viernes, 28 de noviembre de 2008

Nocturna 2008

"Si jo pogués dir que em passa aquí dins: pintar el perfil de l'aire que ocupa el meu esperit. Mes solament tinc paraules, solament tinc sentiments... La font continua cantant i jo et continuo buscant."
Escrit trobat al llibre de signatures de l'ermita de Sant Bartomeu de Fraguerau

Pues si, ya ha pasado algo más de un año de aquella insólita aventura que nos parecía de lo más extravagante que habíamos hecho en mucho tiempo, y no hablo solo de la bicicleta.
La profunda y placentera sensación que nos dejó aquella noche de septiembre nos marcó una pauta que queríamos revivir al menos una vez al año, así que ya había llegado el momento de rendir honores nuevamente a la reina de la noche.

Toda la semana con un fresquito casi invernal a últimas horas de la tarde y hoy sale un ponientazo de mitad de agosto que “pa que”, con un medio resfriado decido ir de largo y pasar todo el calor que pueda para sudar virus y bacterias para todo el año, claro, no han faltado las risas y el cachondeito del bueno al verme llegar así, pero mientras escribo esta crónica la mejoría es considerable, lo que me recuerda aquel refrán que comenzaba: “ ande yo caliente…”
Apuramos los preparativos, cargamos las burricas en el remolque y salimos para Riba Roja. El cielo amenaza y antes de llegar al punto de partida una ligera llovizna empapa el cristal del coche. Cuando aparcamos en el P.I. la persistencia de esta fina película acuática nos aconseja esperar unos minutos y comentamos que las previsiones eran de algo de lluvia a eso de las 20h. y la verdad es que lo han clavado. Estamos pensando mientras esperamos en qué decir si pasa la policía y ve a 4 tíos vestidos de ciclista por la noche en un polígono solitario, cualquier explicación no resultaría muy convincente a quien no esté familiarizado con este mundo raro de la bici de montaña; vamos, intenta explicarle a alguien que haces bicicleta por la noche y además por la montaña, ya nos contarás.

Después de unas risas para pasar el rato, escampa el amago de tormenta y cesa casi por completo la lluvia, por lo que nos ponemos rápidamente en marcha, no sin antes estrenar la flamante y nueva compañera de R&P en forma de cámara digital que hará sin duda, las delicias de nuestro reportero gráfico y así facilitarle su inestimable labor documental.
Salimos pues en dirección al centro del pueblo todavía con las últimas gotas cayendo sobre nosotros y aclamándonos al cielo para que no siga con esa tónica, la fina lluvia a terminado por llevarse el bochornoso calor que hacía y ha dejado una temperatura ambiental muy agradable a estas horas de la noche, aunque no es ni de largo el fresco de estos días atrás. Rápido paso por el pueblo para llegar a la rotonda que nos mete en el camino de Cheste, aquí un automovilista con prisas nos pita cuando estamos cruzando la rotonda, aparte de no respetar que una vez entra el primer ciclista todo el grupo tiene preferencia, y que no podemos acelerar con la rapidez que lo hace un coche, no tiene en cuenta que él estaba en otra incorporación y ni siquiera ha respetado el ceda el paso, mencionar que por supuesto, llevamos luces en las máquinas y reflectantes en casco, zapatillas y atuendo, o sea, que se nos ve a la legua.
Por fin ya estamos en territorio biker y aquí la noche es noche. Sin la ayuda de farolas que iluminen el camino, los pequeños focos de nuestras bicis, cual espadas rasgando la negrura, apenas alcanzan una decena de metros en la que defendernos de lo que nos espera más allá. Volvemos a sentir aquella sensación de que la pendiente desaparece y el firme se allana, nos volvemos a enfrentar solo a lo que alumbran nuestros faros, el resto no cuenta sencillamente por que no se ve y por lo tanto, no existe, al menos todavía.

