sábado, 13 de marzo de 2010

Crónica de las tres cumbres

“Y allí arriba, en la soledad de la cumbre, entre los enhiestos y duros peñascos, un silencio divino, un silencio recreador”. Miguel de Unamuno

Retomamos las últimas palabras de nuestra anterior crónica para proseguir con la narración. Al final fue una ruta larga. No larga por la distancia rodada, pues tan solo fueron 40 kilómetros, sino por la distancia hasta el punto de inicio de la ruta prevista para hoy.
Rendíamos visita a una de nuestras rutas de larga distancia favoritas.
Y es que Aras de los Olmos tiene un sabor tan especial como distinto para nosotros por muchas razones que no vienen al caso. Hoy además convergían varios factores que la hacían más especial si cabe, o cuanto menos diferente de la última vez que ciclamos estos lares. En primer lugar estábamos todos sanos y salvos, por otro lado estábamos el grupo al completo; siguen los alicientes con una subida nueva al Mampedroso con V.G. incluido y que convertiría a esta en la primera ruta con tres vértices, a falta de los tres reinos (que cerca hemos estado de llegar al punto exacto de unión de las tres provincias y comunidades), nos quedamos con los hitos geodésicos que coronan las cumbres conquistadas hoy, también visitaremos los molinos eólicos de La Muela, y además, para cerrar el círculo, por fin pudimos completar la foto de grupo en lo alto de La Travina y recoger la pequeña parte de esta montaña que nos faltaba en la base desde hacía más de dos años. Como la ruta era corta en cuanto a recorrido se refiere, quedamos a la hora de siempre para salir hacia Aras. Una horita tocada de camino y nos ponemos a pedalear a las 10:30 h. con el sol intentando calentar el aire pero los 4º que hay de temperatura ambiente no deja de ser un frío que pela. ( Las primeras fotos casi no nos dejan ni bajar del coche cuando reclaman su sitio en la nikoleta).
El viento norte nos acompañará a lo largo del día dando una sensación térmica más baja que la temperatura real que disfrutaremos. No en vano Javalambre luce un nevazo del 7 y nos envía su gélido aliento en forma de rachas moderadas de viento.

Nada más entrar en la carretera de Losilla hay un desvío a la izquierda que corresponde al denominado camino Real de Santa Cruz de Moya a Aras. Pasamos un establo a mano derecha y empieza enseguida una rampa asfaltada; ya sabemos lo que esto significa antes de ver como sigue la subida tapada por unos arbustos. Los astrónomos del grupo que conocen bien este camino, nos ponen en antecedentes, por lo que ponemos todo lo que tenemos para subir, aun así nos obligara a volcar el peso sobre el manillar para mantener la rueda delantera rodando sobre el cemento. Tramo cortito pero que dispara las pulsaciones por encima de 170 ; 1-0 para el camino. Una bifurcación con tres alternativas: derecha a los corrales de la Melchora; luego comprobaremos que este camino sigue hasta arriba (según los mapas y según el cartel que veremos más tarde en lo alto de la montaña). A la izquierda hacia la CV 35, nosotros seguimos recto por este camino que veníamos ciclando. Vamos encontrando a nuestro paso charcas que están congeladas hasta al menos dos centímetros en superficie… claro, por eso teníamos frío. 2-0 para el camino, pero como hemos pegado un buen calentón en la rampa 2-1, seguimos perdiendo pero recortamos diferencia.
Más y más charcas congeladas nos vamos encontrando a ambos lados del camino sobre un terreno blando y terroso que nos atrapa las ruedas donde menos lo esperamos. Es como rodar por encima de una esponja con una costra de barro reseco por encima. Intentamos huir de los charcos, pero la nieve y el hielo de este invierno ha removido el terreno como un arado y lo ha aireado, cuestión que provoca que ahora presente este estado de “blandi blum” pero sin el color verde.
