"L'aventura no és en les coses: és en nosaltres."
Robert Tezenas du Montcel. Ce monde qui n'est pas le nostre
Robert Tezenas du Montcel. Ce monde qui n'est pas le nostre
Ya estamos aquí de nuevo para relatar una ruta nueva aunque esta vez, con un destino conocido. Nos planteamos hoy llegar a Cumbres de Calicanto por un itinerario totalmente nuevo, cuya principal finalidad radica en evitar el paso por las inmediaciones de Fervasa y del barranco maloliente situado un poco más allá en pleno paso de nuestro recorrido.
Hoy tomamos prestado un itinerario ajeno a nosotros aunque modificado y adaptado a nuestro interés. Pero vamos como siempre desde el principio. Esta mañana y de debido a la singular belleza del amanecer, el principio lo situaré algo antes del inicio de la ruta, ahora veréis porqué.
Son poco más de las 07.00h, un nuevo día quiere nacer. Desde la terraza del hotel veo la feroz lucha que entabla con la noche. Frente a mí contemplo Les Rodanes recortándose sobre las primeras luces que tras ellas van abriéndose paso por el cielo, a mi izquierda, las negras montañas de la Calderona se perfilan contra el fondo luminoso. Entre ellas nace el nuevo día. El sol, ahogado aún en lo profundo del mare nostrum lucha por enviar algo de luz al negro cielo en el que habitan las últimas estrellas, aún podemos ver claramente al gigante Orión y a sus piés a los perros de caza con su deslumbrante Sirio. En el horizonte se eleva la rojiza y mortecina luz del alba en una primera línea de ataque, la fría noche magnifica la colosal nitidez ambiental y me permite vislumbrar, casi adivinar sobre ella otra línea más anaranjada que se va elevando hasta ser amarilla, fundiéndose casi en el azul del cielo una franja verde, tras el azul celeste el cielo se hace noche en añil y violeta en el zenit del firmamento. Tras ella la fría negrura que esconde las últimas estrellas reacias a abandonarnos un día más, se aferran a los últimos estertores de la inmensa oscuridad. Pocas veces tiene uno la oportunidad de ver un amanecer tan impresionante con un cuasi arco iris naciendo en el horizonte junto al nuevo día. Más que un arco iris era un línea iris.
Son poco más de las 07.00h, un nuevo día quiere nacer. Desde la terraza del hotel veo la feroz lucha que entabla con la noche. Frente a mí contemplo Les Rodanes recortándose sobre las primeras luces que tras ellas van abriéndose paso por el cielo, a mi izquierda, las negras montañas de la Calderona se perfilan contra el fondo luminoso. Entre ellas nace el nuevo día. El sol, ahogado aún en lo profundo del mare nostrum lucha por enviar algo de luz al negro cielo en el que habitan las últimas estrellas, aún podemos ver claramente al gigante Orión y a sus piés a los perros de caza con su deslumbrante Sirio. En el horizonte se eleva la rojiza y mortecina luz del alba en una primera línea de ataque, la fría noche magnifica la colosal nitidez ambiental y me permite vislumbrar, casi adivinar sobre ella otra línea más anaranjada que se va elevando hasta ser amarilla, fundiéndose casi en el azul del cielo una franja verde, tras el azul celeste el cielo se hace noche en añil y violeta en el zenit del firmamento. Tras ella la fría negrura que esconde las últimas estrellas reacias a abandonarnos un día más, se aferran a los últimos estertores de la inmensa oscuridad. Pocas veces tiene uno la oportunidad de ver un amanecer tan impresionante con un cuasi arco iris naciendo en el horizonte junto al nuevo día. Más que un arco iris era un línea iris.
Ha sido tan alucinante que quería compartirlo con todos vosotros, ahora si, vamos a lo que vamos sin mayor dilación.