Luis que el año pasado buscaba como el que más, la luz larga, este año se haya equipado con otro foco extra, ahora si que cuenta con la luz de cruce y con la larga, por lo que le dejamos que sea él quien abra camino. Con menos esfuerzo aún que el año pasado llegamos arriba. Las innumerables montañas subidas a lo largo de esta temporada han dado sus frutos, el largo entrenamiento nos ha servido de algo.
Paramos a deleitarnos de la oscuridad y el silencio que nos envuelve. Apagamos las luces y quedamos inmersos en… la claridad que reflejan las nubes de la infame y feroz luz de las ciudades. A ver, no es queramos que las ciudades estén a oscuras, es que pensamos que los recursos podrían estar mejor repartidos y mejor enfocados, otro tipo de tecnología que nos diera igual o mejor iluminación con ahorro incluso de energía y con un impacto medio ambiental mucho menos invasivo y brutal. Hay que tener el cuenta que las aves migratorias se ven gravemente confundidas con la luminosidad reflejada al espacio, y la observación astronómica, de la que somos aficionados, tampoco resulta nada favorecida, y por supuesto este inútil derroche de luz hacia arriba no ayuda en nada a los ciudadanos que queremos tener iluminadas nuestras calles. Bueno, pues como de la oscuridad, (al menos de mucha) no podemos disfrutar de momento lo haremos del silencio y la calma de la noche en el campo. Pues tampoco. Se oye un castillo de fuegos artificiales muy a lo lejos que aún así, perturba nuestro ansiado deseo de soledad, silencio y oscuridad que buscamos en rutas especiales como la de hoy, al menos el olor a tierra mojada aún perdura, menos mal.
En vista del éxito obtenido nos lanzamos hacia abajo con precaución, tiramos de freno para retener la impetuosa bajada que con tanto placer recuerdan nuestras bicis, aún exponiéndonos a que nos digan de todo, menos mal que no hablan; sabemos que su mejor sentido no es el de la vista, pero nosotros sin él estamos perdidos.
De repente un haz de luz nos adelanta y después un golpe seguido de varios rebotes. Conseguimos parar con el susto en el cuerpo pensando que alguien se ha caído, pues no, afortunadamente era algo y no alguien; el faro de Salva ha salido volando impulsado por la rueda delantera lo ha despedido por los aires cual bengala voladora. Un poco más adelante mi faro se apaga y me deja a oscuras, lo desmontamos y conseguimos ponerlo otra vez en marcha. Continuamos recordando las jugadas hasta el pie de la primera rodana. Este camino se pone todo lo para arriba que nos permiten ver las luces, aunque nuestras piernas y la respiración digan lo contrario. El frescor de la noche y la fina película de agua caída acentúan más los aromas del monte, es un autentico placer respirarlos para calmar el cansancio. A mitad de camino otra sorpresa, ¡ un coche ! nos adelanta, esto si que es para no creérselo. Si, ya se que lo nuestro es raro, pero es que ni a estas horas puede uno ir a hacer deporte al medio del monte y librarse de los coches. Arriba paramos junto al mirador para hacernos unas fotos y ver el panorama de la noche rota por millones de luces que invaden el horizonte. Sin estrellas, ocultas hoy tras las nubes, todas nuestras miradas se dirigen hacia abajo. La Calderona se recorta en su negrura ante la tímida luminosidad que surge tras ella.

