito contra-incendios La Bercuta.

Gran parte del trazado sigue el camino del GR 7 marcado con las características líneas horizontales, rojas y blancas. Aquí arriba tenemos una vista espectacular del pico del Remedio en Chelva y de la ermita algo más resguardada en la ladera de la montaña.

El camino vuelve a girar adentrándose en el monte y transcurre junto al “barranco de la puerca” ofreciéndonos unas colosales vistas de su curso. Y empieza la fiesta. Las cuestas más duras de la jornada están a punto de hacer su presentación en sociedad, como siempre será la dificultad del terreno la que marque la dureza de la rampa, que atravesada de roderas y piedras sueltas, nos obligará a echar pie a tierra, costumbre que desde hace ya algunas semanas nos acompaña como uno más del grupo, lastima que a la hora de compartir gastos no sea tan asidua. Volvemos a pedalear hasta que llegamos a otra rampa importante, afortunadamente no se ven piedras ni otros escollos, la trampa está en el barro, una fina película unida al desnivel, hace que las ruedas patinen sin encontrar punto de tracción, ¿lo adivinan?, efectivamente, pie a tierra, ya llevamos entre unas cosas y otras unos cuantos metros cargando con las bicis y esto va haciendo mella en nuestra moral, cada uno lo asimila como mejor puede pero es una faena.

Afortunadamente las vistas son tan magnificas que algo suavizan el descontento que tenemos, y además están los intensos aromas a pino y hierbas aromáticas que, al pisarlas estallan en un éxtasis de aromas insuperables. La cuesta es mayor de lo esperado por lo que tenemos que parar a reponer fuerzas y beber algo de agua. Después de esto llegamos por fin a la fuente de Bercuta situada en una rampa nada despreciable. Como no, una parada fotográfica y deleite paisajístico antes de continuar subiendo esta exigente y larguísima cuesta en la que ya llevamos un buen rato subiendo y que parece que no se vaya a terminar nunca.

De momento la subida al vértice geodésico del Cerrillar queda pospuesto para la vuelta si nos queda tiempo y ganas, el desnivel acumulado hasta el momento se deja notar ya en las piernas y todavía hay que subir al regreso el desnivel desde el pantano y volver hasta el coche, con las innumerables pequeñas subidas que nos quedan por delante, comenzamos a barruntar la imposibilidad de cumplir con este trámite en el día de hoy. Al llegar al final de esta rampa giramos a la izquierda, siguiendo siempre el GR7, poco después llegamos a la pequeña trampa de la ruta de hoy, sin más indicaciones Luis siguiendo ordenes de la “pequeña Marta” nos mete campo a través, algo incrédulos por lo que veníamos hablando, todos creemos que vamos hacia el vértice del Cerrillar pero no, es solo una excursión sin más aliciente que sacarnos del camino planito y suave por el que estábamos transitando en esos momentos, y es que no hay nada mejor que poner un poco de emoción de cuando en vez…

