sábado, 20 de junio de 2009

Crónica Castillo de Chiva por Calicanto (y, fin de temporada para la mitad del grupo)

"El sol, el agua y el ejercicio conservan perfectamente la salud a las personas que gozan de una salud perfecta". Noel Clarasó. Escritor español.

Para esta rodada hemos tenido que tirar mayoritariamente de fotos de archivo ya que, la inesperada compañía de nuestro reportero gráfico lo ha pillado despistado incluso a él mismo. Hoy tocaba ruta nueva con un final conocido, bueno, para ser sinceros, la ruta estaba planeada con la ida conocida y volver por un camino nuevo para intentar huir de la monotonía de recorrer continuamente los mismos caminos, pero al volcar la información a la “martita” se hizo en sentido inverso, así que, siguiendo las precisas indicaciones de la fría y cuadriculada mente electrónica, hemos ido hacia arriba por el camino que tenía que haber sido hacia abajo. Resultado, otra ruta de las que parece que nunca terminas de subir.

Llegamos a la Muntanyeta como siempre, y enfilamos la bajadita hacia la carretera de Loriguilla, pero en lugar de girar a la derecha seguimos recto en busca de la ermita del Pla de Nadal, ahora si que cruzamos la carretera y atravesamos el pueblo, cruzamos el barranco de Pozalet hacia el camino paralelo a la vía y vamos hacia el alto de la Serratilla, su vértice geodésico de fácil ataque, se nos insinúa desde hace algún tiempo de forma ostentosa, tal vez por eso resista de momento el envite del grupo, ya le llegará su hora algún día que estemos ociosos de vértices.
Llegamos al Mas de Mompó o de Montes, que queda al otro lado de la vía y de la carretera del polígono, tenemos que bajar de la bici para cruzar la vía, este es un buen lugar para afinar la precaución pues, el tren, aunque parezca que se oye de lejos, si vamos pendientes de nuestras cosas o de la conversación con los amigos o con los auriculares (que os recordamos que están prohibidos, además de no dejaros disfrutar de los sonidos de la naturaleza), podemos tener un buen susto, así que precaución. El Mas o lo que queda de él, son restos testimoniales de un pasado de vidas integradas en labores agrícolas y ganaderas que por estos lares son solamente un recuerdo. El imparable polígono industrial de La Reva crece y se traga todo a su alrededor. Seguimos hacia la Serratilla, llegados a la rotonda y a pesar de estar apunto de meternos en ella para girar a la izquierda, un coche que viene por detrás como un autentico obús nos obliga a hacer un requiebro al más puro estilo taurino para evitar ser pasto de las ruedas del coche, creemos que la emoción por la cercanía del circuito ha cegado las entendederas del conductor. En fin, sutileza al asunto y seguimos a lo nuestro. Bordeamos el polígono por la carretera más exterior y volvemos hacia dentro bajando hacia el barranco del Poyo. Junto al Mas de Való encontramos la entrada al cementerio privado, hacemos caso omiso y bajamos al barranco para pasar por debajo del antiguo puente de la antigua A-3 y saldremos al otro lado del barranco como si nos dirigiéramos hacia Cumbres de Calicanto.
Un poco más adelante giramos a la derecha para ir paralelos a la autovía de Madrid y la nueva línea de alta velocidad. La mayor parte del camino no las tendremos a la vista, pero sirven de referencia saberlas al norte de nuestra posición. Entramos en un camino de piedra suelta no demasiado difícil de ciclar aunque nada cómodo. Pequeña inclinación ascendente que me valdrá el ganarme la bronca por diseñar siempre rutas de subida, pero hoy la culpa no es mía, yo diseñe este camino de bajada. A nuestra izquierda, aunque algo más lejos queda el otro cementerio privado, ya pasé junto a él en la ruta de bajada de Cumbres por la trialera de la cantera, aquel camino que tan poco me gusto, no será el último que bordeemos hoy, pues en Chiva pasaremos junto al cementerio ya de vuelta a casa. Visto así parece una ruta un tanto tétrica. Seguimos avanzando por el camino hasta cruzar la carretera de Calicanto, poco después vemos los restos de una antigua y grandiosa masía, que se diluyen entre el tiempo y el olvido a la orilla del camino. Seguimos con las referencias situando el campo de golf a nuestra izquierda aunque también fuera de nuestro campo visual. Entraremos por un camino que va entre un inmenso naranjal que desde la altura se ve inacabable. Son las ventas de Miralcampo.
Salimos de este camino después de varios cambios de dirección que son como para ir sin GPS, menudo laberinto, para cruzar una carretera que nos llevará en un tramo de bajada por asfalto muy divertido hasta los pies del barranco. Después encontramos la partida de Rivert donde, el barranco de La Canaleta cruza el camino dejando sus turbias aguas pegadas a nuestras ruedas para, con más pena que alivio, remojar nuestras sudorosas piernas después de casi 25 kilómetros de pedaleo. La masía sería digna de fotografiarse de no ser por los dos inmensos cánidos que a ladridos y estirando con violencia de las cadenas, auguran un tráfico final si logran escaparse, ya que la puerta está abierta, estos dos prometen más que palabras y yo sé quien va a recibir el primero. Así que no paramos a fotografiar para que no lo tomen como una provocación. Transitamos un terreno seco y polvoriento por una pequeña cresta de montaña. La neblina no nos deja ver lo que en un día claro sería la cumbre del Motrotón poco antes de la sierra Martés o del Ave un poco más a su izquierda. Ya que no hay horizonte seguimos pedaleando sin descanso hasta llegar ahora sí a cruzar la carretera de Godelleta. Nos volvemos a encontrar con las obras del tren de alta velocidad. Cruzamos al otro lado y lo dejamos definitivamente a nuestra izquierda, momento en el que casi tenemos el susto del día, afortunadamente, el equilibrio de fuerzas en el choque hace que ninguno de los dos hermanos se vayan a tierra. Miradas que lo dicen todo: che carabassa que fas…, hacemos lo propio con la autovía antes de seguir y encontrar la primera subida seria del día. Una pequeña rampa que en otros tiempos nos habría bajado de la bici. La encaramos a buen ritmo aunque dejamos pasar una furgoneta, cuyos integrantes nos preguntan con un tono guasón si nos empujan, nos miramos con sorpresa mientras nos decimos que casi casi tendremos que estirar nosotros de ellos. Girando a la derecha, el camino se convierte en la continuación natural del inicio de subida a la ermita de la virgen del castillo de Chiva, destino de nuestra ruta.

