viernes, 8 de febrero de 2008

Pla de Lluc - Tristán - Porta Coeli

"En la mitología antigua, la montaña es el vínculo entre la Tierra y el Cielo. Su cima se proyecta hacia la eternidad y su base se ramifica en múltiples contrafuertes que forman el mundo de los mortales. La montaña es la vía por la cual el hombre puede elevarse a la divinidad, y la divinidad revelarse al hombre."
Rene Daumal
Pi-pi-pi-pi, pi-pi-pi-pi, las 07.30h. y arriba, con lo calentito y bien que se está en la cama ¿que puñetas hago levantándome?, para un sábado que puedo dormir. Me levanto y desayuno frente a la ventana y como siempre, intentando ver las montañas frente a mi casa, esas que que vamos a subir… pero no se ven, aún es de noche. Esto es lo que tiene el espíritu biker. Con el amanecer en ciernes me voy a Manises a reunirme con el resto del grupo y poner rumbo a nuestra queridísima Serra Calderona. La “Martita” indicándonos el camino hasta el punto exacto de inicio de la ruta en el Pla de Lluc, en Bétera, poquito antes de llegar al monasterio de Porta Coeli. Llegamos con el horario según lo previsto y acto seguido intentamos aparcar, pues entre tantos coches no es fácil, esto parece el parking de un centro comercial la semana de navidad. Lo conseguimos. Descargamos las burras al igual que otros 30 bikers que en ese momento nos observan, la llegada del Toyota y el remolque con sus 4 bicis no pasa desapercibido ya que ocupamos el espacio de 2 coches. Tras pertrecharnos y estirar los músculos nos ponemos en marcha rumbo a la “Fuente de la Gota”.

Vamos detrás de un numeroso grupo que partió poco antes que nosotros, pero a buen seguro no los alcanzaremos ya que dudamos que ellos hagan las paradas fotográficas que nosotros prevemos hacer. Efectivamente, eso queda confirmado a los pocos minutos, un barranco corre a nuestro lado mostrando al otro lado la típica vegetación de monte bajo salpicada por algunos pinos que aquí todavía no son muy numerosos y, destacando por debajo de ellos, una alfombra de aliagas en flor de un rabioso color amarillo inundando el paisaje. Seguimos subiendo mientras nos vamos internando en un bosque cada vez más tupido, estamos en plena umbría y la temperatura no demasiado elevada unida sobre todo a una humedad extraordinariamente alta, refrescan mucho el ambiente, por fortuna no hay ni pizca de viento, y el sol poco a poco gana altura en el cielo a nuestras espaldas.

Varios cruces de caminos nos salen al paso, los despreciamos todos siguiendo siempre por nuestra izquierda bordeando la falda de la montaña, esta hará que el camino se vaya adentrando en ella, por lo que las pendientes se irán encabritando aunque de forma muy progresiva todavía. Pasaremos una zona de chalets y poco después en el barranco de Pedralbilla que nos acompaña por la izquierda desde el inicio y hasta coronar la montaña, veremos una pequeña represa y un salto de agua digno de perder un minuto para contemplarlo, justo al final de esta rampa en la que estamos llegaremos a la fuente de la Gota, llegada que quedará inmortalizada con una instantánea del grupo.



Aquí comenzaremos a ver algunas carrascas salpicando el paisaje, estas son la especie autóctona de esta zona, pero no será hasta bastante más arriba donde las veamos en gran cantidad, pues la mayor parte de la reforestación en La Calderona se hizo de pinos, solo unas pocas zonas concretas se han replantado de carrascas. Seguimos subiendo para llegar a un cruce que tomaremos a la izquierda nuevamente para comenzar la terrible subida que en el día de hoy tendremos que afrontar. Otra de esas subidas que la dificultad la pone el terreno y no el desnivel; un piso muy machacado y con mucha piedra suelta acompañando a piedras puntiagudas de rodeno que crecen del suelo como si de arbustos se tratara. No es que crezcan las piedras no, es que el continuo trasiego de motos que hemos podido constatar, erosionan tanto el terreno que la capa de tierra desaparece del camino, dejando este en piedra viva hasta que se rompen e inundan la pista de las mencionadas piedras sueltas.

