lunes, 24 de diciembre de 2007

Ruta Pedralba-Chiva-Cheste (15/12/2007)

"Per damunt hi ha la satisfacció d'haver resolt un itinerari complicat."
Albert Jané. Els camins irresolts.
Esta ruta también es de esas que un servidor tenía ganas de mostrar al resto del grupo. La idea inicial era haber disfrutado esta ruta como aperitivo de la de Gestalgar, pues aquella tiene un encanto especial con la travesía por el río, esta en cambio, es más montañosa aunque una parte ya la conocíamos, por lo que no podemos decir que fuese una ruta con todo por descubrir.
Como decíamos, toma parte de la ruta de Gestalgar, concretamente toda la primera subida hasta el desvío que hay poco después de pasar el aljibe que vimos la otra vez el cual quedo debidamente plasmado en varias instantáneas. Hoy hemos llegado al desvío y en lugar de ir a la derecha para iniciar la bajada a Bugarra, hemos continuado recto para seguir subiendo hasta lo alto de esta montaña, en la zona llamada Alto de Basto (damos fe a lo de "basto") a unos 504 m. de altitud y que será la parte más elevada de esta primera ascensión. Nos encontramos en una zona de confluencia de 3 términos municipales, hemos coronado la montaña en Bugarra para hacer el descenso en Cheste y al llegar abajo entramos en Chiva.
Muy contentos nos las prometíamos hasta este momento aunque, en honor a la verdad el frío que nos acompañaba desde el principio no nos ayudaba en absoluto, cada intento por respirar era un suplicio ya que el aire gélido que penetraba a través de nuestras fosas nasales era más doloroso que revitalizante.

Pero a lo que íbamos. La subida hoy se nos estaba atragantando desde el principio, ya que como decíamos antes no podíamos oxigenar adecuadamente y el tío del mazo ya se dejó ver desde el inicio, corriendo a nuestro lado, no para animarnos sino para ver a quien le atizaba primero.
Tras dejar atrás el desvío llegamos a la zona más alta de esta primera subida junto al aljibe de cazadores.
Allí hacemos un alto para otear el horizonte y tomar unas fotos, (quien nos iba a decir que sería el mejor rato del día) el frente nuboso que entrando desde el mar va ganando terreno poco a poco nos impide una visión clara, sin embargo eso no obstaculiza para disfrutar de unas magnificas vistas del paisaje.


El monte bajo, como ya conocíamos, cubre las onduladas laderas que corren junto a nosotros montaña arriba. Es aquí cuando comienza lo verdaderamente terrible de la ruta.
El terreno, exageradamente irregular y con muchísimas piedras sueltas de todos los tamaños posibles, hace que la bicicleta no vaya hacia donde tú quieres, por lo que la dirección es algo aleatorio, cuestión que unida a la poca velocidad que el terreno te permite, hace que las piedras nos lleven por donde ellas quieren. Nosotros nos limitamos a intentar conservar la verticalidad dentro del camino que ya es mucho.

Llega la bajada. Intransitable, no hay otra palabra para definirla. Las lluvias acaecidas en las semanas posteriores a cuando la recorrí, han escarbado auténticos socavones y roderas de un tamaño más que considerable. Lo que debería haber sido una bajada trepidante y divertida se convierte en un "sálvese quien pueda y no te caigas".

Unos primeros escarceos de valentía nos empujan a intentar bajarla montados en nuestras máquinas, pero esto se convierte en un quiero y no puedo por lo que nos vemos obligado a echar pie a tierra y bajar andando. Los más osados sacan fuerza, valentía y pericia mezclada con un poco de locura, para demostrarle a la bajada, por no decir despeñadero, que la marca de Roda i Pedal deja huella allí por donde pasa. Eso mismo, una autentica pasada. El final de la bajada está apunto de acabar con el cronista por los suelos, momento no se muy bien si ovacionado o qué por una jauría de perros que en un chalet cercano desconfían de nuestra presencia, menos mal que debían estar atados ya que de lo contrario no hubiese habido escapatoria y tal vez hubiésemos sido pasto de sus fauces.

Afortunadamente, ya estamos abajo y " enteros". Así pues, cogemos la carretera Chiva-Gestalgar en dirección Chiva en una bajada rápida por espacio de unos 200m. para girar a la derecha junto a un inmenso pino. Nos adentramos en este camino yendo por la bifurcación de la izquierda y acercándonos al torrente que baja de las montañas; lo acompañaremos mientras podamos, pues llega un momento en que seguiremos recto entrando en una rampa asfaltada que, a pesar de su dureza, nos parecerá fácil por el firme.
Se acabará el asfalto y enseguida reencontraremos el barranco. Junto a él iremos subiendo, fácil al principio, pero enseguida otra dura rampa saldrá a nuestro encuentro, aunque lo más preocupante será, como no, el firme, que al parecer va a ser la tónica del día de hoy.
Más piedras, más arena, más socavones, más torrenteras, un terreno realmente terrible que nos hace perder tracción en cada pedalada, tanto es así que la subida y por primera vez, nos hará echar pie a tierra.

