jueves, 27 de diciembre de 2012

Bocairent-Nac.Vinalopó (Ermita Sto.Tomás)

"También los manantiales y los pozos se agotan cuando se extrae demasiado y muy frecuentemente de ellos." Demóstenes

Íbamos a terminar el año tal y como lo habíamos empezado, pedaleando. Al final, en estos días de Navidad, las vacaciones de unos y el día libre del otro, junto al determinante factor meteorológico que permite la salida, nos pone a prueba en esta ruta de Bocairent. Así que a las 8 en la base, y tras los preparativos y viaje por carretera llegamos a la estación de tren, reconvertida en hotel, de Bocairent.
 
Entre la pinada ya tenemos una primera postal de la ermita del Santo Cristo encaramada a la colina norte del pueblo. Tomamos un reconfortante café calentito mientras estiramos y nos pertrechamos con el equipo para combatir esta baja temperatura con la que nos ha recibido la Serra. Nos ponemos en marcha atravesando la pinada hacia el oeste en busca de la carretera de Alcoi entre un polígono industrial. Giramos a la izquierda en la rotonda e iniciamos la subida por carretera. Es una carretera con poco tránsito, tan poco que no nos cruzamos con nadie y podemos subir tranquilos y a nuestro ritmo. La subida no es muy cruel y permite regular la marcha, aunque en algunos tramos podemos exhibir fuerzas y poner un puntito más de exigencia.
 
Vemos como ganamos altura a pasos agigantados pues la panorámica crece a nuestros pies de forma brutal: la ermita ya no queda al otro lado del valle allá arriba, ahora está allá abajo y tras ella se abre un mundo de montañas y valles más o menos visibles e identificables en la distancia y entre la bruma. Llegamos a identificar justo encima de la ermita nada menos que el Penyagolosa 165 kilómetros más allá. Seguimos subiendo para llegar a lo que será el distribuidor de la ruta: en este punto es donde iniciaremos y terminaremos las dos visitas programadas.

Giramos ahora a la izquierda y enseguida a la derecha para meternos en una gran pinada por una pista. Mirando la hora y la cara de Carlos decidimos parar a almorzar. Lo hacemos cuando la pinada se abre a un extenso campo de cereales ya cosechados pero de los cuales vemos algunos restos. Al otro lado del camino el Mas de Nones languidece poco a poco.
 
Tras el ágape seguimos pedaleando para encarar la subida a la montaña que tenemos de frente. Nos encontramos con un senderista y le preguntamos por la senda de bajada a Bocairent, nos dice que si, que se puede bajar en bici y que él ve a muchos ciclistas bajar por allí, que solo hay uno o dos escalones. Esto confirma la información que me habían dado de que se podía bajar sin problemas, al igual que la senda del Vinalopó.
 
Nos internamos en la pinada y llegamos a la Casa Reiner, una preciosa casona restaurada y con un encanto singular metida en medio de la pinada y con una fuente brotando allí mismo. Ahí giramos a la izquierda para bordear la casa y seguir adentrándonos en el bosque. El camino empieza a presentar alguna que otra dificultad; a la humedad del bosque se unen las piedras mojadas que sobresalen del camino en un terreno poco transitado y que las corrientes de agua modelan a su antojo. La pendiente tampoco ayuda, así que empezamos a tirar de potencia en algunos sitios para ir subiendo poco a poco, pero bueno, es más la poesía que la práctica, es un camino algo roto y con baches pero sin mayor dificultad, eso si, el entorno es algo maravilloso.
 
Las vistas que vamos contemplando, mueren poco más allá cercadas por la miríada de árboles que engrandecen este bosque: pinos y carrascas se multiplican junto a oréganos, romeros y otras hierbas aromáticas que despliegan sus embriagadores aromas por un monte fresco y húmedo. Tras esta larga subida comenzamos una bajada por caminos interiores y en mejores condiciones, las piedras dejan paso a un firme compacto de arena rojiza y hierba. Algún tramo de barrizal nos hará buscar pasos alternativos hasta llegar cerca de la Font de Mariola.
 