Desde la base nos dirigimos por la parte nueva de Manises, es decir, la zona por la que antes pasaba la vía del tren y que ahora se ha abierto a una gran avenida con su carril bici y todo. Llegamos hasta el final de Rosas (junto al mercado de los filtros) y giramos a la derecha hacia el barrio de San Jerónimo. Pegados a la pared de los antiguos astilleros buscamos el paso de peatones hacia la pasarela que cruza la N-III en la cabecera del aeropuerto. Ya en el otro lado junto a la gasolinera "Alas" de toda la vida, nos dirigimos hacia el polígono industrial pegados a la central de Consum, callejeamos por el polígono hasta encontrar la carretera de Quart a Aldaia.
No, no nos hemos vuelto locos y ahora circulamos por carretera, vamos por el estupendo carril bici habilitado en esta vía hasta la entrada de Aldaia. Una vez aquí cruzamos hacia la izquierda y entramos de lleno en el cinturón verde que bordea la ciudad por la parte noreste y que siguiendo el carril bici nos lleva a las distintas poblaciones limítrofes. La verdad es que es una verdadera gozada disponer de estos carriles en esta zona, ojalá los ayuntamientos de otras poblaciones sigan este ejemplo y unan las diferentes ciudades con carriles para ciclistas y peatones, que también nosotros nos desplazamos. Claro que, seguimos estando al lado de la carretera con el peligro que eso entraña, aparte ruidos y humos, pero puestos a elegir mejor esto que nada. Además este amplísimo carril esta separado de la carretera por un bordillo que aún nos da un poco más de seguridad. Los ciclistas acostumbrados a la carretera tal vez no vean tanto peligro como nosotros en este tipo de vía, pero nosotros que estamos fuera de nuestro entorno natural y no vamos nada cómodos por una carretera con una densidad de tráfico superior a un coche/hora o cada 15km. Amén de que nos piten los oídos ante la avalancha de improperios que las "gordas" nos están
Desde la base nos dirigimos por la parte nueva de Manises, es decir, la zona por la que antes pasaba la vía del tren y que ahora se ha abierto a una gran avenida con su carril bici y todo. Llegamos hasta el final de Rosas (junto al mercado de los filtros) y giramos a la derecha hacia el barrio de San Jerónimo. Pegados a la pared de los antiguos astilleros buscamos el paso de peatones hacia la pasarela que cruza la N-III en la cabecera del aeropuerto. Ya en el otro lado junto a la gasolinera "Alas" de toda la vida, nos dirigimos hacia el polígono industrial pegados a la central de Consum, callejeamos por el polígono hasta encontrar la carretera de Quart a Aldaia.
No, no nos hemos vuelto locos y ahora circulamos por carretera, vamos por el estupendo carril bici habilitado en esta vía hasta la entrada de Aldaia. Una vez aquí cruzamos hacia la izquierda y entramos de lleno en el cinturón verde que bordea la ciudad por la parte noreste y que siguiendo el carril bici nos lleva a las distintas poblaciones limítrofes. La verdad es que es una verdadera gozada disponer de estos carriles en esta zona, ojalá los ayuntamientos de otras poblaciones sigan este ejemplo y unan las diferentes ciudades con carriles para ciclistas y peatones, que también nosotros nos desplazamos. Claro que, seguimos estando al lado de la carretera con el peligro que eso entraña, aparte ruidos y humos, pero puestos a elegir mejor esto que nada. Además este amplísimo carril esta separado de la carretera por un bordillo que aún nos da un poco más de seguridad. Los ciclistas acostumbrados a la carretera tal vez no vean tanto peligro como nosotros en este tipo de vía, pero nosotros que estamos fuera de nuestro entorno natural y no vamos nada cómodos por una carretera con una densidad de tráfico superior a un coche/hora o cada 15km. Amén de que nos piten los oídos ante la avalancha de improperios que las "gordas" nos están
lanzando.
