martes, 1 de septiembre de 2009

Rutas por Calles Agosto`09

"Escribir sobre montañas es sumarse a un ya largo acto de gratitud hacia esos escenarios y prolongar la invitación a su descubrimiento."
Julius Kugy


Después de 15 días pedaleando por las pistas de Calles he podido constatar el paraíso pedalístico del que disponen por aquellos lares. La primera semana sin GPS que me indicara por donde iba, trazaba a ojo de buen cubero los caminos a seguir y hala a la aventura que no es poco. La segunda semana con el GPS que más que guiar mis pasos, al menos, grabaría los que yo daba para luego estudiarlos y poder decir con orgullo “ahí he estado yo”, si, digo con orgullo pues los paisajes grabados a fuego en mis retinas no los podré olvidar, y es que el río Turia ya nos ha dado más de una sorpresa y, una cosa es intuir los cañones y desfiladeros que forma y otra es verlos y extasiarte en su contemplación, intentar inmortalizarlos con la cámara para luego mostrarlos a los compañeros, pero, uno se queda sin palabras cuando se sienta aquí a intentar explicar lo que ha visto durante estos días. La segunda semana repetí casi todos los caminos que ya conocía para tener así el track. Bueno vamos al relato.


Desde la casa que los padres de Teba han alquilado en Calles, tengo enfrente, al otro lado del río Tuejar los montes caídas del Turia que marcan la divisoria con Domeño, allí arriba se encuentra el radiofaro a 550m de altitud y una inmensa finca de viñedos propiedad de Vegamar. Pues nada encamino mis pedaladas hacia allí encarando la temida cuesta de Vegamar, es la tercera vez que encaro esta cuesta y a pesar de ser asfalto la subida se las trae. Tanto da seguir los carteles de la zona de recreo Puente Alta como seguir hasta la bodega y coger el camino detrás del parking, nos llevarán al mismo sitio. Después de una pequeña bajada hasta el puente sobre el barranco del Prado la carretera empieza a subir sin contemplaciones, cómoda pero intensa se va agarrando a las piernas un poquito más en cada zigzag de la carretera. Esta carretera está escasamente transitada por lo que no representa un peligro para nuestro placentero rodar. Ya arriba, justo cuando empieza a bajar sale un camino a la izquierda y otro a la derecha. A la izquierda nos lleva al radiofaro en otro tramo de subida que se hace eterno después de lo que hemos subido.

El cañón del río se adivina unos metros más adelante pero la vegetación de matorral que lo cubre todo impide el paso hasta el mismo precipicio, como no me conformo con ello decido indagar por otro lado, cruzo la carretera hacia el deposito contra incendios y voy en dirección Oeste hacia la divisoria con Chelva, este es el cerro Escorpión, sigo por un camino que va bajando hacia el río. No bajará mucho pues algo más allá de una casa en ruinas se acaba el camino dejando en el cuerpo un escalofrío de donde nos encontramos, ahora sí que estamos a escasos 30 metros del barranco, pero habrá que caminar entre la vegetación y las piedras para llegar a una especie de mirador sobre el abismo. Creo que merece la pena el esfuerzo de caminar entre la rocalla y arañarse un poco las piernas con las coscollas y demás ramas que encontraré por delante. Esta montaña y la de enfrente forman una inmensa V y en el fondo del cañón se ve e incluso se oye el rumor del agua batiendo entre las rocas. Es simplemente alucinante.


Una risa floja de asombro y admiración asoma a mis labios y me repito que esto no puede ser cierto. Siempre he pensado que el río Turia era una joya pero esto que estoy contemplando es un tesoro. El valle se cierra al fondo por una montaña tremenda coronada por un vértice geodésico, es el cerro del Tiñoso a 832m de altitud. A la derecha mirando este coloso se abre una abertura por la que entra el río viniendo desde el embalse de Benageber. Remonto el camino para llegar hasta el asfalto e iniciar la bajada. Esta comienza en un pasillo pétreo escavado en la roca que me hace coger gran velocidad, al llegar a la curva el impacto visual será tan tremendo que el frenazo se dejará sentir en los neumáticos y en el asfalto. Lo que he visto desde el mirador anterior se abre ahora sin contemplaciones para mi total deleite, no podré disfrutar de la velocidad en esta bajada ya que las paradas ante el apabullante espectáculo natural que se presenta serán continuas. No puedo salir de mi asombro, vaya día, y esto no ha hecho más que empezar, me pregunto qué es lo que descubriré a lo largo de estos días. Llego abajo de este camino sobre un puente que cruza el río, el área recreativa de la Puente Alta se presenta a la izquierda del puente, pero parado sobre él el angosto pasillo por el que asoma el río es una obra cincelada en la roca al más puro estilo del acueducto romano de Peña Cortada que visitaré días después.


Tras el área recreativa otro cañón apretuja contra las montañas las aguas rápidas del Turia. Una exquisita pinada da sombra, el frescor lo aportan los chopos que nacen a pie de río creando entre los tres un lugar idílico donde pasar una jornada de descanso. Una fuente y unas mesas de picnic cubiertas nos facilitarán la labor. Continúo por el camino a orillas del río. Con los ojos vendados y un par de vueltas que te pregunten donde estás. El cañón se abre en algunos tramos para cerrarse poco después entre monolíticas montañas de aspecto amenazador pues, la estratificación se deja ver en la pared simulando la obra de un albañil caprichoso y laborioso a tenor de los millones de ladrillos usados en esta colosal obra.


Este camino pasa por dos zonas de recreo, en la segunda encontramos dos puentes, uno habilitado para el paso de vehículos hasta el merendero y otro de uso peatonal, al poco el camino se corta con una cadena por las obras de acondicionamiento en el canal principal del campo del Turia allá arriba en la montaña, este camino de subida también cortado lo seguiré otro día, hoy seguiré pegado al río intuyendo que este me llevará hasta la cola del pantano de Loriguilla justo en la cola de caballo, la monumental cascada que desde lo alto de la montaña se desparrama hasta unirse a las aguas de río. Este tramo de camino rememora los paseos por el parque natural del Turia por lo que ya estoy dibujando mentalmente el camino hasta unirse con aquel. Algo más adelante llego a una pequeña cascada que, sin tener las proporciones de la cola de caballo deja su impronta sobre la montaña en pequeños hilos plateados descolgándose desde la altura por el musgo que, con el paso del tiempo, ha ido creciendo.