Abordamos la bajada hacia el parque de Les Rodanes con precaución, la última vez que vinimos este tramo de camino estaba muy roto, hoy parece estar en mejores condiciones. Llegamos sin incidentes al camino de subida y vamos para arriba. A mitad de camino paramos para intentar saborear aquí un poco de naturaleza antes de llegar arriba y tener delante la urbanización de Horquera. En este lugar si que disfrutamos de la calma que buscábamos. La luminosidad de las ciudades no es tan fuerte en mitad de estas montañas y el valle en el que estamos ayuda a amortiguar los sonidos que nos llegan. Estamos más lejos de grandes núcleos urbanos y por fortuna el pueblo más cercano no es tan grande todavía. Bromeamos sobre el hecho de venir aquí una noche algo más desapacible en pleno invierno y solos, menos mal que no nos vemos las caras. Seguimos subiendo el tramo que nos resta hasta el poste de la luz, punto de parada y descanso cuando llegamos arriba. Miramos el camino que se adentra entre los árboles hacia nuestra “Reina” y nos preguntamos si hay.... c... digo narices para subirla, mejor otro día que hoy tengo hambre, es la excusa más repetida. Disfrutando de nuestro momento de paz nos lanzamos hacia abajo, hoy el camino está sembrado de ramitas de pino, parece ser que han hecho una limpieza de bosque y algo se ha quedado por el camino. Las luces que solo nos permiten ver algo más allá nos advierten del peligro casi sin tiempo de reaccionar, la pericia para esquivar los obstáculos y frenar a tiempo y porqué no decirlo, algo de suerte evitarán el percance. Hemos bajado bastante deprisa para ser de noche, y es que el conocimiento del camino nos da mucha seguridad, cuestión que no evita que aconsejemos que si alguien lo intenta, tenga más precaución de la que a priori y por sentido común se haya traído de casa.
Enlazamos rápido con la carretera asfaltada que llega al comienzo de la urbanización, en este punto si que apetece dar un buen golpe de gemelos y poner las máquinas rozando los 60 kilómetros por hora, la buena visibilidad y el perfecto firme nos hacen volar durante unos instantes hasta llegar al final de la recta.
Giro a la izquierda para coger el camino de la cantera y por ella, hasta el camino de Cheste que no abandonaremos hasta Riba Roja, será en este camino donde los aromas cobren su máxima expresión al mezclarse en poco espacio una autentica ensalada olfativa en donde el olor de la uva madura, a mosto dorado, escapando de las uvas más maduras espera paciente la cosecha y predomina por encima de todo incluso de los hinojos que nos han acompañado durante buena parte del camino.

Poco después otra parada para disfrutar de la noche que es lo que hemos venido a buscar; su paz, su silencio, su frescura, su oscuridad, sus aromas, su fascinante atracción y el mágico embrujo que ejerce sobre todos nosotros. Aunque a veces resulte temible, como comentábamos en medio del bosque. La tememos tanto que hemos inventado ciudades con luces tan potentes que semejan siempre la luz del día. Vemos en la distancia las luces de la antena de Cumbres de Calicanto, nuestra ruta del sábado pasado.
Seguimos adelante, pasamos el camino del campo de tiro y llegamos al tramo de bajada suave, ya casi al final otra vez sale volando el faro de Salva, menuda castaña se ha dado el animalico, como siga funcionando después de haberse desmontado en siete partes no me lo creo. Pues si, aunque parezca mentira las encontramos todas y tras montarlo de nuevo ¡funciona!, lo dicho, aún no me creo que no se haya roto alguna pieza o la bombilla; esto nos enseñará a asegurar mejor la próxima vez este tipo de elementos.
Abordamos la última subida casi sin enterarnos y nos lanzamos esta vez, por que no decirlo, sin miramientos cuesta abajo, el camino que conocemos sobradamente lo hemos recorrido hace apenas una hora y además de saberlo hemos podido comprobar en la subida que no había ningún peligro, así que nos lanzamos con ganas como si fuera a plena luz del día. Los pequeños baches a esta velocidad hacen que mi luz se vuelva a apagar, de todas maneras a la velocidad es tal que vamos, si hay algo en medio del camino cuando venga a verlo ya será tarde, siguiendo la estela de mis compañeros y aprovechando que conozco mucho mejor esta cuesta, me voy en su persecución y cuando puedo le doy unos golpecitos al faro a ver si consigo que vuelva a funcionar, lo hace de mutuo propio casi al final de la bajada. Ya solo nos resta cruzar el pueblo otra vez y llegar hasta el coche para felicitarnos por lo que ha sido otra noche excepcional.
Hubiéramos querido disfrutar mucho más de aquello que buscábamos pero sabemos que eso es cada día más difícil, aun así no nos ha defraudado en absoluto y hemos disfrutado como enanos de esta experiencia que es única, pues a diferencia de muchos bikers, nosotros podemos salir al monte por la noche. Solo nos queda regresar a la base y dar por cerrada la ruta con las anécdotas acaecidas entre risas y bromas durante la cena de sobaquillo que nos espera junto con las inseparables cervezas fresquitas que nos devuelven parte del líquido perdido.
Hasta el año que viene.


martes, 25 de noviembre de 2008

Manises-Calicanto, por Aldaia

"L'aventura no és en les coses: és en nosaltres."
Robert Tezenas du Montcel. Ce monde qui n'est pas le nostre