Al volver a ver el camino giramos a la derecha y proseguimos la subida, como decíamos, parece que no se acaba nunca, son varios kilómetros de subida continuada con algún pequeño descanso y alguna ínfima bajada que solo sirve de rompe piernas y que nos hace acumular desnivel positivo. Cada uno a su ritmo vamos completando el final de la subida que nos lleva a la parte más alta de la ruta, un poquito de llano y empezamos a bajar en busca de la carretera poco transitada que desde Tuejar llega a la presa del embalse de Benageber, por fin un poco de tregua a nuestras maltrechas piernas, ponemos el vídeo en marcha y nos lanzamos para abajo curveando y trazando líneas rectas en aquellas curvas más abiertas y que nos ofrecen visibilidad, enseguida vemos la señal de km. 11, unas pocas curvas más adelante comenzamos a vislumbrar por primera vez el pantano, aunque solo es un atisbo de lo que nos espera un poco más abajo.
De repente a la salida de una curva y con una velocidad cercana a los 60km/h. se nos ofrece todo el pantano en visión directa, el espectáculo es maravilloso, con un poco de temeridad Salva intenta parar para hacer las fotos sin tener en cuenta los dos misiles rodantes que vamos detrás de él, lo esquivamos y le gritamos que las fotos a la vuelta, ahora toca desquitarse del sufrimiento de la subida, así que todo “pa lante” seguimos intentando enderezar alguna curva que otra. Ahora el panorama ya no nos da tregua y vemos continuamente el embalse bajo nosotros lo cual no contribuye a nuestra seguridad pues, las continuas miradas a la derecha nos desconcentran de mantener la atención puesta en la carretera. Algo más adelante es Luis quien hace el amago de parar, similar situación a la anterior y adelantamiento a lo Jorge Lorenzo “por fuera” y mismo grito que antes, las frenadas a la entrada de algunas curvas nos han hecho bajar la velocidad a poco más de 42km/h. pero esta será casi constante en todo lo que nos queda de bajada, el cuerpo encima del manillar y buscando la posición más aerodinámica posible para ganar velocidad y sobre todo para sentirla en cada vibración de la bici sobre la carretera, nos centramos en disfrutar de este colosal tramo de bajada y de vivir intensamente las emociones que nos ofrece la velocidad encima de un neumático de poco más de 4cm. de ancho. Todos los sentidos trabajando al máximo de concentración y anticipando cualquier situación de riesgo. Sentimos la adrenalina correr por nuestras venas, mejor dicho volar igual que nosotros hacia abajo, hacia el final de la cuesta. Nos cruzamos con un grupo de motoritas de suben y que al vernos van haciéndose señales a los que vienen por detrás para que estén atentos a nosotros, son un grupo numeroso pero con la velocidad los hemos cruzado en un plis-plas, enseguida llegamos a la entrada del túnel, este está completamente a oscuras, se ve la salida en la otra parte pero a medida que nos vamos introduciendo en el cada vez vemos menos, hasta el punto de intentar simplemente dirigir la bici hacia la luz pues no vemos absolutamente nada, esperemos no encontrar ningún bache. Al salir estamos sobre la presa del pantano y allí vemos la señal de km.16, total 5km y pico de descenso apasionante.





Llegados aquí toca deleitarse con las panorámicas y reponer fuerzas que un día más están por los suelos tras más de 4 horas de pedal. Bocata a pie de pantano y fotos a tutiplén deberían ser suficiente para saciar nuestro intenso apetito, pero solo el estomago está satisfecho, nuestro entusiasmo paisajístico es tal que aún organizamos una pequeña excursión que nos llevará a los chorros de Barchel por el camino indicado que sigue siendo el GR7 y que no hemos abandonado. Este camino discurre una vez superada la presa del embalse, tendremos desde aquí unas impresionantes vistas de la pared del pantano y de la salida del sumidero así como de los magníficos cañones y meandros que el río ha formado a lo largo de su incansable transcurrir por estas tierras. Inmensos acantilados nacen al borde del camino y se despeñan en algunos puntos más de cien metros hasta el fondo del curso del Turia donde este “canta” allá abajo en su transitar por entre las piedras y se desliza en aguas bravas o bien en remansos de calma y baja poco a poco hacia el inicio de nuestra ruta.



Llegamos por fin a Barchel, una pequeña cascada de agua se desliza entre las piedras y el musgo que abarrota la rocosa pared en la que nace para morir en un pequeño estanque que se oculta bajo el camino para precipitarse hasta el río, el paisaje propio de un cuento de hadas nos obliga como no a realizar una parada fotográfica e inmortalizar el momento.


Continuamos hasta el puente colgante sobre el Turia atravesando un par de túneles excavados en la montaña cuyo paso y sobre la marcha congela Salva en nuestra cámara, y es que ya le hemos cogido el tranquillo a eso de disparar con una mano.

Nos lo pasamos y seguimos hasta un mirador con unas magnificas vistas del desfiladero del Turia y de las montañas colindantes, donde las inmensa fallas geológicas han dejado su huella a través del tiempo en maravillosas formaciones rocosas de grandiosa belleza, destaca entre todas las montañas la figura del Pico Morrón con sus más de 800m.