Con las vistas despejadas hacia el este, el Montcabrer y el castillo de Mariola se dejan ver como faros para guiar nuestras pedaladas que nos llevará hasta la Font, donde paramos bajo el impresionante árbol hoy que está solitario. La otra vez que pasamos por aquí en la ruta: http://rodaipedal.blogspot.com.es/2010/04/cronica-de-serra-mariola.html estaba atestado de gente y no nos llegamos a acercar. Hoy visitamos el lugar con calma y disfrutamos en compañía de este colosal árbol.
 
Continuamos por el camino en dirección a la Cava Arquejada y poco después vemos la entrada a la finca Mas del Parral. Como ya habíamos pedido permiso y lo teníamos de sus propietarios para ir a visitar la ermita de Santo Tomás, nos adentramos en la finca y llegamos a la masía reconvertida en casa rural. Allí sale a recibirnos Jorge que nos acompaña y nos abre la pequeña ermita para que podamos verla y fotografiarla. Nos explica la restauración que han llevado a cabo mientras nos explica el trabajo que tiene mantener una finca como esta.
 
Nos quedamos encantados del entorno, de las vistas y tranquilidad que se respira y como no, de la amabilidad con que hemos sido recibidos, dejando aparcados sus quehaceres para acompañarnos en esta minimalista pero encantadora visita. Muchas gracias Jorge por tus atenciones. Nos despedimos encantados no sin antes haberle pedido consejo sobre el camino a seguir.

Acto seguido, nos ponemos en marcha en una bajada divertida que nos deja al otro lado de la zona de acampada de la Font de Mariola y nos encara a la urbanización Pinatell. Giro a la derecha y rodeamos el camping. Luego comienza otra subida por camino forestal. Baches piedras raíces y barro nos salen al paso. Disfrutamos en este terreno biker que pone a prueba nuestra habilidad encima de la bici y que no suele ser nuestro entorno habitual, más acostumbrados a pistas y caminos en no muy malas condiciones, así que cuando el camino se estropea y encabrita, nos saca más abruptamente de nuestro hábitat. Poco a poco vamos acumulando tesoros paisajísticos y sensaciones a raudales. Cuando el camino mejora ganamos velocidad en una bajada que nos llevará hasta la ermita y fuente de Sta. Bárbara.
 
La ermita está anexada a un gran edificio que pensamos pudiera haber sido una antigua venta. Vemos la fuente y un enorme tronco de árbol apuntalado con dos pilares de ladrillos. A estas horas ya se nos ha echado el tiempo encima y hay que recalcular la ruta. Decidimos dejar la visita del río a su paso por Banyeres pues teníamos marcado un pequeño rodeo para evitar la carretera y llegar hasta allí. Acortamos aún más esta visita y casi ni gozamos de la fuente ni nada. Seguimos para bingo.
Junto a la casona giramos a la derecha y enlazamos con la carretera de Mariola. Allí mismo un sendero se pega al margen izquierdo de la carretera, una senda llana y rojiza que planea bajo la arboleda y que evita el asfalto, pero esta carretera aún tiene menos tráfico que la de Alcoy y vamos ganándole tiempo al tiempo. Cerramos el primer círculo y comenzamos el ocho. Llegamos al cruce por donde hemos subido de Bocairent. Giro a la izquierda y tomamos el camino del Buixcarró, una pista ancha junto a unos chalets en bajada. Cruzamos el barranco que encauzará al río Vinalopó y giramos a la derecha junto a la estación de transformación.
 
Iniciamos la senda. Al poco unas piedras nos hacen bajar de la bici, luego tenemos que bajar para vadear el barranco por unas inestables piedras sobre la corriente, luego otro vadeo más complicado, luego… esto es un suplicio. No nos gusta tener que bajar de la bici por sistema. Una cosa es un obstáculo, uno; pero bajar constantemente de la bici nos toca en la línea de flotación de la moral. Cuando diseñe esta ruta pregunté en varios foros a bikers y senderistas si esta senda era ciclable o había que llevar mucho tiempo la bici al brazo, me dijeron que sí, que mayormente era ciclable, pero lo que hemos encontrado hoy no se corresponde con lo que me dijeron. Nuestra recomendación es que esta senda simplemente no es ciclable. Puedes llevar la bici pero lo harás más tiempo andando que subido en ella. Recomendamos por tanto seguir por el camino del Buixcarró y luego desviarse a la derecha por Casa Guilella para llegar hasta el río y allí remontarlo hasta la font de la Coveta que es el manantial de aporte del río Vinalopó, aunque cuidado con seguir la absurda señalización consistente en una flecha y el logo sobre un panel de acero, ni indica adonde va ni cuanta distancia y tiempo queda, solo es una flecha… que por cierto habrá costado una pasta para más inri. Me gustaría conocer al lumbreras con la idea para decirle un par de cosas. Eso si, el paisaje de la senda es bonito por la calma que trasmite.