Ya estamos aquí de nuevo para relatar una ruta nueva aunque esta vez, con un destino conocido. Nos planteamos hoy llegar a Cumbres de Calicanto por un itinerario totalmente nuevo, cuya principal finalidad radica en evitar el paso por las inmediaciones de Fervasa y del barranco maloliente situado un poco más allá en pleno paso de nuestro recorrido.
Hoy tomamos prestado un itinerario ajeno a nosotros aunque modificado y adaptado a nuestro interés. Pero vamos como siempre desde el principio. Esta mañana y de debido a la singular belleza del amanecer, el principio lo situaré algo antes del inicio de la ruta, ahora veréis porqué.
Son poco más de las 07.00h, un nuevo día quiere nacer. Desde la terraza del hotel veo la feroz lucha que entabla con la noche. Frente a mí contemplo Les Rodanes recortándose sobre las primeras luces que tras ellas van abriéndose paso por el cielo, a mi izquierda, las negras montañas de la Calderona se perfilan contra el fondo luminoso. Entre ellas nace el nuevo día. El sol, ahogado aún en lo profundo del mare nostrum lucha por enviar algo de luz al negro cielo en el que habitan las últimas estrellas, aún podemos ver claramente al gigante Orión y a sus piés a los perros de caza con su deslumbrante Sirio. En el horizonte se eleva la rojiza y mortecina luz del alba en una primera línea de ataque, la fría noche magnifica la colosal nitidez ambiental y me permite vislumbrar, casi adivinar sobre ella otra línea más anaranjada que se va elevando hasta ser amarilla, fundiéndose casi en el azul del cielo una franja verde, tras el azul celeste el cielo se hace noche en añil y violeta en el zenit del firmamento. Tras ella la fría negrura que esconde las últimas estrellas reacias a abandonarnos un día más, se aferran a los últimos estertores de la inmensa oscuridad. Pocas veces tiene uno la oportunidad de ver un amanecer tan impresionante con un cuasi arco iris naciendo en el horizonte junto al nuevo día. Más que un arco iris era un línea iris.
Ha sido tan alucinante que quería compartirlo con todos vosotros, ahora si, vamos a lo que vamos sin mayor dilación.
Desde la base nos dirigimos por la parte nueva de Manises, es decir, la zona por la que antes pasaba la vía del tren y que ahora se ha abierto a una gran avenida con su carril bici y todo. Llegamos hasta el final de Rosas (junto al mercado de los filtros) y giramos a la derecha hacia el barrio de San Jerónimo. Pegados a la pared de los antiguos astilleros buscamos el paso de peatones hacia la pasarela que cruza la N-III en la cabecera del aeropuerto. Ya en el otro lado junto a la gasolinera "Alas" de toda la vida, nos dirigimos hacia el polígono industrial pegados a la central de Consum, callejeamos por el polígono hasta encontrar la carretera de Quart a Aldaia.
No, no nos hemos vuelto locos y ahora circulamos por carretera, vamos por el estupendo carril bici habilitado en esta vía hasta la entrada de Aldaia. Una vez aquí cruzamos hacia la izquierda y entramos de lleno en el cinturón verde que bordea la ciudad por la parte noreste y que siguiendo el carril bici nos lleva a las distintas poblaciones limítrofes. La verdad es que es una verdadera gozada disponer de estos carriles en esta zona, ojalá los ayuntamientos de otras poblaciones sigan este ejemplo y unan las diferentes ciudades con carriles para ciclistas y peatones, que también nosotros nos desplazamos. Claro que, seguimos estando al lado de la carretera con el peligro que eso entraña, aparte ruidos y humos, pero puestos a elegir mejor esto que nada. Además este amplísimo carril esta separado de la carretera por un bordillo que aún nos da un poco más de seguridad. Los ciclistas acostumbrados a la carretera tal vez no vean tanto peligro como nosotros en este tipo de vía, pero nosotros que estamos fuera de nuestro entorno natural y no vamos nada cómodos por una carretera con una densidad de tráfico superior a un coche/hora o cada 15km. Amén de que nos piten los oídos ante la avalancha de improperios que las "gordas" nos están
lanzando.

