miércoles, 3 de junio de 2009

Crónica Primavera 2009: La Rodana y anexos.

La vida es como andar en bicicleta. Para mantenerte en equilibrio, tienes que seguir moviéndote. Albert Einstein


Por segunda vez este año, aquí estamos dispuestos a rendirle el homenaje estacional a nuestra Reina de las montañas. Ya puestos, haremos un pequeño repaso a modo de anexo a otras rutas que, por si mismas, no darían para una crónica. Empezaremos con la ruta de la semana pasada.


Mirador de La Pedrera
Hace unos meses, en la ruta de Rabassadors, se nos quedó pendiente la visita al mirador de La Pedrera. Aquel día, estábamos realizando una ruta desde Manises hasta los pies de La Calderona y, entre que nos quedaba el camino de vuelta completamente desconocido tanto en distancia como en dureza, y que se hacía tarde para quien trabajaba, decidimos aplazar la segunda visita de la jornada para otro día. Por fin había llegado el día, aunque fuera como visita única. Fuimos por el mismo camino, a saber: Parc Natural del Turia, variante por detrás de Benaguacil hasta el carril bici a Llíria y Sant Viçent y luego por La Maimona, Pedralvilla hasta subir por la Casa de la Torre hasta Guarda.
En esta ocasión, en lugar de subir hasta el vértice, seguimos el camino hacia Pla de Lluc, seguimos por la carretera de Serra y casi un Km. después dejamos la carretera para internarnos en la red de caminos que, a la izquierda de la carretera se adentran en la montaña.
Enseguida vemos las señales indicativas de camí de la Generalitat. Es el camino junto al barranco de Potrillos. El camino en bastante buen estado, aunque, alguna subida rota nos pondrá a prueba e incluso nos desmontará de la bici, pero esto será solo un tramo, por lo cual, no calificaremos a todo el camino por este tramo. Vamos subiendo paulatinamente rodeados de un espeso pinar que con el calor nos envuelve en su fragante aroma. Un buen número de senderos se cruzan y entrecruzan por lo que las indicaciones de la “martita” nos serán de gran ayuda. Por fin, en lo alto de la cuesta en la que estamos vemos el mirador. Lastima que este no cuente ni con un banco donde sentarse ni con una sombra donde zafarse del castigo que nos inflinge Lorenzo. Afortunadamente, un pino, estratégicamente situado nos servirá de aberroncho para los tres.
Estamos justo debajo de Rebalsadors. La Cartuja se hace inmensa ante nuestros ojos a escasa distancia, al otro lado del barranco.
A casi 290 metros de altitud, el lugar empequeñece a los pies de La Calderona. Hacia el otro lado, la pinada se desliza hacia la ribera del río Turia. La bruma hace que no podamos tener una clara visión hacia el llano pero, hacia las montañas, la cosa cambia. Inmensas. Grandiosas. Después de almorzar y contemplar Porta Coeli desde un nuevo punto de vista, y de inmortalizar esta bonita panorámica, bajamos por donde hemos subido, o casi, pues los caminos se parecen como dos gotas de agua.
Llegamos a la carretera y la cruzamos hacia el camino de enfrente para pasar junto al hospital y, desde aquí seguir el camino de vuelta de la otra ruta sin más novedades que comprobar que, el trayecto de vuelta, no es de los más bonitos que hemos transitado, aunque, en honor a la verdad, tampoco es tan feo como nos lo pareció en aquella ocasión.