Subimos a buen ritmo y ya casi arriba un arranque de a ver quien gana nos dispara las pulsaciones y algo más… el toro impone su punta de velocidad en la cumbre, maldito traidor que ha sprintado sin avisar. Resguardados del sol que ya huele a veranito, nos sentamos a la sombra mientras damos cuenta del bocata y la cerveza pensando en cuanto nos habrá echado de menos Carlos en su viaje por el Mediterráneo. Seguro que no tanto como nosotros a él. Visto el kilometraje, optamos por volver por lugar conocido a ver si recortamos un poco la ruta, que al final será que no.
Ya en la bajada rellenaremos la mochila de agua en la fuente de los 21 caños, pues los dos primeros litros ya se han evaporado. Salimos hacia el cementerio para buscar un camino alternativo a la carretera de Cheste, este nos llevará hasta el polideportivo de Cheste y por el carril bici llegaremos hasta la estación del tren, esa tranquila calle nos sacará hacia la rotonda y otra vez por carril bici hacia la salida de Llíria, por un camino paralelo a la carretera, subiremos una bonita cuesta donde por segunda vez me recriminarán el diseño de la ruta, eso si, a la “martita” ni pío.
Una vez arriba nos espera una bajada parecida a los toboganes por los que luego pasaremos. Abajo encontraremos ya camino conocido y la vuelta a casa será sin más novedades que la sorpresa por lo tardío de la hora de llegar a casa cuando creíamos que era mucho más temprano. La indulgencia de este Sol cuasi veraniego, aún primerizo, hará que el castigo por el calor no haya sido tanto como esperábamos, ya habrá tiempo para eso en las próximas rutas en las que Salva seguramente ya se habrá borrado, de Carlos ni hablar, para estos dos fin de temporada, salvo error u omisión o que les pique mucho la biela como ha sido el caso de Salva en el día de hoy. En resumen un camino que no entusiasma pero tiene sus tramos bonitos y sobre todo, es una alternativa para no repetir siempre las mismas rodadas cercanas a nuestra base.

sábado, 13 de junio de 2009

Crónica del Pico Ñoño, ( la ruta más corta… la ruta más larga)

"Estimo més un arbre que un home. No hi ha cap home que pugui estimar tant com jo la naturalesa. Només el boscos, els arbres, les roques retornen el ressò que es vol sentir." Beethoven, del seu quadern de notes
El consejo general de montañas del mundo, en sesión extraordinaria, cita a declarar al Pico Ñoño en la sierra de Martés por el hecho de que cuatro bikers hicieran cumbre el pasado sábado 15 de junio de 2009.
Como interrogadora una montañita trepa con aspiraciones de montaña merecedora de ser incluida en alguna ruta biker.

-Se le acusa de haber permitido que cuatro bikers conquistaran la cima, explique lo que paso.
-No es del todo cierto tal como usted lo dice, esto fue lo que paso.
Cuando me di cuenta ya era tarde para impedirlo, aun así, hice todo lo montañamente posible para hacerlos desistir. Eran las 10 aproximadamente, las montañas nos levantamos tarde. A esa hora estaba como quien dice recién levantada y mirando mi reflejo en el embalse de Forata para acicalarme un poco, aunque montaña, me gusta estar imponente para que me vean, pero no por eso tienen que intentar subirme. Es impensable que nadie en su sano juicio intente a esas horas, subir una montaña con la que va a caer cuando avance la mañana con Lorenzo separando isobaras a brazo extendido. Empecé a notar como un cosquilleo. O mas bien cuatro, muy juntos y cruzándose, así que parecía uno solo. Vi a esos bikers con sus caballos de acero o burras o como las llamen adentrarse en nuestro territorio, rápidamente levante las primeras líneas defensivas; otras veces eso ha bastado para hacer desistir a otros muchos, pero esta vez no. A la altura de la pedanía del Oro, junto a la casa del Barón hay una pista principal, pero ellos no cogieron ese camino, entraron un poco más adelante por el camino de la Sierra, fue imposible preverlo ya que entraron sin previo aviso.
Al notarlos rodar desplegué una doble barrera al mismo tiempo; por un lado unas duras rampas aderezadas con el poco, casi nulo agarre de un terreno al que hace poco se le pasó tractor para agrandarlo y allanarlo, pero que de momento y hasta que el suelo no se asiente, resulta muy difícil de ciclar. Prueba de ello es que les obligue, en los dos primeros kilómetros a echar pie a tierra al menos en 4 ocasiones y a ponerles las pulsaciones por las nubes.
Y por otro, desplegué unas espectaculares panorámicas de mi lado sudoriental, que, dividido en dos caídas se dirigen; el barranco Traidor o del Somerón hacia el cercano pantano de Forata y el barranco del Fraile hacia el Sur, hacia el de Córtes. Lo de los barrancos es muy raro; yo nunca he necesitado ponerles nombres, pero los humanos se empeñan en ponerlos, y, en cada sitio le ponen uno, pasa lo mismo con los caminos. Ellos eligieron el camino que crestea la ladera entre este último barranco y el de La Cierva. Así que dirigiéndose hacia poniente, les permití unas inmejorables vistas sobre el Cerro de los Ángeles, presentándoles así un paisaje montañoso cerrado que esperaba les abrumara en toda su magnitud.
-A mi parecer que puso poca resistencia.
-La mantuve con firmeza, incluso elevando el desnivel y empeorando el camino.
Nada, no se daban por vencidos, eso sí, algo flaquearon, pues, solo uno de ellos se mantuvo firme delante, los otros se quedaron atrás como pensándoselo, hicieron una parada y uno de ello parecía tener problemas en los ojos, era muy raro; como con un dolor insoportable se abría el pecho y se tapaba los ojos con algo, a veces aparecía una estrella en pleno día o destellaba un relámpago sin tormenta, otras veces no. Luego seguían. Así que pensé que tarde o temprano entre la desunión que había en el grupo y los problemas de ese, que seguía parando cada pocos metros, acabarían por desistir.
Dejaron atrás el Cerro de los Carros y la fuente Tramusera que queda más adentro. A esta altura empezaron a parar muchas veces. A mí aún no podían verme, pero, no paraban de mirar una y otra vez hacia los farallones y crestas del Pico Martés que es lo que tenían justo enfrente de su avance.
Mirando hacia el barranco, que ganaba altura de forma vertiginosa, quedaba la muela de Córtes detrás del profundo cañón del Júcar. Las colosales panorámicas, pensé, empezaban a surtir efecto. Ahora si que podían verme y las crestas del Martés les quedaban justo encima. No paraban de mirarlo y de taparse los ojos, no lo entiendo, si no quieren verlo que no lo miren, pero mirar y taparse es tontería. En este tramo, elevé todo lo posible el nivel de las rampas, además les puse el camino pegado al precipicio.

