"Si al franquear una montaña en la dirección de una estrella, el viajero se deja absorber demasiado por los problemas de la escalada, se arriesga a olvidar cual es la estrella que lo guía". Antoine De Saint
Seguimos con la dinámica de esta temporada pedalística caracterizada en parte por tratar de recorrer rutas nuevas. Evidentemente tenemos que ciclar parte de estas nuevas rutas por caminos ya conocidos, teniendo en cuenta que la salida desde Manises y el regreso a la base tienen pocas posibilidades de variación, incluso si me apuras hasta Riba Roja o Vilamarxant tenemos pocas alternativas nuevas que ir recorriendo, aunque alguna ruta vamos encontrando de vez en cuando, pero a partir de allí hay un mundo nuevo por descubrir.
Por ejemplo hoy hemos ido por el tramo aquel que evitaba La Baseta Blanca y que tan roto estaba, pues bien, sigue igual, la diferencia radica en que las nuevas bicis se comen todo lo que se ponga por delante, y claro, eso lo hace más divertido, más rápido y más seguro. Luego hemos bajado los toboganes detrás de un grupo que nos ha adelantado viniendo por el camino de la derecha, íbamos bastante separados y hemos bajado el ritmo para reagruparnos y no comernos el polvo que levantaban los bikers que nos precedían, contando con que eso de “los piques” no es nuestro lema, cada uno que vaya a su marcha y a disfrutar que es lo que toca. Al llegar a la carretera de Cheste la hemos abandonado por el camino a la derecha que se adentra en la montaña y que va a parar, serpenteando por los campos de cultivo, a la carretera de Vilamarxant. Paralelos a ella remontamos hacia Cheste pero hoy en lugar de girar a la derecha para cruzar y encarar el Portillo de San Roque, seguimos de frente pasando un precioso viñedo emparrado que no habíamos visto en nuestros anteriores pasos por aquí, cierto es que ya hace tiempo desde nuestro último paso por la zona.
Tras esto seguimos adelante para encontrar una bajada rápida y divertida por asfalto que nos lleva a la entrada del pueblo. Cogemos un pequeño tramo de carretera en busca de la salida de Gestalgar junto a la cooperativa agrícola. El montón de algarrobas sigue allí igual de enorme que cuando lo vimos por primera vez hará ya cuatro años. Por aquí empieza la parte nueva de la ruta. Dejamos atrás el cementerio y bajamos hacia la fuente de La Safa. Justo antes encontramos una enorme balsa de riego que por su forma y por el esqueleto de trampolín parece más una piscina olímpica que una balsa de riego. Lastima el irrecuperable estado de ruina en que se encuentra y lástima no parar para hacerle una foto en blanco y negro, pero vamos rápido y nuestro reportero no habrá querido romper el ritmo del grupo. Enseguida la fuente. Que ni tiene fuente ni acceso. Parece ser un motor de extracción de agua rodeado por una valla, así que si vais justos de agua no contéis con este oasis perdido entre viñedos y algún campo de naranjos. Esta es otra cosa a reseñar. El cultivo cambia en esta zona y casi todo es viñedo, aunque pequeñas islas de olivos, algarrobos y naranjos ponen color y rompen la uniformidad del cultivo predominante. Remontamos una cuesta y giramos a la izquierda en un cruce junto a una casa. Se acaba el asfalto y al entrar en el camino ya tenemos de frente nuestro objetivo de hoy, que no es otro que poder farolear de cerca un observatorio astronómico cuyo edificio descubrimos un día mirando a lo lejos desde el calvario de Chiva.
Nos vamos acercando para hacer una bajada corta pero intensa que con la velocidad me hará confundirme de camino y girar a la derecha en lugar de izquierda y seguir bajando, el error se deberá tal vez a que el estómago ya viene reclamando el sustento hace un buen rato. En el siguiente cruce si es a la derecha. Vamos remontando un barranco que nos hace pasar justo por debajo del altozano que alberga una preciosa pinada y en medio del que se ubica la casa coronada con la cúpula. Rodeamos el montículo por completo y tomamos el camino que sube hasta la misma puerta del recinto vallado.
Dos enormes perros nos dan la bienvenida en su idioma. Tiene toda la pinta de ser una casa particular. Esto nos es confirmado por un amable labrador que a lomos de su tractor está arando el viñedo junto a la casa. Tras un breve cambio de impresiones proseguimos nuestro camino. Cruzamos la carretera de Gestalgar y cogemos el camino que hay casi justo enfrente. Desde este camino tendremos la última vista del observatorio enmarcado entre las montañas de la sierra de los bosques.
Vamos acercándonos al Portillo. Esta es una zona de bastante tránsito de cazadores y perros. También es lógico que nos encontremos con coches que van y vienen con lo que conviene tener precaución y no estaría de más llevar ropa llamativa teniendo en cuenta la zona por la que nos movemos. Llegados al final del camino este se pierde a través de un campo de algarrobos. Seguimos las marcas de unas rodadas de coche y conseguimos subir la cuesta sin bajar de la bici, el terreno está blando pero las ruedas no se clavan del todo sustentadas por las piedras del terreno de secano, aunque también ayuda que la pendiente no es demasiado bestia. Ya en la vegetación una sendita entra hasta el pie de los pinos que nos darán sombra durante el almuerzo sentados sobre unas piedras. Tras el bocata y la foto de grupo en el lugar, comenzamos la vuelta y la parte divertida.
