Y si llueve saldremos a la lluvia, a vaciar el semillero de sonrisas y esperar cosechas…En la silla de parar las prisas, tanto correr, tanto asentir, tanto quemarse…Bajo nosotros tejidos los momentos que manan de la calma lo único que cuenta. LETRA DE LA CANCION SALDREMOS A LA LLUVIA -MANOLO GARCIA -
........... -Ring, ring... ¿digame ? Kike, que mañana a primera hora, cuando salgamos, puede ser que esté chispeando, pero al poco parará, igual está así toda la mañana; ahora chispea ahora para, y hacia medio día la tendencia es a que se aclare un poco, de todas formas como llevamos chubasquero votamos por salir, ¿estamos?- .......
Este es el extracto más o menos fiel de la conversación con Luis el viernes por la noche.
Este es el extracto más o menos fiel de la conversación con Luis el viernes por la noche.
Sábado, siete y pico de la mañana: En Vilamarxant cae en 15 minutos un chaparrón que deja los caminos tan encharcados que en condiciones normales de cordura el asunto estaba claro, pero por esta misma razón la semana pasada también hubiéramos salido ( aunque los vientos casi huracanados que estuvimos padeciendo toda la noche, desaconsejaban la temeridad de salir, y por una vez así lo hicimos... ), así que esta semana algunos más que otros están cardiacos por darle al pedal. El ambiente está saturado de agua y las nubes no ensayan ningún tipo de retirada. Llamo para confirmar y vaya si confirmo, que se sale y punto; que viene a ser lo mismo que “ nos vamos a mojar si o si y punto en boca ”.
Así que salimos. Los primeros kilómetros sin lluvia. Parece que estos mamones van a acertar e igual nos libramos de la lluvia. Bajamos al río por el camino del merendero de toda la vida. El camino del Parc Natural del Turia es una perfecta autopista libre de charcos y barro, perfecto. El miedo a la lluvia, el mismo al que nosotros le hemos dado esquinazo, parece haber hecho mella en los demás, pues no encontramos ni un alma biker en lo que llevamos recorrido.
Los paisajes, desdibujados por la niebla y el entorno pesado y espeso de la bruma, muestran un aura invernal un tanto lenta y fantasmagórica que lo envuelve todo. Pero como estaba previsto nos dura poco la alegría, pues entre Masía de Traver y Riba Roja nos tenemos que poner los chubasqueros ante la insistencia de las pequeñas gotas que desde hace un rato nos acompañan. El último tramo del camino abierto en Riba Roja, esconde entre las riberas del río el lugar de descanso de las garzas reales; una de ellas asustada ante nuestra presencia, inicia un vuelo rasante remontando el río, sin elevarse demasiado para no salir de la protección del cañaveral. La colosal envergadura del ave con las alas extendidas es una imagen soberbia, que por sí sola ya merece estar mojándonos. Como premio, no será la última vez que la veamos hoy.
Ya en Benaguacil y mientras pensamos sobre la marcha un lugar a cubierto para almorzar, ya estamos tan empapados que nos da igual todo menos que se moje la cerveza y el bocata. Las posibles soluciones que encontramos no son del todo de nuestro agrado así que seguimos con el plan previsto y almorzaremos en Santa Bárbara.
Llegados al lugar la estampa es de foto, pero “la Nikoleta” se niega en redondo a salir de su cálida e inpermeable funda en previsión de no pillar una “electroneumonía” que apague sus chips para siempre, así que sentados en los bancos de madera que rezuman agua por doquier e intentando cubrir el bocata con el cuerpo, miramos las gotas que se estrellan contra el suelo mientras algunos nos preguntamos, con una pequeña mueca de asombro en la cara: " que puñetas estamos haciendo aquí bajo la lluvia en pleno invierno"..... . Misterios de la vida. Pero el caso es que aquí estamos mirándonos las caras y sonriendo, sabedores de que esta, es otra de esas "chaladuras" que nos dan de vez en cuando y que se acaban convirtiendo en axiomas de la identidad del grupo.