Esta ruta tiene su parte de tocar mucha carretera, ciudad y polígono industrial, ya lo sabíamos cuando nos pusimos a estudiarla pero, teníamos ganas de conocer en profundidad un tramo largo de un carril bici y comprobar sobre el terreno su funcionalidad, así como conocer una nueva forma de llega a la Serra Perenxisa y ampliar más aún nuestro catálogo de rutas. Lo que no esperábamos es que la parte fea de la ruta fuera tan grande, (y tan fea) casi todo el tramo de ida. Hemos pasado por varios vertederos (ilegales), por muchos polígonos industriales, mucha carretera, caminos según el GPS pero que al llegar allí no están o están cercados, en fin, que si lo sé no vengo, al menos por aquí. Además y para acabar de rematarlo no hemos visitado el castillo de Alaquas que nos quedaba a escasos 400m ya que lo habíamos dejado para otro día que trajéramos la cámara de fotos. Pues creo que nos quedaremos sin visitarlo, al menos en bici. ¡Ah!, casi se me olvida, por si todo esto fuera poco, al paso por Aldaia y Alaquas, nos acompaña un inestimable tufo a basura, por no decir otra cosa, que tira para atrás, claro tenemos viento de poniente y Fervasa se deja notar, inocentes de nosotros que queríamos evitarlo. Parece que dejamos atrás la "civilización" para internarnos en la huerta. Pasamos junto a las instalaciones de HO.SO.JU. Ciudad de la Esperanza, un centro de integración social de los que tanta falta hace en esta sociedad. Enseguida llegamos al canal Júcar-Turia y vamos junto a el hasta llegar al barranc del Cavalls, nombre que recibe aquí y que nosotros lo conocemos como Rambla del Poyo o Barranco Grande y que viene desde los montes de Chiva (ver ruta Ruta Pedralba-Chiva-Cheste (15/12/2007)). Este nos corta el paso por lo que nos vemos obligados a bajar por una senda al propio cauce del barranco, trae poca agua pero la poca corriente no esconde en absoluto un color verde y olor nada agradable y que nos apresuramos a dejar atrás rápidamente. La cercanía de la montaña frente a nosotros nos levanta un poco el ánimo pues, la verdad es que la ruta esta siendo mucho más fea de lo que podíamos imaginar.
Pedaleamos paralelos a la autovía de Torrent y enseguida llegaremos a la autovía del Mediterráneo, la cual tendremos que cruzar y transitar también paralelos a ella. Venga, un poco más y llegaremos a los esperados campos de naranjos. Pues no. ahora va y el camino por el que vamos se acaba... después de estudiar el track, ya en casa, vemos que el "espabilao" que colgó el track se metió por una de las tuberías de desagüe que cruza por debajo de la autovía. Claro que uno se puede meter por dentro de las alcantarillas si quiere, pero si pones un track al alcance de todo el mundo al menos tienes que avisar. Esto es ya lo que nos faltaba, después de unas cuantas vueltas arriba y abajo deshacemos parte del camino hasta llegar al otro lado de la autovía de Torrent, poco después cruzamos un largo túnel bajo la A-7 con un coche pisándonos los talones, no se queda rezagado por si tenemos algún percance con la casi nula visibilidad en el túnel, que va, ahí a escasos metros de nosotros y gracias que no pite para que nos apartemos. Por fin vemos la luz al otro lado de la autopista, no solo porque salimos del túnel sino porque ya estamos en el camino correcto entre los naranjos y en nuestro terreno, las carreteras ya han quedado atrás. Toda la caña que les estábamos ahorrando hoy a las máquinas se lo vamos a dar en los escasos 3 kilómetros de terreno pedregoso que nos llevará próximos al Mas del Rey para girar a la izquierda y dirigirnos a la urbanización de Santo Domingo.
Cruzamos el camino del Tizón y vamos por una fuerte rampa hasta el parking de unas pistas de tenis, aquí el track se mete por un campo que al final está vallado y nos obliga a volver atrás, igual cuando el "espabilao" vino por aquí esto estaba sin vallar, aquí no le echamos la culpa, pero es lo que hay y por eso lo contamos. Pues nada buscaremos otra rampa guapa y para arriba. Así, rampa va y rampita viene hasta arriba. La altitud nos va mostrando las maravillas paisajísticas que atesora este privilegiado enclave. Llegamos arriba con una entereza física que no teníamos la otra vez que vinimos aquí. Además hoy vamos los cuatro y ver a Carlos tirando de nosotros nos da más tranquilidad que intentar dejarlo atrás, una vez recuperada la forma física después del verano, es algo que ya no nos planteamos.
