sábado, 31 de diciembre de 2011

Crónica fin de año (2011)






Queda atrás el 2011, un año en el que hemos comenzado cada una de nuestras crónicas con el apoyo explicito al año internacional de los bosques. Una iniciativa en la que creemos por lo que representa y por nuestro cariño hacia esos magníficos bosques que recorremos en nuestras rutas, y por supuesto todos aquellos que nos gustaría recorrer; bosques cada vez más escasos y en peligro por la brutal presión a los que los sometemos y que nos privan, con su desaparición, de esos pulmones que necesitamos cada vez más cuanto menos de esos espacios nos quedan. Esperamos que cada que vez que se visite una de estas crónicas, y a la vista del logo, se despierte en nosotros un pequeño deseo de conservar y cuidar los espacios naturales para poder seguir disfrutándolos entre todos. Tan solo nos queda la pena de que precisamente esta año haya sido el de menos entradas en el blog, por no haber podido contribuir de una forma más activa a esta concienciación, pero con la calidad de las rutas publicadas y el recorrido por algunos de los bosques mejor conservados de la comunidad valenciana, esperamos contribuir con la calidad más y mejor que con la cantidad. Ahora sí, vamos a resumir el 2011.


Comenzamos el año y Enero prometía una continuidad con una ruta nueva por las cercanías, para cambiar, al menos, la orientación de nuestros pasos. La ermita de Santa Ana de Albal no presentaba un camino muy bonito por la cantidad de zona urbana e industrial que teníamos que atravesar. Aun así nos dejo un par de lugares muy interesantes de visitar: el castillo de Alaquas y la propia ermita, así como alguna otra pincelada por los caminos entre naranjos y masías.


El año ha quedado pobre desde el punto de vista de las entradas del blog. Vamos, que parece que hayamos echado el cierre como tantas y tantas empresas en estos tiempos que corren. Pero no se trata de eso; las condiciones atmosféricas en la mayoría de los fines de semana que teníamos para salir de ruta completa, han dado al traste con esas salidas, es por ello que no nos hayamos prodigado más en entradas nuevas este año que ya agoniza, los restantes sábados, al rodar las rutas de ir por casa, tampoco han dado para mucho más.

Febrero, Marzo y Abril nos lo tumbaron las previsiones meteorológicas que nos obligaron a anular las salidas para al final, en última instancia, permitirnos rodar por nuestros caminos.


Luego, en Mayo, llegaría el deseado finde biker. Un año más salíamos con las chicas para pasar el fin de semana fuera y hacer otra ruta inolvidable, tanto en la rodada como en los momentos fuera ruta. La anécdota negativa del finde es que este año no pudimos rodar el grupo al completo por primera vez en este tipo de salidas. Carlos seguía con sus problemas de rodilla (o eso nos dice, jeje). Seguimos elevando el listón para los siguientes años, no sé hasta donde va a llegar esto de alto, tal vez hasta el propio Penyagolosa. Y ahí es donde nos llevaron nuestras ruedas; al inicio de la ascensión por la senda, y tan arriba como podíamos llegar con las bicis. Los paisajes soberbios, la elegancia del bosque con sus matices alpinos, la tranquilidad de la zona, los caminos perfectos y zonas bikers para tener un poco de todo, la magia del ermitorio de Sant Joan que te transporta a tiempos pretéritos, de los que por desgracia te sacan los coches aparcados en la misma puerta del lugar. Un todo difícil de comprender si no estás allí para vivirlo. Ya casi estábamos a mitad de año y el bagaje era escaso, había que ponerse las pilas y pronto.