El serpenteo del río sigue a lo suyo, ora se encajona ora se abre hasta llegar al pequeño lago donde está la salida de derivación de agua del canal ahora cerrada. En esta zona, que hace un par de años era una pequeña senda, en una ocasión vi una nutria nadando por las cristalinas aguas que aquí se encalman. Después de la curva viene la catarata. Y poco después se juntan las aguas de los ríos Turia y Tuejar, este último aporta aguas algo más turbias por el arrastre de sedimentos, uniendo sus caudales para intentar llenar el embalse de Loriguilla.

Un camino cruza el río por un puente y se dirige hacia el embalse por el Sur, este camino lleva hasta las tuberías que cruzan el pantano desde donde se gozan unas panorámicas impresionantes, eso sí, tienes que pagar el tributo en el esfuerzo de subir hasta arriba.


Ya de vuelta y antes de cruzar el puente sobre el río, sale un camino a la izquierda que me llevará hasta los pies de la cola de caballo para poder disfrutar de esta desde una posición privilegiada. El atronador sonido del agua golpeando la roca silencia incluso los pensamientos, que no tienen otra mas que adormecerse refrescados por la pulverización del agua tras su brutal caída. Durante estos días voy a gozar de su contemplación desde todos los ángulos.


De regreso a casa los últimos vestigios del castillo de Domeño me saludan cuando me acerco a buscar algo de historia entre sus raídas piedras antes de llegar a casa.



Al día siguiente salgo en dirección contraria, hoy voy hacia la fuente la Losa, bonito paraje en la sierra de las Saletas al que se llega dejando atrás el cementerio de Calles y pasando bajo la CV 35 para comenzar a subir por asfalto, poco a poco al principio hasta llegar al deposito de abastecimiento de agua del pueblo, ahí la cosa se pone seria. Una señal nos indica rampas del 12%, el ritmo cansino se corresponde con el porcentaje pero la facilidad que proporciona el firme para rodar hace que las temibles rampas parezcan menos. Paro en la fuente a refrescarme y a desentumecer las piernas, con la sudada que llevo encima la más mínima brisa a esta altitud me hace pensar si no cogeré un “tabardillo”. Como todo no puede ser bueno llegamos a un 16% de desnivel que hace mella en la moral más que en las fuerzas… o quizá es al revés, el caso es que poco a poco el motorcito diesel va dando pedaladas una tras otra una tras otra, ya se acabará la rampa pienso para mis adentros pues no quiero ni puedo gastar fuerzas en hablar. Por si fuera poco el calor de agosto también empieza a pesar lo suyo.


Llego a un mirador sobre el valle y las vistas se extienden hasta más allá de los cañones del Turia donde el Pico Ropé hace valer su altura, el Negrete con sus antenas es otra insistente llamada que he estado oyendo estos días y que se convertirá en futura y señalada ruta, pero que queda ahora mismo muy lejana. Sin estar a la altura de nuestro reportero voy haciendo fotos como si estuviera loco, el paisaje es tan abrumador que no se ni adonde mirar ni que fotografiar. Otra vez en marcha hacia arriba. Pienso que en esta rampa no necesito ir haciendo eses para suavizar la subida, o es que a veces nos metemos mayores porcentajes o es que el entrenamiento va dejándose notar. Ya casi arriba otro mirador invita a una parada que el cansancio agradece. Es lo mismo de antes pero magnificado, no se llega a ver el embalse de Loriguilla por muy poco. Llego al otro lado para comprobar como el asfalto muere en la compostadora de Calles, la dirección del viento hace que hasta aquí no llegue el olor. Tomo el camino de la derecha hacia los baños de Verche, un hotel balneario en medio de las montañas próximo a la carretera de Loriguilla, mi intención es llegar hasta allí y bajar luego al pantano y cerrar el círculo hasta Calles. Este camino pronto empieza a mostrar el rigor del terreno biker y se endurece, por suerte es casi todo hacia abajo, la dificultad será orientarse en el entramado de caminos que surgen por todas partes. Voy haciendo camino a ver adonde me lleva sin mayor preocupación que disfrutar del grandioso paisaje y estar a hora de comer en casa. La extensa red de depósitos de agua repartida por todas estas montañas y sus planos de posición pueden parecer una guía en la laberíntica red de caminos pero como pasa con este de el Lucero es más un galimatías que un mapa con el que orientarse. Superada esta parte de subida paso al otro lado de la montaña para tener visión directa sobre la muela que corona el pantano de Loriguilla. Ya bajando pasaré por el otro lado del barranco del Agua Salada que es el me separa del balneario y poco después llegaré a la carretera que, tras cruzarla, me llevará a la antigua carretera, ahora sin tráfico, que cruza la cola del pantano hasta Domeño.



Hoy me voy a ver si subo al vértice que vi desde el mirador del río. Salgo hacia Chelva ya casi tuteando la subida. Me voy acercando a las montañas de destino viendo los caminos aéreos que sobre ellas se dibujan. Tirando de memoria, pues ni tengo Internet ni mapas ni GPS, intento buscar la subida a Bercuta. Vano intento todos estos días pues no se ve desde aquí, aunque las rampas que veo asustan tanto como aquellas. Llego al desvío de Chelva y recto baja la carretera que voy a coger denominada (ahí es nada) la cuesta del muerto, me dejo caer felizmente ganando velocidad de forma endiablada hasta que tiro de freno, tiro tiro tiro y sigo tirando porque si no el muerto seré yo. El despeñadero que hay al fondo es tremendo sobre el barranco de la Puerca que ya conozco de la ruta de Bercutas, aquí desagua sobre el Turia cuando trae agua, que si no de forma continua algunos días la he oído remolinarse entre las piedras. Llego abajo habiendo conseguido no ser el muerto por ahora, pero igual la denominación es por la subida, ya llegará eso. Llego a Puente Barraquena.


