viernes, 11 de abril de 2008

Transpantanaica (Loriguilla - Benagéber)

"Allí on conflueixen ulls i desig, hi esclaten tots els colors possibles."
Miquel Martí i Pol



Hemos descubierto un tesoro. Bueno, realmente muchos más, porque después de todo lo vivido hoy hay muchas emociones y muchas imágenes en mi mente, pero solo un sonido…el canto del Turia allá abajo en lo profundo de sus gargantas elevándose por las paredes de los cañones por los que transita al salir de su prisión de Benageber, cantando libre, orgulloso, feliz, limpio. Estaba allí abajo en el acantilado y nosotros arriba en la montaña, pero cantaba tan alegre que no hemos podido dejar de oírlo.
Hace dos semanas que estuvimos en el embalse de Buseo y ya entonces una idea comenzó a fraguarse en mi cabeza, no hubo más que darla a conocer y ya estaba puesta en marcha la máquina. Un cortar y pegar por aquí, unir los tramos sueltos por allá y Luis nos deleita con lo que al fin y a la postre a sido esta maravilla en forma de ruta y que une los embalses de Loriguilla y Benageber. De esta manera ya tenemos los tres embalses de la cuenca del Turia completados en una primera incursión por estas tierras que a buen seguro, no será la última.
Salgo pronto del curro con prisas por llegar a la base y salir hacia Loriguilla, teníamos que buscar una semana que no tuviera que trabajar el sábado por la noche y esta era la adecuada pues intuíamos que la ruta iba a ser larga.
A las 08.30 en punto nos ponemos en marcha según lo previsto y bendiciendo nuestra suerte, pues una semana más las nefastas previsiones meteorológicas abren una ventana temporal de viernes y sábado, alguien importante de arriba debe de estar pendiente de nuestras andanzas, ¿ya tendrá este blog entre sus favoritos?
El ambiente increíblemente límpido de primeras horas de la mañana nos permite ver con absoluta claridad los montes de La Calderona y nos hace vaticinar una mañana intensa.
Cerca de Chullilla nos deleitamos con los cañones y meandros del Turia, los veremos de cerca más adelante aunque esto nos sirve para ir abriendo boca.
Aparcamos junto a los restos de la iglesia de Loriguilla viejo y nos recibe un viento frío e intenso que nos hace apresurarnos a comenzar a pedalear, lo hacemos pegados al embalse por la carretera asfaltada que tomamos al dejar la CV 35, ahora si que podemos parar a contemplar el embalse y hacer las primeras fotos para ir calentando objetivo.


En el otro lado del camino una inmensa mole de roca forma una magnifica montaña de formas irregulares. Esto promete, menos de un kilómetro y ya estamos disparando la digital a toda caña, jeje, a este ritmo solo nos quedan otras 72 paradas.

Llegados a la carretera tomamos la antigua vía en desuso hacia Calles que baja hacia la cabecera del pantano, una vez abajo nos encontramos con un “pequeño” problema; parte de la ladera de la montaña se desprendió y esta cortando el camino, motivo el cual nos hace cargarnos las bicis al hombro y sortear este tramo como mejor podemos, tan solo son 50m. pero hay que sortearlos entre las piedras.

Este tramo de carretera hay que recordar que se encuentra en la “zona inundable”, por lo que en periodos de abundancia en el embalse no será transitable, desgraciadamente queda mucho para eso. Seguimos por la carretera “dentro del pantano” pasando bajo los restos del antiguo castillo de Domeño encaramado en lo alto de un altozano y dominando toda la ribera del río y los pasos hacia el valle de Valencia.



Atravesamos Calles por el puente y subimos hacia la magnífica por su aspecto, bodega de Vegamar, pasamos junto a ella y nos adentramos en el monte dejando definitivamente atrás la zona urbana. Aun seguimos por terreno asfaltado hasta arriba de la colina en la que nos encontramos, una vez arriba ya entramos en territorio biker y seguiremos las indicaciones del depósito contra-incendios La Bercuta.

Gran parte del trazado sigue el camino del GR 7 marcado con las características líneas horizontales, rojas y blancas. Aquí arriba tenemos una vista espectacular del pico del Remedio en Chelva y de la ermita algo más resguardada en la ladera de la montaña.

