"Los amigos: una familia cuyos individuos se eligen a voluntad". Jean Baptiste Alphonse Karr
Se volvía a cumplir parte de la tradición de que el sábado del gran premio de motociclismo en Valencia nosotros hacemos una ruta con el remolque. Esta vez sin embargo y por aquello de introducir novedades, no fuimos por la A-3 como en años anteriores. Hoy nos esperaba otra vez La Calderona en una ruta semi nueva que deseaba mostrar al resto del grupo, al menos los que estuvimos en la partida.
De las dos alternativas que teníamos elegimos la que a priori parecía algo más dura ya que además no tocaba nada de carretera y por lo tanto ni un gramo de asfalto. Llegamos al parking de Pla de Lluc sin contratiempo, ya allí temimos, por un momento, quedarnos sin aparcamiento debido al llenazo. Parecía que regalaban una subida a la montaña o algo, que pasada de coches y de bikers. Empezamos a pedalear y enseguida me asaltó la duda de qué contar. ¿Qué podía contar que no fuera lo mismo que relaté la semana pasada cuando hice esta misma ruta en solitario? Y simplemente me tenía que dejar llevar, La Calderona se encargaría de contarme su historia. El camino era el mismo pero las sensaciones no. Las emociones distintas. El paisaje igual pero cambiado.
De las dos alternativas que teníamos elegimos la que a priori parecía algo más dura ya que además no tocaba nada de carretera y por lo tanto ni un gramo de asfalto. Llegamos al parking de Pla de Lluc sin contratiempo, ya allí temimos, por un momento, quedarnos sin aparcamiento debido al llenazo. Parecía que regalaban una subida a la montaña o algo, que pasada de coches y de bikers. Empezamos a pedalear y enseguida me asaltó la duda de qué contar. ¿Qué podía contar que no fuera lo mismo que relaté la semana pasada cuando hice esta misma ruta en solitario? Y simplemente me tenía que dejar llevar, La Calderona se encargaría de contarme su historia. El camino era el mismo pero las sensaciones no. Las emociones distintas. El paisaje igual pero cambiado.
Con esos minúsculos e imperceptibles cambios para la mayoría de nosotros, pero que hacen que la montaña evolucione, esté viva, envejezca y rejuvenezca a la vez con cada soplo de viento, con cada erosión de su piel rojiza abrasada por el sol. Hoy sentía algo distinto, hoy podía expresar lo que me inspiran estas montañas y obtener respuesta. Podía hablar con mi gente, con aquella que quiero a mi lado para compartir estos momentos. Aquellos a quienes yo elijo para estar aquí con ellos y que no son una imposición. Y eso hacía la ruta diferente. Eso me daba algo nuevo que contar.
Volvía por cuarta vez en dos semanas a recorrer esta sierra con la misma ilusión que la primera vez y ya estaba pensando en los nuevos caminos que sobre el papel ya le he arrancado a la montaña, ansioso de recorrerlos y trazarlos para poder evaluar si son o no aptos para el grupo. Pasamos el conocido camino de subida y nos dirigimos hacia el nuevo camino a explorar. A las primeras rampas el calor obliga a quitarme la chaqueta igual que me pasó el miércoles en estas mismas montañas, y empieza el cachondeito de que si ya voy casi de riguroso invierno cuando hay quien en el grupo luce la misma ropa que el pasado mes de agosto…, y es que las sensaciones térmicas son muy personales y hay que rodar como mejor se sienta uno mismo, esa es la máxima que hay que aplicar.
