sábado, 15 de enero de 2011

Manises-Ermita Santa Ana

"La creación de mil bosques está contenida en una bellota." -Ralph Waldo

No quisiéramos olvidar en esta primera entrada del año, que en este 2011 estamos en el año internacional de los bosques. En esta página encontrareis la resolución de La ONU:
http://dhpedia.wikispaces.com/2011,+A%C3%B1o+Internacional+de+los+Bosques



Para mi gusto en este sentido, el texto es templadito y no trasmite mucha fuerza y/o convicción. Igual es porque todas las resoluciones de La ONU son de este estilo; y así nos va. También reseñar que esto es de finales de 2006: cuatro años de retraso para proteger algo tan frágil y necesario; cuatro años, y sobre todo este que acaba de comenzar en los que apenas si hemos sabido nada sobre este tema, bonita manera de promocionar y hacer hincapié sobre una resolución tan importante; en cambio el coche del año si que lo promocionan bien, en fin. Pero bueno, hagamos desde aquí un poquito de fuerza… y vamos a por faena.



Ya hacía semanas que especulábamos sobre cual sería la entrada número 100 de este blog que nos ocupa desde mediados 2007. No es que hubiera ansiedad por cumplir esa marca pero sí había ganas. Y con estas nos encontramos cuando subiendo esta crónica que pensábamos era la 99 va y resulta que salta la banca... Nos daremos un homenaje a su costa.

Esta semana no es que hiciéramos una ruta espectacular como quizá se merecía este evento, pero recorrimos una zona muy nueva para nosotros. La ruta pasaba por zonas de gran interés y belleza: aunque la mayor parte es zona urbana y entre polígonos industriales y urbanizaciones. Esto resta mucho encanto ya que hay que ir constantemente pendiente del tráfico a nuestro alrededor y sin poder dar pedales con ganas ni disfrutar de baches y terrenos pedregosos que realmente son lo nuestro. Íbamos a llegar, desde Manises, hasta la preciosa ermita de Santa Ana de Albal. Pero como siempre vamos desde el principio.
Les contaba en la base antes de salir a los compañeros la caída del miércoles, y el cachondeíto no se quedó guardado en el tintero, como era de esperar. Cerramos la puerta de la base a nuestras espaldas y el “Treki” toma el mando. De momento no necesito sus instrucciones ya que conocemos el inicio de la ruta: hasta la pasarela sobre la vía del tren allá entre Aldaia y Alaquas. Destacar la tremenda humedad ambiental que lo empapa todo y deja un paisaje post lluvia, pero no, solo es humedad saturada hasta el punto de rocío. Por suerte la temperatura no es muy baja y nos permite ir con cierta comodidad térmica. Destacaremos del inicio el impresionante jardín que bordea Aldaia por la parte este, y que con su carril bici y carriles para andar se convierte en un auténtico y precioso pulmón para la ciudad. Y bastante limpio, no como el siguiente tramo.
Al final llegamos a la vía. Transitamos por este carril paralelo a la vía que está lleno de cagadas de perro. La guarrería humana no tiene límites, así lo demuestran quienes permiten a sus mascotas desahogarse en mitad de la acera, convirtiendo este tramo en una carrera de obstáculos de tanto esquivar “plastas” de todos los tamaños y colores. Tras la pasarela giro a la izquierda hasta el polideportivo, luego a la derecha y hasta el castillo pasando la zona de casitas bajas. Autentico sabor a pueblo. Barrios humildes que nada tienen que ver con las grandes avenidas importadas y con vecinos deshumanizados que apenas saludamos al prójimo. El castillo espera en su sitio nuestra atónita reverencia ante su majestuosa figura.

Lo rodeamos por completo para no perder detalle. Lastima que no podamos entrar a su patio de armas ya que está cerrado. Se tendrán que conformar con verlo por dentro en las fotos que hice cuando vine solo o buscar la gran información del mismo que hay en Internet.

Luego seguimos callejeando por el pueblo hasta el carril bici que bordea por el sur pegado a la carretera. En la rotonda que lleva a Torrent giramos a la izquierda por encima del trazado del Ave y vamos entre naranjos hasta el polideportivo de Picanya. Lo atravesamos entre la preciosa pinada junto al restaurante y salimos al carril bici que nos llevará hasta Picanya. En la entrada del pueblo giro a la derecha para seguir el carril bici hasta el parque junto a las vías del metro. Lo alucinante de esta zona de poblaciones es la impresionante red de carriles bici que tienen. Por supuesto que tienen sus lagunas, y más si la transitas a menudo y conoces sus deficiencias, pero para quien va una vez como nosotros no deja de asombrarnos la puesta en marcha de esta red. En otras zonas no podemos ni soñar con esto, pongamos Manises como ejemplo. Rodamos en fila por el parque, admirando la preciosa arboleda que colorea el invernal día con mil tonos de verdes y ocres. Cruzamos la vía para dirigirnos hacia el cementerio, luego a la izquierda. Zona de naranjos y masías. Casonas instaladas entre azahar y anegadas de soledad, lejos del mundanal ruido; casas muy cuidadas que despiertan nuestra sana envidia y admiración.