Aquí ya empezamos a intuir lo que nos espera en todo lo que nos resta de ruta y esto no ha hecho más que empezar, por lo que el desánimo hace mella y se apodera de nosotros. Este no es el mismo camino que yo recorrí meses atrás.
Las rampas son las mismas, sí, pero el hecho de subirlas pedaleando o de tener que bajar de la bici presenta un panorama radicalmente distinto. Conseguimos llegar arriba de esta rampa cada uno como puede. Desde lo alto tenemos una bonita de vista de Chulilla, allá en la lejanía encajonada entre las montañas cortadas que lo asoman sobre el río Túria, nuestro particular fotógrafo no cesa en su empeño de inmortalizar momentos, tal vez esto el lo que le ayuda a evadirse del complicado trazado.
Más subida, esta vez ni tan cruel ni tan castigado el camino. Llegamos junto a una caseta junto al camino en el que haremos un alto para oxigenar y beber agua, no olvidemos que llevamos la mochila a cuestas con sus casi 3kg. de peso y queremos aligerarla. De pronto Kike interroga ¿véis aquellos dos pinos que destacan mínimamente en lontananza sobre aquel pico? , las miradas incrédulas del resto del grupo escrutan el horizonte sin encontrar referente y al divisarlo uno se da cuenta de donde estamos y lo peor, a donde vamos, ¡¡Mare de Déu dels Desemparats!!, Salva saca la cámara de su pechera y aunque duda por un momento de la veracidad del comentario, sabe que es cierto, así que se limita a tomar una panorámica del punto de destino y un zoom del sitio exacto que apenas se ve con la digital a su máxima potencia. Valor pues.

En esta zona el camino hace un giro de casi 180º y comienza a serpentear por la ladera de la montaña, ondulando con ella para salvar los barrancos que surgen en cada abrazo de dos laderas.
Estamos a una altitud de 600m. aproximadamente, esta es casi la altitud máxima de la ruta. El perfil en este punto se vuelve caprichoso, ahora subo, ahora bajo y ahí estamos nosotros, mientras se decide a subir o a bajar metidos en medio de un interminable tobogán, deshaciendo lo que con tanto esfuerzo nos ha llevado conseguir. Un par de bajadas en doble herradura y asomándose al precipicio, es lo más destacado de este tramo rompe piernas, aunque a estas alturas no son las piernas precisamente lo que estamos pensando en romper.
No nos hemos olvidado hoy de las usuales paradas fotográficas, pero no hay mucho tiempo ni buenas condiciones mentales para pensar en ellas como de costumbre, aún así van cayendo y, tratamos de inmortalizar cuando el terreno nos lo permite, esos momentos, junto con los paisajes, una vez más espectaculares por los que vamos transitando.
A nuestras espaldas, o mejor dicho a nuestra derecha quedan las cumbres siempre vistas desde la distancia de los montes de Chiva, son estas estribaciones del sistema Ibérico las que delimitan el valle de Valencia en su lado más accidental…., digo occidental. Llegaremos ahora a una zona donde unos chalets asomados de forma vertiginosa a la ladera de la montaña marcarán el principio del fin. El fin de la subida y con ello la llegada al punto más alto de la ruta de hoy 647m. sobre el nivel del mar, intuido aunque no visible en el día de hoy.