Si, ya estamos otra vez con las motos… pero es que en estas fechas estamos especialmente sensibilizados por el tema de la ley de regulación de transito por los montes en el que la Generalitat nos compara con las motos, quads y todo terrenos. Ni en el ruido, ni en la contaminación por combustión, ni en el ancho de las ruedas y grosor de los tacos con su poder de erosión, ni en la potencia generada somos iguales, entonces, ¿en que nos parecemos? ¿en que vamos por el monte? En fin, dejémoslo aquí de momento, aunque seguiremos insistiendo.
Seguimos subiendo como podemos pues el camino promete ir empeorando, tanto es así que llega la primera parada obligada y nos hace echar pie a tierra. Algunas zonas son realmente intransitables y unidas a las duras rampas consiguen su objetivo. En este tramo nos encontraremos con unas cuantas de este tipo. El camino sigue discurriendo junto al barranco pero ahora en línea bastante recta hasta llegar a un giro de 180º al final del cual una pequeña recta nos acercará a un imponente mirador para asomarnos al barranco y contemplar con la perspectiva que nos da la altitud. Unas imponentes imágenes de los kilómetros recorridos y más allá, el valle de Valencia, aunque hoy con mucha calima que nos dificulta enormemente poder contemplarlo en toda su belleza.


También vemos una montaña plagada de carrascas que hasta entonces no habíamos visto en toda su inmensidad. A pie de camino, tan solo eran una pincelada del cuadro que ahora contemplamos. Las fotos se suceden, pues el lugar y las panorámicas lo merecen. Después de un momento de contemplación seguimos subiendo para llegar a otro giro de 180º en el camino, la curva con un firme casi intransitable por las grandes roderas que lo atraviesan, estará cerca de hacernos bajar otra vez de la bici, lo superamos como podemos y seguimos para arriba.
Estamos cerca del cruce de caminos que a la izquierda nos llevará al Mas de Tristany pero que por error tomaremos a la derecha para ir justo por debajo de la casa que veíamos en toda la subida y que creíamos era el Mas. Por error estamos siguiendo un camino equivocado, pues, paralelo a este hay otro camino que sube hacia la caseta de prevención de incendios del Mas de Tristán, ya en el termino municipal de Segorbe.
Hoy hemos transitado por dos provincias aunque solo sea por unos metros. Seguimos por este y llegamos a lo alto de un valle que nos ofrecerá unas espectaculares vistas del camino que acabamos de subir, solo de verlo da vértigo, el camino discurre serpenteando con el barranco ladera arriba y su visión nos recompensa con creces del sufrimiento de haberlo subido.

Seguimos pedaleando cuesta arriba otra vez por un terreno pedregoso, muy bacheado y con mucha tierra suelta hasta llegar a un cruce de caminos por el cual no sabemos que hacer, ya que pensamos que aun no nos toca empezar a bajar. Una consulta más detenida al GPS nos hará caer en la cuenta del error, por lo que tendremos que deshacer los últimos 2 km. para volver al cruce anterior. Una vez aquí ya vemos nuestro objetivo, o sea, el Tristany, pero la cercanía de la caseta de vigilancia que veíamos en lo alto de la montaña nos promete unas soberbias vistas que no podemos despreciar, así que nos disponemos a subirla. En tan solo un kilómetro tendremos que superar casi 100 metros de desnivel, no es que sea para morirse pero no esta mal. Allá vamos.

Llegamos arriba a 803m. de altitud, asfixiados, pues el camino al principio en buenas condiciones, nos animó a tirar de potencia, pero luego se complicó el firme y ya no había más remedio que seguir con fuerza, así que con las pulsaciones disparadas nos sentamos donde podemos para recuperar un poco el resuello perdido y disfrutar eso sí de unas vistas incomparables.

Toda la Sierra de Espadan ante nosotros hacia el norte. A su derecha vemos Vall d´Uxo, y Moncofar a orillas del mar. Frente a nosotros Segorbe, y asomando por encima de una montaña apenas visible la subida al calvario de Sot de Ferrer.


Por detrás de la sierra asomando en la altura el pico del Peñagolosa con sus 1815m.

Más a su izquierda vemos las cumbres nevadas del Jabalambre, justo a nuestra izquierda el pico del Gorgo a 909m. de altitud.

Al girarnos, frente a nosotros, todo el valle del Turia. Por detrás intuimos a través de la calima y de derecha a izquierda la Serra de Martes, Muela de Cortes, El Caroig, Aitana y El Montgó hasta llegar al mar. Todo ello se dibuja ante nuestros ojos con dificultad a través de la neblina que se impone conforme avanza el día, pues estas cumbres tienen tantas ganas de mostrarse ante nosotros como nosotros de contemplarlas.

Después de cobrarnos nuestro premio nos preparamos para bajar y dirigirnos al Mas del Tristany donde tenemos previsto el avituallamiento de hoy.