Pero incomprensiblemente, incluso arrastrando las burras, remontaron las duras cuestas hasta llegar al Collado de Pepín. Pararon a admirar el eterno paisaje, casi inalterado a través del tiempo en esta panorámica.

-Sigo viendo poca oposición.
-Llamé a algunas montañas vecinas para que desde esta altitud que iban ganando, se dejaran ver y sirvieran de distracción. Ahí casi lo consigo. Los otros dos parece que se pusieron a discutir, movían los brazos en todas direcciones, uno señalaba a un lado, el otro a otro, como queriendo hacerlo cambiar de parecer, mira allí, que no que mires tu allá, no sabían por que montaña decidirse.
El otro seguía con sus problemas pues no paraba de taparse los ojos cada vez más. Mientras tanto, y como hace millones de años que somos amigos, llame a Rey; antes de ser íntimos lo llamaba astro rey, pero lo que hace la confianza. Le pedí que les metiera isobaras por un tubo, y que hiciera brochetas de bikers y burras. Se puso a ello, pero me dijo que esto tardaba un rato en hacer el efecto deseado. Bueno, juntaríamos fuerzas y dejaríamos pasar el tiempo para que maduraran.
Volví a centrarme en el camino y les puse bajadas llenas de tierra donde es difícil maniobrar y reconducir la trazada, y las puse cerca del precipicio para meterles susto. Era casi un camino aéreo, pero aun así, siguieron avanzando con determinación. Cuando llegaron al Collado Rodeno encontraron el paso de la vertiente Sur a la Norte.
Se pararon para contemplar la enorme mole rocosa que formamos la sierra Martés, y también echaron un vistazo hacia arriba, los tenía a mis pies, era el momento de jugar mi última carta.
Ya estaban cerca de la cima y decidí meterlo todo en un intento casi desesperado. Me había guardado las peores rampas para el final y las metí todas de golpe. Aquí muchos otros han claudicado ante los brutales porcentajes que les he metido en las piernas, pero estos eran distintos. Primero les hice descender un poco para minarles la moral, todo lo que bajaran antes de coronar lo tendrían que volver a subir, y eso quema.
Les puse un camino de tierra suelta impracticable. No se amilanaron. Llegaron al refugio fuente del Manquillo y pararon a refrescarse. No podía cortarles el agua, pues el duelo estaba siendo en igualdad. Superaron las últimas murallas, y las definitivas y terribles rampas que había puesto al final las abordaron casi relamiéndose. Cuando hicieron el giro y encararon la cumbre, supe que estaba todo perdido, les vi subir con el cuchillo entre los dientes y me dieron miedo, así que ya vencida, pensé suavizar un poco las últimas pendientes por miedo a que pudieran tomar represalias, pero en lugar de eso, vendí cara mi derrota con una última rampa a lo Montdúver.

-Así que reconoce que les facilitó que llegaran arriba.
-Ya no podía hacer nada. Y que lo pensara no quiere decir que lo hiciera. No estaban allí para ver la determinación con que se esforzaban, incluso hablaban una lengua desconocida o qué se yo, uno decía todo el rato “vamos dilin” o algo así, mientras movía las piernas de forma frenética, daban miedo. Cuando llegaron cogieron los cuchillos y me temí que hicieran una locura, rápidamente grabaron unas grandes muescas en los sillines que ya estaban repletos de ellas. Luego juntaron las manos y gritaron Roda i Pedal. No podía creerlo. Eran ellos. Ahora lo comprendía todo. Esa determinación por subir a pesar de los obstáculos y adversidades. Ese cuidado y respeto por todo lo que les rodeaba a lo largo de la dura y larga ascensión. Esas mil y una paradas para observar y absorber todo lo que podían. Ahora los oía hablar y entendía todo lo que había pasado durante la subida.