Cumbres de Calicanto.
Hacia mitad de semana y a modo de quitar tensiones de cara al partido de Champions, el martes decido acercarme a la Serra Perenxisa.
Quería comprobar un nuevo camino antes de llegar al Mas del Rey y sin tener que atravesar el Barranc del Gallec, así que, por el camino de Loriguilla y Venta del Poyo, cruzo la A-3 y voy hacia la Masía de Cardona. Antes de llegar cojo un camino a la derecha hacia la partida de Tizón, desde aquí, el Gallec transita a la izquierda aunque a distancia. Camino muy polvoriento y con mucha grava en algunos sectores. Sin vistas casi en ningún tramo, harán un rodar aburrido sin más aliciente que el ir cambiando constantemente de dirección, por lo que hay que ir alerta para no despistarse. Finalmente enfila la mole montañosa y ya se ve que al menos no me perderé. Llegado a la carretera del camino Tizón me incorporo para coger el primer camino de la izquierda y así evitar la subida hasta la carretera de Godelleta. Callejeando por la urbanización se llega al camino de tierra que nos llevará hacia el salto del Barranc Gallec. Hoy lo ignoro y continuo para incorporarme a la carretera (esta vez no hay escapatoria) y girar a la izquierda para salir enseguida también a la izquierda y comenzar la subida a Cumbres. Una vez arriba, es donde quiero probar la variante de bajar por la senda en dirección a la cantera, en la partida de Los Arcos.
Esta senda ancha al principio como para permitir el paso de un coche se irá estrechando a medida que desciende. La anchura no será un problema. La dificultad está en el estado del firme. En algunos momentos parece que la cantera la hayan trasladado directamente al camino. No será una bajada bonita. No puedes dejarte caer y coger velocidad. No es una bajada técnica por la maniobrabilidad, no tienes vistas bonitas en ningún momento. Tan solo es intentar mantenerte encima de la bicicleta para no caerte sin hacer ostentación ni alardes de pilotaje. Alguien la considerará una bajada técnica, a mi juicio no lo es. Es un sálvese quien pueda. Me gustan las bajadas rápidas donde puedas disfrutar de la emoción de la velocidad. Me gustan las bajadas donde tengas que maniobrar y apurar frenada y jugar con el cuerpo para equilibrar la bici, pero, ir todo el rato pensando en la piedra o agujero a esquivar para no caerte, lo siento pero no. Así que el sábado al ver a los compañeros y decirles esto, casi pude verles una mirada de extrañeza pensando: ¡como estará el camino para que a este no le guste!
Así que de los tres tramos nuevos que buscaba en esta ruta tan solo uno, el más cortito, de apenas 200 metros es el que me llevo en el zurrón, algo es algo.


La Rodana
Esto de ser solo tres mosqueteros en las rutas es algo que nos veníamos venir. El “torito”; a fuerza de faltar una semana si y la otra también a perdido el calificativo de “toro”. Esta semana la excusa es que ayer tuvo el acto de graduación en el instituto y ya se sabe, la celebración del triplete parecería una fiesta de párvulos en comparación. Bueno pues desde aquí ¡Felicidades chaval! Hoy toca pleitesía y sufrimiento en las condenadas rampas de nuestra Reina.
Allá que nos vamos por el camino que ya es un clásico en nuestras internadas hacia Poniente. Antes de entrar al camino de subida a Les Rodanes, un pequeño pelotón biker se nos adelanta. Con lo secos que están los caminos están levantando una polvareda descomunal, así que paramos un momento a que se despeje el panorama y dejar tierra de por medio. Un trago de agua, quitarnos el sudor que se nos está metiendo en los ojos y pasado un tiempo prudencial, vamos apenas pasados un par de “minutos pedal” nos ponemos a trote cochinero a intentar subir la primera Rodana sin que nos saque de punto, controlando la respiración a ver si podemos mantener a raya la cadencia cardiaca y no pasarnos de las 170 ppm. Controlando la respiración a ver si mantenemos a raya la cadencia cardiaca. El caso es que la cadencia pedalística está de un redondo envidiable. Vemos antes de la curva a los últimos componentes del otro grupo. Esto, claro está, te da un poco de moral y unas energías renovadas. No obstante no nos cebamos. Vamos a lo nuestro, ya llegará. Poco antes de terminar damos alcance a la chica que cerraba el grupo. Para no andar otra vez con el mismo problema que al entrar al camino, hoy decidimos suprimir la parada del mirador y hacer solo la parada de la luz, arriba de la segunda Rodana.
En esta parada es donde tendremos la anécdota del día. Un par de bikers que acaban de bajar se nos acercan; al principio yo pensaba que no habían tenido bastante con una subida y que iban otra vez para arriba. Pedazo de valientes… o de locos, he pensado yo. Pero que va. Llegados a nuestra altura nos preguntan si nosotros somos Roda i Pedal. Vaya sorpresa y cara a cuadros que se nos ha quedado. Muy amablemente nos han dicho que seguían este blog y las chorradas en forma de historietas que contamos. Bueno esto lo digo yo, posiblemente no habrán querido hacer sangre y se han limitado a decir que han hecho algunas de las rutas que describimos, entre otras, esta misma que nos ocupa. Lo cual nos alegra sobremanera. Como ya hemos dicho otras veces, el blog era algo a nivel particular del grupo, sin ánimo de llegar muy lejos, más bien para nuestro propio divertimento ahora y en el futuro pero, si de paso podemos acercarle a alguien los parajes que transitamos y dejarle la espinita de querer visitarlos y disfrutarlos y respetarlos como nosotros, estupendo, bien hecha estará la labor. Así que desde aquí les mandamos un saludo a los compañeros, de los que por cierto, no sabemos sus nombres y por tanto no podemos personalizar el saludo. De aquí para arriba es de sobra conocido. Indicar que hoy, hemos encontrado el camino más arreglado que otras veces. Eso facilita sin duda la tarea de dar pedales sin preocuparse en caer en la trampa de las roderas. Y claro, ahorra energías. Así que en fila india vamos descontando metros a la subida. Hoy estamos con una determinación manifiesta de vencer el pulso contra la montaña. Y lo estamos consiguiendo rampa a rampa. Ya solo nos queda la última rampa con los badenes malditos. Determinación. Cogemos impulso y redoblamos la cadencia de pedaleo para afrontarlos y hoy sí, superarlos. Llegamos arriba imaginado el sonido de trompetas y la lluvia de confeti que, de no ser porque hay más espectadores, nos brindaría a nosotros la propia Reina. Se lo perdonamos. Nos sabemos honrados y felicitados. Ahora toca recuperar fuerzas a la sombra del pilar del vértice que es la única sombra de la cumbre.
Sacamos el bocata y la cerveza mientras van subiendo y bajando grupos de bikers que apenas se demoran unos segundos en las magnificas vistas que nos brinda esta montaña. Nosotros las disfrutaremos todas, las suyas y las del pulpo. Ya en la bajada, sin tráfico que nos impida soltar freno alcanzaremos casi los 60 garantizando el golpe de adrenalina y disfrute que ansiábamos encontrar en esta bajada. Volveremos por los toboganes para comprobar que este camino también está arreglado y por tanto disfrutar de este tramo como lo hacíamos antes.
Hasta aquí una nueva batalla ganada a la reina que nos esperará paciente en la próxima estación cuando esté apunto de terminar el solsticio que ya se acerca. Una cosa es segura, no faltaremos a la cita, palabra de Roda i Pedal.