El camino vuelve a girar adentrándose en el monte y transcurre junto al “barranco de la puerca” ofreciéndonos unas colosales vistas de su curso. Y empieza la fiesta. Las cuestas más duras de la jornada están a punto de hacer su presentación en sociedad, como siempre será la dificultad del terreno la que marque la dureza de la rampa, que atravesada de roderas y piedras sueltas, nos obligará a echar pie a tierra, costumbre que desde hace ya algunas semanas nos acompaña como uno más del grupo, lastima que a la hora de compartir gastos no sea tan asidua. Volvemos a pedalear hasta que llegamos a otra rampa importante, afortunadamente no se ven piedras ni otros escollos, la trampa está en el barro, una fina película unida al desnivel, hace que las ruedas patinen sin encontrar punto de tracción, ¿lo adivinan?, efectivamente, pie a tierra, ya llevamos entre unas cosas y otras unos cuantos metros cargando con las bicis y esto va haciendo mella en nuestra moral, cada uno lo asimila como mejor puede pero es una faena.

Afortunadamente las vistas son tan magnificas que algo suavizan el descontento que tenemos, y además están los intensos aromas a pino y hierbas aromáticas que, al pisarlas estallan en un éxtasis de aromas insuperables. La cuesta es mayor de lo esperado por lo que tenemos que parar a reponer fuerzas y beber algo de agua. Después de esto llegamos por fin a la fuente de Bercuta situada en una rampa nada despreciable. Como no, una parada fotográfica y deleite paisajístico antes de continuar subiendo esta exigente y larguísima cuesta en la que ya llevamos un buen rato subiendo y que parece que no se vaya a terminar nunca.

De momento la subida al vértice geodésico del Cerrillar queda pospuesto para la vuelta si nos queda tiempo y ganas, el desnivel acumulado hasta el momento se deja notar ya en las piernas y todavía hay que subir al regreso el desnivel desde el pantano y volver hasta el coche, con las innumerables pequeñas subidas que nos quedan por delante, comenzamos a barruntar la imposibilidad de cumplir con este trámite en el día de hoy. Al llegar al final de esta rampa giramos a la izquierda, siguiendo siempre el GR7, poco después llegamos a la pequeña trampa de la ruta de hoy, sin más indicaciones Luis siguiendo ordenes de la “pequeña Marta” nos mete campo a través, algo incrédulos por lo que veníamos hablando, todos creemos que vamos hacia el vértice del Cerrillar pero no, es solo una excursión sin más aliciente que sacarnos del camino planito y suave por el que estábamos transitando en esos momentos, y es que no hay nada mejor que poner un poco de emoción de cuando en vez…

Al volver a ver el camino giramos a la derecha y proseguimos la subida, como decíamos, parece que no se acaba nunca, son varios kilómetros de subida continuada con algún pequeño descanso y alguna ínfima bajada que solo sirve de rompe piernas y que nos hace acumular desnivel positivo. Cada uno a su ritmo vamos completando el final de la subida que nos lleva a la parte más alta de la ruta, un poquito de llano y empezamos a bajar en busca de la carretera poco transitada que desde Tuejar llega a la presa del embalse de Benageber, por fin un poco de tregua a nuestras maltrechas piernas, ponemos el vídeo en marcha y nos lanzamos para abajo curveando y trazando líneas rectas en aquellas curvas más abiertas y que nos ofrecen visibilidad, enseguida vemos la señal de km. 11, unas pocas curvas más adelante comenzamos a vislumbrar por primera vez el pantano, aunque solo es un atisbo de lo que nos espera un poco más abajo.
De repente a la salida de una curva y con una velocidad cercana a los 60km/h. se nos ofrece todo el pantano en visión directa, el espectáculo es maravilloso, con un poco de temeridad Salva intenta parar para hacer las fotos sin tener en cuenta los dos misiles rodantes que vamos detrás de él, lo esquivamos y le gritamos que las fotos a la vuelta, ahora toca desquitarse del sufrimiento de la subida, así que todo “pa lante” seguimos intentando enderezar alguna curva que otra. Ahora el panorama ya no nos da tregua y vemos continuamente el embalse bajo nosotros lo cual no contribuye a nuestra seguridad pues, las continuas miradas a la derecha nos desconcentran de mantener la atención puesta en la carretera. Algo más adelante es Luis quien hace el amago de parar, similar situación a la anterior y adelantamiento a lo Jorge Lorenzo “por fuera” y mismo grito que antes, las frenadas a la entrada de algunas curvas nos han hecho bajar la velocidad a poco más de 42km/h. pero esta será casi constante en todo lo que nos queda de bajada, el cuerpo encima del manillar y buscando la posición más aerodinámica posible para ganar velocidad y sobre todo para sentirla en cada vibración de la bici sobre la carretera, nos centramos en disfrutar de este colosal tramo de bajada y de vivir intensamente las emociones que nos ofrece la velocidad encima de un neumático de poco más de 4cm. de ancho. Todos los sentidos trabajando al máximo de concentración y anticipando cualquier situación de riesgo. Sentimos la adrenalina correr por nuestras venas, mejor dicho volar igual que nosotros hacia abajo, hacia el final de la cuesta. Nos cruzamos con un grupo de motoritas de suben y que al vernos van haciéndose señales a los que vienen por detrás para que estén atentos a nosotros, son un grupo numeroso pero con la velocidad los hemos cruzado en un plis-plas, enseguida llegamos a la entrada del túnel, este está completamente a oscuras, se ve la salida en la otra parte pero a medida que nos vamos introduciendo en el cada vez vemos menos, hasta el punto de intentar simplemente dirigir la bici hacia la luz pues no vemos absolutamente nada, esperemos no encontrar ningún bache. Al salir estamos sobre la presa del pantano y allí vemos la señal de km.16, total 5km y pico de descenso apasionante.