Principio de una rampa brutal. Exigente como las mejores rampas de "nuestra Reina" pero con un firme imposible, por lo que nos hará doblegarnos ante ella y tirar nuevamente pie a tierra y subir, otra vez cargando nosotros a las bicis. Lastima, de haber sabido esto nos hubiéramos dedicado al senderismo y nos habríamos ahorrado comprar las bicis.
En una de estas paradas, el estómago de Carlos amenaza con desertar y le exige, ya sin condiciones y de forma alarmante, combustible "YA", por lo que ante la urgencia del caso y con el temor al tío del mazo que sigue vigilante de flaquezas, no vacila, suelta la bici, se deja caer sobre el machacado terreno sin importarle un cuerno lo vasto del firme y echa mano de la mochila para hincarle cuatro rápidas dentelladas al bocata como adelanto a la parada que ya aunque se barrunta, no termina de llegar.
Estamos junto al espectacular barranco del Carrulaco, por lo que eso de hacer malabarismos y equilibrios encima de la bici lo dejamos para la bajada que falta nos va a hacer. Es simplemente imposible ciclar esta subida. Una vez mediada la rampa baja su porcentaje y aunque el firme no mejora ya tenemos la suficiente potencia como para seguir pedaleando.
Con un esfuerzo y un sufrimiento tremendos llegamos al final de la susodicha.
Luis, que enrabietado por el trazado se nos había adelantado un trecho, cuando llegamos a su altura ya se había despojado de guantes, casco y mochila con la esperanza de que habíamos llegado al punto elegido para el avituallamiento, a la vista de los únicos pinos que nos hemos encontrado en muchos kilómetros a la redonda, eso mismo pensamos todos al llegar a este punto, todos menos Kike, que conocedor del terreno arroja un jarro de agua fría sobre nuestras castigadas voluntades al anunciarnos que todavía no, que hay que subir "otra cuesta" hasta llegar al punto elegido para reponer las fuerzas, esas mismas fuerzas que ya hace rato nos abandonaron.
Con más resignación que ganas y sacando lo mejor de nuestro físico, nos recolocamos en nuestros sillines sin mediar palabra, y nos dirigimos sin vacilación al ataque de la última subida, al menos eso esperamos.
Nos encontramos al pié de unas indicaciones del PRV 300 que nos indica que acabando de subir la montaña a unos 13km. está la fuente de la Peraleja, miramos nuestro cuenta kilómetros para descubrir con asombro, que tan solo hemos recorrido unos 15km. ¡ y llevamos más de 3h. pedaleando!.
Es una ruta senderista por lo que aunque quisiéramos (que no es el caso) no podríamos seguir el sendero. En dirección contraria está señalizada la fuente de Viñas por una senda por la que difícilmente bajarían las cabras y a la misma distancia aproximadamente que por el camino por el que vamos.
Nos llama la atención habernos encontrado a nuestro paso, más de un corral de ganado abandonado, (el comentario que lanza uno de nosotros tiene su lógica, no es de extrañar que los rebaños se negaran en redondo a subir todos los días hasta el recinto, o tal vez, el tío del mazo acabó con el pastor).

Tan solo nos queda una rampa para el tan ansiado avituallamiento. Este lo hacemos en lo alto de la montaña, no es exactamente la cima de la ruta pero casi, además es donde están las mejores vistas. En un lado el valle, con nuestras Rodanas en el centro de visión. Al otro lado los magníficos montes por los que transitamos, ofreciéndonos aquí todas las ondulaciones y cimas que se nos ocultaban en la subida. Al fondo, los molinos eólicos de Buñol, con el camino de subida recortándose en la silueta del monte y ganando altura, ofreciéndonos una maravillosa estampa. La Calderona y el Javalambre fundidas en un eterno abrazo y ofreciendo su perfil en la distancia a nuestra izquierda. En oposición, las Cumbres de Calicanto, con el fondo de la sierra Gallinera, más intuyéndola que viéndola, y justo a nuestra derecha los montes de Buñol, con la sierra de Malacara ofreciendo sus cumbres en lontananza.


Pasada ya, hace más de hora y media "la hora del Angelus", almorzamos, ¡¡¡AL FIN!!! El cansancio y el mal humor debido al excesivo esfuerzo por el fiasco de la ruta, hacen de este almuerzo uno de los menos reparadores (al menos mentalmente) que hemos vivido hasta hoy.
Los sinsabores de la ruta debido principalmente al firme, nos ha hecho olvidar en demasiados momentos que el recorrido estaba discurriendo por lugares de gran belleza (aunque muy particular por lo desértico) y que precisamente debido a esta extrema dureza muy probablemente no volveremos a transitar, así que lo mejor era disfrutar de lo que la naturaleza nos ponía delante. Este tiempo de relax y reflexión en el más absoluto silencio nos tenía que enseñar, como muy bien decía Salva, que todas las rutas no nos pueden salir bien, y hoy nos ha tocado sufrir como pago, a todo lo que en tantas ocasiones hemos disfrutado. Ese día imposible tenía que llegar y ha sido hoy.
Algo más calmados al haber recompuesto nuestros famélicos estómagos, emprendemos la bajada. A tenor de las rampas que hemos subido intuimos lo que nos espera. Pendientes cortas pero empinadas, con curvas muy cerradas y con el inconfundible sabor a piedra suelta.
Nos invade un regusto amargo de no poder disfrutar de las trepidantes bajadas que tanto nos gustan y en mitad de una de estas bajadas y blasfemando por lo mal que está el camino a la vista de como rebota la bici, caigo en la cuenta que llevo bloqueada la suspensión y la horquilla, normal que esto bote tanto y casi no pueda controlar la bici.
La situación obliga a parar para desbloquear pues el dominio de la bici es casi imposible y soltar las manos para hacerlo en marcha un suicidio. Mucho mejor ahora, donde va a parar.
Vuelvo a tener dirección y dominio en las frenadas así que me pongo detrás para sacar el video en condiciones, ya veremos el cambio en las imágenes. Tanto es así que creo haber grabado perfectamente el vuelo sin motor de Salva, ¡ increíble que no se haya caído !.