Zona de recreo con paelleros y refugio abierto y una zona de baño en el río espectacular. La altura del puente sobre las aguas bravas influye para dar un toque de sensacionalismo al conjunto. Tras visitar el enclave cruzo el puente y se acaba el asfalto. La subida es de tierra por una pista forestal en perfectas condiciones. Pues para arriba que abajo ya estamos. Curvas de 180º me van haciendo subir desnivel más rápido que las pulsaciones. El calor y la paliza de los días anteriores también se deja notar, pero esa sensación es tan solo al principio, solo dura lo que tardes en quitarte de la cabeza que no estás haciendo otra cosa que subir montañas, no podía ser de otra manera en mis rutas, después estos se quejan cuando les meto rampa, normal, si me las subo yo no les voy a dejar lo bueno para ellos. Una vez a este lado del río el camino se llama del Tiñoso, y no será por el mal estado del camino ni por las soberbias panorámicas de las que voy disfrutando todo el rato. Tras en intenso zigzagueo del camino este se torna aéreo junto a los cañones del río que se va internando el valle que vi el otro día. Las vistas son asombrosas, pero aún mejorarán más desde lo alto. Paso al otro lado de la montaña para ver el encajonamiento del río nada más salir de pantano de Benageber. Este lado es más suave de desnivel excepto la última rampa antes de llegar al desvío del vértice, este camino a pesar de tener mucha piedra suelta y mucha vegetación, por el poco tránsito, se puede ciclar con un poco de esfuerzo y pericia para esquivar las piedras. De todas formas estamos a unos 500 metros del objetivo. Llego arriba para inmortalizar el momento en que “Dilin” se abraza con el vértice con el Pico Ropé de testigo.


Ya veo el mirador en el que estuve junto a la caída sobre el río. El estrechamiento y la Puente Alta no se ven pero sí las curvas del próximo encajonamiento por el camino que va hacia la cola de caballo. Espectacular.


Estoy en un punto casi equidistante entre los dos principales embalses de río Turia y a una de las mayores altitudes de la zona. Miro la hora y veo que el tiempo se me hecha encima así que toca volver para deshacer las casi 3 horas que llevo de pedaleo. Me lanzo hacia abajo deprisa pero con la precaución de una pista de grava. El firme está en perfectas condiciones pero si necesitar frenar en poco tiempo el patinazo será monumental y el final del camino coincide casi siempre con un profundo barranco o bien con una ladera tan pronunciada que acabaremos en el barranco de todas formas. Así que precaución es la palabra clave. Aun así los 40 los alcanzo en más de una ocasión y la velocidad media no es nada despreciable, eso sí, mejor y frenando desde lejos y no dejarlo todo para el final. En la parte final, la del zigzag, el recalentón de frenos es de aquella manera y el chillido en forma de lamento anuncia desde lejos que estoy llegando. Llego al puente y paro a descansar las manos que de tanto frenar han cogido forma. El estruendo de la rápida corriente es atronador, y hablando de rápida, la bajada me ha costado 10 minutos lo que antes me costo 55 en subir. Encaro la subida del muerto y las primeras rampas son eso, para morirse. Muy poco a poco voy entrando en desniveles más soportables y el grito de las piernas ya no es tan intenso. Es apenas un Km. pero deja una huella indeleble en tus piernas y sobre todo en tu memoria. Ya desde aquí hasta Calles es todo bajada por lo que llego a casa casi una hora antes de lo previsto.



Hoy quería llegar a Bercuta. Hace más de año y medio que fuimos y hoy voy de memoria, así que llegado al punto donde el GR7 se mete por dentro del barranco de la puerca me equivoco de camino y sigo el de Chelva a Bercuta en lugar de bajar para cruzar el barranco. Claro que esto no lo sabré hasta que llegue al cruce desde donde se ve la aldea de Bercuta. Ya allí y más intuyendo que sabiendo a ciencia cierta el error aún estoy buscando esa rampa brutal que me hace decidirme por el camino que voy a tomar, a la izquierda en dirección hacia el río que ni siquiera intuía allí. Varios cruces de caminos después ya he desistido de encontrar el correcto y me dedico a explorar. Por suerte para mí a la pregunta ¿sabré volver? La respuesta es sí. Contando que hasta Bercutas he sabido llegar después de año y medio por estos caminos de Dios volver por donde he venido no será un problema. Con estas me meto en un laberinto de caminos que van descendiendo por un firme triturado y con mucha vegetación en medio. Ya veremos donde lleva esto. Estoy pensando cuando entre los huecos de los árboles veo una espectacular caída y un camino al fondo del barranco. Eso no puede ser otra cosa que el camino de Barchel. Efectivamente. Al poco ya empiezo a divisar de forma permanente entre los árboles el camino, la senda o camino en zigzag de los Visos y el otro zigzag del camino de las Cortinas. El río no se ve escondido detrás del muro vegetal que forma la pinada espesa que aquí hay. El transitar por encima de la vegetación del camino y el calor saca las esencias de tomillos y romeros que voy pisando. Los pinos recalentados por el sol también perfuman el camino con su intenso y seco olor. Muy por debajo de donde estoy veo un camino que intuyo es este por el que voy y que se juntará con el GR7, de ser así este trayecto si que será ciclable y muy probablemente llegue hasta el puente colgante sobre el río. Sigo bajando hacia el Sur, a mi izquierda tengo la mole de el Morrón, un peñasco rojizo de más de 860m de altitud. Llego a una explanada con dos caminos. El de la derecha sigue bajando pero yo no tengo muy claro que al final se junte con el GR ni que aquel sea ciclable, y hacer la bajada para luego volver a subir por este camino “pestoso” que diría Pedro Delgado no es una idea muy atractiva. El de la izquierda sube y rodea el Morrón. Quizá aquel conecte con el camino del Tollo dándome unas preciosas panorámicas sobre el encajonamiento del río antes de llegar a Puente Barraquena. Pues nada a por él. Este tramo no se puede decir que sea pestoso, es andrajoso y roto como pocos he transitado. Pienso para mis adentros que menos mal que voy solo ya que incluso he tenido que descabalgar un par de veces por el estado del terreno. Pero las vistas son otra cosa. Impagables.