Elevamos el interés de la conversación para olvidarnos por un momento de la lluvia con los proyectos para el próximo viaje de fin de semana del 2009. Las tres alternativas sugeridas tienen su encanto y todas nos llenan de ilusión. Las estudiaremos “en seco” a fin de pulirlas y ya decidiremos. Apresurándonos en almorzar, ante la amenaza de un fuerte aguado de la cerveza, nos tomamos el café calentito a la carrera y nos enfundamos de nuevo los empapados guantes. Partimos pues con más prisa que otras veces, ya que estamos empezando a enfriarnos y necesitamos urgentemente un aporte de calor. Eso no será en los próximos minutos pues, vamos a iniciar el descenso por el calvario y eso no requiere gasto de energías. Tiramos para abajo con un chirriar de frenos que tememos despierte a toda Lliria. El vía crucis llega a su fin y enfilamos para arriba la pequeña cuesta que nos separa del camino de Vilamarxant que nos llevará en bajada libre hasta el carril bici, junto al almacén de cebollas. Bajada trepidante, más aún teniendo en cuenta que no vemos casi nada. La lluvia golpea fuerte nuestros rostros provocando una extraña sensación Las gotas acumuladas en el cristal de las gafas multiplican todo por infinito y de ese modo no hay forma de ver nada con claridad. Además, la rueda delantera escupe tanta agua hacia arriba que esta penetra por encima de las gafas y nos hace cerrar los ojos en más de una ocasión, así que vamos cerrando uno y abriendo el otro de forma alternativa para intentar sacar el agua del campo de visión. Las gotas también atacan de pleno a la nariz, por lo que tenemos que respirar por la boca. Normal que hoy casi no hayamos gastado el agua de la "camel back". Por su parte la rueda trasera despide al igual que la delantera tanta agua, que nos moja toda la espalda hasta donde ésta pierde su casto nombre, por no hablar de los pies, que a estas alturas parecen haber estado metidos en cubos de agua y hacen ese "chof-chof" particular que produce una sensación un tanto inquietante. Llegamos abajo entre risas nerviosas de satisfacción por lo novedoso de esta bajada pasada por agua. Estamos en ese límite de pensar que ya da todo igual, que hasta llegar a casa la cosa ya no tiene solución, por lo que nos prestamos a pedalear y meternos por los charcos sin ninguna intención de esquivarlos, ¡¡ para que !!.
La bajada por el polígono de Benaguacil nos hará rebozarnos de agua turbia procedente de las granjas que hay en la zona. El desagradable olor y el color del líquido elemento nos da una idea de lo que tiene que llevar, pero ya es tarde para intentar frenar y no salpicarse con ese brebaje, toca acelerar y pasar lo antes posible este tramo, y eso si, cerrar la boca a cal y canto. Hoy no pasaremos por delante del monasterio Cisterciense, en cambio iremos recto para bajar hacia el río y buscar una alternativa a ese camino que siempre nos trae polvo o como hoy, barro a punta de pala, y en el mejor de los casos un fuerte olor a granja. Bajamos primero por asfalto y luego por camino de tierra y piedras hasta el camino del Parc Fluvial, ya estamos en el camino de casa.
Volvemos a “pedal marcial”, dándole caña; cualquiera diría que tenemos prisa. Al llegar a casa estamos tan sucios de barro y las bicis tan llenas de tierra que es imprescindible una ducha de ambos. Así que sacamos la manguera y primero la bici y luego nosotros, pasamos por el ritual purificante del agua potable. Ducha en medio de la calle, risas y más risas que no dejan de sorprender a los atónitos transeúntes que, a cubierto del frío y de la lluvia nos ven desde los pocos coches que pasan por la vía.
En definitiva, la de hoy ha sido una nueva experiencia que nos ha enseñado aquello de que una vez te liberas del inconveniente de ir mojado, empiezas a disfrutar de una manera distinta el mundo del pedal, es como un desapego, una rebelión al orden establecido, una manera de romper moldes y salir a la naturaleza salvaje sean cuales sean las condiciones ambientales, dentro de un orden de seguridad, claro está. Si me dan a elegir, prefiero esos días perfectos de tiempo en calma y que no llueva, pero puestos a no salir, gritare siempre aquello de "a mi la lluvia". En resumen y como alguien querido nos hubiese dicho años atrás.....”esteu locos”.
Ya en Benaguacil y mientras pensamos sobre la marcha un lugar a cubierto para almorzar, ya estamos tan empapados que nos da igual todo menos que se moje la cerveza y el bocata. Las posibles soluciones que encontramos no son del todo de nuestro agrado así que seguimos con el plan previsto y almorzaremos en Santa Bárbara.
Llegados al lugar la estampa es de foto, pero “la Nikoleta” se niega en redondo a salir de su cálida e inpermeable funda en previsión de no pillar una “electroneumonía” que apague sus chips para siempre, así que sentados en los bancos de madera que rezuman agua por doquier e intentando cubrir el bocata con el cuerpo, miramos las gotas que se estrellan contra el suelo mientras algunos nos preguntamos, con una pequeña mueca de asombro en la cara: " que puñetas estamos haciendo aquí bajo la lluvia en pleno invierno"..... . Misterios de la vida. Pero el caso es que aquí estamos mirándonos las caras y sonriendo, sabedores de que esta, es otra de esas "chaladuras" que nos dan de vez en cuando y que se acaban convirtiendo en axiomas de la identidad del grupo.
