lunes, 23 de julio de 2007

LOS INICIOS

Este texto únicamente pretende ser un resumen histórico de una pequeña y particular aventura que a día de hoy denominamos Roda i Pedal, aventura que dura ya más de doce años desde sus comienzos, una historia plagada de gratos sucesos y recuerdos imborrables que nos hacen cuanto menos sonreír al mirar atrás y ver nuestra propia evolución a lomo de nuestras bicicletas.

Comprimir doce años de aventuras en menos de tres mil palabras no es tarea sencilla y lo que pretendemos en estas líneas es contarles aunque solo sea brevemente, como nació y evolucionó el grupo en el que hoy nos hemos convertido, como sábado tras sábado y año tras año, hemos ido mutando hasta hacer de nuestra afición casi un culto, vivencias e historias sencillas que a muchos tal vez les parezcan propias y otros se les antojarían casi irreales pero que en su totalidad son ciertas y para ello nada mejor que plasmar como fueron nuestros comienzos, como ha sido nuestra evolución y como es nuestra actualidad. Así pues nada mejor que empezar por el principio haciendo un poco de historia................

Todo empezó a raíz de que quien escribe la presente, se interesó un buen día casualmente por la reparación de “chapa y pintura” que un buen amigo le estaba realizando a una vieja máquina de dos ruedas que según éste, iba a volver a tener el flamante aspecto que en días lejanos debió presentar. Aquel esqueleto valía la pena y los componentes que mostraba eran de calidad y estaban todavía en condiciones de poder ser aprovechados, por lo que con muy poca inversión, (siempre según la opinión de mi amigo),un decapado a fondo y una cuidada manita de pintura metalizada, quedaría un cuadro envidiable, el resto, cambio de cubiertas, cámaras y demás zarandajas era coser y cantar, contando con que los elementos mecánicos principales de aquella vieja bici, como por ejemplo el grupo Deore LX con el que contaba, prometía volver a funcionar tan fino como al principio, aparte de esto poco más, un poco de grasa por aquí y un chorrito de tres en uno por allá y con cuatro duros de los de 1995, la cosa estaba hecha, vamos un chollo en boca de aquel atrevido personaje.

A raíz de todo esto y en vistas de que la reparación parecía ir a buen ritmo, mi buen amigo que por sus comentarios al parecer entendía de “mountains bikes” muchísimo más que yo en aquel entonces, me inoculó sutilmente el virus y casi sin querer, me propuso que me comprara una buena bici, para de esa forma salir juntos a hacer el cabra por la montaña y pasárnoslo de piripa.

Dicho y hecho, con la ilusión propia de un niño y la prisa que asegura un buen bolsillo, convencimos a nuestras sufridas esposas de la necesidad inminente de hacer bicicleta y como mi amigo se había propuesto tener reparada en breve la suya, no había otro remedio más que buscar rápidamente una buena máquina para mi, por lo que sin pensarlo dos veces y a los pocos días de haber visto como un proceso de reparación se había iniciado, nos lanzamos en busca de su compañera de aventuras.

Un conocido de aquel ( o sea, radio macuto) nos informó que alguien le había dicho que en cierto hiper y aunque sonara algo raro, había buenas máquinas a muy buen precio si sabíamos buscarlas , pues según nos contó, estaban entremezcladas con las más normalitas pero que “haberlas hailas”.
La cosa a priori y según la información recibida pintaba bien, (¿o serían las ganas ?) así que un caluroso 10 de junio de 1995 y sin pensárnoslo dos veces, nos lanzamos en su busca y bingo, encontramos una Rock Hopper con un cuadro de “cromoli” y un “full equip” Shimano Deore LX, que en opinión de mi experto amigo, no estaba nada mal por las 54.995 de las antiguas pesetas que marcaba su etiqueta.

Así pues y tras darle un vistazo a fondo a la máquina y comprobar de cerca sus componentes, a la media hora la citada estaba metida en el interior de mi R-12 sin desmontarle ni un manguito (no me pregunten como) y de camino de mi garaje, lista para su estreno oficial el sábado siguiente, la espera prometía ser insoportable.

Así fue resumidamente mi primera toma de contacto con el mundo de las mountain bike.
Y llegó el día del estreno. Se trataba de hacer la prueba de fuego, dar una vuelta por alguna zona no muy alejada de la ciudad pero eso sí, algún lugar en estado puro, o sea, poco asfalto y muchos baches. Las primeras sensaciones fueron como volver a la niñez cuando corría con mi primera Orbea, aquella sensación de libertad y aventura se presentaba ante mí de nuevo tras una larga hibernación.