Sin reservas les mostré hasta el horizonte enseñándoles más de lo que hubieran imaginado poder ver. Pero fueron ellos quienes me enseñaron a mí. En la distancia conocí montañas y lugares de los que había oído hablar pero que nunca supe donde estaban. Pude hermanarme con mis compañeras de vigilancia en la difícil labor de cuidar la piel de todas las montañas valencianas. (Caroche, Montdúver, Remedio y Ñoño somos las 4 montañas que mantenemos vigilancia forestal todo el año). Hablaron con tristeza de mi parte más fea allá donde hace unos años gente mala me hizo daño con el fuego y mató a los árboles que cuidaban esa parte de mi piel. Con los árboles me sentía mejor. Sus raíces dentro de mi eran como una acupuntura permanente, después del fuego estuve muy enferma en esa zona hasta que aparecieron los rastrojos y pequeñas plantas para que no se me secara tanto la piel. Son curiosos los humanos: dicen que se están cargando el planeta y no hacen nada por solucionarlo, si se lo están cargando ellos, deberían ser ellos quienes lo solucionaran, pero aparte de no hacerlo tampoco dejan a las plantas que lo hagan ya que cada vez talan más bosques y queman más árboles, ellos sabrán. Aunque creo que no saben. Solo saben decir que qué futuro les van a dejar a las siguientes generaciones, pero al mismo tiempo, la única acción es aquella que les reporte dinero rápido sin importar las consecuencias. A nosotras las montañas, nos da igual tener la piel cubierta de árboles o no, solo nos quemamos un poco más pero nada demasiado grave.
A nosotras no nos importa el paisaje, hemos visto muchos a lo largo de la historia y más que veremos, los cambios que los humanos pueden hacer nos parecen insignificantes, los verdaderos cambios requieren de un tiempo que ellos no tienen, y menos a este ritmo, que se van a quedar sin tiempo de reacción. A nosotras nos da igual que los animales se paseen o no por nuestra piel, si lo hacen también es agradable, nos hacen cosquillas. Pero todo esto a ellos no les da igual. Tienen que hacer algo para preservar los espacios naturales, aumentarlos y cuidarlos. Es vital para ellos.
-Se está yendo por las ramas.
-Continúo. Por eso, cuando sentí el respeto y la ilusión, casi la admiración reverencial que mostraban por la naturaleza que les envolvía, sentí orgullo de haber sido elegida por ellos para coronarme, me alegro de ser una muesca más en sus sillines, me alegro de que, como hacen en todas y cada una de las montañas, se llevaran una parte de mi con ellos, una pequeña piedra que les contará mi historia y la de mis hermanas. Me alegro de formar parte de ellos como ellos desde ese momento lo forman de mí. Me alegro de que desde lo alto de mi cumbre gritaran su nombre para llevar con el viento un grito de respeto y apoyo por los espacios naturales. Así que sí, al final les permití y les facilité la labor de hacer cumbre. Es más hice lo posible por facilitarles el descenso.
-Qué paso allá arriba.
-Contemplaron maravillados todo cuanto les rodeaba. Hacia el norte: el paraje municipal natural de Tabarla en Yátova, que es justo la parte más accidentada del final del río Magro antes del embalse.
Hasta allí, el accidentado relieve de las lomas se descuelgan hasta el río, y parecen mostrar mis costillas bajo una piel resquebrajada por el Sol aun a pesar de los bosques de matorral o arboleda que se suceden entre sí. En esta zona los numerosos barrancos recrudecen su relieve cual brutales arañazos clavados en la tierra. Es una zona agreste y bella solo apta para aguerridos aventureros. Aún más lejos la sierra de Malacara, con sus caminos insinuándose en la distancia, y aún más lejos la sierra del Tejo. La distante Calderona oculta por la bruma y la pequeña Rodana engullida por la distancia.
Yo les presente a mi hermana pequeña, el Motrotón, que alzando sus más de 600m. al otro lado del pantano de Forata con su peculiar forma, nunca habían sabido de que montaña se trataba. Hacia el Sur hablaban de la depresión del Júcar en la zona de los embalses y de la muela de Córtes. También señalaban con gran alegría el Pico Caroche, una de mis hermanas. Al Este, decían tener La Albufera tapada por la cercana altitud de la sierra del Ave.
Empezaron a señalar hacia el Sur bajando desde La Albufera y se iban entusiasmando. Cullera y Montgó, que aunque no se veían las intuían agazapadas, como La Albufera, tras el Ave. Luego Serra Gallinera y Montdúver, hasta llegar a Aitana, La Serrella y L´Aixortá. Se les veía pletóricos de entusiasmo, y yo también compartía ese entusiasmo porque tenía la oportunidad de saludar a muchas montañas compañeras a través de ellos. Hacia el Oeste hablaron del embalse del Molinar como una futura ruta, en el río Júcar, del que se veía su profunda cicatriz atravesando la llanura manchega; yo no se veía ninguna mancha, pero sí pude ver lo que decían que era el cañón fluvial del río Cabriel antes de la meseta albaceteña y antes de morir en las aguas del embalse de Embarcaderos, justo al norte de Cofrentes y del río Júcar.
Me hicieron sentir como un faro esparciendo conocimiento en todas direcciones. Por un momento fui como una referencia para todas las montañas y ríos y mares. Fui el centro del universo. Así me hicieron sentir. Y así se lo agradecí. Se juntaron todos junto al vértice geodésico y el que se cubría los ojos constantemente dejó lo que fuera lejos y corrió con los otros antes de que apareciera el rayo.
Después todos parecieron tener problemas en los ojos pues se pasaban aquello que el primero se había sacado del pecho.

Luego cuando ya se iban, se volvieron a poner las partes que se habían quitado, debían de ser importantes, echaron un último vistazo como a modo de despedida y uno de los que discutían dijo que iba a poner a grabar el vídeo. El otro de la discusión siempre iba delante mirando hacia el suelo, no sé como podía ver por donde iba. Así que por miedo a que se cayeran, preparé una pista rápida y bien cuidada para que pudieran divertirse, puse tramos técnicos para que tuvieran que seguir esforzándose y no pareciera que había arrojado la toalla. Bajaron rápido hasta el refugio donde pararon otra vez a la sombra.

Se quitaron un trozo de espalda y de él sacaron cosas que olían muy bien. No tanto como las fragancias que disfrutamos muchas de nosotras de tomillos, romeros y otras plantas pero bien al fin y al cabo. También se quitaron parte de la cabeza y las manos. Era increíble. Le hacían mucho caso a lo que se sacaron de la espalda, especialmente a algo que llamaron cerveza.
De vuelta al camino, puse a su disposición la impresionante vista de fondo del embalse de Forata para que tuvieran una referencia y que no se perdieran. Aun así los hice acompañar, aunque un poco de lejos, por el último tramo del río Magro después de salir del angosto desfiladero antes de verter sus aguas al pantano. Bajaron en un suspiro, protegidos por el inmenso murallón que es mi cara norte y que junto a los otros indicadores les serviría también para orientarse.


