domingo, 16 de diciembre de 2007

Anexo Crónica La Rodana (08/12/2007)

Este anexo surge de la necesidad de dejar constancia de los cambios que hemos encontrando en nuestra ruta de hoy, ruta por otra parte de las más entrañables por no decir la que más, de este grupo de bikers que formamos Roda i Pedal.
Véanse las crónicas anteriores relacionadas con este, para nosotros, mágico entorno.

La Reina. Hacía tiempo que no la visitábamos y nos tenía tantas ganas como nosotros a ella.
Hay muchos calificativos para esta montaña: grande, salvaje, pura, exigente, pero solo la definiremos con un posesivo: nuestra. Nuestra Reina.
Por muchas cumbres que hayamos superado, hasta hoy no ha habido nada igual. No tiene parangón con su dureza. Nos examina con minuciosidad y durante cada centímetro de ascenso nos somete a un duro examen. Es tan intransigente como inflexible ante nuestro sufrimiento y el agotamiento al que nos somete desde el principio. Nos exige más en cada pedalada, sabiendo que si no nos mata nos hará más fuertes. Y eso es lo que somos, cada vez más fuertes tal y como han comprobado las cada vez más numerosas cumbres conquistadas.
El ya muy trillado camino de la Rodana nos deparaba hoy, después de varias semanas sin transitarlo, cambios significativos. La puesta en marcha de las actuaciones sobre el parque natural del Turia es lo que más ha llamado nuestra atención.
Se ha abierto ante nosotros una zona junto al río que hasta ahora era completamente inaccesible y la singularidad del paisaje, junto con la admiración que cada vez con mayor ímpetu sentimos por nuestro Turia, hacen que nos animemos a constatar lo que parece el inicio de un proyecto que a la vez que temido también ansiábamos.
El día comenzaba con la puesta en marcha del GPS para registrar el ansiado “track rodanero”, ya que de esta ruta por nosotros tantas veces transitada y aunque parezca increíble, todavía no lo teníamos.
A pocos kilómetros de la base y en concreto, a la altura del merendero de la presa hacíamos nuestra primera parada fotográfica.

El contraluz de los árboles, ya despojados de sus abrigos de hojas intentaba con sus desnudas ramas arañar el cielo brumoso, era una bonita estampa digna de desafiar el paso del tiempo en forma de foto. El sol, perezoso en estas primeras horas del día, se hacía de rogar ocultándose tras las nubes sin prisa por ganar altura. Esto daba a la estampa una melancólica y tenue luz matinal, casi invernal en estos últimos albores del otoño.
En esta zona ribereña es común el avistamiento de aves, hoy se dejaba ver una inmaculadamente blanca ave zancuda que al vernos alzo su vuelo majestuoso para posarse un par de centenares de metros río abajo.

Seguimos el pedaleo pasando ahora por el camino que un par de meses atrás ya fue intervenido por las actuaciones del proyecto del parque natural del Turia pero que hasta hoy, que hemos visto el resto, no habíamos interpretado como tal.
Pues bien, en esta zona es donde se ha presentado frente a nosotros la esquiva e imponente garza real, asustadiza y difícil de ver, ha emprendido el vuelo nada más divisarnos. Hemos la tenido la suerte de que una vez puesta distancia de por medio, ha tenido a bien posarse en lo alto de una torrecilla y regalarnos su imagen para que pudiéramos fotografiarla, cuestión que hasta hoy no habíamos tenido la oportunidad.

Magnifica visión es ver esta impresionante y grandiosa ave elevando el vuelo con su apabullante envergadura. Tras esto y luego de sortear el canal Jucar-Turia es cuando comienza la zona “nueva” de hoy.
La estrecha senda que durante tanto tiempo nos había hechizado con su claustrofóbica belleza ha dejado de existir tal y como la conocíamos, las máquinas han ensanchado el camino y aún estamos intentando asumir el cambio, cuando avistamos que la tan deteriorada subidita que íbamos a iniciar está más arreglada, pero lo realmente sorprendente es que la senda, prácticamente intransitable que nacía junto a la torre, ha sido también ensanchada por las máquinas y convertida en un camino, esta zona, antes cubierta de cañaveral ha sido arrasada y despejada para dejar paso a una senda que hoy nos ha deparado una inmensa alegría por lo insólito del cambio. Recorremos este camino admirando a cada pedalada todo cuanto nos rodea. Vemos aquí un río que nos parece nuevo, surcando un cauce invisible hasta el día hoy. Un cauce que aunque ha perdido en parte su intimidad, se nos muestra en todo su esplendor.

Un poco más adelante admiramos un inmenso sauce en la otra orilla que nos deja extasiados por su grandiosidad y belleza, allí asomado en su altura al otro lado del río, cuestión que no deja impasible a nuestra cámara que lo guarda en su memoria. Comprobamos unos metros adelante la presencia de un puente sobre el río que se adentra en el bosque de la Vallesa y nos quedamos con las ganas de transitarlo, pero en caso de que después no haya otro puente, nos veríamos obligados a volver o bien a circular por carretera para llegar a nuestro objetivo, así que lo dejamos para otro día y continuamos con nuestra ruta.
A partir de aquí todo es conocido aunque al llegar a Les Rodanes haremos un alto para contemplar el centro de interpretación de Les Rodanes y la Bassa Barreta, un paraje tan precioso como recóndito y que hasta hoy desconocíamos en detalle.







Ya hemos subido la primera rampa de Les Rodanes, tan dura como siempre, y ahora nos espera la segunda rampa antes de pasar los pilares que denominamos cariñosamente, “pilares de Hercules” porque parecen dar acceso a “nuestra” Rodana Gran. Llegados a este punto toca decir aquello de “chicos, aço va en serio”, pero no porque nos aceche ningún animal de cuatro patas, sino porque la escarpada subida que iniciamos al poco de traspasar sus lindes, nos anuncia lo único que vamos a encontrar en adelante hasta llegar a su cumbre, una tremenda subida. Toca pues ajustarnos los machos, respirar hondo y prepararnos para sacar lo mejor de nuestras entrenadas piernas a cada golpe de pedal, falta nos va a hacer.


A partir de aquí no contaremos nada nuevo, nada que no conozcamos de esta subida, tan solo ratificar el sentimiento de admiración que profesamos por esta montaña. Hoy ha sido en parte algo especial, ya que hemos repuesto nuestras mermadas fuerzas, tras recuperar el resuello, a pié de vértice, trasladando el peso que transportábamos en nuestras mochilas a nuestros famélicos estómagos, al tiempo de llenábamos nuestras retinas con la visión de algunas de las montañas en lontananza cuyas cumbres ya han sucumbido a la fuerza de nuestros pedales.

Hasta hoy nos hemos topado con cumbres más altas, más grandes, más largas, más míticas, pero.... no más duras. Esta montaña no solo ocupa el centro geográfico de nuestras rutas, sino también el de nuestros corazones.
No albergamos duda alguna de que en nuestras salidas recorreremos parajes nuevos y desconocidos mucho más bellos e impresionantes, pero si de algo estamos seguros es que por más cumbres que alcancemos, la culminación de La Rodana será siempre una victoria y como tal, inalcanzable.

Siempre nos permitirá coronarla pero jamás vencerla y por lo tanto, el reto de coronarla una y otra vez nos acompañará siempre y por esa sencilla razón, siempre volveremos. Hasta la próxima, vieja amiga.