Sant Miquèl
Pues como la cosa va de sucedáneos de crónicas y además el acontecimiento lo merece, le dedicaremos este anexo al chaval que está de celebraciones que no para. Que si graduación, que si cumpleaños, que si me voy de crucero en dos semanas que si esta semana me meriendo la selectividad y así el crucero lo disfruto más… en fin, que no para el tío. Además, tonterías las justas que puestos a cumplir, va y se nos hace mayor de edad; o los que estamos mayores, de edad digo, igual somos nosotros.

Pues eso Carlos que muchas felicidades. A lo mejor de aquí unos años te miras este relato y recuerdas con una sonrisa estos momentos que, entre bromas, risas y esfuerzos subiendo montañas y disfrutes bajándolas, pasamos juntos. Y ahora vamos a lo que interesa. La ruta. Hoy cambiábamos de fichas ya que el que no era de la partida era Luis, tenía curro, y quien os lo cuenta, toda la semana con las rodillas chungas hasta el punto de que ayer no tenía nada claro si “somarse” o no. El caso es que el mono tiraba más que el dolor y aquí estoy. Hoy queríamos medir fuerzas de nuevo con Sant Miquèl, ya hacía tiempo desde el último asalto. Así que nos vamos hacia el polideportivo para bajar al río por la antigua trampa que era la bajada del by-pass. La bajamos sin problemas recordando los tiempos en que nos daba un poco de canguelo abordar esta bajada, aunque peor era subirla, eso si era miedo. Hoy, y aunque adelantemos acontecimientos, la hemos subido con la gorra. Mucha gente por el camino del Parc tanto en bici como corriendo y pescando. En otros tiempos casi toda esta gente que no veíamos por aquí estaba de compras en los centros comerciales. Mira que si la crisis nos ha traído buenas costumbres, a ver si aún tenemos algo que agradecerle. Mira que si esto nos hace ver de otra forma aquello de plantearnos el tiempo de ocio y aparcar un poco el consumo salvaje y desmesurado en el que vivíamos la sociedad en general. Al tema que me voy por las ramas.
El resto del camino sin novedades hasta los mismos pies de la montaña, allí Carlos para en seco y saca una barrita de la mochila y antes de decir amen se la calza.