No puedo salir de mi asombro con todo lo que me está deparando el río Turia en esta zona. Si, nuestro pequeño Turia. Quien iba a decir los tesoros que tiene guardados en esta zona de La Serranía. Y estos descubrimientos no han hecho más que empezar. Llegado a un punto el camino se acaba, más arriba de la montaña se ve otro camino que debe de ser el del Tollo pero no se comunican uno con otro. Así que vuelta atrás. Ya que estoy me acerco a la aldea a ver la ermita de la Presentación de la Santísima Virgen María. Efectivamente el GR pasa por aquí, y aunque de momento el camino es ancho y ciclable siempre he oído que la senda que baja hasta el puente colgante no lo es. Bueno como excursión no ha estado mal, ahora me acercaré por la fuente de Bercuta a cargar agua fresquita y a rememorar tiempos pasados. El agua es como recordaba, fresca y buena, la pendiente no, es más pronunciada de lo que recordaba, me alegro de hacerla de bajada y no de subida. La llegada a Calles la hago como un tiro, en casa me espera un día más otra cerveza fresquita.



Hoy decido inspeccionar la montaña de enfrente de casa por si tuviera algún camino por la parte de Domeño con vistas al río. Hay un camino que se ve desde casa y voy a probarlo. Varios caminos sin salida me hacen desistir del intento así que me voy a Chelva a buscar el convento que no pudimos ver el día de la subida al Pico Remedio. Una vez en la ruta del agua cruzo el puente y subo hacia el pueblo, enseguida hay una casa a mano izquierda y un camino detrás de ella, un Km. después llego a la fachada del convento de San Francisco. Este se encuentra cerrado y abandonado. La gran fachada que se ve entre los abetos mientras subes es todo lo que nos ofrece el paraje aparte de un tranquilo y sosegado descanso sin ruidos ni nadie que moleste el momento de recogimiento. Con esto en el zurrón vuelvo para casa a descansar y coger fuerzas para mañana que allá en la base me espera una ruta de las fuertes con Luis mientras me cuenta las aventuras en los Pirineos.




(Lunes) Comienzo otra semana de pedaladas esta vez con el GPS que va a marcar mis pasos más que guiarlos pues solo tengo cargado el mapa de una ruta, claro que esto lo sabré después de que en las siguientes rutas la pantalla se quede en blanco y solo vea una línea que denominaré “migas de pan”.

Hoy intentaré adelantar parte de las etapas del proyecto todo Turia. Subo otra vez los montes caídas del Turia y me lanzo hoy rápidamente hacia abajo, las fotos ya las hice el otro día. Luego en lugar de bajar al área recreativa sigo la carretera hacia Jórgola que es otra área recreativa, fuente y zona de acampada, como comprobaré más tarde. “La Martita” se queda afónica de tanto gritarme que no es por ahí, pero como están en obras en el camino del canal decido dejar aquello para otro día, no sea que no me dejen pasar y tenga que volverme. Se pierde el asfalto y entro en un camino en perfecto estado pero en subida, claro. Paso bajo los tubos del canal principal del campo del Turia, este canal que nace en el embalse de Benageber es el que alimenta las balsas de riego de la ruta de los molinos de Alcublas o el canal que transitamos en la ruta del molino de la Ceja en Gátova. Sigo subiendo aunque lo encajonado de este camino no me ofrece panorámicas en las que apoyar el pedaleo para hacerlo más llevadero. Solo veo montañas cubiertas de monte bajo que verdean las en otro tiempo boscosas montañas antes de los incendios de mediados de los 90.


Paso la zona de acampada y llego al primer cruce de caminos importante, dejo a la derecha el camino del depósito Mazcán y sigo subiendo ahora un tramo con fuerte pendiente. Ya arriba otro cruce: al frente me voy hacia las estribaciones del Pico Ropé, pero eso lo quiero dejar para todo el grupo; sé que si llego al camino de subida no me podré resistir. Así que giro a la izquierda hacia las Marianetas por el camino de Utiel a Domeño, poco después lo dejaré para ir hacia la derecha que es lo que me conduce, según creo, hacia la parte más cercana a las montañas que cierran el pantano de Loriguilla por el Suroeste. Llegado a cada cruce voy casi deshojando la margarita para decidirme por un camino u otro ya que me he hecho un croquis mental de las rutas para los próximos días y quiero cubrir la mayor cantidad de caminos. El faro Sur en el que se erige el Pico Ropé, siempre visible, me va marcando el itinerario. Solo espero no meterme en un camino sin salida allá abajo pues, si pasa eso tendré problemas debido a los fuertes desniveles que salvas en cada camino. Estoy acabando de rodear la Majada Seca para entrar en la otra vertiente del valle con un desnivel descomunal. Los mil barrancos y ramblas que aquí se juntan conforman un paisaje herido que marca hasta los mismos cimientos de las montañas con las intempestivas corrientes de lluvia que arrastrarán todo a su paso. Bajo en busca de la fuente de Juan Gijón, desde aquí miro hacia atrás y deseo no tener que volver a subir este camino ya que al fortísimo desnivel hay que unirle el estado del terreno.


Sigo bajando para poco después comenzar el ascenso por la otra vertiente que me dejará a un paso del inicio del coloso Ropé, pero en lugar de ir hacia allí siguiendo las indicaciones de Chera un giro en herradura me pondrá en la dirección del embalse. En este giro estoy casi en el punto más alto de este tramo y desde aquí comienza un llanear por lo alto de la montaña dejando a mis espaldas el perfil aserrado de Ropé. El paisaje se centra ahora sobre la cuenca del lago hundido entre las montañas que lo rodean. Algunos grupos de pinos rompen la angustiosa monotonía de unas montañas peladas por más que la vegetación de monte bajo lo inunde todo. Menudo bosque debió de ser esto en su día. Comienzan casi a la par la bajada y las vistas sobre la mancha azul que ya hace rato voy buscando. Las postales son memorables.


