sábado, 14 de marzo de 2009

Crónica Parc Natural del Turia - Pea (Camino Alron)

"Compadim a aquells que no han pogut mai aïllar-se i no saben viatjar i admirar només que en ramat."
Norbert Casteret


Las semanas de rutas cortas, si por cortas entendemos sesenta y pico kilómetros, tienen el inconveniente que están tan trilladas que muchas veces las abordamos con el temor de caer en la monotonía, aunque afortunadamente nos gustan tanto los caminos que recorremos que siempre encontramos un nuevo aliciente en el paisaje tantas veces visto; parece mentira que esos caminos nos sigan sorprendiendo; eso depende de la intensidad y el detalle con que se mira.

Tenemos básicamente dos tipos de rutas: las primeras y más numerosas son estas rutas cortas alrededor de la base, que recorremos tres semanas al mes, de ahí se entiende que tengamos tan y tan cicladas las ocho rutas habituales y que en ocasiones pensemos en el peligro de “aburrirnos” de ellas.
Las otra rutas, son las de salida con el coche y el remolque, son aquellas previamente planeadas al detalle y como es lógico, aquellas que solemos aprovechar para alargarlas todo lo que posible y extraer el máximo en su recorrido . Estas rutas nos permiten descubrir zonas más lejanas o menos accesibles el resto del tiempo. Lógicamente no podemos cansarnos de esas rutas ya que siempre son una novedad, al margen de que salgan mejor o peor.
Todo esto viene a cuento de que la semana pasada cuando pensamos hacia donde dirigir nuestros pedales en la salida de hoy, se propuso La Montieleta como ruta prevista para este sábado. Las incontables veces que hemos subido esa atalaya, hizo que cambiáramos aquella ruta por esta que, como tal, es nueva. Ya rodamos por aquí el día que teníamos previsto llegar a la Cova Colomera y al final tan solo llegamos a la cruz de Pedralba desde Vilamarxant.
Hoy pues, nos propusimo llegar a nuestro destino desde Manises, recorriendo todo el trazado del Parc Natural del Turia. Este pequeño camino que bautizamos como el “camino de cuento de hadas” nos cautivó desde el primer momento , y hoy hemos comprobado la sensación de paz y descanso que proporciona la explanada en la que hemos almorzado.
El verdor exuberante que nos rodeaba en estos albores de la primavera, el frescor en este día de calor prematuro como corresponde a mediados de Marzo aquí en Valencia, y el sonido a naturaleza que trinaba por todas partes, nos ha hecho disfrutar de este paraje y de la calma que desprendía como hacía tiempo que no disfrutábamos.
La ausencia de vistas paisajísticas por estar metido en el valle entre las últimas montañas que encajonan al río Turia, no resta sin embargo ningún aliciente a visitar este exquisito lugar. Hoy, tal y como ya intuíamos por el hecho de estar tan cerca del Parque Natural, hemos visto a un grupo de bikers que también han llegado hasta aquí, tan solo pedimos desde nuestra bitácora tanto para este como para otros lugares naturales, RESPETO, y que nuestra única huella de haber estado allí se quede en nuestra memoria, no en el entorno.
Del camino poco que contar. Recorremos el camino del río desde la base hasta el final. Preciosas postales para el recuerdo que vamos atesorando en la memoria conforme remontamos el río.
Después subimos al camino asfaltado de la Pea y llegamos hasta la central eléctrica, justo allí arranca un camino a la izquierda que pasa por encima del canal que alimenta la central y que viene bajo la montaña desde la presa de la Pea cerca de Pedralba. Después el camino baja hasta la altura del río que oiremos a nuestra derecha. Enseguida rodaremos pegados a la montaña; el pico Alron se eleva a nuestra izquierda y da nombre a esta partida y camino; nos meteremos en un túnel vegetal que nos cautiva tanto como nos envuelve. Llegamos a la parte de la montaña más abrupta y erosionada, llena de grietas y agujeros en una mueca tenebrosa, más aún teniendo en cuenta la poca luz que hay en medio de la arboleda. Poco más adelante el camino se abre en un claro de bosque. Allí, a la sombra de los pinos y sentados en el verde manto de hierba, almorzaremos mientras un par de milanos nos sobrevuelan en circulo aprovechando las invisibles corrientes eólicas que los transportan sin aparente esfuerzo.

Tal vez busquen los dos patos que poco antes pasaron a ras del río con su colorido plumaje brillando al sol. Tras los bocatas nos ponemos nuevamente en marcha para llegar al camino de la Pea, donde disfrutaremos contemplando un simple campo de ajados algarrobos pero tan grandes y tan bien cuidados que no escaparan a nuestra atenta mirada por descubrir paisajes dignos de admiración.
A nuestra izquierda, en lontananza, se muestra o quizá deberíamos decir se expone toda la Serra Calderona que tantos y tan gratos recuerdos nos trae a la mente. Desfilan ante nuestros ojos las azules montañas que la distancia y la bruma liman y suavizan en sus escarpados rincones. Hoy no vemos el manto de verdosa frondosidad que con tanto placer palpamos la semana pasada; hoy no hay barrancos ni caminos, ni árboles ni amarillas aliagas. ni Columbretes ni mar ni Penyagolosa ni Aitana, solo una lámina de montañas azules descoloridas fundiéndose con el instenso azul del cielo que apunta primavera; pero aun así el paisaje es soberbio, no podría ser de otra manera.
Llegamos al principio del camino del Parque fluvial. Bajamos hasta pie de río y ya no lo abandonaremos hasta llegar a Manises. Un sábado más hemos encontrado mucha gente recorriendo este camino, cada cual a su manera, a pie, en bici, a caballo, incluso en quad y hasta un coche que por poco se come una cadena. No estaría mal que alguna patrulla de policía se diera una vuelta de vez en cuando para atajar estas situaciones que ponen en peligro a los más débiles, y esos no son los que dependen de dar gas o pisar el acelerador.
Hemos visto a las nuevas generaciones de deportistas que tomarán este camino con la frondosidad de la arboleda recién plantada en su máximo apogeo.
Hemos visto a padres que no dan abasto a guiar a tanto niño como tienen a su cuidado, hemos visto perros nadando en el río al cuidado de sus dueños, pero no convendría olvidar que también estén al cuidado de ellos cuando se internan en el camino. En definitiva hemos visto muchas cosas y casi todas buenas o cuanto menos agradables para un precioso paseo de un sábado que afortunadamente huele más a primavera que a fallas, a río que a pólvora, más a naturaleza que a negro asfalto y ciudad.
Somos plenamente conscientes del tesoro que tenemos a nuestro alcance y lo mejor de todo, poder disfrutar de tan hermosos parajes de una forma tan sencilla, de ahí que seamos cada vez más celosos de su cuidado, respeto y protección, solo de esa forma lograremos que perduren para el deleite de los que vendrán detrás; ojala podamos ayudar a conseguirlo, estamos en ello.
Track en Rutes de Roda i Pedal