Al final llegamos a una zona donde se pedalea por un camino algo más ancho y enseguida llegamos a la Font de la Coveta. El agua brota del interior de la cueva y de la montaña y vierte sus aguas al barranco que veníamos acompañando.

Un pequeño azud remansa el agua y crea una poza de agua cristalina y fresca. El lugar es maravilloso y el sendero también, si vienes con idea de hacer senderismo, pero si vienes cargado con la bici a cuestas la perspectiva cambia.
 
Llegamos al camino y con él hasta la fábrica de Blanes, o lo que queda de ella: la enorme ruina de lo que fue una importante industria papelera y antes molino. En una ocasión, hace unos años estuvimos comiendo en este mismo lugar con unas sillas plegables y una mesa a orillas del río. Cerca de esta vieja fábrica está una de las joyas del Vinalopó, el Toll Blau, una serie de saltos de agua que caen a una poza de color azulado. Debido a lo inútil de la señalización que antes comentaba y que los puntos de referencia para ubicar este paraje no son del todo exactos nos lo hemos perdido. Junto a la fábrica sale un camino que llega hasta Banyeres y es el que quería tomar para ganar algo de tiempo, pero buscando alguna dichosa señal que ubicara el sitio, me he despistado y casi era peor volver que continuar, así que hemos llegado hasta la carretera junto al Mas del Ull de Canals. Se trata del centro de interpretación de la Serra Mariola así como un alberge. Poco más adelante nos incorporamos a la carretera y antes de cruzar el puente sobre el río veo un camino que baja hacia la arboleda, hacia la zona que quería visitar, con otro antiguo molino y zona recreativa, pero ya no hay tiempo para la visita.

Seguimos por la carretera para iniciar la subida hacia Banyeres. Encontramos poco tráfico en la carretera, y aunque la subida tiene su miga lo es más por el ritmo que hemos marcado que otra cosa, sin embargo este 8% de desnivel se va quedar en nada en cuestión de segundos.

Encaramos el pueblo admirando el soberbio castillo que se alza en la parte alta. Giramos a la derecha y nos topamos con una pared brutal. Ante esto ya estamos calculando cuando vamos a echar pie a tierra. Lo metemos todo de golpe; plato, piñones, bloqueo de suspensiones, volcarnos sobre el manillar y apoyarnos en la punta del sillín. Enseguida viene aquello de zigzaguear por la calle. Y contra todo pronóstico vamos avanzando. Llega un momento en que sabemos que toca sufrir pero que esta rampa ya no nos descabalga. Con guasa vemos el nombre de la calle “carrer dels pardalets”, e inmediatamente pensamos que así nos vamos a quedar nosotros y la risa nos ayuda a soportar el castigo. Llegamos a un “respiradero” (nuevo nombre con el que bautizamos los descansillos en mitad de una subida; otra entrada al diccionario particular de “tontónimos” de Roda i Pedal) al tiempo que la calle gira a la izquierda, luego otra rampa y giro a la derecha, más rampa, izquierda y otra vez izquierda antes de encontrar el siguiente respiradero en mitad de esta brutal subida por las calles del pueblo. Giramos a la derecha para encarar la subida al calvario. Pero el calvario es un juego de niños, el verdadero calvario, o suplicio, o como queramos llamarlo, lo acabamos de dejar atrás. Los cipreses no dejan en ningún momento una vista despejada de la ermita allá arriba en la colina.

Tendremos que llegar hasta allí para poder ver la ermita del santo Cristo. Dejamos las bicis y andamos un poco para recuperar fuelle y pulsaciones. Estas tardan un poco en estabilizarse ante la brutal subida que nos acabamos de marcar. Esta subida, aunque sin vértice, también marcará la tija de nuestras bicis.