Esta ruta tiene su parte de tocar mucha carretera, ciudad y polígono industrial, ya lo sabíamos cuando nos pusimos a estudiarla pero, teníamos ganas de conocer en profundidad un tramo largo de un carril bici y comprobar sobre el terreno su funcionalidad, así como conocer una nueva forma de llega a la Serra Perenxisa y ampliar más aún nuestro catálogo de rutas. Lo que no esperábamos es que la parte fea de la ruta fuera tan grande, (y tan fea) casi todo el tramo de ida. Hemos pasado por varios vertederos (ilegales), por muchos polígonos industriales, mucha carretera, caminos según el GPS pero que al llegar allí no están o están cercados, en fin, que si lo sé no vengo, al menos por aquí. Además y para acabar de rematarlo no hemos visitado el castillo de Alaquas que nos quedaba a escasos 400m ya que lo habíamos dejado para otro día que trajéramos la cámara de fotos. Pues creo que nos quedaremos sin visitarlo, al menos en bici. ¡Ah!, casi se me olvida, por si todo esto fuera poco, al paso por Aldaia y Alaquas, nos acompaña un inestimable tufo a basura, por no decir otra cosa, que tira para atrás, claro tenemos viento de poniente y Fervasa se deja notar, inocentes de nosotros que queríamos evitarlo. Parece que dejamos atrás la "civilización" para internarnos en la huerta. Pasamos junto a las instalaciones de HO.SO.JU. Ciudad de la Esperanza, un centro de integración social de los que tanta falta hace en esta sociedad. Enseguida llegamos al canal Júcar-Turia y vamos junto a el hasta llegar al barranc del Cavalls, nombre que recibe aquí y que nosotros lo conocemos como Rambla del Poyo o Barranco Grande y que viene desde los montes de Chiva (ver ruta
Ruta Pedralba-Chiva-Cheste (15/12/2007)). Este nos corta el paso por lo que nos vemos obligados a bajar por una senda al propio cauce del barranco, trae poca agua pero la poca corriente no esconde en absoluto un color verde y olor nada agradable y que nos apresuramos a dejar atrás rápidamente. La cercanía de la montaña frente a nosotros nos levanta un poco el ánimo pues, la verdad es que la ruta esta siendo mucho más fea de lo que podíamos imaginar.
Pedaleamos paralelos a la autovía de Torrent y enseguida llegaremos a la autovía del Mediterráneo, la cual tendremos que cruzar y transitar también paralelos a ella. Venga, un poco más y llegaremos a los esperados campos de naranjos. Pues no. ahora va y el camino por el que vamos se acaba... después de estudiar el track, ya en casa, vemos que el "espabilao" que colgó el track se metió por una de las tuberías de desagüe que cruza por debajo de la autovía. Claro que uno se puede meter por dentro de las alcantarillas si quiere, pero si pones un track al alcance de todo el mundo al menos tienes que avisar. Esto es ya lo que nos faltaba, después de unas cuantas vueltas arriba y abajo deshacemos parte del camino hasta llegar al otro lado de la autovía de Torrent, poco después cruzamos un largo túnel bajo la A-7 con un coche pisándonos los talones, no se queda rezagado por si tenemos algún percance con la casi nula visibilidad en el túnel, que va, ahí a escasos metros de nosotros y gracias que no pite para que nos apartemos. Por fin vemos la luz al otro lado de la autopista, no solo porque salimos del túnel sino porque ya estamos en el camino correcto entre los naranjos y en nuestro terreno, las carreteras ya han quedado atrás. Toda la caña que les estábamos ahorrando hoy a las máquinas se lo vamos a dar en los escasos 3 kilómetros de terreno pedregoso que nos llevará próximos al Mas del Rey para girar a la izquierda y dirigirnos a la urbanización de Santo Domingo.