Estaría parando todo el rato a fotografiarlo todo pero tengo que bajar al embalse y volver a casa. Así que haciendo menos paradas de las deseadas cojo velocidad en una bajada limpia y por buen carril que no plantea ninguna dificultad. Llego a pié de presa para tener a la derecha los cañones que aprisionan al río en su transitar por Chulilla. Las montañas como un embudo se van cerrando en un largo pasillo obligando al Turia a entrar entre verticales paredes para formar un espectacular meandro.

Al otro lado el lago se extiende perdiéndose entre las montañas que lo trajeron hasta aquí, y por una de esas montañas asoma a lo lejos el pico del Remedio convirtiéndose ahora en mi guía de vuelta a casa. Subo la carretera hasta la CV35 y, por el arcén, me lanzo hacia abajo lo más rápido posible hasta la cola del pantano en la que dejaré de circular junto al transito para entrar en una zona más tranquila y segura para los ciclistas.



(Martes) Bueno, es hora de grabar esas rampas del 12 y 16% del camino de las Saletas. Esos terribles 3km de ascenso que nos darán un 10% de media no están nada mal. El asfalto y las vistas me ayudan a ir tirando para adelante. Acortaré el relato de un camino ya conocido diciendo que estoy arriba. Hoy que tengo GPS para grabar, que no para guiarme igual que ayer, cogeré el camino de subida a la izquierda para que luego mis compañeros no digan que solo les hago subir. Es el camino del Mas del Herrero y es el que va hacia el Mas de Solaz, desvío al que llegaremos después de haber sufrido lo que no está escrito por este camino infame. Al principio es mucha gravilla que agarra las ruedas y las hunde casi hasta la llanta, claro, en estas condiciones es casi imposible rodar, a eso únele la pendiente, nada desdeñable, y tienes entre las piernas un coctel explosivo. La bicicleta, ingobernable y terca en su continuo clavarse en la gravilla, me pondrá al límite de la paciencia en más de una ocasión, seguimos sumando elementos, a saber: calor, una sudada de escándalo debido al esfuerzo, y un viento de levante que me baña en los olores que hoy si me llegan de la compostadora, ríete tú de L´Angliru. Llego al desvío de Mas de Solaz y al poco a un corral abandonado desde el que veo abajo el depósito contra incendios. Decido no bajar por el fuerte desnivel y porque mi idea es seguir subiendo y buscar un camino que me lleve hacia Peña Cortada.


Así que sigo subiendo por el camino de antes una fuerte pendiente que me lleva a rodear la montaña para llegar a otro desvío, a la derecha al Mas de Castellano con su fuente, recto hacia Chelva, bien, por fin una indicación realmente funcional. Al poco dejo a mi izquierda la montaña que acabo de rodear y abren las panorámicas sobre el Pico Remedio, es tan impresionante que decido parar aquí mismo a almorzar. Con estas vistas tengo a mi espalda el punto más alto de esta sierra, el alto Castellano con 1054m es el coloso al Este de la Peña Cortada. Hay un camino que sube hasta él pero visto el perfil que presenta decido mirar para otro lado, ya llevo bastante en el cuerpo. Más hacia el Este la sucesión de montañas es interminable, lastima que la calima que nubla el horizonte no deje distinguir lugares mucho más cercanos y conocidos para nosotros allá cerca de la base. Me pongo en marcha en un descenso cómodo ya que el camino aquí arriba está bastante bien, es lógico pensar que los fuertes desniveles y las torrenteras que bajaran de las montañas cuando llueve, tienen que hacer un flaco favor a la conservación de los caminos, de ahí que estos presenten en algunos puntos tramos muy deteriorados por las piedras o grava, en cambio los altiplanos, menos erosionados por las avenidas de agua se conservan y drenan mejor. Estas montañas tampoco se libraron en su día de los incendios forestales que en los 80 y 90 arrasaron la Comunidad Valenciana hasta los cimientos. La abundancia de agua en esta zona y el tiempo, junto con algunos esfuerzos por reforestar han verdeado las montañas, y los grupos de árboles que se salvaron compiten en vistosidad con lo escarpado de los erosionados montes.


De frente se acercan cada vez más los molinos eólicos de Alpuente. Lastima que para conseguir una energía renovable tengamos que destrozar paisajisticamente nuestro entorno natural, no digo lo de limpia puesto que la problemática con la muerte de aves por sus aspas no deja mucha limpieza, el caso es que habría que medir muy bien qué significa sostenibilidad antes de invadir un espacio natural de esta manera, ahí dejo el tema.


Poco después un desvío hacia Higueruelas a la derecha y Mas del Herrero a la izquierda pero, ¿dónde esta indicada Chelva que es la dirección que venía siguiendo?, miro a “la martita” en busca de consejo, miguitas de pan en la pantalla es todo lo que me contesta como queriendo decir “puedes volver por donde has venido”. Tarde. Ya saldré a algún sitio donde me pueda orientar (eso espero, porque como el camino que voy a seguir se corte…). Izquierda. Al poco otro cruce de caminos, ya que estamos otra vez izquierda, si la memoria no me falla esto debe ser el camino viejo de Calles a Higueruelas. Un tramo de subida por camino malo y después un placido paseo a media altura metido dentro de este valle. Paso lo que sabré después son las ruinas del Mas del Herrero, ahora el camino comienza un descenso que irá bajando de mala manera por un camino otra vez roto por efecto del agua hasta llegar al barranco de Alcotas, el mismo que en su discurrir entre las montañas obligó a los romanos a levantar y esculpir el acueducto de la Peña Cortada, el mismo que tras pasar por debajo de la CV 35 vierte sus aguas en el río Tuejar para que a su vez nutran las aguas del Turia justo allá en la cola del pantano de Loriguilla donde se juntan ambos ríos. Poco después a este camino se unen las señales de PR y GR este último solo puede ser el GR7. Cruzo el barranco con algo de agua, la justa para llegar hasta los pedales y refrescarme algo los pies al salpicar y dejo atrás la fuente de Juan Rana. Un tramo ondulante en medio de este magnifico bosque y salgo a la zona de cultivos próxima a Chelva, enseguida encuentro indicaciones de Peña Cortada que no está a más de 3km. Una vez en el parking hay dos itinerarios a seguir. Uno se adentra en una pequeña rambla bajando del aparcamiento y por una senda que podemos “ciclar” casi hasta el final, nos acercamos al puente desde abajo. Antes de llegar habrá que dejar la bici semi escondida si no tenemos algo con que atarla a un árbol y andar menos de un minuto hasta encontrar las pasarelas de madera que nos dan visión directa del acueducto. La otra alternativa es dejar la bici en el parking y subir la senda señalizada hasta el puente, tras cruzarlo entramos en la montaña cortada a golpe de cincel hasta hacer los túneles para el paso del agua.