El castillo es visible desde el lateral de la ermita y un poco por aquí y por allá, entre cipreses, desde la parte delantera. Aquí al lado hay una fuente y unos bancos con vistas hacia la peña Blasca y el Menejador que nos servirán de acomodo para la ansiada comida. Comentamos la brutal subida y comparamos sensaciones con otros grandes colosos como el Montduver o la rampa del embalse del Molinar: http://rodaipedal.blogspot.com.es/2012/06/alcala-del-jucar-embalse-del-molinar.html.

Acto seguido, damos cuenta del bocata y la cerveza y tras el ágape, mataríamos por un café, pero no hay tiempo ni de café ni de matar, eso sí, si alguno quiere hemos visto un bar justo antes de comenzar la subida, jeje. A las 16 h. nos ponemos nuevamente en marcha para hacer la digestión pedaleando, como no podría ser de otra forma, ya que tenemos tan solo una hora para llegar al coche en condiciones óptimas de luz más un pequeño margen de tiempo para imprevistos.

Bajamos hasta el cementerio por asfalto y allí tomamos el camino de la sierra Mariola que sigue recto. Pronto se convierte en un pedregal y lodazal en medio de la sierra. Pequeñas subidas de potencia que a punto están de costarme una caída en medio del charco al desmoronarse la pequeña trazada por la que intentaba pasar.

A la derecha las vistas sobre el valle del Vinalopó, el castillo de Vinalopó y al fondo la casa Reiner y la cima del Montcabrer. La ermita de casa Guilella queda oculta ahora, pero pronto se hará visible con su inconfundible color amarillo entre este mar de rojos y verdes. Llegamos al punto más alto de esta parte de la ruta y ya es todo para abajo. En este punto, cerramos el segundo círculo y con él el ocho que hemos dibujado aquí arriba.

Tomamos la senda que sale al otro lado del asfalto. Durante unos metros baja pegada a la carretera, luego se adentra en el barranco y comenzamos a bajar como cabras por un sendero roto o algo más allá. De momento la inercia de la bajada nos lleva y solo hay que preocuparse de la trazada y de no bloquear en exceso el freno delantero para no salir por cuernos. El problema es que cuando perdemos inercia de bajada y la rueda delantera tropieza en una piedra la bici se cruza, y al final es más seguro bajar de la bici que arriesgar y seguir bajando. Ante el infernal panorama que se presente en los siguientes metros ya no subimos y seguimos arrastrando la bici, y esta postal empieza a alargase más de la cuenta, tanto que nos quedan 20 miserables minutos de penurias y arrastrar la bici por este tsunami de piedras que es la senda. Alguien me dijo en un correo que esta senda la hacían de subida sin mayores problemas arrastrando la bici en un par de sitios, así que de bajada no habría problemas… los cojo-ujkmtxhññññññ… esto es imposible, esto es una TRIALERA en mayúsculas y en toda regla, esto es destrozar los senderos con premeditación y alevosía, pero es que a los senderistas (al menos, a algunos) les da igual, e incluso uno de ellos nos la ha recomendado esta mañana como que no había problemas, ¡¡¡ increíble !!! ; nosotros, por donde vamos en bici no se lo recomendamos a los vehículos a motor pues sabemos que van a destrozar el camino, si no cuidamos lo nuestro cómo vamos a cuidar lo de los demás. En fin, que de haber tenido la más remota idea de lo que nos esperaba, teníamos la bajada por una carretera sin tráfico y con una buena pendiente que nos habría hecho disfrutar de lo lindo. Pero ya esta hecho, y cuando estamos en mitad de este tormento no vamos a permitir que esta sensación arruine una ruta magnífica por un paraje de incalculable valor paisajístico. Solo queda hacer las recomendaciones de rigor para que otros no cometan en mismo error a no ser que quieran cometerlo con todo uso de razón. Repetimos, esta senda y la del nacimiento del Vinalopó no son ciclables. Salimos de este mal trago y enlazamos con un estrecho camino asfaltado entre campos de cultivos que nos baja como un tiro hasta el polideportivo junto a la estación del tren y final de la ruta, hemos cerrado el tercer círculo de hoy. Antes nos acercamos a la gasolinera a darles un bañito a las gordas que se han ganado a pulso el nombre de bicicletas todo terreno. Culminamos el año juntando las manos en nuestro grito de guerra “Roda i Pedal” ante el café de fin de ruta. Buen año y buenas pedaladas.