Tan felices estábamos transitando por aquí y viendo los almendros abrirse paso entre el invierno y verdeando sus ramas cuando Luis nos indica que nos desviemos a la derecha, ¿Pero dónde está el camino? “Pues ahí, detrás de estos matorrales” bueno, camino camino no es, pero vale... 3-1. De haber sabido por donde nos metíamos hubiéramos continuado recto que al fin y al cabo va a parar a la pista forestal que recorre el cortafuegos y que es nuestro objetivo, o bien hubiéramos subido por los corrales de La Melchora, no por recortar camino, sino porque el tramo que vamos a recorrer no es ciclable una gran parte del tramo, pero no hay otra pues ya estamos dentro.
Vemos enseguida las rayas del PR 130 sobre el macizo de piedra que atravesamos, cuestión que mejora un poco el primer contacto y hace ciclable esta primera parte, pero la alegría dura poco, de pronto degenerará hasta convertirse en un campo a través por encima de aliagas y demás fauna vegetal con pinchos autóctonos de la zona. Estaban todas allí, tendidas bajo nuestras ruedas. 4-1, esto va camino de goleada y aún estamos no en la primera parte, sino en el primer cuarto. Ningún pincho de la contornada se ha querido perder el paso de tan intrépidos bikers que han osado mancillar su territorio, pero o fuese Santa Catalina, que sabiendo que la visitaríamos luego estaba hoy de buen rollito con nosotros o bien el barro acumulado en las ranuras de las ruedas, ha amortiguado los seguros aguijonazos de tanto pincho como hemos pisado. Vale, el caso es que hemos salido todos indemnes del transito, esto bien vale un gol a nuestro favor, 4-2. Eso sí, acarreando con las bicis a cuestas en más de una ocasión. Sea como fuere hemos llegado a empalmar con el camino que, a través del cortafuego, sube hasta el Mampedroso o Monpedroso según los mapas consultados. Seguimos este camino blando que crestéa la montaña y deja, tanto a nuestra como a su izquierda, la caída hacia el río Arcos allá en la provincia de Cuenca.
Vemos ante nosotros en todo momento un atractivo camino ascendente flanqueado de pinos a ambos lados del cortafuego que parece querer ensanchar el propio camino. Nuestro horizonte visual lo cierran las espectaculares cumbres nevadas de Javalambre. La proximidad de la nieve y el viento aumentan poco a poco la sensación de frío que sentimos. Las paradas para digitalizar testimonios gráficos se suceden y el grupo se rompe.
A lo lejos vemos remontar a la mitad del grupo como avanzadilla por la interminable recta ascendente, sin embargo, no sería difícil seguir su rastro en las huellas que todo buen biker sabe leer en las rodadas sobre el camino.
Dirigimos nuestras pedaladas hacia una enorme antena que calculamos se eleva unos 60 metros por encima de nosotros pero, aunque el primero, no será este el último de los megalíticos monumentos que veremos hoy. Llegamos al cruce de caminos del Collado del Alto, marcando los 1133 metros sobre el nivel de nuestro querido Mediterráneo . El camino de la derecha es el que decíamos de los corrales de La Melchora. Hacia la izquierda baja hasta el Molino de la Orchova ya al otro lado del río Arcos. Este camino es, sin saberlo, el que va o pasa por el denominado “mojón de los tres reinos”. El desconocimiento de este hecho nos llevará a perdernos este hito curioso de la zona, que hubiera dado si cabe, un punto más de notoriedad a la ruta de hoy, cuestión que lejos de ser baladí se convierte en una buena excusa para plantear una próxima visita a la zona.

A la altura de la antena comienza la rampa más dura de esta ascensión. No subimos más piñones porque ya no nos quedan… lástima, pero lo cierto es que la subimos con mayor facilidad de la esperada a la vista de la pendiente y del blando estado del firme. Coronamos el alto y giramos a la derecha en el cruce, luego otra vez derecha para internarnos por un pseudo camino en medio del bosque.