Este segundo recorrido no nos costará más de 20 minutos y podremos verlo todo si encontramos la forma de asegurar la bici. Para los más atrevidos que piensen en subir la bici por la senda (que es posible), se encontrarán con un paso estrecho muy complicado, luego de sortearlo y cruzar el puente, vendrán los túneles que desconozco si cabrá la bici, es posible que sí, para salir con ella por el otro lado y tras un trabajoso periplo de casi 2km. por una senda de escaleras llegar al camino que nos llevará hasta Calles.

Este itinerario de Calles hasta arriba lo hice un día y es un calvario arrastrar la bici tanto tiempo, no intenté cruzar porque el túnel estaba inundado de las lluvias del día anterior.


Tras esta visita bajamos rápidamente a Chelva siguiendo al revés las indicaciones del acueducto y tras un rápido descenso por la carretera esta vez, y sin que sirva de precedente, llego a casa para salvar la cerveza de congelamiento que esperaba en el congelador.




(Miércoles) Hoy quiero subir toda la cuesta del Tiñoso y continuar el camino hasta el final, tendría que enlazar con el camino de Benageber a Chera, una vez enlazado hacia la izquierda me llevaría hasta los pies del Pico Ropé y con el tiempo pegado al culo tendría que bajar buscando el embalse de Loriguilla por el camino del otro día, veremos.

La subida de Calles y yo ya somos amigos de tanto subirla y bajarla. El camino hasta el Tiñoso también. Así que imaginemos que ya estamos arriba y en paz.


Juer que subida más cómoda la de hoy, pero cuando crees que está todo hecho aparecen más allá en el tramo nuevo de camino algunas rampas exigentes. A ver, con lo que llevo subido nada del otro jueves, pero creyendo que estaba todo el pescado vendido tienes que buscar las fuerzas en lo más profundo de las piernas que ya se daban por cumplidas en la etapa de hoy. Así que conforme avanzo voy dejando atrás el collado de la Cortina que lo subiré mañana o pasado. El cerro Alonso con la fuente de la cortina a 928m coronan esta montaña a la derecha del camino y, con una espectacular visión del barranco de Tuesa a la izquierda, se desparrama esta ladera en busca de su salida natural al Turia allá en Puente Alta casi 600 metros más abajo de esta posición. Todo esto lo sabré después cuando consulte los mapas pues “la martita” me ha dejado tirado, solo se ve una flechita que va dejando miguitas de pan por el camino. Imagino que solo estaba cargado el mapa de la ruta que hice ayer, así que hoy, al poco de salir de Calles, el mapa se ha ido de vacaciones, apáñate. Sigo entre la espada y la pared, o mejor dicho entre la montaña y el barranco disfrutando las soberbias panorámicas que se ofrecen por doquier, hasta llegar a otro cruce: a la derecha Mas de Alonso y fuente, a la izquierda Cerro del Águila y recto nada. Moneda al aire y a ver; de canto, recto. Por lo que tengo memorizado es a la izquierda pero no sé exactamente donde. El Cerro del Águila se ve un camino poco transitado y además con una fuerte pendiente, por lo que decido seguir el camino principal a ver si sale otro camino. Saldrá otro en un kilómetro a la derecha que indica los Visos, eso me suena de cuando estuve en Bercuta pero ese es el GR7 y no se si hasta Barchel se puede bajar en bici o solo es senda.


Sigo el principal pero pronto comienza a bajar y se ve a lo lejos como se dirige hacia Benageber por lo que decido parar. Ya en casa, cuando pueda ver el mapa, comprobaré que me he quedado a escasos 400 metros del desvío correcto que desde aquí quedaba oculto por los árboles tras la bajada. Ahora mismo mientras decido que hacer, se impone almorzar algo internándome en el camino de los Visos en busca de una buena sombra y mejor panorámica. Más caminos sin marcar y esto comienza a ser un galimatías. Durante la parada, un par de helicópteros sobrevolando la zona me hacen pensar en lo peor, así que sin tiempo que perder decido dar por concluida la ruta de hoy, al menos en el trayecto de ida, toca volverlo todo exactamente por el mismo camino.




(Jueves) Hoy intentaré cerrar el círculo que inicié el lunes. Subir a la cola de caballo y continuar hasta lo alto de la montaña si nadie me impide el paso. Para ahorrarme la subida hacia el radiofaro me voy hacia Domeño y desde allí iré remontando el río. La primera cadena está quitada por lo que deduzco que estarán trabajando. Voy tranquilo, deleitándome en la contemplación de la corriente y las caprichosas formas con que la erosión ha moldeado las montañas.