Al final, la excursión a Barchel nos ha supuesto más kilómetros de lo esperado y se nos plantea una duda; esta era la ruta trazada por Kike sobre Google Earth, pero con discontinuidades en el camino por la falta de resolución de los mapas, esto nos hizo inclinarnos por la opción que estábamos siguiendo y que ahora tocaba recorrer de vuelta. Llegados aquí nos planteamos arriesgarnos y continuar adelante, ya que el camino pegado en todo momento al río es de una belleza extraordinaria, pensamos que nos ahorraríamos la subida de asfalto que ya intuimos aterradora y la cambiaríamos por la subida de una nueva y desconocida montaña; por el contrario esta el hecho de que desconocemos a ciencia cierta si este camino tiene continuidad y si es así hasta donde llega y con todo, si seremos capaces de no equivocarnos en algún cruce de caminos, pues de seguir vamos a ciegas, sin la ayuda del GPS. El riesgo de equivocarnos pasados unos kilómetros y tener que volver atrás nos hace desistir de la idea de aventura medidas nuestras fuerzas y la hora en que nos encontramos, por lo que valoramos que volver sobre nuestros pasos buscando la seguridad de la huella dejada en el camino será la opción correcta, o al menos la menos arriesgada, por lo que prepararemos esta variante de la ruta de forma meticulosa para otra ocasión. Volvemos pues hacia atrás deleitándonos nuevamente en lo visto en este encantador camino, sin duda una de las estampas más magnificas de toda Valencia.

Llegamos al embalse y nos dirigimos hacia el lado oscuro, este nos pondrá directamente en las primeras pendientes de la subida y, a partir de aquí tendremos que ir buscando las mejores imágenes para su captura que antes perdonamos a sabiendas en la bajada. Estas no tardan en llegar y además se convierten en la tónica general de la subida, pues, cada pocos metros encontramos una excusa perfecta para hacer una parada y admirar el imponente panorama que nos presenta el lago magnificándose conforme ganamos altitud.


La subida no es excesivamente dura, aunque de una constancia metódica que no permite ni un centímetro de tregua para recuperar aliento, este únicamente lo encontramos en las paradas fotográficas que se suceden una tras otra. El asfalto que tan bueno es de rodar, también tiene su parte negativa en la monotonía de su transito y esta subida no olvidemos que son más de 5 kilómetros.

Llegamos arriba agradeciendo el final de este calvario y entramos en nuestro terreno, un poco más de subida y pronto llegaremos a los tramos de bajada, ¡ bendita bajada ! Estos llegan tan rápido que ni los esperábamos, por lo que no podemos poner el video en marcha en las primeras pendientes. Un par de sustos de quien escribe servirán para que asome más de una sonrisa en los compañeros. Las bajadas con una pendiente superior a la que recordabamos de la subida y en consecuencia, nos harán encontrar momentos de emoción por la velocidad y por lo técnico de algunos tramos. El paso por la fuente Bercuta lo realizamos en un suspiro. La velocidad es tal que no tenemos tiempo ni para decirle adiós, además lo bacheado del terreno tampoco aconseja perder mucho la concentración, y así, llegamos hasta donde antes tuvimos las excepcionales vistas del Pico Remedio, nueva parada fotográfica y todos preparados para el video un poquito más adelante en la bajada de asfalto. Llegados a ese tramo, la bajada la hacemos más que rápida vertiginosa, intentando recortar metros enlazando las curvas en “S” por el centro ganando así velocidad y por lo tanto, encontrar emoción y también practicar un poco la técnica de descenso, amigos, ¡ que gozada !.Ya empezamos a oler el final de la ruta y las prisas por terminar se unen a los últimos kilómetros de velocidad, por lo que seguimos tirando rápido de pedal dejando atrás Calles en un suspiro, para entrar otra vez en la zona del pantano y así ir desgranando los últimos pétalos de la flor de hoy. Las fuerzas bastante mermadas, hacen que algunas cuestas en el tramo final se nos atraganten un poco, por lo que vamos cada uno a nuestro ritmo.

Aún nos queda una última bajada que esperamos termine de compensarnos del todo. Esta nos llevará hasta el coche dando por concluida una ruta que hasta ahora la calificaremos como “la madre de todas las rutas” tanto por su dureza como sobre todo, por el impacto paisajístico que desde el primer al último metro ha ido dejando en nosotros.


En definitiva, esta zona montañosa que abriga los caprichosos cambios en el curso de nuestro río Turia en su parte más salvaje y natural es una autentica joya de la naturaleza, pues conjuga en un espacio relativamente pequeño (cualquier sendero de pequeño recorrido nos mostrará lo mismo a pequeña escala) toda la belleza de la naturaleza; bosques exuberantes, abundancia de agua, formaciones rocosas de formas caprichosas, vistas espectaculares, y las imponentes estampas de los embalses. Un autentico regalo para los sentidos el haber tenido la oportunidad de recorrer esta dura pero preciosa ruta en tan buena compañía, os animamos pues desde estas líneas a que os bajéis nuestro track y disfrutéis como nosotros de tan magnífico recorrido, os aseguramos que la ruta no os defraudará. Palabrita de biker.