Cruzamos el camino del Tizón y vamos por una fuerte rampa hasta el parking de unas pistas de tenis, aquí el track se mete por un campo que al final está vallado y nos obliga a volver atrás, igual cuando el "espabilao" vino por aquí esto estaba sin vallar, aquí no le echamos la culpa, pero es lo que hay y por eso lo contamos. Pues nada buscaremos otra rampa guapa y para arriba. Así, rampa va y rampita viene hasta arriba. La altitud nos va mostrando las maravillas paisajísticas que atesora este privilegiado enclave. Llegamos arriba con una entereza física que no teníamos la otra vez que vinimos aquí. Además hoy vamos los cuatro y ver a Carlos tirando de nosotros nos da más tranquilidad que intentar dejarlo atrás, una vez recuperada la forma física después del verano, es algo que ya no nos planteamos.
Que decir una vez aquí arriba. Por entre las cumbres de la Calderona asoma una montaña mucho más lejana que, desde la sierra de Espadan quiere saludarnos en un día tan claro. Absolutamente todo esta a nuestra vista, La Albufera tan perfilada como si estuviera al alcance de la mano.
El Mondúver nos saluda en la distancia con una sonrisa de satisfacción recordando el jaque que nos dio. Desde más lejos aún recibimos la invitación para transitar nuevamente sus caminos del Caroig, agradecidos aceptamos la invitación para el día 18 de Octubre si el tiempo lo permite. En fin es imposible nombrar todo lo que observamos con devoción, casi con ansia de saturarnos de paisaje. También vemos nuestro destino de la próxima semana, Sant Miquèl nos espera con sus temibles rampas, tiempo ha pasado desde nuestra visita y le tenemos ganas. Almorzamos sentados en unas piedras, desperdigados en busca del mejor aposento posible aunque no precisamente blando para nuestros traseros. De haber traído la digital el disparo automático se habría fundido y la atrofia de índice de Salva estaría más que cantada. No es que tengamos
ganas pero se impone el momento de partir.
La bajada por la carretera será rápida y divertida curveando y esperando al último momento para tirar de freno antes de entrar en las curvas, en cuanto vemos la salida soltamos maneta nuevamente para ganar esa inercia que nos hará sudar adrenalina por cada poro de nuestro cuerpo. Abajo nos pararemos a arreglar un pinchazo que detectamos arriba pero que con un poco de bombín esperábamos que aguantara, pero solo hemos aguantado hasta aquí. La tardanza en la primera parte de la ruta nos obliga a volver por el trayecto más corto y eso nos lleva directos por todo el P.I. del Pla de Quart donde se encuentra el Fervasa y también volveremos a cruzar el barraco del Poyo con su inconfundible "aroma" a su paso por esta zona tan industrializada y que nos lleva al progreso, por no quererlo una vez hoy nos lo hemos comido dos veces. No queríamos pasar cerca del Fervasa y a parte de no evitarlo nos hemos comido durante muchos kilómetros su inconfundible olor. No queríamos mucho P.I. y nos hemos comido tres. No queríamos mucha carretera y hemos transitado paralelos a dos autovías y multitud de carreteras. No queremos callejear mucho y hemos cruzado un montón de urbanizaciones amén de tres pueblos, vamos, que hoy en vez de cruzar tres pueblos diríamos que nos "hemos pasado tres pueblos", vaya ruta.
En fin, no todos los días puede salirnos una buena ruta, hay veces que los imponderables tienen más peso que todos los inconvenientes que hubiéramos podido tener en cuenta y para los cuales estábamos preparados , al final contra lo que no puedes luchar acaba marcando la ruta. Por fortuna ya hace tiempo que aprendimos esta lección y hemos sabido ponerle al mal tiempo buena cara pues, al final lo que queda son unas cuantas horas de ejercicio al aire libre con unas risas y la inestimable compañía de los amigos.