Lo vemos bajo la montaña a un par de kilómetros, así que desandando el camino nos dirigimos hacia allí. Llegamos primero a la fuente de Tristán junto a unos paelleros y una zona de picnic inmersa en la arboleda y justo debajo del Mas que se eleva en una pequeña colina rodeado de pinos.

Este Mas está gestionado por el centro excursionista de Valencia y se encuentra en bastante buen estado de conservació, al igual que la cercana zona de picnic. Está justo en el camino que comparte el GR 10 y que es un sendero de gran recorrido que cruza toda la península ibérica de este a oeste, desde Puzol hasta Lisboa, del mar al océano, del Mediterráneo al Atlántico. De esta manera seguimos también con nuestra pequeña colección de GR´s, ya que no hace muchas semanas pedaleábamos por el GR7. Y claro, no podía faltar la foto en La font de Tristán.



Calmamos el hambre canina almorzando plácidamente al abrigo que nos ofrece el patio del Mas, resguardados del viento, que aunque de poca intensidad con la sudada que llevamos y la época del año no conviene arriesgarse.

Después nos ponemos como locos a coger bellotas, si, han leído bien, no es que estemos locos, o tal vez si. El caso es que tal y como advertimos la semana pasada y tras pedir consejo a un botánico este nos informa que una de las especies más adecuadas a nuestras exigencias es la coscolla, cuyo fruto y semilla es la bellota; esta planta por sus características, contribuye con sus raíces a asentar la tierra y a pesar de no ser un árbol si es un arbusto que puede llegar a tener un tamaño considerable, no es invasiva y además contribuye de forma activa al mantenimiento de la apicultura y con ella al desarrollo de otras especies vegetales, con lo cual la elección de nuestra “bandera” creemos que está plenamente acertada. Recopilamos unas cuantas semillas para mostrárselas a nuestro amigo botánico y saber si son aptas para plantarlas, así que a la espera de noticias ya os informaremos y celebraremos dicho acontecimiento.

Ahora si que nos preparamos para la bajada, primero tendremos que recorrer nuevamente el tramo que hicimos antes hasta el cruce, cuando nos dimos cuenta del error. En dicho cruce tomaremos a la izquierda, pongo el video en marcha y me preparo a tragar polvo detrás del grupo, en una intensa bajada que nos llevará hasta La Font del Poll.


Parada fotográfica y continuación por el camino de la derecha, pues por la izquierda se sube a Rebalsadors, hoy con la calima las vistas no acompañan y, teniendo en cuenta la hora que es y lo que nos costará subir decidimos dejarlo para otro día, Carlos tendrá que esperar para coronar esta cumbre. Afortunadamente el camino de bajada está en mejores condiciones que el de subida por lo que la velocidad es alta, sin embargo, esto no es óbice para desplegar nuestras más elaborada técnica de descenso cuando la situación lo requiera.
Alguna curva con mucha piedra suelta será testigo directo de ello. Otro cruce de caminos que tomaremos como no… a la izquierda y que nos llevará por detrás del monasterio de Porta Coeli. Poco después una de las gratas sorpresas que encierra esta ruta: La Pobleta. Visto de lejos parece un palacete con torre vigía incluida. Ubicado en un pequeño valle en la falda de la montaña, tan metido en ella que desde el mirador de Mireia no se ve a pesar de estar justo debajo. La próxima vez nos fijaremos más. A continuación adjuntamos una interesante información acerca de La Pobleta y su relación con Porta Coeli.