Vaya con el tío, si no nos quedan más que unas rampas para llegar y almorzar. Da igual tengo hambre, nos contesta como si fuésemos a quitarle la barrita, de la que solo queda ya el papel, mientras nos cuenta que en casa a veces le viene justo llegar a la cocina desde su habitación, tendrá que ponerse una neverita en el dormitorio, digo. Bien comidos y bebidos nos encaminamos por la calle junto al parque hacia la subida. La comenzamos en la curva en zigzag que para nosotros siempre ha sido el inicio de la subida. Llegamos a las últimas casas viendo al frente el resto de la rampa hasta la curva. Los perros apenas levantan la cabeza cuando casi les pisamos la oreja, otros carabasses pensarán, mira que estos humanos son tontos pasando las de Caín en esta subida con “la caló que hase” y lo bien que se está aquí a la sombra de los pinos, que decía también María del Monte. Nosotros mientras tanto pensamos que estamos en el tramo más duro de la subida, que pronto llegará la curva y se acabará, llega la curva. Ah pues no, éste es el tramo más duro, juer que peazo rampón, llega la siguiente curva. Dios mío esto es un infierno, ¿Cuándo llega y se acaba la rampa más dura? Una tras otra compiten por este dudoso honor. Ya no la recordábamos desde la anterior subida. El torito y papa toro se han ido para adelante dejándome a mi suerte. Voy haciendo eses en el camino para endulzar las rampas, con los dolores de piernas que me vienen acompañando desde Riba Roja, no quiero hacer un sobre esfuerzo tonto y que me duelan más, así que a la marcheta. Por fin llega la parte de arriba. El corazón desbocado, la respiración bastante controlada y las fuerzas sin exprimirlas del todo, ¡esto huele a pleitesía! Cuando estoy llegando se asoma Carlos a la esquina, luego dirá que buscaba el mejor sitio donde almorzar pero, en realidad, miraba si subía o tiraba pie a tierra. Prueba superada. Mientras grabamos las correspondientes muescas en los sillines comentamos que igual que a La Montieleta, hermana pequeña de esta montaña, también le está faltando una rampita más para ponernos cachondos del todo. El día que hagamos las cinco cumbres ya veremos si aún queremos una rampita más. Ale ya está dicho. Reto lanzado oficialmente. Quien quiera borrarse está a tiempo hasta que se suba esta crónica, después será rajarse, jeje.

Almorzamos entre sol y sombra puesto que el aire es fuerte y fresquito y llevamos una sudada imponente. Ahora es el momento de deleitarnos con las colosales panorámicas que en un día tan preclaro como hoy podemos divisar. Además, la luz tiene un brillo especial, quizá porque las pocas nubes que a veces tapan el Sol imprimen una profundidad más realista si cabe al portentoso horizonte. Basta decir que, una vez situado con los prismáticos el pico Bellida, las antenas de este se hacen visibles a simple vista contrastándolas con las nubes de fondo. Al otro lado, nada es capaz de romper el espejo marino que cubre de plata el horizonte. Asomándose desde él, el Montgó. La Serra de les Rabosses, La Albufera, El Montdúver y el Circ de la Safor entre otros también nos saludan, desde la distancia, como viejos amigos que somos. Tras el café subimos a la ermita y entre las sombras interiores Salva asegura haber visto al Arcángel asentir con la cabeza en reconocimiento a la hazaña que nos ha valido otra muesca en el sillín. Yo creo que incluso ha movido un poco la espada como queriendo nombrarnos caballeros. La semana pasada fue La Rodana quien no tuvo más remedio que claudicar y rendirnos pleitesía, hoy es Sant Miquèl quien hace sonar las trompetas por nosotros. Disfrutamos un instante de un silencio plomizo, opaco, tan oprimente como renovador, tan hermoso que nos llena de energía y buenas sensaciones. Para esto, hay que reconocerlo, nada como una iglesia, y si está en lo algo de una montaña mucho mejor.


Salimos justo a tiempo de impedir un robo. Un perro, al olor del bocata que aún desprendían las mochilas, ha cogido una para ver que pillaba, por nuestros aspavientos el pobre ha salido por patas ante nuestras risas pensando que, si se llega a mear en la mochila hasta allí había llegado, y la semana que viene a estrenar una nueva. A ver quien se pone a la espalda la mochila “calentita” y emanando efluvios durante casi 30km. Ya de vuelta nos hemos acercado a un tranquilo y bonito rincón junto al Turia. La pena es lo sucia que es la gente incluso en recónditos parajes como el que nos encontramos. Todo lleno de porquería que hace imposible disfrutar del entorno natural en el que estamos inmersos, aun así, el paraje ofrece tanta paz y sosiego que nos resulta difícil volver a ponernos en marcha.
Lo que nos queda es llegar pronto a casa con el viento de popa para esta vez sí, ser nosotros quienes adoremos a la reina de la cerveza mientras su frescor nos suelta la lengua preparando la siguiente ruta, el Pico Ñoño nos espera la próxima semana, esperemos poder estar el grupo al completo, de cualquier forma aquí estaremos para contarlo.




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