jueves, 10 de julio de 2008

A Paridera por el Parc Natural del Turia

"La montaña es mi poesía."
Guido Rey

Comprobado que la caída de la semana pasada no ha dejado secuelas evidentes en el más veterano del grupo y contentos por esta buena noticia, nos ponemos en marcha. Solo 2 de los 4 miembros de Roda i Pedal habíamos realizado esta ruta hace ya unas cuantas semanas, ya entonces los que quedábamos nos propusimos dejar el pabellón alto y no dejar en mal lugar las expectativas que los caminos tienen de nuestro grupo. Hoy les mostrábamos el camino al resto de los componentes en un asalto más a otra cumbre, una pequeña atalaya de no más de 260 metros de altitud sobre el nivel del mar pero con unas vistas extraordinarias a todo nuestro alrededor. Con esa idea salíamos hoy a pedalear. En aquella ocasión con el grupo medio desmantelado y con las recientes lluvias unidas a la larga distancia de la ruta prevista nos desaconsejaba transitar por el nuevo camino ribereño del Turia, intuíamos tal cantidad de barro en ese camino que lo mejor sería ir por el camino de siempre, pero al llegar a la presa la mágica atracción de los nuevos caminos abiertos y tras ver en los primeros kilómetros que no había tanto barro como pensábamos nos hace aventurarnos y cruzar el río por el puente de Valencia la Vella. Hoy no había lluvia que nos pusiera excusas pero aún así decidimos recortar un poco el camino y dirigirnos por el camino de siempre y pasar por tramos largo tiempo abandonados para dirigirnos hacia Traver, también nos servirá para dejar huella de esta ruta en el GPS que inexplicablemente no era conocedor de este camino. Desde allí cruzando por el puente viejo de Riba-Roja hacia el monasterio Cisterciense de Benaguacil, hoy dejamos a nuestra derecha la Montieleta y transitamos paralelos a la balsa de riego, paramos junto a ella para admirar la imponente balsa y el conjunto de compuertas que regulan la salida del agua de la misma, también vemos las ruedas de molino (intuimos que de aceite) que hay plantadas allí mismo a modo de monumento.



Poco después no tendremos más remedio que salir a la carretera por espacio de 500 metros hasta cruzar la carretera de Vilamarxant a Lliria. Ahora ya estamos en una carreterita asfaltada pero sin tráfico de coches que discurre paralela al Turia por la margen izquierda del río. A estas alturas de la ruta el colocón a azahar es tan brutal que casi vamos dopados, no nos gusta utilizar este símil por las connotaciones tan negativas que el tema del dopaje esta infligiendo en el deporte del ciclismo, pero si los colocones son de algo tan sumamente natural, bueno y placentero como este apabullante aroma lo suscribimos plenamente, sinceramente no eludimos la ocasión para pillar estos colocones primaverales que son una autentica bendición y que hacen muchísimo más amena cualquier ruta, esta será la tónica de toda la jornada, excepción hecha claro está de la subida a Paridera que en pleno monte y lejos de cualquier campo de naranjos, no nos permitirá esa placentera sensación olfativa. Desde aquí nos dirigimos hacia la zona recreativa de La Pea, junto al Mas del Riu nos desviamos a la izquierda para transitar por el PR y pasar por encima de una acequia tapada, esta es una zona no ciclable por lo que tendremos que hacer aquello que tanto nos gusta de echar pie a tierra. Hoy no entraremos en la zona recreativa de la Pea perteneciente al termino municipal de Benaguacil aunque, pasaremos cerca buscando la cantera que bordearemos por debajo y pegados al río hasta alcanzar el puente por el que volveremos a cruzar el Turia y, encaminarnos directamente a las primeras rampas de los montes de la Pea.