Junio nos trajo otra salida de órdago a la grande. Aún con el camino hasta La Pobla Tornesa fresco en la memoria del mes pasado, llegamos hasta allí para mirar hacia el cielo y ver nuestro objetivo. El pico Bartolo sube hacia el cielo al que tenemos que llegar en esta ruta de las ermitas. El Desert de las Palmes es un lugar mágico, o al menos lo era en otra época en la que no se viera ahogado y sometido a tanta presión urbanística, no solo de la costa sino de la que cada año se adentra más y más en el corazón de la sierra. Pero como quien tuvo retuvo, nos quedan postales inolvidables de aquella grandiosa ruta para el recuerdo. Parecía que empezábamos a enderezar el rumbo de este año, pero no.El verano nos trajo más avatares y vacaciones. Así que, con cada miembro del grupo desperdigado por esos mundos de Dios, las rutas quedan para mejor ocasión. Sin embargo, aunque no tiene crónica este año, y a pesar de haberse convertido en una ruta gran reserva, la nocturna 2011 nos acompañó en Septiembre como el rock de una buena noche de verano.


Pero es que al regreso de la canícula tampoco tuvimos suerte con las nubes y los vientos. Seguíamos perdiendo salidas.


Octubre nos dio una alegría y una tregua que había que aprovechar. Como no, este año, las salidas se concentraban y, o, pasaban por La Pobla Tornesa, para llegar esta vez cerca de Benassal y recorrer un mundo fantástico a través del Barranc dels Horts. Un mundo vegetal frágil y de una riqueza incalculable que nos permitió visitar y conocer a un amigo para toda nuestra vida: El Roure Gros, que nos despierta la admiración que solo guardamos por un escaso grupo de árboles monumentales; un repoker de ases que atesoramos en lo más profundo de nuestro ser: El Faig Pare, La Olivera Morruda, El Pí de La Bassa, y El Pí del Salt. Inolvidable esa piel ajada y seca, áspera y rugosa, dulce y sabia como pocas a la que nos abrazamos para sentir y estar en conexión con lo más profundo de la naturaleza.


Pero este año lo recordaremos sobre todo por que mi madre, suegra de Salva, Yaya de Carlos y tía Consuelo como la llamaba Luis, ya no está entre nosotros. Siempre recordaremos sus chascarrillos, su risa perpetua que todavía resuena en nuestros oídos, su incombustible sentido del humor, su bondad, su buen hacer, su predisposición a cualquier petición, y tantas y tantas cosas buenas… e incluso sus “broncas” cuando hicimos las primeras nocturnas: “que qué horas de irse con la bici eran esas” y no acostarse padeciendo hasta que volvíamos para seguir, ahora de verdad enfadada, con su “cantinela” de “ i és que pareixeu xiquets, xe…”, tal vez sí lo éramos, pero seguro que a sus ojos, al menos, nos comportábamos como tales. En fin, siempre podremos recordar esos y otros tantos ratos, y recuerdos. Al menos nos queda el “Consuelo” de que las pocas rutas subidas han sido rutones del 7.


La última mitad de Octubre y primera de Noviembre se pasaron en el hospital, cuidando a la abuelita, sin tener en cuenta más de lo necesario las salidas en bici. Aunque la necesidad de despejar la mente más que el cuerpo, hacía necesaria alguna salida a lomos de la muda e infatigable compañera que lo dice todo sin decir nada, esa que te hace hablar en los caminos y te escucha hasta que tu cuerpo dice basta y te hace sacar toda la rabia y el pesar, todo el estrés y la adrenalina para devolverte a una vida que pronto empieza nuevamente a llenar el vaso.


Aun así hubo tiempo para salir el 29 de Octubre a recoger toda el agua que llovió, y, como dice Manolo García, casi llenamos un cestillo de esparto. La rueda delantera surcaba la tierra cual proa en la mar, o Moises en el mar rojo, abriendo las aguas a su paso.