Bajamos para coger un camino que gira a la izquierda, una vez en él no lo abandonaremos ya que será siempre el camino principal, descartaremos los cruces y otros caminos y seguiremos siempre en ligero descenso. Poco a poco incrementamos la velocidad, hay que dar pedales pues la bajada no nos permite dejarnos ir, pero es un pedaleo alegre y vivo que nos dibuja una sonrisa en el rostro. Los arbustos se desdibujan velozmente junto a nuestra cara por el rápido avance que encontramos en este camino. El trazado de tierra compactada está en perfecto estado aunque en algunos tramos se acumula en las orillas cantidades ingentes de gravilla. Tal vez por eso y debido a que las ruedas no patinan ni pierden agarre, nos parece tan divertido este tramo. Pero lo bueno aún está por llegar; poco a poco vemos que el camino se va estrechando y que se va perdiendo la marca de camino como tal hasta desaparecer y convertirse en una senda. Aquí se transforma en un slalom entre vegetación y arbustos que en ocasiones nos arañan las piernas. Trazamos con convicción sin dejar de pedalear para mantener la velocidad. Algún tramo técnico entre piedras y baches pone el punto de emoción. Querríamos que esto no se acabara pero más pronto que tarde llegamos al final de esta exquisita senda que encontré por casualidad el día que fui al observatorio y volví por aquí cuando buscaba otro sitio. Acto seguido bajamos hasta la entrada de la carretera de la urbanización de La Balsilla; raudos cogemos el camino que sube a la derecha para posteriormente volver a meternos a la derecha entre la vegetación por otro tramo de senda, esta vez más corto y que nos lleva a la rotonda que cruzaremos frente a la entrada de Horquera. Giro a la izquierda hacia Vilamarxant por el camino paralelo a la carretera. Luego giro a la derecha por el camino de los Yesares en un tramo que no habíamos cogido nunca en grupo y que nos da una visión nueva y diferente a nuestra derecha de nuestra querida Rodana.
Justo frente a La Rodana y a nuestra izquierda se yergue el mirador de las antenas de Vilamarxant. Un lugar precioso y con unas vistas impresionantes, lástima que el camino esté en tan penosas condiciones. Tanto que en la parte final obliga a poner pie a tierra y arrastrar la bici por la impracticabilidad del firme, es una pena que el Ayuntamiento no le haya prestado más atención a este camino. Volvemos por el camino de Les Plantaes. Al pasar el camino que baja de La Bassa Barreta giramos a la izquierda, hacia el Mas del Moro, por un tramo que ya hicimos hace algún tiempo pero en sentido inverso, hoy de bajada resulta más rápido, divertido e interesante. Lastima que nos encontremos con un enorme charco a nuestro paso que nos obliga a parar y salvar el barrizal como podemos, ya que de no ser así nos pondremos de fango hasta las trancas y no vale la pena a estas alturas de ruta y más cuando puede evitarse. Luego continuamos para llegar al paso inferior de la circunvalación de Riba Roja. Entramos al pueblo por el polideportivo y cruzamos la población para salir por el polígono hacia Traver. El resto de camino será el de siempre, hoy el bike-pass no ha podido con todos nosotros y hemos vuelto a poner una pica en su maltrecha piel. De no ser por las motos que están machacando la subida ya se habría asentado el camino y no tendríamos tantos problemas en subir tal como lo hacíamos antes. Antes de eso hemos bajado por detrás de La Presa volviendo a pasar por otro tramo biker y que hoy ha sido la tónica en la mayor parte de la ruta. Y ya para rematar la faena, al llegar a La Cova, hemos descartado el camino que pasa por delante de la residencia y nos hemos ido por la senda de atrás que también hacía tiempo que no la transitábamos, aprovechando o con la excusa de llevar el GPS para grabarlo en el track hemos disfrutado de este delicioso tramo, una semana más tarde y la espera de tener las fotos para subir la crónica hemos vuelto a disfrutar de este tramo ya que Carlos se ha unido esta semana al grupo en la subida otoñal a La Rodana.
Nosotros hemos seguido a lo nuestro y como traca final hemos cogido la arboleda detrás de los institutos para hacer la aproximación a la rotonda junto a casa y dar por terminada la jornada de hoy con sus casi 66 kilómetros y a la espera del IBP y del desnivel acumulado que nos dará una vez descargados los datos del “Treki”. En definitiva una ruta en la que hemos intentado rebajar al mínimo imprescindible los tramos de asfalto, pero metidos de lleno como estamos en el área metropolitana de Valencia y con la densidad de población y las comodidades que demandan los coches, bastante hacemos con encontrar los caminos que encontramos. Seguiremos explorando para contaros como son los lugares, los senderos encontrados y por supuesto, nuestras vivencias cuando los recorramos.
TRACK EN RUTES DE RODA I PEDAL