Dejaremos el camino asfaltado que sigue hacia la derecha y nos meteremos por un camino de tierra que comienza a subir. Nos recibe una primera rampa que poco a poco se va agarrando a las piernas, enseguida encontraremos la rampa más dura de la etapa de hoy, no muy larga pero intensa, vamos sufriendo casi todos, en cambio Carlos cree que estamos llaneando (por no decir que bajamos), en medio del esfuerzo oímos las rápidas rodadas de unas ruedas que se acercan por detrás y nos adelanta con pasmosa facilidad y rapidez, ahí va el torito a su bola para arriba. No nos acordábamos del camino aquel día pues lo habíamos recorrido mucho tiempo atrás pero en sentido descendente, hoy en cambio no hay dudas, estamos en un tupido bosque de pino mediterráneo con mucho arbusto y monte bajo que nos adentra en su sombra y nos refresca la intensa sudada que a estas alturas acumulamos. Seguimos pedaleando para ir acercándonos a la parte alta del camino y comenzar a tener las vistas algo más despejadas. Enseguida nos adentramos en la parte calcinada del monte y la pena que sentimos es comparable al sufrimiento de la subida, ver los restos quemados de lo que fue un inmenso bosque y hoy tan solo es piedra chamuscada nos supone una tremenda tristeza. Pasamos junto a unos chalets que milagrosamente resistieron al fuego y ya nos vamos guiando visualmente hacia nuestro destino de hoy.
Un camino a la derecha bastante escarpado y poco rodado nos advierte que es el que tenemos que tomar. Poco más adelante el GPS nos indica por donde hay que subir, así que a la vista de la ladera que se nos presenta delante echamos pie a tierra sin siquiera plantearnos subirla en bici. Detrás de unos árboles vemos que el camino se ha acabado y que vamos monte a través, esta vez caminando por los restos del monte quemado; por ver algo positivo nos animamos mutuamente comentando que a pesar de todo la naturaleza sigue su curso, y que la abundante y variada vegetación poco a poco va ganando terreno en el desolado paisaje. Aquel día aparcamos las bicis en un inmenso tronco quemado y nos dirigimos andando hacia el vértice ya que ir cargados con las bicis por este terreno era algo complicado, en cambio hoy cargaremos con nuestra máquinas para llevarlas junto al vértice e inmortalizarlas junto a nosotros en tan magnifico paraje, demostrando así que otra cumbre a sucumbido a las implacables ganas de coronar cumbres de Roda i Pedal.


El esfuerzo de acarrear con las bicis por este terreno abrupto nos hace llegar junto a nuestro destino con una abundante sudada. La foto de grupo no se hace esperar ya que estamos ansiosos por hincarle el diente al almuerzo que pacientemente espera en nuestra mochila, su trabajo es corto pero intenso y siempre lo hace con tal brillantez que es uno de los momentos más esperados por el grupo. Nos arremolinamos junto al vértice y bocata en mano vamos desgranando los acontecimientos sucedidos a lo largo de la semana, luego nos disponemos para la contemplación de los paisajes que se nos brindan desde estas alturas, lástima que la nubosidad y la bruma que hay en la distancia nos merma considerablemente la visión en cualquiera de los 360º “completos” de horizonte que pueden distinguirse desde este punto, tanto es así que no somos capaces de distinguir los picos más lejanos como el Pico Rope por ejemplo, tan solo Les Rodanes son perfectamente visibles ya que la proximidad a ellas (unos 5km. en línea recta) lo permite. Toca volver. Nos cuesta encontrar "el camino" de vuelta en medio de este caos vegetal y pedregoso, sin embargo esto no hace desistir a nuestro intrépido reportero gráfico de volver atrás para conseguir la instantánea soñada.

Reunificado el grupo emprendemos la vuelta iniciando una vertiginosa bajada por donde antes tanto nos costo subir. Llegamos otra vez a la carreterita asfaltada que lleva a Vilamarxant, hemos llegado en un suspiro, la bajada sin complicaciones, ya que no presenta gran dificultad técnica ni tampoco terreno en demasiado mal estado. Paramos para ver el contraste entre un campo de naranjos totalmente abandonado con sus ramas secas y al otro lado del camino un campo de almendros con sus nuevas e intensamente verdes hojas bañando de color la falda de la montaña. Ya toca desviarse a la izquierda para bajar hasta el puente sobre el río, ahora no tendremos la suerte de volver a ver la perdíz que vimos al venir y que corría delante nuestro por el camino como si nos quisiera mostrar por donde debíamos ir.


Desde aquí hasta Traver nada destacable a no ser la velocidad que imprimimos a nuestro pedaleo a pesar del viento en contra, y es que aunque un tanto aburrido, el asfalto ayuda a dar pedales con ganas. Una vez dejamos atrás Masía de Traver nos acercamos al río para no dejarlo hasta la subida que nos dejará en Manises junto a la escala segunda, bajo el puente del aeropuerto a Paterna. Iremos todo el rato junto al Turia dando pedales con ganas y haciendo subir la media décima a décima situándola al final de los 68km. de ruta en los nada despreciables 16.2km/h. Ya en nuestro rincón (el rincón del biker) y con una cerveza en el regazo (los que podemos beber cerveza) comentamos las vivencias de hoy y "echando de menos" alguna que otra caída que amenice la ruta. La semana que viene más, nos toca repetir una ruta que nos dejo una gratísima sensación tanto por los lugares visitados como por las sensaciones vividas en los trepidantes descensos. Esperamos ansiosos el momento de revivir esas sensaciones.