Volvía por cuarta vez en dos semanas a recorrer esta sierra con la misma ilusión que la primera vez y ya estaba pensando en los nuevos caminos que sobre el papel ya le he arrancado a la montaña, ansioso de recorrerlos y trazarlos para poder evaluar si son o no aptos para el grupo. Pasamos el conocido camino de subida y nos dirigimos hacia el nuevo camino a explorar. A las primeras rampas el calor obliga a quitarme la chaqueta igual que me pasó el miércoles en estas mismas montañas, y empieza el cachondeito de que si ya voy casi de riguroso invierno cuando hay quien en el grupo luce la misma ropa que el pasado mes de agosto…, y es que las sensaciones térmicas son muy personales y hay que rodar como mejor se sienta uno mismo, esa es la máxima que hay que aplicar.
Entre tanto somos superados por un pelotón que se disgrega a lo largo del camino. Tarde o temprano nos hubieran alcanzado debido a las innumerables paradas fotográficas que realizamos a la vera del camino, hoy aunque las luces están muy contrastadas, pero una atmósfera diáfana y el viento en completa calma, sumado al ambiente fresco, aporta si cabe, una pizca más de belleza a las ya de por sí, magníficas vistas. El resultado es obvio, clicks y más clicks, aunque eso sí, muchos de ellos en marcha y cuyo resultado muestra lo depurado de la técnica fotográfica que hemos alcanzado, eso sí, algún día puede que al fotógrafo le cueste una castaña del 8 tanto atrevimiento.
Bien, conforme vamos ganando altura vamos encontrando nuevas excusas para parar y hacer la foto que nos faltaba, aquella que dirá mejor que ninguna lo que es el camino, la ruta, las sensaciones, los sentimientos. Pero ese pensamiento es tan efímero como el tiempo de pedaleo continuo, durará hasta la siguiente parada. Nos siguen pasando bikers. Hoy todos han decidido venir por aquí. Bromeamos sobre no haber dado media vuelta a la llegada al atestado parking del Pla. Ahora lo hacemos sobre si tendremos que pedir turno en el mirador de L'Abella para disfrutar de sus vistas y luego para almorzar, entre estas y aquellas se nos ha olvidado reservar piedra para tres.
Seguimos avanzando levantando la vista para observar como asciende el camino entre sol y sombra y seguimos disfrutando de los paisajes. Como si aceleráramos la imagen hacia adelante llegamos a la fuente de L'Abella con su correspondiente parada fotográfica, entre esta y el mirador aún pararemos 3 veces más.
Por suerte la próxima vez que vengamos no tendremos que hacer tantas paradas pues ya tendremos perfectamente documentada la ruta, bueno, eso siempre que consigamos que Salva no saque la "Nikoleta" a pasear… difícil misión.
Llegados casi arriba observamos la gran hoya que forma la montaña cerrándose sobre sí misma en un relieve abancalado en toda su altitud, nos muestra como estos lares ya estaban trabajados desde tiempos remotos.
Vemos el camino curvear, ciñéndose a la figura de la ladera que cae en pendiente hasta formar el barranco allá abajo. Volvemos a ponernos en marcha para llegar por fin al camino que, a la izquierda y con el firme muy bacheado, llega hasta el mirador.
Recreamos la mirada en el paisaje opaco y pesado, velado por la bruma en el distante Este fundido con el mar. No así en los horizontes cercanos. Las montañas a nuestro alrededor se muestran con nitidez al igual que las vistas hacia el interior del valle. En estos puntos la atmosfera menos cargada de humedad no oculta los paisajes. No sabemos a donde mirar de tanto que hay que ver.
Pero es momento de ponerse nuevamente en marcha ya que aún nos queda mucho que subir y que bajar... y que parar a hacer fotos, y con el ritmo que llevamos nos van a dar las campanadas. Iniciamos la bajada, la loca bajada, que pronto se adentra en la sombra que proyecta la montaña sobre el camino. Tanta umbría que el contraste con el fondo iluminado nos hace un efecto túnel que nos ciega por un instante, justo ese en que la humedad de la vegetación nos refresca más que el viento que removemos por la aceleración. El inicio está en perfecto estado y pronto pasamos el desvío a derechas que tomé la semana pasada investigando el camino y que resulta ser una senda no ciclable; hoy seguimos recto en lo que será un nuevo tramo para todo el grupo, al menos los que hoy estamos.