Dejaron atrás el desvío de la cueva de Traca, quizá no la vieron o no quisieron acercarse. Yo los iba observando en cada curva, pude verlos desde donde quería ya que soy yo misma la montaña que estaban bajando. Llegados a la fuente de Silvino, el camino les iba alejando de mi ladera y transita pegado al barranco que abajo se une al Somerón. Este camino desciende rápido cresteando entre barrancos y se acerca a la cornisa que los separaba del embalse.
Disfrutaron. Se lo pasaron en grande, y yo más sabiendo lo que habían sufrido para subir, es algo de lo que hablaron allá arriba, se quejaron amargamente de la dificultad para rodar por ese terreno. Luego, a pesar de mi esfuerzo por facilitarles el descenso, se fueron por un camino áspero y complicado que a mi juicio no es el más idóneo, encarando la garganta del río Mijares al otro del río Magro. Supongo que buscarían emociones fuertes. Al final de ese camino volvieron al que yo les había preparado y empezaron a subir hacia arriba por la piel negra y dura que me pusieron hace muchos años, y que luego pintaron con rayas blancas y le pusieron hierros a los lados con símbolos extraños, nunca me ha gustado, y además me duele un poco. Esa agradable caricia de su transitar recorriendo la fea costra que tengo en la piel y que tanto quema en verano me reconfortaba. Les puse en el camino la fuente de la Chufa para que se refrescaran pues, el empuje de mi amigo Rey, les estaba pasando factura.
Allí les ofrecí una hermosa panorámica de todo mi relieve. Una vez arriba, me recorrieron la línea solar de Este a Oeste. Más tarde hacia el final de la línea, o sea, en el lado de poniente ese cosquilleo se salió de la costra, justo en el punto donde empezaron su incursión y se pararon junto a un carro grande. No era un carro como los de antes tirado por caballos, era feo, no parecía natural. Detrás había algo más raro aún a lo que subieron las bicis. Ellos se quedaron un rato quietos o andando despacio de aquí para allá y haciendo posturas raras. Volvieron a desmontarse partes del cuerpo y se metieron en aquella especie de carro. Se alejaron en dirección al pantano aunque ahora ya no movían las piernas. Allí estuvieron un buen rato y me llego un olor parecido a cuando se quitaron la espalda. Alguna ráfaga de viento me trajo sus palabras diciendo lo bien que lo habían pasado en esta estupenda rodada y lo increíble de sus paisajes.
Con una pena incontenible me centre en empezar a calcular el lugar exacto para la puesta de sol y otros quehaceres, como ordenar a las estrellas en el inmenso firmamento conforme van llegando. Es mi función desde que nací, no es que sea imprescindible que lo haga pero me gusta hacerlo. Y así deje de pensar en mis nuevos amigos. Un rato después volví a mirar y ya no estaban. Desde entonces solo espero que algún día pueda volver a reconocer sus marcas sobre mi piel, y eso es todo.

Este consejo, tras valorar la declaración del Pico Ñoño concluye: que tratándose de quienes hicieron el intento de asalto, como bien ha dicho el procesado, era, montañamente imposible repeler este asalto que finalmente concluyó en cumbre para los interesados. A la vista de declaraciones anteriores de otras montañas, por más rampas y porcentaje y longitud de las mismas, no habría sido suficiente para impedirlo, pues, parece que esos retos aún los motivan más. Al igual que con anteriores montañas conquistadas por Roda i Pedal, la exoneramos de toda culpa y participamos con ella en la alegría y orgullo por haber sido elegidas una vez más para otra de sus incursiones por la naturaleza y las montañas valencianas. En cuanto a la trepa de la montaña acusica, si fuéramos humanos le meteríamos una buena cantera del ocho y barrena en toda la boca. Siendo montañas, la crueldad no está contemplada así que le invitamos a que aprenda a valorar los espacios naturales que posee y deje de querer aspirar a cumbre de primer orden; todas nosotras somos necesarias y cumplimos un cometido, algunas jamás sentiremos el acero de los pioles en nuestra carne, otras nunca notarán la fría caricia de la nieve, ni se asomarán a vertiginosos precipicios, o tendrán nombres míticos. Sin embargo, pequeñas montañas sin nombre han sido las responsables de que algunos humanos sientan esa reverencial pasión y amor por todas nosotras, así que tome nota en lo que le toca. Y como vuelva a ir de acusica le meteremos erosión hasta hacerla polvo y la esparciremos por los caminos de otras montañas a ver si así tiene la suerte de participar de una ruta biker o ni por esas. Ya para concluir, queremos hacer referencia a un escrito que nos acaba de llegar, enviado por los propios interesados en descargo del Pico Ñoño, dice así:

Estimado consejo, como en muchas otras ocasiones hemos invadido vuestro territorio y recorrido algunos de vuestros más preciados rincones y tesoros, siempre lo hemos hecho con el cariño y el profundo respeto que sentimos hacia la naturaleza, las montañas y los valores de paz, belleza y sosiego que representáis y nos brindáis en cada uno de nuestros paseos. Es la primera vez que nos dirigimos a vosotros, sentimos hacerlo ahora después de tantas y tantas rodadas por vuestra piel pero, como veis, nosotros también cometemos errores, y uno de ellos es no haber caído en la cuenta de solicitar vuestro consentimiento para ser abordadas, planteando así una lucha de igual a igual en la que hubiéramos intentado conquistar la cumbre. Como íbamos, siendo humanos, a pedir permiso a la naturaleza, ya sabéis que pensamos siempre estar por encima de todo y así actuamos… y así nos va.
Queremos desde aquí hablar en favor de todas y cada una de las montañas que hemos subido, que no conquistado por más que lo digamos. De la dura y hermosa batalla que nos han planteado. Que la felicidad de alcanzar vuestras cumbres es un sueño que hacemos realidad en cada salida y que así pensamos seguir haciéndolo si nos lo permitís. Y que intentaremos transmitir vuestro mensaje de esperanza en un invento que hemos hecho los humanos y que llamamos blog, a todos aquellos que os quieran oír, seguid gritándolo con fuerza, nosotros iremos allá arriba a recogerlo.