Una espesa pinada nos oculta lo que un par de giros más tarde se revelará como la primera gran sorpresa del día. El vértice geodésico del Mampedroso a 1211 metros; es un gigante monolito de unos 4 metros de altura o más. Es sin duda el más grande que hemos visto hasta la fecha (y mira que hemos visto….). La blanquecina mole de hormigón se eleva hacia el cielo queriendo competir con la antena que estaba en el collado.
Otra muesca en el sillín de “la dilin”; las novatas, que casi estrenan la tija con las muescas de cumbres conquistadas, les da pena marcarla, inconscientes del prestigio que eso supone, pero ya aprenderán. Protegidos del viento y aberronchados al pié de la estructura nos disponemos a almorzar para recuperar las fuerzas perdidas, y sobre todo, porque ya es hora. El café (no lo acompañamos de unas "Lyon-esas", futbolísticamente hablando, porque aún nos quedan cuentas pendientes con los anfitriones de "la casa de la estrella".) Unas últimas fotos de grupo tanto a pie como en el alto del vértice indican el inicio del segundo cuarto. A estas alturas el camino nos está ganando por goleada, pero este es un pulso desigual. Nosotros vamos con todo nuestro potencial de frente, él en cambio, va sacando una rampa aquí, un tramo blando o uno con piedra allá, otra rampa, un barrizal, una zona de pinchos campo a través, etc., y así poco a poco va minando nuestras fuerzas. Aun así pensamos que todavía hay partido, ya que todavía no hemos dado nuestra última pedalada, así que ya se verá. Video en marcha para recoger la trepidante bajada que intuimos a tenor del pronunciado desnivel que tendremos que descender.
La salida del bosque nos regala un primer plano precioso del horizonte nevado. Enseguida el camino se deja caer y nosotros le entramos al trapo.
Es una encerrona.
Tierra, grava, piedras, roderas y pedruscos como piñas siembran el camino de un peligro que, a nivel de sensaciones personales, nunca habíamos transitado. Solo en la bajada del Pico Bellida http://rodaipedal.blogspot.com/2009/05/cronica-del-nacimiento-del-palancia.html, tuve una sensación tan cierta como hoy de que iba a caerme. Por fortuna en ninguna de las dos ocasiones comprobé la dureza del terreno con mi piel, pero a diferencia de aquel día en que solo lo pensé un momento, hoy ha sido en toda la bajada. Veía al grupo como por momentos desaparecían de mi vista y pensaba: si ellos pueden yo también, así que “pa bajo”. ¿Os suena la vieja cantinela de nuestras madres, aquella de: y si tus amigos se tiran a un pozo tu también te tiras?... pues debo decir que sí. Hoy los he seguido hasta las mismas puertas del infierno, y por más que hemos llamado, allí nadie nos las ha abierto. Ellos se lo pierden. Llegamos abajo, a terreno llano y nos agrupamos para comentar las anécdotas de este trepidante descenso. Todos coincidimos en lo brutal de la bajada, aunque hoy mis sensaciones han sigo más intensas que las del resto del grupo. Cogemos la carretera en dirección a Losilla otra vez y giro a la izquierda para buscar la subida a la muela. Arriba asoman los otros colosos del día de hoy; los aerogeneradores instalados en lo alto de la montaña. Como buenos Quijotes los vemos gigantes, pero es que en verdad lo son. La enorme envergadura de las aspas y el tremendo mástil que las elevan hasta el cielo empequeñecen todo a su alrededor.
Por ahora tan solo vemos la parte de arriba pero sobresalen del pétreo perfil de la montaña como lanzas afiladas, y sus aspas de abajo se ciernen sobre nosotros cual espada de Damocles. Pongo buen ritmo de subida desde el inicio, buena cadencia y buenas piernas, no como la última subida a esta cumbre en la que casi me muero, no por falta de fuerzas sino por estar malo aquel día. Tal vez para resarcirme de aquello marco un ritmo cuartelero y rompo el grupo, pensar en Contador estos días en la Paris-Niza destrozando al pelotón a ritmo me pone las pilas. La alegría me dura solo lo que Carlos tarda en decidir que ya está bien de seguirme la rueda. Ahora veo quien es Contador. Cada pocas pedaladas miro hacia arriba atraído por el imán de los molinos ¡que grandiosos son!.