Curveamos con decisión sintiéndonos seguros del agarre de las ruedas sobre el camino. Hacia el final la senda se complica un poco con algo de gravilla y algunas piedras sueltas, nada preocupante en todo caso. Y así desembocamos en el camino de la fuente de La Gota. Este si que está machacado, tanto como lo recordábamos. Pero rodar por este camino y en este tramo es una pura gozada. Todo en sombra. Tanto de la montaña como de la arboleda que crece a orillas del torrente y que tiene agua prácticamente todo el año. Y los aromas... los verdes intensos que nos envuelven… simplemente delicioso. Tanto que ya estamos pensando en comprar un grabador de aromas para estrenarlo aquí.
Pasada la fuente llega la parte más descarnada del tramo y como siempre en subida. Inmediatamente giramos a la derecha, casi me meten cuneta cuando les aviso de que "comienza puerto".
-Cacho cabrón y que es lo que hemos hecho hasta ahora?
Para una subidita de nada que además hemos recuperado bajando hasta aquí van y se quejan, jeje. Nos ponemos otra vez a ritmo de parada cada pocos "metros pedal". Aquí la pila del "Treki" se muere, como Luis lleva a "La Martita" en plena forma no paro a cambiar pilas, ya sacaremos los datos de allí. Que si unas rocas, que si la luz entre los árboles con efecto radiografía, que si el camino, que si ponte recortando en silueta. La "Nikoleta" está como loca de contenta, ya hacía semanas que no se lo pasaba tan bien. A todo esto Stendhal se agarra fuerte a la chepa para no caerse.
Volvemos a encontrar un firme en buenas condiciones. Las rampas, igual que la subida de L'Abella no son portentosas, no nos ahogan en ningún momento. Son tendidas pero constantes y con una buena cadencia y jugando con los desarrollos no hay mayores problemas, pero eso sí, hay que subirlo. Nos acercamos a La font del Berro, otra vez los aromas... el "eau" de "monte" nos embriaga... y eso que aún no hemos llegado a la parte que están desbrozando allá arriba, allí, los intensos aromas de los pinos secándose al sol y la resina emanando efluvios impregnan la atmosfera, que se adhiere pegajosa a nuestras fosas nasales.
Aquí vuelve a ser la humedad junto a la fuente la responsable de estos perfumes. Pero la rampa no afloja y estamos aún a mitad de esta subida. Volvemos a darle al avance para llegar arriba de este camino. En el collado de La Morería se junta con el camino de subida desde La Cartuja que algo más abajo se juntaba con el camino del Campillo que es el que hoy bajaremos. A la derecha surge otro caminito cortado por una cadena que sube hasta la torre de vigilancia forestal, o mejor dicho exvigilancia forestal, ya que está o parece estar en estado de abandono. La cadena cerrando el paso parece augurar lo que te espera si decides subir, ver: http://bikepedalvalencia.blogspot.com/2010/10/plalluc-miradorlabella-cerrolamata.html
Nosotros en cambio giramos a la izquierda para llegarnos hasta el desvío junto a La font del Poll. Allí nuevo giro a la derecha y empieza otra rampa de las buenas. Camino en subida y roto hasta el empalme con la subida definitiva a Rebalssadors. Subida, subida, subida y más subida, todo son pequeños tramos, caminos dispersos pero siempre hacia arriba. Salva dice que a ver cuando inventan una subida que baje, aunque sea un poco.