Track en Rutes de Roda i Pedal

miércoles, 3 de junio de 2009

Crónica Primavera 2009: La Rodana y anexos.

La vida es como andar en bicicleta. Para mantenerte en equilibrio, tienes que seguir moviéndote. Albert Einstein


Por segunda vez este año, aquí estamos dispuestos a rendirle el homenaje estacional a nuestra Reina de las montañas. Ya puestos, haremos un pequeño repaso a modo de anexo a otras rutas que, por si mismas, no darían para una crónica. Empezaremos con la ruta de la semana pasada.


Mirador de La Pedrera
Hace unos meses, en la ruta de Rabassadors, se nos quedó pendiente la visita al mirador de La Pedrera. Aquel día, estábamos realizando una ruta desde Manises hasta los pies de La Calderona y, entre que nos quedaba el camino de vuelta completamente desconocido tanto en distancia como en dureza, y que se hacía tarde para quien trabajaba, decidimos aplazar la segunda visita de la jornada para otro día. Por fin había llegado el día, aunque fuera como visita única. Fuimos por el mismo camino, a saber: Parc Natural del Turia, variante por detrás de Benaguacil hasta el carril bici a Llíria y Sant Viçent y luego por La Maimona, Pedralvilla hasta subir por la Casa de la Torre hasta Guarda.
En esta ocasión, en lugar de subir hasta el vértice, seguimos el camino hacia Pla de Lluc, seguimos por la carretera de Serra y casi un Km. después dejamos la carretera para internarnos en la red de caminos que, a la izquierda de la carretera se adentran en la montaña.
Enseguida vemos las señales indicativas de camí de la Generalitat. Es el camino junto al barranco de Potrillos. El camino en bastante buen estado, aunque, alguna subida rota nos pondrá a prueba e incluso nos desmontará de la bici, pero esto será solo un tramo, por lo cual, no calificaremos a todo el camino por este tramo. Vamos subiendo paulatinamente rodeados de un espeso pinar que con el calor nos envuelve en su fragante aroma. Un buen número de senderos se cruzan y entrecruzan por lo que las indicaciones de la “martita” nos serán de gran ayuda. Por fin, en lo alto de la cuesta en la que estamos vemos el mirador. Lastima que este no cuente ni con un banco donde sentarse ni con una sombra donde zafarse del castigo que nos inflinge Lorenzo. Afortunadamente, un pino, estratégicamente situado nos servirá de aberroncho para los tres.
Estamos justo debajo de Rebalsadors. La Cartuja se hace inmensa ante nuestros ojos a escasa distancia, al otro lado del barranco.
A casi 290 metros de altitud, el lugar empequeñece a los pies de La Calderona. Hacia el otro lado, la pinada se desliza hacia la ribera del río Turia. La bruma hace que no podamos tener una clara visión hacia el llano pero, hacia las montañas, la cosa cambia. Inmensas. Grandiosas. Después de almorzar y contemplar Porta Coeli desde un nuevo punto de vista, y de inmortalizar esta bonita panorámica, bajamos por donde hemos subido, o casi, pues los caminos se parecen como dos gotas de agua.
Llegamos a la carretera y la cruzamos hacia el camino de enfrente para pasar junto al hospital y, desde aquí seguir el camino de vuelta de la otra ruta sin más novedades que comprobar que, el trayecto de vuelta, no es de los más bonitos que hemos transitado, aunque, en honor a la verdad, tampoco es tan feo como nos lo pareció en aquella ocasión.


Cumbres de Calicanto.
Hacia mitad de semana y a modo de quitar tensiones de cara al partido de Champions, el martes decido acercarme a la Serra Perenxisa.
Quería comprobar un nuevo camino antes de llegar al Mas del Rey y sin tener que atravesar el Barranc del Gallec, así que, por el camino de Loriguilla y Venta del Poyo, cruzo la A-3 y voy hacia la Masía de Cardona. Antes de llegar cojo un camino a la derecha hacia la partida de Tizón, desde aquí, el Gallec transita a la izquierda aunque a distancia. Camino muy polvoriento y con mucha grava en algunos sectores. Sin vistas casi en ningún tramo, harán un rodar aburrido sin más aliciente que el ir cambiando constantemente de dirección, por lo que hay que ir alerta para no despistarse. Finalmente enfila la mole montañosa y ya se ve que al menos no me perderé. Llegado a la carretera del camino Tizón me incorporo para coger el primer camino de la izquierda y así evitar la subida hasta la carretera de Godelleta. Callejeando por la urbanización se llega al camino de tierra que nos llevará hacia el salto del Barranc Gallec. Hoy lo ignoro y continuo para incorporarme a la carretera (esta vez no hay escapatoria) y girar a la izquierda para salir enseguida también a la izquierda y comenzar la subida a Cumbres. Una vez arriba, es donde quiero probar la variante de bajar por la senda en dirección a la cantera, en la partida de Los Arcos.
Esta senda ancha al principio como para permitir el paso de un coche se irá estrechando a medida que desciende. La anchura no será un problema. La dificultad está en el estado del firme. En algunos momentos parece que la cantera la hayan trasladado directamente al camino. No será una bajada bonita. No puedes dejarte caer y coger velocidad. No es una bajada técnica por la maniobrabilidad, no tienes vistas bonitas en ningún momento. Tan solo es intentar mantenerte encima de la bicicleta para no caerte sin hacer ostentación ni alardes de pilotaje. Alguien la considerará una bajada técnica, a mi juicio no lo es. Es un sálvese quien pueda. Me gustan las bajadas rápidas donde puedas disfrutar de la emoción de la velocidad. Me gustan las bajadas donde tengas que maniobrar y apurar frenada y jugar con el cuerpo para equilibrar la bici, pero, ir todo el rato pensando en la piedra o agujero a esquivar para no caerte, lo siento pero no. Así que el sábado al ver a los compañeros y decirles esto, casi pude verles una mirada de extrañeza pensando: ¡como estará el camino para que a este no le guste!
Así que de los tres tramos nuevos que buscaba en esta ruta tan solo uno, el más cortito, de apenas 200 metros es el que me llevo en el zurrón, algo es algo.