Elevamos el interés de la conversación para olvidarnos por un momento de la lluvia con los proyectos para el próximo viaje de fin de semana del 2009. Las tres alternativas sugeridas tienen su encanto y todas nos llenan de ilusión. Las estudiaremos “en seco” a fin de pulirlas y ya decidiremos. Apresurándonos en almorzar, ante la amenaza de un fuerte aguado de la cerveza, nos tomamos el café calentito a la carrera y nos enfundamos de nuevo los empapados guantes. Partimos pues con más prisa que otras veces, ya que estamos empezando a enfriarnos y necesitamos urgentemente un aporte de calor. Eso no será en los próximos minutos pues, vamos a iniciar el descenso por el calvario y eso no requiere gasto de energías. Tiramos para abajo con un chirriar de frenos que tememos despierte a toda Lliria. El vía crucis llega a su fin y enfilamos para arriba la pequeña cuesta que nos separa del camino de Vilamarxant que nos llevará en bajada libre hasta el carril bici, junto al almacén de cebollas. Bajada trepidante, más aún teniendo en cuenta que no vemos casi nada. La lluvia golpea fuerte nuestros rostros provocando una extraña sensación Las gotas acumuladas en el cristal de las gafas multiplican todo por infinito y de ese modo no hay forma de ver nada con claridad. Además, la rueda delantera escupe tanta agua hacia arriba que esta penetra por encima de las gafas y nos hace cerrar los ojos en más de una ocasión, así que vamos cerrando uno y abriendo el otro de forma alternativa para intentar sacar el agua del campo de visión. Las gotas también atacan de pleno a la nariz, por lo que tenemos que respirar por la boca. Normal que hoy casi no hayamos gastado el agua de la "camel back". Por su parte la rueda trasera despide al igual que la delantera tanta agua, que nos moja toda la espalda hasta donde ésta pierde su casto nombre, por no hablar de los pies, que a estas alturas parecen haber estado metidos en cubos de agua y hacen ese "chof-chof" particular que produce una sensación un tanto inquietante. Llegamos abajo entre risas nerviosas de satisfacción por lo novedoso de esta bajada pasada por agua. Estamos en ese límite de pensar que ya da todo igual, que hasta llegar a casa la cosa ya no tiene solución, por lo que nos prestamos a pedalear y meternos por los charcos sin ninguna intención de esquivarlos, ¡¡ para que !!.
La bajada por el polígono de Benaguacil nos hará rebozarnos de agua turbia procedente de las granjas que hay en la zona. El desagradable olor y el color del líquido elemento nos da una idea de lo que tiene que llevar, pero ya es tarde para intentar frenar y no salpicarse con ese brebaje, toca acelerar y pasar lo antes posible este tramo, y eso si, cerrar la boca a cal y canto. Hoy no pasaremos por delante del monasterio Cisterciense, en cambio iremos recto para bajar hacia el río y buscar una alternativa a ese camino que siempre nos trae polvo o como hoy, barro a punta de pala, y en el mejor de los casos un fuerte olor a granja. Bajamos primero por asfalto y luego por camino de tierra y piedras hasta el camino del Parc Fluvial, ya estamos en el camino de casa.
Volvemos a “pedal marcial”, dándole caña; cualquiera diría que tenemos prisa. Al llegar a casa estamos tan sucios de barro y las bicis tan llenas de tierra que es imprescindible una ducha de ambos. Así que sacamos la manguera y primero la bici y luego nosotros, pasamos por el ritual purificante del agua potable. Ducha en medio de la calle, risas y más risas que no dejan de sorprender a los atónitos transeúntes que, a cubierto del frío y de la lluvia nos ven desde los pocos coches que pasan por la vía.
En definitiva, la de hoy ha sido una nueva experiencia que nos ha enseñado aquello de que una vez te liberas del inconveniente de ir mojado, empiezas a disfrutar de una manera distinta el mundo del pedal, es como un desapego, una rebelión al orden establecido, una manera de romper moldes y salir a la naturaleza salvaje sean cuales sean las condiciones ambientales, dentro de un orden de seguridad, claro está. Si me dan a elegir, prefiero esos días perfectos de tiempo en calma y que no llueva, pero puestos a no salir, gritare siempre aquello de "a mi la lluvia". En resumen y como alguien querido nos hubiese dicho años atrás.....”esteu locos”.
Track en Rutes de Roda i Pedal