Mientras tanto Luis haciendo un alarde de ¿locura?, se lanza a más que tumba abierta por un camino que es una pesadilla, nosotros, incapaces de alcanzarlo lo intentamos seguir en la distancia, dejándonos caer por este terreno con el conocimiento justo para echar el día.

A veces pensamos que no seremos capaces de superar la trampa de piedras y arena que a una velocidad impresionante despliega ante nosotros el camino. En una de estas estamos cuando otra vez Salva (como no) intentando esquivar una rama que invade el camino se mete en una rodera de más de 20 centímetros y se sale por el otro lado del mismo, haciendo una derrapada indescriptible y, llegando in extremis a blocar su máquina, hay que verlo para contarlo, lo cierto es que no sé a que Santo se encomienda este tío para no caerse. Lo que sí sé es que la pericia no la dan los Santos. Espectacular; "como salga en el video lo mando a la tele".
Estamos comentando la jugada cuando Carlos nos cuenta su particular odisea, otra derrapada en zig-zag de su rueda trasera a lo Valentino Rossi le pone el corazón a 100, mejor no haberla visto, estábamos bastante ocupados con lo nuestro, Salva "salvándose" y yo grabándolo todo. Carlos nos debe una. Por fin ya estamos abajo.

Cruzamos el curso del barranco Grande que en tiempo de lluvias trae las aguas que ladera arriba vierten las cumbres de las Carrasquillas a más de 1000m. de altitud. Siguiendo este barranco entraríamos en la complicada red de barrancos y ramblas que por doquier bajan de estas montañas y que cambiando de nombre y atravesando poblaciones llegan precisamente hasta Torrent donde se unifican, y desde allí volviéndose más urbanita atravesará las poblaciones limítrofes a la capital para desembocar mucho mas allá el la Albufera.

Pues bien, seguiremos el curso del barranco, para admirar lo profundo de su cauce ahora seco por espacio de 7km. hasta llegar a las inmediaciones de Cheste. Será el cercano rumor de la vida urbana lo que nos alerte de que por error hemos dejado atrás el desvío que, por la carretera de Pedralba nos debería conducir al inicio del camino de vuelta. Con lo que llevamos en el cuerpo y nos hemos pegado un postre de 14 kilómetros gratis. Subsanado el error, atravesamos la carretera para enganchar un camino que nace justo enfrente, camino que seguiremos hasta que nos lleve de vuelta a la carretera junto a una gran balsa de riego.
Inmediatamente un camino a la izquierda y la bifurcación de la derecha nos llevará cerca del alto de La Cubre después de haber atravesado el barranco de Cuchillas, que si lo pudiéramos seguir por dentro del cauce nos conduciría justo hasta el coche antes de diluirse en el río Turia. Como no puede ser así, seguiremos por donde nos gusta. Estos caminos ya pueden recibir tal nombre pues el firme aunque con muchos baches es transitable (que novedad).
Emprendemos pues una bajada que nos conducirá rápidamente aunque sin grandes pendientes hasta cruzar nuevamente el barranco, esta vez con algo de agua que nos ensuciará las ruedas, remontaremos el desnivel del barranco para llegar arriba y desde ahí, nos lanzarnos hacia abajo para empalmar con el inicio de la ruta, repitiendo el camino que nos conducirá hasta el coche. En total han sido 50 largos kilómetros con un IBP de casi 87 que nos hemos castigado. No está mal, no hay más que ver en detalle el impresionante perfil que dibuja la ruta, el gráfico lo dice lo todo.
Lo bueno de todo es que ya conocemos nuestro límite y hemos aprendido a base de esfuerzo y pundonor, que debemos ser sabedores del track y con ello del IBP resultante previo a la aventura planeada. Lo malo, hoy, casi todo lo demás. En definitiva una ruta que no nos ha dejado en absoluto indiferentes.
Las rampas, que por si solas no hubiera podido con nosotros, han encontrado en asociación con un firme intransitable durante muchos kilómetros, un aliado poderoso, juntos, han tenido la virtud de sacarnos de nuestras casillas, haciendo que un día de nuevas conquistas se convirtiera en una pesadilla capaz de hacernos olvidar el singular atractivo de los lugares Roda-dos y Pedal-eados que con tantas ganas afrontábamos al inicio del día.