Diciembre era la última oportunidad de cerrar el año de forma decente. Todos los rezos y plegarias que aún quedaban se vertieron en un conjuro para que el cielo se abriera y nos permitiera rodar. Como Noviembre ya había sido bastante malo, la ley de la compensación nos permitió salir a rodar para poder dedicarle un rutón que llevábamos tiempo aplazando. Otra mítica cumbre valenciana estaba a punto de caer bajo nuestras ruedas. Al menos tan arriba como se dejara ciclar. El Benicadell ya lo teníamos digitalizado desde el embalse de Beniarres en una ruta de infausto, o mejor dicho medio infausto recuerdo. Esta vez lo íbamos a digitalizar desde el mismo corazón de la sierra y disfrutarlo desde todos sus entrañables rincones, para disfrutar desde su base de unas vistas inolvidables.


Este mes también nos ha traído una rutita casi de ir por casa: la cercana Calderona es ese refugio al que de vez en cuando recurrimos para hacer una ruta rápida y extraordinaria cerca de casa. Así que terminando de confeccionar este Flashback del año nos acercamos para añadir un tramo nuevo a una ruta ya conocida, así conocimos el paraje de fuente Potrillos, con la anécdota incluida de que esta vez éramos nosotros quienes perseguíamos a un perro en lugar de ser al revés. Así aprenderemos para siempre que con los perros solo se puede correr si vas detrás de ellos, sino no vale la pena huir. Aún nos quedará tiempo de terminar el año sobre la reina de nuestras montañas tal y como hacemos, al menos, una vez por estación.

Así que esto es lo que resumidamente ha dado de sí el año que en breve termina. Pocas rutas nuevas pero de un nivel (y un desnivel) portentoso. Pocas fotos para el calendario del 2012 pero que seguro que nos sabrán a gloria cuando las veamos y rememoremos con el paso de los meses, esos momentos vividos nuevamente en armonía con los amigos de cada sábado. Finalmente solo queda desgranar el año en números para ver que tal ha ido.

Bien, pues finalmente han sido 51 salidas en grupo, o lo que es lo mismo, más de 2500 kilómetros compartiendo caminos y esfuerzo, ilusión y aventura, amistad y pedal, kilómetros a los que si sumamos otros tantos de entrenamiento en estática y en salidas en solitario, suponen más 177 horas dándole al pedal.., ahí es nada.

Si esta cifra la traducimos en las calorías quemadas por el contable del grupo, se transforma en las 209.581, cifra (cachondeos aparte) que es del todo real y que han sido semana tras semana, entrenamiento tras entrenamiento, contabilizada por el menda durante todo este año biker.

Claro está que; tanta caloría consumida ha sido debidamente recuperada, como no podía ser de otra forma, a base de bocatas de cuarto regados con birritas de medio en cada ruta, y diré más, consolidada debidamente para seguir recuperando energía, con más birritas al final de las rodadas, mientras reímos, charlamos y analizamos las anécdotas surgidas al final de cada jornada biker, ya con los músculos relajados en la base.

Esto ha supuesto una indecente cifra en litros de elixir de cebada que me voy a reservar para su debido comentario en petit comité, con el firme propósito de… ¡superarlo!, faltaría más.

En cuanto a las imágenes capturadas este año han sido pocas, solo 934 fotos, las cuales serán más que suficientes para mantener viva en nuestra memoria el encanto de los caminos recorridos y lugares visitados: lugares que hemos podido compartir en perfecta amistad y armonía durante este año que termina, todo ello, ¡¡ aleluya !!, sin morder el polvo ni una sola vez y sin pinchazo alguno gracias a nuestro ya venerado “San tubeless”, todo un record.

En definitiva y dejando para la fría estadística las cifras citadas, podemos concluir el año con la satisfacción de asegurar que ha sido otro gran año biker de hermosos recorridos y no menos esfuerzo, que nos ha llevado un año más, a mantener en forma nuestro cuerpo y nuestra mente sin olvidar las incontables satisfacciones que nos han proporcionado tantas horas de esfuerzo compartido.

Esperemos superar el año próximo lo vivido éste, y poder seguir acumulando recuerdos en esta nuestra bitácora de Roda i Pedal.

Roda i Pedal Diciembre 2011