Que decir una vez aquí arriba. Por entre las cumbres de la Calderona asoma una montaña mucho más lejana que, desde la sierra de Espadan quiere saludarnos en un día tan claro. Absolutamente todo esta a nuestra vista, La Albufera tan perfilada como si estuviera al alcance de la mano.
Que decir una vez aquí arriba. Por entre las cumbres de la Calderona asoma una montaña mucho más lejana que, desde la sierra de Espadan quiere saludarnos en un día tan claro. Absolutamente todo esta a nuestra vista, La Albufera tan perfilada como si estuviera al alcance de la mano.
El Mondúver nos saluda en la distancia con una sonrisa de satisfacción recordando el jaque que nos dio. Desde más lejos aún recibimos la invitación para transitar nuevamente sus caminos del Caroig, agradecidos aceptamos la invitación para el día 18 de Octubre si el tiempo lo permite. En fin es imposible nombrar todo lo que observamos con devoción, casi con ansia de saturarnos de paisaje. También vemos nuestro destino de la próxima semana, Sant Miquèl nos espera con sus temibles rampas, tiempo ha pasado desde nuestra visita y le tenemos ganas. Almorzamos sentados en unas piedras, desperdigados en busca del mejor aposento posible aunque no precisamente blando para nuestros traseros. De haber traído la digital el disparo automático se habría fundido y la atrofia de índice de Salva estaría más que cantada. No es que tengamos
ganas pero se impone el momento de partir.
La bajada por la carretera será rápida y divertida curveando y esperando al último momento para tirar de freno antes de entrar en las curvas, en cuanto vemos la salida soltamos maneta nuevamente para ganar esa inercia que nos hará sudar adrenalina por cada poro de nuestro cuerpo. Abajo nos pararemos a arreglar un pinchazo que detectamos arriba pero que con un poco de bombín esperábamos que aguantara, pero solo hemos aguantado hasta aquí. La tardanza en la primera parte de la ruta nos obliga a volver por el trayecto más corto y eso nos lleva directos por todo el P.I. del Pla de Quart donde se encuentra el Fervasa y también volveremos a cruzar el barraco del Poyo con su inconfundible "aroma" a su paso por esta zona tan industrializada y que nos lleva al progreso, por no quererlo una vez hoy nos lo hemos comido dos veces. No queríamos pasar cerca del Fervasa y a parte de no evitarlo nos hemos comido durante muchos kilómetros su inconfundible olor. No queríamos mucho P.I. y nos hemos comido tres. No queríamos mucha carretera y hemos transitado paralelos a dos autovías y multitud de carreteras. No queremos callejear mucho y hemos cruzado un montón de urbanizaciones amén de tres pueblos, vamos, que hoy en vez de cruzar tres pueblos diríamos que nos "hemos pasado tres pueblos", vaya ruta.
En fin, no todos los días puede salirnos una buena ruta, hay veces que los imponderables tienen más peso que todos los inconvenientes que hubiéramos podido tener en cuenta y para los cuales estábamos preparados , al final contra lo que no puedes luchar acaba marcando la ruta. Por fortuna ya hace tiempo que aprendimos esta lección y hemos sabido ponerle al mal tiempo buena cara pues, al final lo que queda son unas cuantas horas de ejercicio al aire libre con unas risas y la inestimable compañía de los amigos.
En fin, no todos los días puede salirnos una buena ruta, hay veces que los imponderables tienen más peso que todos los inconvenientes que hubiéramos podido tener en cuenta y para los cuales estábamos preparados , al final contra lo que no puedes luchar acaba marcando la ruta. Por fortuna ya hace tiempo que aprendimos esta lección y hemos sabido ponerle al mal tiempo buena cara pues, al final lo que queda son unas cuantas horas de ejercicio al aire libre con unas risas y la inestimable compañía de los amigos.