Anexo Ruta Rodana-Parc Natural del Turia

"Només els éssers que gaudeixen lliurement d'un gran horitzó són feliços en aquest món."
Damodara



El inicio de septiembre trajo consigo la puesta en marcha de la nueva temporada de R&P
Nuevamente los 4 componentes no ponemos en marcha en una ruta conocida pero con variantes que comentaremos a continuación.
Aunque realmente el inicio de temporada fue el miércoles de la semana pasada por la tarde con una ruta a la Muntanyeta en la que de forma inesperada nos dimos cita el grupo al completo, la razón de fondo no era otra que preparar la ilusionante ruta que pensábamos recorrer el próximo sábado, cuestión que a tenor de los preparatorios y puesta a punto resultaba más que evidente.
Hoy dejaremos atrás la ruta del miércoles para encaminar nuestros pasos hacia Les Rodanes por un trazado nuevo estudiado por Luis en estas semanas de solitario rodar, pues entre convalecencias, vacaciones, calores estivales y alguna que otra excusa, lo habíamos dejado solo por esas tierras durante algunas semanas. El recorrido nos lleva tras pasar la carretera de Loriguilla a Riba Roja por un camino a la izquierda que ya transitamos cuando fuimos a Cumbres de Calicanto, esta vez no cogeremos aquel camino que bajaba a la izquierda de forma pronunciada hacia Loriguilla, este nuevo camino gira casi enseguida a la derecha y va describiendo un zig zag continuo a la par que un sube y baja rompe piernas de lo más salado. El camino bastante roto y pedregoso, no nos impide alzar la vista al paisaje, las montañas bastante desnudas de árboles pero cubiertas de matorral y arbustos quedan a espaldas del camino de la “baseta blanca” que es el que nos queremos ahorrar. Ya comentamos de lo desagradable de ese camino por el inmundo caldo negruzco-rojizo que destila la montaña artificial de tierra que esconde bajo ella toneladas de basura, el olor sin ser muy intenso tampoco es agradable, así que aquí estamos dejándonos conducir por Luis en la búsqueda de un nuevo camino que nos sirva de alternativa al habitual.
De momento la quietud del paisaje y la tranquilidad de este camino, a pesar de la mayor longitud del tramo y de ser algo más dificultoso, no nos impedirá darle un rotundo aprobado, por lo que seguimos adelante en busca de la unión con el camino del campo de tiro, lugar que dejamos este atrás y giramos a la derecha en el camino de Cheste y hacemos el tramo de bajada hasta llegar al camino que nos pondrá en a los pies de Les Rodanes. Subimos esta nuestra queridísima rampa inicial y comprobamos que a pesar del entrenamiento de la semana pasada en La Tinença la rampa sigue estando ahí y como siempre nos quiere machacar. Nos encontramos con un buen número de corredores que a mejor ritmo que nosotros van subiendo la montaña, los adelantaremos junto al comenzar la bajada hacia la Bassa Barreta tratando de sacarles algo de ventaja a fin de no molestar su trote, pero comprobaremos que el firme se ha deteriorado mucho en estas últimas semanas por lo que con bastante precaución nos lanzamos hacia abajo, un coche que sube nos cortará el ritmo a media bajada y como aquel que dice nos dejará sin espacio para volver a arrancar con fuerza. Llegamos al desvío que baja a la Bassa Barreta pero en lugar de tomarlo giramos a la izquierda y enfilamos la subida de la segunda Rodana, en esta subida el primer grupo de atletas nos adelantará, la ventaja que buscábamos no ha sido suficiente y nos harán morder el polvo, el camino muy seco y deteriorado está con una buena capa de polvo y tierra suelta por lo que la expresión es totalmente literal. Llegamos arriba y descansamos todos apiñados a la alargada sombra del poste de la luz que se yergue majestuoso en este altiplano. Un trago de agua y una fugaz mirada hacia la bajada de Horquera que con gusto tomaríamos ahora mismo, pero no, hoy es nuestra última oportunidad del asalto al solsticio veraniego a la cumbre de La Rodana, y es que esta tradición de rendir homenaje a nuestra reina una vez por estación ya nos acompaña al menos dos años y por lo tanto, no podemos fallarle a la Reina.