Aquella tarde, mi amigo y yo recorrimos algo menos de 10 kilómetros bajo un cielo plomizo que amenazaba con aguarnos la fiesta, pero valía la pena correr el riesgo y fueron suficientes. Todo fue bien y el reencuentro con las dos ruedas fue placentero a no ser por el de fango acumulado en algún que otro recóndito rincón del camino recorrido que dejó su implacable huella en mi flamante bicicleta, cuestión que provocó la mofa de mi amigo que había incluso provocado aquella situación a fin de explicarme la normalidad del hecho, algo a lo que debía ir acostumbrándome.

De cualquier forma, ese primer recorrido provocó una metástasis ciclista en mi cerebro, se estaba formando el gusanillo que todo biker llevamos dentro. Algo me decía que esto iba a continuar y prueba de ello era la necesidad que sentía de contar mis emociones a alguna persona de mi entorno más cercano, precisaba un cómplice de confianza con el que compartir esas emociones dormidas que en mi estaban aflorando, ¿pero quien? , sin duda la pregunta solo tenía una respuesta, nadie mejor que mi propio hermano Luis, cómplice de aventuras y ávido de emociones como el que más, solamente bastaron unos sutiles comentarios para que al igual que yo, cayese rendido en el mundo de los bikers, pero claro, había que buscarle igualmente una bici para poder estar al completo e iniciar nuestro proyecto.

A la vista de que nos habíamos llevado al parecer el último chollo del hipermercado , mi amigo nos comentó que podíamos buscar algo de segunda mano que estuviese bien, así que de inmediato y trajín en mano, comenzamos la búsqueda hasta encontrar algo que se ajustase al presupuesto de partida.
Tras un repaso a fondo, un anuncio nos llamó fuertemente la atención por sus características y buen precio, así que llamamos al anunciante y quedamos en una dirección de Mislata, lugar donde nos desplazamos con una furgoneta prestada por si la operación llegaba a buen puerto.

Citados pues con el vendedor en un parque del que solo recuerdo su abundante arboleda, nos acompañaba a mi hermano y a mi, el amigo a modo de experto y a fin de asesorar la compra si se daba el caso.
Tras las presentaciones de rigor y bici en pierna, el propietario nos ofreció aquella atractiva bicicleta tras explicarnos los extras y componentes con que contaba la citada, cuadro de aluminio, cambio automático Shimano Deore LX en manetas, ruedas Mavic, etc.,etc., vamos, un caramelito que finalmente no dejamos pasar, ya que la ocasión valía la pena y tras un par de vueltas de prueba por aquel parque a esas horas todavía lleno de gente que observaban algo perplejos, como unos tíos ya mayorcitos con ropa de calle y zapatos de vestir, rodaban como niños por el parque a lomos de aquella bicicleta de montaña.
Poco más que contar al respecto, un apretón de manos y el intercambio de billetes por bicicleta fue todo. Contentos como adolescentes, cargamos la bicicleta en la furgoneta y vuelta a casa con la misma ilusión que una noche de Reyes tras descubrir los regalos. Todo estaba pues a punto para empezar nuestra aventura ciclista, caminos desconocidos nos esperaban, así fue como empezó todo.

Finalmente, mi amigo tuvo problemas con su maqueada bicicleta que al parecer no estaba tan en forma como él esperaba y por esta y otras razones de menor importancia que no vienen al caso, solo quedamos dos de los tres aventureros, mi hermano y yo, que fieles a nuestros principios y de acuerdo con el plan previamente trazado, nos dispusimos a aventuramos y adentrarnos en lo hasta aquel momento, para nosotros desconocido como era recorrer caminos secundarios a priori sin un rumbo demasiado fijo, con la esperanza de saber regresar felizmente al punto de partida.

Los preparativos para la aventura estaban servidos, teníamos bicicletas y sobre todo ganas, muchísimas ganas de rodar y por lo tanto ¿que otra cosa nos hacía falta ?