Llegamos a la última curva antes de la ermita y en ese último tramo endurecemos el paso. Salva como siempre a su bola con la nikoleta a cuestas buscando el mejor plano, con una mano, cuesta arriba y sin parar de pedalear, algún día se la va a pegar pero seguro que sigue haciendo fotos.
El prado delante de la ermita está exuberante. El césped verdea el entorno y confiere un plus de sosiego al relajante lugar que hasta el perro nota.
Puede que tengan algo que ver las intensas lluvias de este invierno, las mismas que hacen que la fuente esté a rebosar y soltando agua por todos y cada unos de sus seis caños al límite de su capacidad.
Nos reagrupamos y seguimos subiendo. Queda la parte más dura de la subida y por ende de la ruta. Hoy tengo todas mis fuerzas así que no me preocupa. Como al inicio de la ascensión marco un buen ritmo y los voy adelantando poco a poco. No es que vaya de pique, o quizá si, pero no con mis compañeros sino con la subida que tanto me hizo sufrir hace casi dos años y medio. Llega la rampa asfaltada y por lo tanto, es hora de poner toda la carne en el asador. Sin levantarme me cuelgo sobre el manillar y pedaleo con fuerza, casi dando pisotones, Carlos vuelve a adelantarme y sigo su estela, a chepazos, encima de la bici. Empujo con los riñones para poner toda la fuerza en cada pedalada. Las bocanadas de aire ya no son suficientes para todo el aire que necesitan mis piernas. Luis resopla como una locomotora detrás mío y en la última curva me adelanta, el ímpetu que he puesto desde el inicio me está pasando factura. Pero ya no hay tiempo para desfallecer o para que me fallen las fuerzas, ya estoy arriba.
Salva imaginamos que habrá parado a hacer fotos porque llega un rato después, mientras nosotros esperamos en la escalera de acceso a uno de los molinos.
Da vértigo mirar hacia arriba para poder abarcar todo el monstruo de un solo vistazo. Después de unas fotos seguimos hacia el segundo vértice del día, más fotos y nos encaminamos hacia los observatorios astronómicos.
Una aparentemente media esfera armilar no es sino un precioso reloj del Sol que nos sorprende entre los dos observatorios del CAAT. Otro regalo en forma de foto que nos traeremos hoy a casa. También visitamos los otros observatorios de la UV donde descubrimos una flamante estación meteorológica que por supuesto será retratada.
Nos encaminamos al momento cumbre de la ruta. Aunque debería de ser el anticumbre pues lo que vamos a hacer es bajar. Video en marcha y ocupo mi posición detrás de todos. A comerme el polvo que levanten del camino, por el contrario, seré testigo privilegiado de sus peripecias en cada trazada, pero si soy yo quien me caigo, más vale que busque ayuda en las piedras porque ellos, cuando se den cuenta estarán muy, pero que muy lejos.
El tramo cementado lo bajamos como un tiro, el viento que nos entra en los ojos nos hace lagrimear y distorsiona la visibilidad que tenemos. Lo solucionamos parpadeando mucho y rezando todo lo que sabemos para que nada se cruce en nuestro camino, o al menos para que podamos esquivar la parte verdadera de la visión. Llegamos a la curva y empezamos el tramo recto que nos llevará hasta el llano antes de la bajada hasta la ermita. Posición aerodinámica sobre la bici para ganar la punta de velocidad que estamos persiguiendo. Al coger el asfalto una vez superada la ermita, ya nos lanzamos para abajo sin contemplaciones.