La Rodana
Esto de ser solo tres mosqueteros en las rutas es algo que nos veníamos venir. El “torito”; a fuerza de faltar una semana si y la otra también a perdido el calificativo de “toro”. Esta semana la excusa es que ayer tuvo el acto de graduación en el instituto y ya se sabe, la celebración del triplete parecería una fiesta de párvulos en comparación. Bueno pues desde aquí ¡Felicidades chaval! Hoy toca pleitesía y sufrimiento en las condenadas rampas de nuestra Reina.
Allá que nos vamos por el camino que ya es un clásico en nuestras internadas hacia Poniente. Antes de entrar al camino de subida a Les Rodanes, un pequeño pelotón biker se nos adelanta. Con lo secos que están los caminos están levantando una polvareda descomunal, así que paramos un momento a que se despeje el panorama y dejar tierra de por medio. Un trago de agua, quitarnos el sudor que se nos está metiendo en los ojos y pasado un tiempo prudencial, vamos apenas pasados un par de “minutos pedal” nos ponemos a trote cochinero a intentar subir la primera Rodana sin que nos saque de punto, controlando la respiración a ver si podemos mantener a raya la cadencia cardiaca y no pasarnos de las 170 ppm. Controlando la respiración a ver si mantenemos a raya la cadencia cardiaca. El caso es que la cadencia pedalística está de un redondo envidiable. Vemos antes de la curva a los últimos componentes del otro grupo. Esto, claro está, te da un poco de moral y unas energías renovadas. No obstante no nos cebamos. Vamos a lo nuestro, ya llegará. Poco antes de terminar damos alcance a la chica que cerraba el grupo. Para no andar otra vez con el mismo problema que al entrar al camino, hoy decidimos suprimir la parada del mirador y hacer solo la parada de la luz, arriba de la segunda Rodana.
En esta parada es donde tendremos la anécdota del día. Un par de bikers que acaban de bajar se nos acercan; al principio yo pensaba que no habían tenido bastante con una subida y que iban otra vez para arriba. Pedazo de valientes… o de locos, he pensado yo. Pero que va. Llegados a nuestra altura nos preguntan si nosotros somos Roda i Pedal. Vaya sorpresa y cara a cuadros que se nos ha quedado. Muy amablemente nos han dicho que seguían este blog y las chorradas en forma de historietas que contamos. Bueno esto lo digo yo, posiblemente no habrán querido hacer sangre y se han limitado a decir que han hecho algunas de las rutas que describimos, entre otras, esta misma que nos ocupa. Lo cual nos alegra sobremanera. Como ya hemos dicho otras veces, el blog era algo a nivel particular del grupo, sin ánimo de llegar muy lejos, más bien para nuestro propio divertimento ahora y en el futuro pero, si de paso podemos acercarle a alguien los parajes que transitamos y dejarle la espinita de querer visitarlos y disfrutarlos y respetarlos como nosotros, estupendo, bien hecha estará la labor. Así que desde aquí les mandamos un saludo a los compañeros, de los que por cierto, no sabemos sus nombres y por tanto no podemos personalizar el saludo. De aquí para arriba es de sobra conocido. Indicar que hoy, hemos encontrado el camino más arreglado que otras veces. Eso facilita sin duda la tarea de dar pedales sin preocuparse en caer en la trampa de las roderas. Y claro, ahorra energías. Así que en fila india vamos descontando metros a la subida. Hoy estamos con una determinación manifiesta de vencer el pulso contra la montaña. Y lo estamos consiguiendo rampa a rampa. Ya solo nos queda la última rampa con los badenes malditos. Determinación. Cogemos impulso y redoblamos la cadencia de pedaleo para afrontarlos y hoy sí, superarlos. Llegamos arriba imaginado el sonido de trompetas y la lluvia de confeti que, de no ser porque hay más espectadores, nos brindaría a nosotros la propia Reina. Se lo perdonamos. Nos sabemos honrados y felicitados. Ahora toca recuperar fuerzas a la sombra del pilar del vértice que es la única sombra de la cumbre.
Sacamos el bocata y la cerveza mientras van subiendo y bajando grupos de bikers que apenas se demoran unos segundos en las magnificas vistas que nos brinda esta montaña. Nosotros las disfrutaremos todas, las suyas y las del pulpo. Ya en la bajada, sin tráfico que nos impida soltar freno alcanzaremos casi los 60 garantizando el golpe de adrenalina y disfrute que ansiábamos encontrar en esta bajada. Volveremos por los toboganes para comprobar que este camino también está arreglado y por tanto disfrutar de este tramo como lo hacíamos antes.
Hasta aquí una nueva batalla ganada a la reina que nos esperará paciente en la próxima estación cuando esté apunto de terminar el solsticio que ya se acerca. Una cosa es segura, no faltaremos a la cita, palabra de Roda i Pedal.



Sant Miquèl
Pues como la cosa va de sucedáneos de crónicas y además el acontecimiento lo merece, le dedicaremos este anexo al chaval que está de celebraciones que no para. Que si graduación, que si cumpleaños, que si me voy de crucero en dos semanas que si esta semana me meriendo la selectividad y así el crucero lo disfruto más… en fin, que no para el tío. Además, tonterías las justas que puestos a cumplir, va y se nos hace mayor de edad; o los que estamos mayores, de edad digo, igual somos nosotros.