LOS INICIOS II Camino a la Malvarrosa

Y llego el primer sábado y el segundo y el tercero y todo iba sobre ruedas (nunca mejor dicho) , era divertido, nos lo pasábamos en grande y aunque a punto estuvimos de perdernos en alguna que otra ocasión, a base de preguntar cuando por casualidad nos encontrábamos con algún lugareño y con la ayuda de nuestra intuición, supimos llegar una y otra vez al punto de inicio.
Nuestros primeros problemas fueron los perros con los que con demasiada frecuencia nos solíamos encontrar por cualquier camino, ya que aunque amigos del hombre que no nuestros, en ocasiones nos dieron algún que otro susto y fueron el principal motivo de continuos cambios en nuestras primeras rutas. ¿Cómo resolver el asunto?, pues estaba claro, comprando sendos antiperros con los que protegernos de tan incordiosos animales.
El problema fue donde colocarlos en la bici, cuestión que resultó negativa tras "el primer atraque" sufrido , en el que aquel pastor alemán casi me come antes de poder siquiera coger el dichoso aparato y pulsar el botón que provocase la huída del animal, sin contar con que al mismo tiempo había que evitar además la caída inminente provocada por el sobresalto del encuentro con el aquel bicho.

La segunda vez fue más divertida, bajábamos por una abrupta pendiente en dirección al río Turia cuando dos mastodontes amenazaban con sus ladridos salirnos al paso, vista la bajada, la distancia a los perros y lo complicado del terreno, no valía la pena intentarlo con los dispositivos ahuyenta perros, lo mejor era darle al pedal y bajar sin freno encomendándonos a la suerte y a nuestra habilidad con la esperanza de no pegárnosla y rompernos la crisma, y lo conseguimos........., pero en aquella loca huída a tumba abierta por aquella pendiente infernal, uno de los aparatitos se perdió para siempre, cuestión que nos llevó a pensar que la cosa no funcionaba, lo más seguro pasaba por buscar otras rutas alternativas hasta encontrar algún camino seguro y libre de perros, por lo que decidimos cambiar de zona y buscar algo menos apartado de la civilización que nos llevase a las cercanías del mar.
Plano militar en mano, semana tras semana fuimos perfilando nuevos caminos hasta dar con el itinerario definitivo, y así fue. Encontramos una ruta que nos llevaba a un espigón de la Malvarrosa sin mayores sobresaltos que algún que otro tractor que nos cruzábamos por aquellos lugares de paso agrícola entrados en la pedanía de "El Pouet", lugar a día de hoy desaparecido tras su reciente conversión en zona urbana.


Con aquella ruta cuya longitud se adecuaba a nuestras fuerzas y "libre de peligros de cuatro patas" , pasados unos meses nos dimos cuenta que algo más fallaba, ¿las bicis? NO, ¿las fuerzas tal vez? TAMPOCO, la respuesta la vimos escrita cual pancarta al cruzarnos una mañana con algunos bikers avezados en la materia. Nos dimos cuenta de repente que era nuestra indumentaria, los pantalones de chándal, la sudadera y las deportivas de paseo no eran el mejor complemento, aquella visión fue reveladora, comprendimos de pronto que nuestros dolores semanales de trasero y los continuos enganches del pantalón con el desviador no eran casuales ni gajes del oficio, sino fruto del desconocimiento total de la materia y sobre todo, del miedo al ridículo que algunos hemos sentido irremediablemente la primera vez que hacemos deporte en público con una indumentaria poco habitual como es un pantalón corto con culote.
Resultaba obvio que debíamos acondicionar rápidamente nuestro atuendo tras aquellos al menos dos primeros años de aventuras, (si,si, no han leído mal, dos años.....) nos propusimos un cambio radical, había que hacerlo.
Y que cambio señores, aunque nos sentimos algo raritos con aquel primer pantalón con culote, bastaron cinco minutos para vencer nuestra incomoda visión y darnos cuenta de que aquello era otra cosa, ¡ que comodidad ¡ que maravilla ! ahora si que rodábamos a placer, ¿cómo no nos habíamos decidido antes ?, la respuesta es sencilla, la falta de experiencia y las tremendas ganas de pedalear sin freno, nos habían cegado por completo no dejándonos ver más allá de nuestras narices ( o mejor dicho, de nuestras flamantes bicicletas).
Siempre fuimos amigos de las reglas, por lo que una vez encontramos aquella ruta supuestamente ideal, la seguimos durante mucho tiempo sin prácticamente modificación alguna que no fuese para optimizar sensiblemente trayecto o pasado el tiempo, mejorar el lugar donde reponer fuerzas.
Nuestra ruta preferida durante mucho, pero mucho tiempo fue Manises-La Malvarrosa, por supuesto sin apenas tocar el asfalto y el peligro que el tráfico rodado conlleva. Al principio, el premio a la llegada consistía en tomarnos una coca cola en el espigón mirando el mar para reponer fuerzas, tras un tiempo, ampliamos nuestro avituallamiento con una naranja, hasta que finalmente nos dimos cuenta que un buen bocata y como no, una buena cerveza de barril no vendría nada mal, menú que se arraigó hasta convertirse en costumbre y que ha perdurado hasta la fecha.