La abundante vegetación de ribera, compuesta principalmente de chopos y eucaliptos junto con las cañas, forma un tapiz de variados tonos, los pinos que abundan conforme nos alejamos de la orilla ponen el toque de aroma de un día de verano. Llego a la cascada pequeña y no dejo de admirar la belleza del conjunto mientras pienso que si todo va bien en un rato estaré ahí arriba. Sigo avanzando sumido en el más placentero de los pedaleos y llego sin darme apenas cuenta a la zona de picnic, cruzo el puente ya que la cadena también esta quitada, giro a la izquierda y encaro la subida con la cadena también quitada, vaya suerte, ya veremos si alguien me dice que no puedo pasar. De momento la rampa que me saluda es la que me da un toque de atención. Con la tranquilidad que da la experiencia acumulada en subir montañas estos días, me digo que ni caso, que yo a ritmo y que el motorcito diesel haga su trabajo que seguro que lo hace bien. Voy dejando atrás a trabajadores que me miran no se si deseando cambiarse bajo un sol de justicia por uno que disfruta de su tiempo libre, o pensando que ahí iban a estar ellos de no tener que trabajar. El caso es que mientras ellos me miran yo voy alejándome a toda velocidad, la media de ascenso son unos penosos 5 por hora que con las paradas que estoy a punto de empezar a hacer aún lo voy a arreglar más. Los flashes paisajísticos que voy recibiendo me vuelven a dejar sin aliento más que la dureza de la rampa. Ya llevo unos días viendo este inconmensurable paisaje y no puedo salir de mi asombro y bendecir mi buena suerte por haber encontrado este alubión de sensaciones. Lentamente, debido a las paradas contemplativas, voy llegando a la balsa de cargas que es desde donde se descuelga la cascada que todos conocemos como cola de caballo.

Es increíble el tamaño de la balsa. Pero lo que realmente apabulla es el complejo sistema de canales y la tremenda fuerza que el agua ejerce y que la hace coger velocidad entrando en dichos canales, si por un momento dejas volar la imaginación da repelús pensar en caer al agua. Son muchos años viendo este lugar e imaginando que subía aquí arriba, hoy por fin lo he conseguido.

Después de empaparme de paisaje regreso sobre mis pasos hasta el lugar donde cae la otra cascada, más pequeña pero igualmente bonita. Además de tener unas soberbias vistas sobre el río, lugar que aprovecho para improvisar un asiento de piedra y almorzar gozando del espectáculo.


Otra vez en marcha cogeré el camino a la izquierda en subida hacia lo alto de la montaña, hacia las Marianetas, intentando cerrar el círculo que inicié el jueves. Según los mapas este es el antiguo camino Utiel-Domeño, los mapas ponen que el camino no se corta en la cola de caballo y según ellos continuaba hasta Domeño. Hoy he visto que eso no es cierto, incluso el puente que sale del pueblo y cruza el río hasta la parte baja de la balsa de cargas muere allí mismo, no sube arriba de la montaña, tal camino, de haber existido hoy es solo un recuerdo, y la única subida es por donde la he hecho. Esta parte del camino que no está recibiendo las atenciones por las obras es un camino abandonado con el firme machacado y roto que, unido al buen y constante porcentaje, obliga a un esfuerzo continuo y a veces desesperante. Son apenas 3km de recorrido, pero el esfuerzo a que nos obliga nos parecerá el doble. Una vez termina el desnivel todo se arregla; camino más o menos bueno y encima llanito. Por no pedir no pediremos ni buenas vistas, estas ya vienen puestas, pero un poco más adelante veo que las curvas de nivel en el GPS a mi izquierda se amontonan como locas, eso quiere decir que hay barranco, y por la situación con vistas hacia el pantano. No hay senda ni nada que lo indique, así que abriéndome camino entre matorral y piedras, y arañándome las piernas un poco, cubro los escasos metros que me separan del abismo. Otro fogonazo de incredulidad cruza mi rostro ante lo que estoy viendo.


Esta zona no deja de deparar sorpresas una tras otra. Los paisajes son inacabables, grandiosos. Unas cuantas fotos después me pongo en marcha para iniciar un tramo de suave descenso por la parte alta de esta montaña de más de 780m. Rápidamente llego al desvío que hacia la izquierda va a la fuente de Juan Gijón y que ya seguí la semana pasada, hoy se trata de cerrar el círculo por lo que lo ignoro y sigo adelante. El siguiente cruce importante es el que baja hacia Jórgola a la derecha y hacia Chera, Utiel y Benageber a la izquierda. Por fin toca bajar. Este camino ya lo conozco de la semana pasada así que no redundare en él. Este largo tramo de descenso no presenta mayores dificultades si prestamos la atención necesaria y no abusamos de las altas velocidades ya que, de ser así, cuando vayamos a frenar ya será tarde.


Llegamos, previo disfrute del paisaje a Puente Alta, hoy si que entraré en la zona para seguir el camino del río y así grabarlo en track, como ya hicimos la descripción también nos saltaremos esta parte, si puedo evitar (mientras miro las fotos) hacer algún comentario. Una vez cerrado el círculo solo queda volver a casa siguiendo el camino de esta mañana.




(Viernes) Esta era una de las rutas más esperadas. Guardada en el zurrón desde que hicimos la Traspantanaica. En aquella ocasión, llegados a Barchel no continuamos el camino porque no sabíamos si tenía salida y de tenerla si esta nos llevaba hacia Chelva o Calles, en fin, que se me quedó pendiente. Hoy saldré de dudas. Voy hacia Bercuta por el mismo camino que la semana pasada ya que así grabo este nuevo itinerario. Como en el camino he gastado mucha agua me desvío hacia la fuente para reponer liquido y continúo hacia el pantano por el camino que ya conocíamos; como voy sin mapas voy de memoria. Cruces de caminos sin señalizar me harán dudar y hasta creer que me he equivocado pues, estas rampas que estoy subiendo no las recordaba del camino hacia el vértice.


Finalmente llego a un cruce que sé que sube al vértice así que esta vez no se escapa, que en aquella ocasión se nos quedó pendiente. Por fin una subida como es debido. Camino finito y sin baches… que mariconada. Casi llegando arriba se abre entre los árboles visión directa del pantano, es espectacular la belleza del conjunto. La inmensa mancha azul se integra en un paisaje verdeado por el bosque que lo envuelve. Al fondo las montañas se elevan para poder gozar del espectáculo del lago hundido entre los pinos.