Llegados aquí toca deleitarse con las panorámicas y reponer fuerzas que un día más están por los suelos tras más de 4 horas de pedal. Bocata a pie de pantano y fotos a tutiplén deberían ser suficiente para saciar nuestro intenso apetito, pero solo el estomago está satisfecho, nuestro entusiasmo paisajístico es tal que aún organizamos una pequeña excursión que nos llevará a los chorros de Barchel por el camino indicado que sigue siendo el GR7 y que no hemos abandonado. Este camino discurre una vez superada la presa del embalse, tendremos desde aquí unas impresionantes vistas de la pared del pantano y de la salida del sumidero así como de los magníficos cañones y meandros que el río ha formado a lo largo de su incansable transcurrir por estas tierras. Inmensos acantilados nacen al borde del camino y se despeñan en algunos puntos más de cien metros hasta el fondo del curso del Turia donde este “canta” allá abajo en su transitar por entre las piedras y se desliza en aguas bravas o bien en remansos de calma y baja poco a poco hacia el inicio de nuestra ruta.



Llegamos por fin a Barchel, una pequeña cascada de agua se desliza entre las piedras y el musgo que abarrota la rocosa pared en la que nace para morir en un pequeño estanque que se oculta bajo el camino para precipitarse hasta el río, el paisaje propio de un cuento de hadas nos obliga como no a realizar una parada fotográfica e inmortalizar el momento.


Continuamos hasta el puente colgante sobre el Turia atravesando un par de túneles excavados en la montaña cuyo paso y sobre la marcha congela Salva en nuestra cámara, y es que ya le hemos cogido el tranquillo a eso de disparar con una mano.

Nos lo pasamos y seguimos hasta un mirador con unas magnificas vistas del desfiladero del Turia y de las montañas colindantes, donde las inmensa fallas geológicas han dejado su huella a través del tiempo en maravillosas formaciones rocosas de grandiosa belleza, destaca entre todas las montañas la figura del Pico Morrón con sus más de 800m.

Al final, la excursión a Barchel nos ha supuesto más kilómetros de lo esperado y se nos plantea una duda; esta era la ruta trazada por Kike sobre Google Earth, pero con discontinuidades en el camino por la falta de resolución de los mapas, esto nos hizo inclinarnos por la opción que estábamos siguiendo y que ahora tocaba recorrer de vuelta. Llegados aquí nos planteamos arriesgarnos y continuar adelante, ya que el camino pegado en todo momento al río es de una belleza extraordinaria, pensamos que nos ahorraríamos la subida de asfalto que ya intuimos aterradora y la cambiaríamos por la subida de una nueva y desconocida montaña; por el contrario esta el hecho de que desconocemos a ciencia cierta si este camino tiene continuidad y si es así hasta donde llega y con todo, si seremos capaces de no equivocarnos en algún cruce de caminos, pues de seguir vamos a ciegas, sin la ayuda del GPS. El riesgo de equivocarnos pasados unos kilómetros y tener que volver atrás nos hace desistir de la idea de aventura medidas nuestras fuerzas y la hora en que nos encontramos, por lo que valoramos que volver sobre nuestros pasos buscando la seguridad de la huella dejada en el camino será la opción correcta, o al menos la menos arriesgada, por lo que prepararemos esta variante de la ruta de forma meticulosa para otra ocasión. Volvemos pues hacia atrás deleitándonos nuevamente en lo visto en este encantador camino, sin duda una de las estampas más magnificas de toda Valencia.