Esta fue la primera ruta del grupo y durante muchos años la única. Nunca olvidaremos los entrañables momentos vividos durante tantos años rodándola, siempre en constante cambio de recorrido para evitar en todo lo posible el circular por carretera.

A día de hoy es una ruta antagónica al resto en algunos sentidos: parte en dirección opuesta a las demás, es totalmente plana y... se dirige al mar. La distancia es de 44km. y esa medida es la que sirvió sin darnos cuenta ni proponérnoslo de patrón de medida para el resto de rutas, casualmente al planificarlas y luego ejecutarlas sobre el terreno daba esa medida, y ni se nos ocurrió buscar trazados alternativos para alargarlas y explorar otros sitios o bien rebajarlas ya que eran más duras que el camino a la playa, y así, esa medida que de forma inconsciente se nos había metido en las piernas dictó el trazado de las siguientes. Luego, con nuestro afán de superación y una mejor forma física aumentaríamos el kilometraje en algunas rutas.
Pero como bien dice el gran Perico Delgado "la dureza no la hace la carretera sino el ciclista". Pues fieles a esta máxima no desmerecemos de hacer de esta placida jornada de pedaleo una autentica etapa reina de nuestras salidas habiendo registrado medias de 22km/h al finalizar la misma. Son muchos los tramos de buen piso en los que rodar como auténticos "venaos" por el viejo cauce del río, a esto le añadiremos dos “sprints” realmente salvajes, uno en la zona del puerto con velocidades de 51km/h en llano y con "la gorda" y el otro en la vuelta, al subir el puente que cruza junto a la Feria de Muestras, no en vano algún día el "tío del mazo" a estado por allí esperándonos y nos ha cazado a más de uno. Siempre al grito de "endavant" las cuestas sucumben ante nuestro empuje, aunque a veces unas nos cuenten más que otras.

LOS INICIOS III Roda i Pedal se configura

Pasó el tiempo y un día no muy lejano a finales del 2002, un nuevo miembro se incorporó a filas. Kike cambiaba de residencia y se establecía definitivamente en su tierra natal, Valencia, y como no, igualmente se sintió atraído por nuestras historias ciclistas y muy pronto pasó a ser uno más.
Ya éramos tres los que formábamos el grupo, pero tras la navidad del 2003, la noche de Reyes del 6 de enero de 2004 fue un claro exponente que el grupo no tardaría mucho en crecer de nuevo. El tamaño de aquella flamante mountain bike que desempaquetaba con ilusión mi hijo Carlos, venía a anunciarnos que faltaba ya muy poco para ser lo bastante mayor como para pedalear con nosotros. Aquel chaval que sábado tras sábado a nuestro regreso y mientras nos tomábamos unas merecidas birritas tras el esfuerzo, escuchaba atento nuestras aventuras ciclistas, muy pronto podría pasar a formar parte del equipo. Así pues, el grupo se consolidaba definitivamente en el inicio de la temporada 2005-2006, ya que "el chaval" tenia unas piernas aptas para seguirnos, o al menos eso pensábamos, pero lo verdad es que íbamos a ser nosotros los que tendríamos que ir tras él tal y como nos dimos cuenta al poco tiempo.

El 16 de septiembre de 2006 el grupo colgaba el cartel de "completo" con la incorporación de "El torito" (así le llamamos cariñosamente) dando paso a lo que a día de hoy es Roda i Pedal. Aquel chiquillo observador de antaño había crecido lo suficiente como para darle con fuerza al pedal ¡¡¡ y con que fuerza señores !!!
Con el paso de los años seguimos día a día evolucionando, la experiencia acumulada y los muchos kilómetros recorridos nos avocaron a buscar recambio a nuestras ya machacadas bicicletas, los más de 15 mil kilómetros y los millones de pedaladas acumuladas en sus sufridos pedaliers clamaban su descanso eterno , las nuevas rutas de montaña cada vez más exigentes y algún que otro susto en algunas bajadas imposibles, nos anunciaban que había que actualizar el material y buscar algo más acorde con nuestra experiencia. Carlos crecía a un ritmo vertiginoso y aquella primera bici ya se había quedado pequeña, era pues el momento del cambio y la excusa perfecta para no provocar una alarma familiar ante el gasto que se avecinaba, la coartada era perfecta y había que aprovechar el momento del beneplácito familiar.
Con el 2007 y tras darle muchas vueltas a las diferentes marcas que nos atraían, a los componentes instalados y demás detalles técnicos, llegaron las nuevas máquinas, , unas Lapierre Tecnic FS700 con sus cuadros de aleación, frenos de disco, doble suspensión, pedales automáticos, etc., etc.,. La importante inversión realizada había valido la pena y el cambio fue radical en todos los sentidos. Tras el bautizo de Marta, Raquel, Die Eselin un 10 de febrero y algo más tarde con el de Oréades, empezamos de inmediato a pensar en nuevas rutas más exigentes, nuevos retos, en definitiva nuevos horizontes que nos permitiesen explotar al máximo la capacidad de aquellas nuevas bicicletas cuyas prestaciones estaban muy por encima de lo que nos habíamos imaginado, lo que nosotros denominamos como “el lado oscuro” había hecho su aparición y nada volvería a ser igual que antes, el virus de la montaña formaba ya parte de nosotros, algo había cambiado irremediablemente para siempre en nuestro espíritu de aventura, la montaña nos llamaba cada vez con más fuerza y nunca fue nuestra intención decepcionarla.