Nos integramos dentro del cuadro o bien nos mimetizamos detrás del sillín, apoyando el estomago en él. Ganamos velocidad y el golpe de adrenalina no tarda en llegar, sin embargo, en cuanto dejamos el abrigo de la ladera, el viento norte que nos acompaña todo el día nos frena más de lo previsto obligándonos a pedalear para mantener el ritmo. Llegamos abajo y nos incorporamos a la carretera para descender hacia Aras. El viento ahora entra de atrás por lo que ganamos velocidad en este rectísimo tramo descendente de 4 kilómetros que invita a pedalear para aumentar la velocidad. Pedaleamos con alegría y la velocidad nos hace ganar inercia que nos empuja más rápido aún, más velocidad, más pedaleo, más alegría, más cadencia, más velocidad…y nos comemos la recta en un suspiro. En noviembre del 2007 bajé este tramo sin dar una pedalada, a rueda, y adelantando cuando el rebufo me empujaba más que a ellos, pero sobre todo muerto de frío. Una sensación de frío atroz como jamás había sentido. Que distinto de hoy. Llegamos al pueblo y enfilamos la subida a La Travina. Será el primer ataque a esta cumbre todo el grupo al completo. Subimos a tren, todos en bloque. Vamos charlando tranquilamente, señal de que la pendiente no es lo que más nos preocupa, ese privilegio lo tiene el dolor de trasero que se empieza a dejarse notar. Llegamos arriba y lo primero es lo primero. La foto de grupo junto al vértice que demuestre que allí arriba estuvimos todos.
La piedra al zurrón y a comer que es gerundio, o no, pero ya es hora. Seguimos buscando la protección del viento pues sabemos de sobra que cuando paramos a reponer fuerzas la temperatura nos baja de forma drástica. Encontramos unas piedras algo protegidas y consensuamos que es un buen lugar. “El sonido más bello del mundo” no se hace esperar y sale de nuestras latas de cervezas en el preciso momento de abrirlas. Que goce, que deleite, que disfrute… “Xe beu carabassa que es gela”. Aunque hoy lo que de verdad nos reconfortará será el café calentito de después de comer. Una breve siesta con el último bocado en la boca y después el cafelito que tanto ansiábamos y que dará inicio a los preparativos previos a la partida. Nos pertrechamos otra vez con todos los accesorios y nos preparamos para el último tramo de la ruta.
Bajaremos hasta el coche con el vídeo en marcha para dejar constancia de nuestra aventura de hoy. Al final comprobaremos que los vídeos del día han salido algo peor de lo esperado. Tal vez el bacheado camino, o el deficiente acople de la cámara a la bici harán que la imagen salte más de lo deseado, por lo que el visionado no sea tan espectacular y agradable como las ganas que teníamos de verlo. La bajada hacia el coche la hacemos rápidamente, sin sobresaltos y sin momentos de susto, tan solo disfrutando de las trazadas y de mantener la trayectoria hacia nuestro destino. Este camino está menos bacheado que el del Mampedroso, pero aún así saltamos sobre nuestras monturas. De seguir así tendré que llevar el vídeo en una de las novatas que tienen mejor suspensión según dicen estos…. Habrá que proponerlo para montar la cámara y ajustar el sillín a mi altura. Veremos las reacciones. La bajada aún ofrece alguna que otra panorámica de las blancas montañas al fondo y los bikers cruzándose en su trayectoria visual desde mi posición.

Al final, el partido, al que le habíamos perdido el marcador, ha quedado bastante igualado, más por las ganas que hemos puesto que por los goles que le hemos marcado. El caso es que ganando o perdiendo las rutas se sucederán con resultados que al final siempre serán a nuestro favor, sea por la ruta, por el camino, por el paisaje, por los hitos logrados o por las experiencias acumuladas de las que algo aprenderemos para no volver a caer en el error.
De todas formas, una vez metidos en harina es mejor comérsela que ahogarse en ella, trasladado esto a los obstáculos de la ruta. Llegamos al coche juntando nuestras manos y elevando unánimemente nuestra celebración para hacer piña. Ya de camino al R.C. planificamos la siguiente ruta que también será digna de contarla en estas líneas. Por ello os emplazamos a seguir enganchados a esta página para seguir nuestras aventuras a lomos de unas magnificas máquinas que son, al fin y al cabo las responsables de este blog.



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