Antes les he metido una y solo les ha faltado abuchearme. Es la parte de toda la ruta más rota y destartalada que encontraremos hoy. Vamos tan juntos que una mala trazada de uno y acabamos todos parados, así que doy "un poquito de power" buscando otra trazada. Tiro de potencia para salvar la rodera y continuo ese ritmo para asegurar la velocidad que mantenga la estabilidad. Miro atrás y veo que les he sacado unos metros, en mitad de la subida es mal lugar para parar. Como me encuentro bien sigo a ritmo superando obstáculos en el camino, ya nos reagruparemos arriba en el llano. Volvemos a encontrar a parte del pelotón que nos adelantó subiendo, ellos ya están bajando, a nosotros aún nos queda el bocata, la cerveza y el café que quitarán peso de la mochila, justo cuando lleguemos arriba. Cargados para subir, de vacío para bajar, lo nuestro no tiene remedio. Encontramos arriba un bonito panorama de fondo: la pinada en primer lugar, sobre ella un mar de bruma que da la sensación de una inversión térmica, y, asomando por encima de todo la cumbre del Montgó recortado sobre el cielo. Con esta pincelada en la retina nos dirigimos hacia la antena para encontrar acomodo en unas piedras con vistas al valle. Al final no ha hecho falta reserva y hemos podido disfrutar del almuerzo con un marco incomparable. A poco que nos levantemos de nuestros improvisados asientos tenemos una visión de 360º de montañas. Montañas por todos lados... y es que las burras, ¿o era la cabra aquello que tiraba al monte?
Desempaquetando la segunda tarjeta de memoria para la cámara o casi, nos ponemos en marcha para llegar al nevero llamado "El Ventisquero" uno metros normales más allá.
La discusión ahora surge por el tamaño de esta nevera, que si es más grande la de Sierra Mariola, que si no, que si sí, no nos ponemos de acuerdo y nos subimos a las bicis para dirimir la discusión en plena bajada. Nos aseguramos de que sabemos por donde tenemos que bajar para no tener que consultar la pantalla en pleno vuelo rasante y despegamos.
El ruido de las ruedas aforrándose a la gravilla es todo lo que oímos. Las suspensiones botan y se comprimen para lanzarse hacia afuera e intentar reconquistar el terreno perdido. Los frenos agarran los discos como un clavo ardiendo y tenemos que soltar para que refrigeren. Los brazos son dos mástiles que mantiene la dirección firme por la trazada precisa. Dejamos atrás los cruces de caminos que antes hemos ido tomando y nos dirigimos rápidamente a la bajada final. La entrada en este camino ya es en bajada por lo que vamos con una buena velocidad. Seguimos subiéndonos al minúsculo peralte exterior para no tener que frenar tomando la curva por el vértice, el riesgo de esto es que si la curva se cierra o hay alguna piedra tenemos menos margen de reacción, pero si entramos por dentro casi seguro que nos vamos a la mediana y nos comemos la acumulación de graba que se hace allí. De todas formas vamos observando la trazada de Luis para copiarla o bien cambiarla si lo vemos botar mucho, es la ventaja de ir detrás; el inconveniente es que si dura más la bajada de hoy me ahogo con el polvo del camino. Cambiamos la vertiente del barranco de Porta Coeli por la vertiente del barranco de Rubio. Esta impresionante hoya se cierra casi sobre si misma y el camino es visible desde cualquier punto, así que a la entrada ya vemos que aún nos queda un buen tramo para deleitarnos bajando con velocidad y trazando con precisión, pero la salida de la última curva a la izquierda marcará el principio del fin de esta bajada. Aún queda un tramo pero es más recto y se acaba con rapidez. Llegados al final no podemos disimular la sonrisa dibujada en los labios por la emoción del descenso. El camino hacia el parking es un constante repasarnos en que adquiriremos mayor velocidad que en la bajada, eso si, dando pedales de lo lindo.
Llegamos con el ritual saludo y cargamos las bicis para terminar con los estiramientos de rigor. Por la carretera veremos innumerables coches cargados con las bicis que suponemos vienen también de donde nosotros. Solo queda repasar la ruta en el R.C. bien acompañados por el líquido elemento. Los datos dirán el resto y aquí os lo contaremos.
Track en Rutes de Roda i Pedal