Continuamos hacia la autovía para ir junto a ella hasta la torre de telecomunicaciones. Por fortuna es el único rascacielos de la zona a día de hoy. La crisis paralizó la construcción del mega faraónico macroproyecto del Catarroja Nou Mileni, una barbaridad urbanística aún mayor, si cabe, que el Gran Manises. Digo paralizó porque ya veremos una vez superada la crisis que se hace de estos proyectos. Resumiendo: más cemento, menos huerta; más consumo de recursos, más residuos; mayores urbes, menos espacios naturales y mayor presión sobre los que quedan; más modelos importados y menos que ver con nuestra cultura y nuestras raíces. Progreso. ¿Más del que tenemos? ¿Queremos más de esta “des-sociedad” que estamos creando? Algunos dirán que eso es progreso, que hay que avanzar, crear puestos de trabajo. Y volver a caer en este agujero en el que estamos desde hace tres años. Aquí también valdría el famoso propósito de “reducir, reutilizar, reciclar” que tanto nos venden los organismos oficiales cuando les conviene, aunque lo cierto es que solo se hace por que es políticamente correcto, el resto importa una “mie…” de perro. No necesitamos más suelo urbanizado, necesitamos utilizarlo más responsablemente.

Pasado el momento conciencia seguimos con el propósito de la crónica. Pasamos sobre la autovía y ya tenemos de frente la pinada de la ermita.

Llegamos hasta ella para admirar la joya arquitectónica que es este precioso edificio. Hay constancia de su existencia desde al menos 1402, ahí es nada. No creemos que en aquél entonces tuviera la exquisita arquitectura que tiene hoy, sería algo más modesto, más enfocado al uso puramente religioso, a la Fe, al culto por la Virgen que descansa en una pequeña cueva tras la ermita. La centenaria pinada rodea todo el paraje al que se anexan servicios como el polideportivo y un depósito de agua que se asemeja en su diseño a un “pluviómetro” gigante. Nos hacemos la foto de grupo antes de ponernos en marcha ya que aún es pronto para almorzar. El sufrido trípode sigue aguantando marea pese al amable ofrecimiento de una “feligresa”, pero por-no hacerla esperar…

Volvemos a pedalear entre naranjos y campos de cultivos hacia el Vedat de Torrent. La montaña apenas sobresale en el paisaje. Las masías han desaparecido de esta zona, al menos las espectaculares masías que veíamos al otro lado de la autovía. Los caminos asfaltados nos conducen hacia el canal Júcar-Turia. Llegados a él lo seguiremos hasta que desaparezca bajo la montaña del Vedat. La montaña aún está, el bosque autóctono de la zona ha sido reemplazado por otro bosque artificial de asfalto, ladrillo y árboles ornamentales. Por lo menos aún quedan árboles, pequeños pulmones que intentan respirar y expandir sus raíces entre el alquitrán y las conducciones de todos los servicios que permiten vivir, al ser humano, con este grado de lujo que lo hacemos en occidente mientras más de medio mundo carece de lo imprescindible para vivir; pero claro, todo esto es “imprescindible” para nosotros.

Nos está quedando una crónica de lo más aseadita. Como para ir a pedir financiación oficial para el grupo, jeje. Será por celebrar el año internacional de los bosques…. de los que quedan. Será por aquello de dar un pequeño impulso desde esta bitácora. Será por recordar lo “cañeros” que éramos en nuestra juventud cuando leamos esto en nuestra dorada jubilación, esa que alcanzaremos gracias al progreso desmedido del capitalismo. Peor estaban en otras épocas dirán algunos. Y razón tendrán, pero ni lo uno ni lo otro. Se supone que ahora tenemos mayores posibilidades y nos tendría que permitir vivir mejor, pero realmente ¿vivimos mejor o solo vivimos más tiempo? Y es que todos estos temas los tratamos, de una manera o de otra, una semana si y otra también. No es algo que nos haya pegado de golpe… hala, vamos a “rajar” que si no nos aburrimos… Uf, si el momento conciencia ya había pasado. Estoy por subir este párrafo y juntarlo con el otro. Entramos en la urbanización y giramos a la izquierda en busca del área recreativa de la Canyada del Conill, lugar elegido para almorzar, un error en la configuración del GPS nos hará dar un par de vueltas por la urbanización como pollo sin cabeza. Finalmente encontramos, entre los pocos terrenos que quedan por construir, que no por urbanizar, la zona de recreo. Disfrutamos de las instalaciones mientras almorzamos bañados por los cálidos y amables rayos solares que nos acarician en pleno invierno. Hoy si que hay café… y hasta cucharilla. Después del ágape nos ponemos a subir la montaña. Tranquilos que apenas si tenemos que cambiar de desarrollo. Llegamos junto al esqueleto del hotel Lido. El expolio y bandidaje hace difícil que este inmueble pueda volver a ser utilizado. Mucho nos tememos que tarde o temprano solo le quede la demolición, pues su estado se antoja irrecuperable. Bajamos hacia la iglesia y continuamos bajando en busca del canal tras salir de las entrañas de la tierra.

Cruzamos la carretera y nos pegamos al cauce, de frente hacia Perenchixa. Luego el canal gira y nosotros con él. Cruzamos la carretera del Mas del Jutge, la autovía, la vía del Ave y el barranco del Pollo por encima del canal. Una estrecha acera entre el agua y el precipicio, entre la espada y la pared.

Luego de frente por delante del cementerio para cruzar la vía del tren y entrar en el P.I. junto a la A 3 y “salvar” por la pasarela la autovía. Ya en terreno conocido llegaremos a casa para diseccionar los recuerdos de la ruta a golpe de cerveza. Que mejor forma de terminar una pedalada que nos ha permitido conocer una zona muy nueva para nosotros y ofrecernos alternativas de pedaleo para huir de las rutas más trilladas del grupo. Atentos a la próxima entrega que será un número redondo. Esa entrada bien merecerá una celebración que os contaremos antes de la entrada 200. Palabra de Roda i Pedal.




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