A día de hoy ya no nos conformamos con las rutas de siempre, ya que nuestro "explorador particular" o sea, Kike, nos ha ido revelando rutas cercanas a nuestro entorno que cuesta pensar que siempre han estado ahí, sobre todo por la belleza de los paisajes que nos encontramos, lugares increíblemente poco transitados que aceleran nuestro corazón a su paso y que por fortuna tenemos el privilegio de recorrer a menudo, regalando nuestros sentidos cada vez que los recorremos.
No faltan las zonas abruptas y algo más complicadas de subir donde de cuando en cuando la sombra de "el tío del mazo" nos acecha y cuyo premio tras coronar la cumbre que no es poco, es la sensación de vuelo que nos espera en la vertiginosa bajada, no hay duda que hablo de la ruta de "Les Rodanes", donde un buen día Salva nos dio el primer susto al pasarse de frenada en aquella curva imposible a más de 50 km/h, (¡¡ no es de extrañar con aquella bici sin discos ni suspensiones !!), la ruta de El Montiel (o Le Montielet, como ya le llamamos por lo empinado de su trayectoria final) otras más suaves pero tremendamente divertidas como la ruta de Cheste-Villamarchante con sus impresionantes toboganes, sin olvidarnos de algunos otros recorridos que nos acercaron a las montañas de Llíria y Pedralba, por cierto, que subida la de aquel día ¿os acordáis chicos? . Pero eso sí, el esfuerzo debe estar recompensado, por lo que uno de nuestros mandamientos es añadir a la ruta un lugar lo más tranquilo posible donde reponer fuerzas y calzarnos unas buenas cervezas acompañadas de unos buenos bocatas marca de la casa y si son con "vistas" mucho mejor.


Los muchos y diferentes caminos recorridos durante todo este tiempo nos obligó a dar otra vuelta de tuerca a nuestros planes, cuestión por la que decidimos recientemente iniciar nuevas aventuras utilizando la tecnología de la que hoy por fortuna disponemos. Desde hace poco tiempo, un nuevo compañero de viaje ha pasado a formar parte del grupo, aunque esta vez no es humano, hablo de un increíble y sofisticado aparatito denominado GARMIN, vamos, un flamante Gps que nos ayuda a desplazarnos por lugares desconocidos con la seguridad de saber entre otros muchos datos, donde estamos en todo momento y lo mejor, la certeza de saber volver al punto de partida sin dudarlo.

Así pues, todo esto supone la entrada en una nueva etapa, en breve nuestro punto de partida ya no será nuestro "cuartel general" de siempre, con nuestras bicis a lomos de un flamante remolque para su transporte que recientemente hemos decidido adquirir, pretendemos iniciar nuevos retos, descubrir nuevos lugares, en definitiva, nuevas aventuras en busca de esos hermosos caminos de alta montaña donde aplacar nuestro deseo de emociones en plena naturaleza, descubrir nuevos paisajes es nuestro reto, vivencias que os seguiremos contando en este blog a medida que vayamos acumulando experiencias a nuestra ya dilatada historia ciclista de montaña, historia que hemos decidido compartir con todos aquellos que como nosotros, se sientan atraídos por este placentero deporte que a fin de cuentas solo pretende el disfrute de quienes lo practican, personas que como nosotros les guste encontrarse con la naturaleza a fuerza de pedal.
Para eso solamente hace falta una bicicleta y las ganas, la voluntad y la constancia necesaria para emprender nuevas aventuras , elementos que unidos a unas buenas piernas nos harán pasar horas inolvidables descubriendo lugares donde nunca hubiésemos soñado llegar........... ¿te animas?

Continuará...............