Llegamos al embalse y nos dirigimos hacia el lado oscuro, este nos pondrá directamente en las primeras pendientes de la subida y, a partir de aquí tendremos que ir buscando las mejores imágenes para su captura que antes perdonamos a sabiendas en la bajada. Estas no tardan en llegar y además se convierten en la tónica general de la subida, pues, cada pocos metros encontramos una excusa perfecta para hacer una parada y admirar el imponente panorama que nos presenta el lago magnificándose conforme ganamos altitud.


La subida no es excesivamente dura, aunque de una constancia metódica que no permite ni un centímetro de tregua para recuperar aliento, este únicamente lo encontramos en las paradas fotográficas que se suceden una tras otra. El asfalto que tan bueno es de rodar, también tiene su parte negativa en la monotonía de su transito y esta subida no olvidemos que son más de 5 kilómetros.

Llegamos arriba agradeciendo el final de este calvario y entramos en nuestro terreno, un poco más de subida y pronto llegaremos a los tramos de bajada, ¡ bendita bajada ! Estos llegan tan rápido que ni los esperábamos, por lo que no podemos poner el video en marcha en las primeras pendientes. Un par de sustos de quien escribe servirán para que asome más de una sonrisa en los compañeros. Las bajadas con una pendiente superior a la que recordabamos de la subida y en consecuencia, nos harán encontrar momentos de emoción por la velocidad y por lo técnico de algunos tramos. El paso por la fuente Bercuta lo realizamos en un suspiro. La velocidad es tal que no tenemos tiempo ni para decirle adiós, además lo bacheado del terreno tampoco aconseja perder mucho la concentración, y así, llegamos hasta donde antes tuvimos las excepcionales vistas del Pico Remedio, nueva parada fotográfica y todos preparados para el video un poquito más adelante en la bajada de asfalto. Llegados a ese tramo, la bajada la hacemos más que rápida vertiginosa, intentando recortar metros enlazando las curvas en “S” por el centro ganando así velocidad y por lo tanto, encontrar emoción y también practicar un poco la técnica de descenso, amigos, ¡ que gozada !.Ya empezamos a oler el final de la ruta y las prisas por terminar se unen a los últimos kilómetros de velocidad, por lo que seguimos tirando rápido de pedal dejando atrás Calles en un suspiro, para entrar otra vez en la zona del pantano y así ir desgranando los últimos pétalos de la flor de hoy. Las fuerzas bastante mermadas, hacen que algunas cuestas en el tramo final se nos atraganten un poco, por lo que vamos cada uno a nuestro ritmo.

Aún nos queda una última bajada que esperamos termine de compensarnos del todo. Esta nos llevará hasta el coche dando por concluida una ruta que hasta ahora la calificaremos como “la madre de todas las rutas” tanto por su dureza como sobre todo, por el impacto paisajístico que desde el primer al último metro ha ido dejando en nosotros.


En definitiva, esta zona montañosa que abriga los caprichosos cambios en el curso de nuestro río Turia en su parte más salvaje y natural es una autentica joya de la naturaleza, pues conjuga en un espacio relativamente pequeño (cualquier sendero de pequeño recorrido nos mostrará lo mismo a pequeña escala) toda la belleza de la naturaleza; bosques exuberantes, abundancia de agua, formaciones rocosas de formas caprichosas, vistas espectaculares, y las imponentes estampas de los embalses. Un autentico regalo para los sentidos el haber tenido la oportunidad de recorrer esta dura pero preciosa ruta en tan buena compañía, os animamos pues desde estas líneas a que os bajéis nuestro track y disfrutéis como nosotros de tan magnífico recorrido, os aseguramos que la ruta no os defraudará. Palabrita de biker.