En el valle de Lullén se alza la imponente cartuja de Portaceli, fundada en 1272, y cuyo priorato abarcaba buena parte de la sierra. De ella dependían tres granjas (La Pobleta, La Torre y la Casa Blanca) y sus bienes incluían ventisqueros para almacenar la nieve natural, minas, amplios bosques. En la vertiente norte, el valle de Toliu acoge el más humilde convento franciscano de Sant Espèrit del Mont.
La fundación de Portaceli marca un hito en la vida monástica del Reino de Valencia, al ser la primera de la orden Cartujana en las recién conquistadas tierras valencianas y la tercera en la península, con dos casas en Cataluña, Scala Dei (1194) y Sant Pol de Maresme (1269).
Portaceli es referencia obligada en la historia de España desde la Edad Media, tanto por la valía y personalidad de sus cartujos, cuya fama trascendió los límites del priorato, como por la influencia política de los mismos en los importantes acontecimientos históricos en que fueron requeridos.
La Cartuja se encuentra situada en un bellísimo y apartado paraje, especialmente elegido para preservar la seguridad y permanencia de la vida Cartujana a través de los siglos. Actualmente, desde la carretera de Bétera, que atraviesa de sur a norte el priorato, hasta la masía de La Pobleta, se llega al monasterio. La Cartuja se levanta sobre un montículo rocoso, al lado mismo del barranco que tomará el nombre de la Cartuja y que recoge el agua de los manantiales que nacen en el macizo de Rebalsadors.
Fue levantada sobre los restos de un pequeño asentamiento musulmán, en estilo gótico y posteriormente reformada a lo largo del tiempo, incorporando nuevas manifestaciones de la historia del arte: del renacimiento, manierismo, barroco y neoclasicismo, conformando un armónico conjunto arquitectónico.
El antiguo poblado de Lullén, situado hacia el interior del valle a dos kilómetros de la Cartuja, queda despoblado al abandonarlo los moros en 1343. Es repoblado por cristianos viejos, quienes construyen una iglesia bajo la advocación de Santa Margarita. El poblado pasa a denominarse La Pobleta y sus habitantes atenderán el cultivo de las tierras en régimen de vasallaje.
En 1835, debido a las leyes desamortizadoras de Mendizábal, los monjes de Portaceli son obligados a abandonar definitivamente el monasterio y el priorato es dividido en tres masías: La Mayoralía, La Pobleta y La Torre, que serán vendidas en pública subasta. Los propietarios se van sucediendo, llegándose a utilizar como explotación agrícola, el monasterio como sanatorio antituberculoso y, posteriormente, como hotel. Finalmente, en 1931, la Diputación Provincial de Valencia adquiere la Mayoralía. Hoy en día se usa como un Hospital para enfermos terminales.
Durante la Guerra Civil Española, en diversos lugares de los términos municipales de Náquera (La Carrasca), Serra (La Pobleta) y Bétera se ubicaron durante cierto tiempo las residencias del Presidente del Gobierno de la República y de los distintos ministros, así como puestos de mando del ejército de la República.
El 7 de mayo de 1937, Manuel Azaña aterrizó en Manises tras haber sido testigo y casi víctima del intento anarquista por adueñarse del poder en Barcelona. Las austeras dependencias de Capitanía y el bullicioso ambiente de Valencia imponían un cambio de paisaje para recuperarse del trance vivido. El lugar donde se instaló el político que mejor encarnó la servidumbre y grandeza de la Segunda República fue La Pobleta, una masía incautada en el término de Serra, rodeada de exuberantes pinares, a dos kilómetros de la cartuja de Portaceli, y a tan solo 27 de la capital. Azaña recuperó con el aire puro de la sierra Calderona, su vocación literaria para dejarnos en las páginas del “Cuaderno de La Pobleta”, uno de los capítulos más apasionantes de sus Diarios de Guerra , sin que se viera afectada la gestión de los asuntos de estado que diariamente pasaba por sus manos: entrevistas y reuniones, visita a los frentes, supervisión de leyes y decretos… La elección de La Pobleta no fue banal, pues, en Náquera, a escasos kilómetros y en “Villa Carmen”, una casa-chalet hoy pasto de las mafias del ladrillo, se reunió ocasionalmente el Consejo de Ministros y también fijaría su residencia durante unos meses Juan Negrín que había sustituido a Largo Caballero en la Presidencia del Gobierno republicano. La zona parcialmente fortificada formaba parte de la última línea de defensa republicana para proteger Valencia.
En la actualid las llaves estaban en poder de los cartujos. Se les puede solicitar la visita.
Seguimos descendiendo y acercándonos al monasterio, este aparece de pronto entre los árboles, ofreciéndonos una bonita estampa del mismo.

Pasaremos bajo el acueducto del siglo XV para ir entre las plantaciones de naranjos que hay hasta la entrada del monasterio y disfrutar por unos instantes de la paz y el silencio que dicho lugar destila. Unas fotos del grupo al completo demostraran nuestra presencia en dicho enclave.



La ruta ya toca a su fin, antes nos queda otra parada en la carretera que baja hasta el aparcamiento; el Pi de la Bassa, con sus 175 años y sus más de 14 metros de altura podría contarnos una apasionante crónica de los avatares ocurridos en La Serra Calderona.



Quizás algún día con un poco más de tiempo nos sentemos entre sus inmensas raíces a escuchar el paso del tiempo, y con ello, las historias que de nuestras montañas y nuestros bosques nos quiera contar.