Aparte del vértice geodésico del Cerrillar a 947m hay un observatorio forestal con unas inmejorables vistas a todo su alrededor. Entonces me doy cuenta de un problema; el GPS se ha quedado sin pilas. Con esto decido bajar hasta Barchel sin el GPS ya que ese tramo lo tenemos y ponerlo a grabar a partir de allí. Las fotos serán otro cantar. Tendré que seleccionar muy bien las que quiero hacer y parar para cambiar las pilas de un aparato al otro. Bueno, es lo que hay y ya no tiene otra solución. Me lanzo hacia abajo disfrutando del panorama tanto como me permite la velocidad que estoy cogiendo. La bajada del observatorio me pone enseguida en la carretera asfaltada por lo que la inercia de una me lanza en la siguiente. Destellos azules se filtran entre el verde de los árboles y antes de darme cuenta estoy en el negro túnel que indica el final de la bajada.

Entro en el camino de Barchel y comienza lo mejor de la ruta. Este camino aéreo sobre el Turia recoge toda la esencia de esta parte de La Serranía. El río, que no deja de guardar y enseñar sus más íntimos, secretos y preciosos rincones los raciona, con sabiduría, para no empacharnos de una sola vez. Las altas montañas, a su vez, intimidan el paso por lo precario de algunas rocas en equilibrio. Algún mirador de puntillas sobre el vacío nos invita a sentir emociones fuertes. Ya desde lejos se ve la catarata de Barchel. De cerca, tapada por una monumental higuera que contribuye a refrescar más el ambiente, el agua se desliza por la pared musgosa y por hilos plateados hasta el estanque de abajo.


Cristalina y fría invita a un baño veraniego. Justo allí la señal de GR indica lugares conocidos como Los Visos justo aquí arriba, Bercuta al otro lado del río con acceso por el puente colgante o Molino Puerto en Chelva que es la continuación del camino hasta el final, allá voy. Sigo el camino que continua bajando suave pero constante. Oigo un fuerte ruido de agua y me asomo a un pequeño camino que va hasta el canal. Este se interna en la montaña por una oscura boca por la que sale un aire helado que hiela el pensamiento solo de pensar si te caes ahí. La sensación que tuve ayer en la balsa de cargas no es nada comparado con esto. Me pongo otra vez en marcha y sigo deleitándome en el asombroso paisaje que se me ofrece. Al otro lado de la montaña veo el camino por el que estuve la semana pasada y compruebo que hacia el pantano tampoco tiene salida.


Cruzo los túneles y llego a un camino que sube, primero llegaré hasta el final de este camino que ya no está muy lejos y luego volveré para iniciar el ascenso. Justo en una de las curvas y mientras estoy absorto contemplando el paisaje, noto un movimiento, es una cabra que viene en dirección contraria. Cuando me ve, se para un momento preguntándose que narices hago allí, luego se da la vuelta y echa a correr. Hago pocas fotos de este trayecto ya que el proceso de cambiar las pilas dos veces de aparato y luego esperar a tener señal es un proceso lento que no puedo estar repitiendo cada vez, además de tener que ahorrar pilas. Llego al final hasta una rampa que baja hasta el canal y luego continúa por el impresionante barranco del Mas de Alonso hasta el río que, después de ensancharse aquí, se pierde un una curva hacia la izquierda para entrar en el valle entre la subida del Tiñoso y el camino sin salida que recorrí hace unos días. Pero mis problemas no han hecho más que empezar. Justo cuando empiezo a subir el camino noto que he pinchado la rueda delantera. Le doy aire a ver si el líquido verde actúa pero sigue perdiendo. Así iré aguantando tanto como pueda. A ratitos va aguantando pero de pronto empieza otra vez a perder aire. A todo esto el camino está en unas condiciones malísimas. Mucha piedra suelta y vegetación por medio del camino. Claro que el ir con la rueda pinchada aún contribuye más a la dureza del camino. La subida se me está haciendo interminable y penosa pero no tengo otra que llegar arriba. Mucho después llego a la fuente de la Cortina, aunque fuente no he visto, depósito de agua si hay. Esto me dice que ya no estoy muy lejos de coronar la montaña, además el desnivel y el camino ya no es lo que era e incluso voy llaneando un poco. Este cambio de firme contribuye a que la rueda aguante. Por fin llego arriba. Ahora tengo un dilema. Ya que sé que tengo que pasar los Visos y enseguida viene el camino a la izquierda que quería coger el otro día, después tendría que bajar por el camino de Puente Alta. Por otro lado si voy directo para abajo esta bajada es fuerte y luego está la cuesta del muerto. Si la rueda aguanta puedo intentarlo. Venga vamos. Pero aún no he recorrido ni 100 metros cuando vuelve a escaparse aire. No, así no puedo seguir, antes de empezar a bajar tengo que alejarme unos cuantos kilómetros y si me coge allí la avería ya no tendré cámara de repuesto, así que decido abortar el intento y volver para casa. Inicio el descenso con precaución porque si se desinfla la rueda no tendré dirección. Efectivamente, al poco noto como pierdo la direccionalidad y no me queda más remedio que parar a cambiar la cámara. Ahora solo queda no volver a pinchar. Hoy bajaré el Tiñoso con más precaución que los otros días, ya en el puente volveré a asombrarme de la preciosa área de recreo que hay aquí antes de iniciar la tremenda subida que me espera, pero, saber que es el último esfuerzo facilita mucho la labor.


Voy llegando a casa con la rabia de no haber podido completar el camino más cercano a la base del Pico Ropé ninguno de los días que me he aproximado, mañana tampoco será posible ya que la ruta que tengo programada es senderista. Con esto doy por concluidas dos semanas de pedaleo por Los Serranos. Intento visualizar postales que resuman y contengan todo lo que he visto y vivido en estas rodadas pero por cada una que consigo atrapar han pasado miles por mi recuerdo, ardua labor que intentaré reflejar en una crónica para meterles el gusanillo de una ruta por estas tierras.



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