Fue una de las cosas que pensamos en una temporada en la que fue muy habitual llegar hasta aquí, pero la dureza de subir tan a menudo nos hizo plantearnos que era mejor espaciarla un poco en el tiempo para así disfrutarla mucho más y a la par, no quemarnos de la subida… y así lo hicimos, las otras semanas simplemente nos “quemamos” en otras montañas y otras subidas, pero, cada vez que volvemos a este venerado lugar, seguimos pensando que por muchas rampas, pendientes, cuestas, montañas o lo que sea, esta pendiente es especial, tanto física como mentalmente, aunque el aspecto mental tenga más que ver con nuestros sentimientos hacia ella. Por eso, esta subida es un homenaje que le rendimos con gran placer a la que para nosotros es nuestra montaña. Pues nada, una última mirada al suplicio que nos espera nos encamina exultantes de ánimo hacia arriba.
Pasamos los pilares y nos enfrentamos de lleno con nuestro particular “portell d´infern” con el recuerdo muy fresco todavía de lo vivido la semana pasada. Ya no recordábamos esta pared inicial y nos pone rápidamente en nuestro sitio. Allá en la Tinença, decíamos que después de aquellas subidas volver aquí sería como un entrenamiento, aquí y ahora pensamos que el entrenamiento lo hicimos rodando por tierras catalanas y por el norte de Castellón. Superadas las dos primeras curvas el terreno nos da, a su manera, un respiro. El resto de sobra conocido por quien siga este blog y por los que alguna vez se hayan acercado por este paraje, por lo que no nos extenderemos en repetir lo que ya hemos dicho otras veces. Llegamos arriba donde nos avituallaremos después de recuperar el aliento. Hoy las vistas no nos acompañaran debido a la abundante bruma que invade el horizonte, lo que si nos acompañará es cantidad de amantes de los espacios naturales, varios ciclistas y senderistas se han acercado hoy hasta aquí convirtiendo este normalmente solitario paraje en algo parecido a una plazoleta de centro comercial. Más sosegados y con el peso de la mochila ya repartido en los estómagos, iniciamos el descenso como hacía tiempo que no lo hacíamos hacia Horquera, buena punta de velocidad quemando adrenalina por todos los poros del cuerpo como si de tubos de escape se tratase. Bajamos hacia Vilamarxant, cruzamos el pueblo y nos dirigimos hacia el río. Esta es otra de las partes por la que hemos preparado este anexo.


En esta primera parte de abrir y enlazar caminos, el parque natural del Turia casi podemos decir que es una realidad. El camino del río ya es transitable desde Valencia hasta Vilamarxant y desde aquí ya podemos llegar con nuestras rutas hasta Gestalgar, ya desde allí y sin que tengamos las rutas pedalisticamente documentadas, podríamos (teóricamente) tener rutas que nos llevarían a remontar todo el río en su transitar por tierras Valencianas. Pero de esto ya hablaremos. Alcanzamos el río en el puente que va hacia Lliria, nosotros seguimos la corriente sin perder de vista el caudal que alimentará la tierra de regadío entre aquí y las huertas que dan paso a la gran urbe Valenciana, allí el río ya llega seco, pero aquí tiene un caudal considerable y el agua baja rápida y cantarina rizando la superficie del río. El camino abierto a lo largo del parque natural del Turia nos permite recorrer una zona antes abandonada a su suerte (que no era mucha) y desconocida por lo inhóspito e inaccesible, la cual se ha convertido ahora en un vergel de plantas en crecimiento, árboles grandiosos, frondosas arboledas y cañizares más o menos controlados en su desmesurado crecimiento. Cuando los árboles plantados comiencen a tener un tamaño considerable esto será un impresionante pulmón verde.

El curso del río va dejándonos ver su recorrido y nos invita a relajarnos en los recónditos paisajes que esconde, pequeños meandros y curvas que lo pasean por esta planicie que poco a poco se deja caer hacia el fin de su trayecto ahogado por el cemento y por las insaciables bocas de los azudes que desviarán su caudal hasta hacerlo morir antes de llegar a Valencia.


Tan solo un tramo falta por abrirse en Riba Roja, pero subiendo por un camino a la izquierda llegaremos al camino tantas veces transitado entre los campos de cultivo paralelo al río que nos llevará hasta el puente viejo de Riba Roja, el anterior tramo que faltaba, también aquí ya se abrió semanas atrás allá por Masía de Traver y nos lleva justo desde el puente de L´eliana hasta esta urbanización. El resto del tramo hasta Manises va progresando a tal ritmo que en este tiempo de parón estival está casi irreconocible, es ahora una pista ancha y con un firme compactado y fácil de rodar, en muchos sitios una capa de cemento para aglutinar la tierra lo convierte en casi una carretera, lo “bueno” de esta carretera es que por aquí no pasarán coches. Tan solo el paso del canal Júcar-Turia sigue sin tener a nuestros ojos un desenlace claro, aunque lo que parece una prolongación del camino nos hace sospechar en una pasarela por encima del estanque, de momento seguimos con este tropezón en medio de la ruta lo cual no nos impide disfrutar de este fantástico camino abierto a la ribera de nuestro río. Ya en Manises a la altura del puente del aeropuerto vemos la primera de las pasarelas que sustituirán a los tubos que provisionalmente hacen de puentes, instalada en los sillares sobre los que encontrará descanso eterno… siempre que se lo permitamos.




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