Pues eso Carlos que muchas felicidades. A lo mejor de aquí unos años te miras este relato y recuerdas con una sonrisa estos momentos que, entre bromas, risas y esfuerzos subiendo montañas y disfrutes bajándolas, pasamos juntos. Y ahora vamos a lo que interesa. La ruta. Hoy cambiábamos de fichas ya que el que no era de la partida era Luis, tenía curro, y quien os lo cuenta, toda la semana con las rodillas chungas hasta el punto de que ayer no tenía nada claro si “somarse” o no. El caso es que el mono tiraba más que el dolor y aquí estoy. Hoy queríamos medir fuerzas de nuevo con Sant Miquèl, ya hacía tiempo desde el último asalto. Así que nos vamos hacia el polideportivo para bajar al río por la antigua trampa que era la bajada del by-pass. La bajamos sin problemas recordando los tiempos en que nos daba un poco de canguelo abordar esta bajada, aunque peor era subirla, eso si era miedo. Hoy, y aunque adelantemos acontecimientos, la hemos subido con la gorra. Mucha gente por el camino del Parc tanto en bici como corriendo y pescando. En otros tiempos casi toda esta gente que no veíamos por aquí estaba de compras en los centros comerciales. Mira que si la crisis nos ha traído buenas costumbres, a ver si aún tenemos algo que agradecerle. Mira que si esto nos hace ver de otra forma aquello de plantearnos el tiempo de ocio y aparcar un poco el consumo salvaje y desmesurado en el que vivíamos la sociedad en general. Al tema que me voy por las ramas.
El resto del camino sin novedades hasta los mismos pies de la montaña, allí Carlos para en seco y saca una barrita de la mochila y antes de decir amen se la calza.

Vaya con el tío, si no nos quedan más que unas rampas para llegar y almorzar. Da igual tengo hambre, nos contesta como si fuésemos a quitarle la barrita, de la que solo queda ya el papel, mientras nos cuenta que en casa a veces le viene justo llegar a la cocina desde su habitación, tendrá que ponerse una neverita en el dormitorio, digo. Bien comidos y bebidos nos encaminamos por la calle junto al parque hacia la subida. La comenzamos en la curva en zigzag que para nosotros siempre ha sido el inicio de la subida. Llegamos a las últimas casas viendo al frente el resto de la rampa hasta la curva. Los perros apenas levantan la cabeza cuando casi les pisamos la oreja, otros carabasses pensarán, mira que estos humanos son tontos pasando las de Caín en esta subida con “la caló que hase” y lo bien que se está aquí a la sombra de los pinos, que decía también María del Monte. Nosotros mientras tanto pensamos que estamos en el tramo más duro de la subida, que pronto llegará la curva y se acabará, llega la curva. Ah pues no, éste es el tramo más duro, juer que peazo rampón, llega la siguiente curva. Dios mío esto es un infierno, ¿Cuándo llega y se acaba la rampa más dura? Una tras otra compiten por este dudoso honor. Ya no la recordábamos desde la anterior subida. El torito y papa toro se han ido para adelante dejándome a mi suerte. Voy haciendo eses en el camino para endulzar las rampas, con los dolores de piernas que me vienen acompañando desde Riba Roja, no quiero hacer un sobre esfuerzo tonto y que me duelan más, así que a la marcheta. Por fin llega la parte de arriba. El corazón desbocado, la respiración bastante controlada y las fuerzas sin exprimirlas del todo, ¡esto huele a pleitesía! Cuando estoy llegando se asoma Carlos a la esquina, luego dirá que buscaba el mejor sitio donde almorzar pero, en realidad, miraba si subía o tiraba pie a tierra. Prueba superada. Mientras grabamos las correspondientes muescas en los sillines comentamos que igual que a La Montieleta, hermana pequeña de esta montaña, también le está faltando una rampita más para ponernos cachondos del todo. El día que hagamos las cinco cumbres ya veremos si aún queremos una rampita más. Ale ya está dicho. Reto lanzado oficialmente. Quien quiera borrarse está a tiempo hasta que se suba esta crónica, después será rajarse, jeje.

Almorzamos entre sol y sombra puesto que el aire es fuerte y fresquito y llevamos una sudada imponente. Ahora es el momento de deleitarnos con las colosales panorámicas que en un día tan preclaro como hoy podemos divisar. Además, la luz tiene un brillo especial, quizá porque las pocas nubes que a veces tapan el Sol imprimen una profundidad más realista si cabe al portentoso horizonte. Basta decir que, una vez situado con los prismáticos el pico Bellida, las antenas de este se hacen visibles a simple vista contrastándolas con las nubes de fondo. Al otro lado, nada es capaz de romper el espejo marino que cubre de plata el horizonte. Asomándose desde él, el Montgó. La Serra de les Rabosses, La Albufera, El Montdúver y el Circ de la Safor entre otros también nos saludan, desde la distancia, como viejos amigos que somos. Tras el café subimos a la ermita y entre las sombras interiores Salva asegura haber visto al Arcángel asentir con la cabeza en reconocimiento a la hazaña que nos ha valido otra muesca en el sillín. Yo creo que incluso ha movido un poco la espada como queriendo nombrarnos caballeros. La semana pasada fue La Rodana quien no tuvo más remedio que claudicar y rendirnos pleitesía, hoy es Sant Miquèl quien hace sonar las trompetas por nosotros. Disfrutamos un instante de un silencio plomizo, opaco, tan oprimente como renovador, tan hermoso que nos llena de energía y buenas sensaciones. Para esto, hay que reconocerlo, nada como una iglesia, y si está en lo algo de una montaña mucho mejor.


Salimos justo a tiempo de impedir un robo. Un perro, al olor del bocata que aún desprendían las mochilas, ha cogido una para ver que pillaba, por nuestros aspavientos el pobre ha salido por patas ante nuestras risas pensando que, si se llega a mear en la mochila hasta allí había llegado, y la semana que viene a estrenar una nueva. A ver quien se pone a la espalda la mochila “calentita” y emanando efluvios durante casi 30km. Ya de vuelta nos hemos acercado a un tranquilo y bonito rincón junto al Turia. La pena es lo sucia que es la gente incluso en recónditos parajes como el que nos encontramos. Todo lleno de porquería que hace imposible disfrutar del entorno natural en el que estamos inmersos, aun así, el paraje ofrece tanta paz y sosiego que nos resulta difícil volver a ponernos en marcha.
Lo que nos queda es llegar pronto a casa con el viento de popa para esta vez sí, ser nosotros quienes adoremos a la reina de la cerveza mientras su frescor nos suelta la lengua preparando la siguiente ruta, el Pico Ñoño nos espera la próxima semana, esperemos poder estar el grupo al completo, de cualquier forma aquí estaremos para contarlo.




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