martes, 29 de julio de 2008

De Manises a la Ermita del Castillo (Chiva)

"Las montañas ayudan a los hombres
a despertar los sueños en ellos dormidos"
Gaston Rébuffat

Pues seguimos con nuestra manía de descubrir rutas nuevas. Esta nos lleva en el la mañana de hoy desde nuestra base en Manises hasta Chiva, nada menos que 38 kilómetros de ida que con la vuelta, se convertirían en los nada despreciables 76. Admitamos que en el regreso hicimos un pequeño cambio de planes y recortamos al final solo 4 del total de la ruta. La semana pasada en lo alto de la Serra Perenxisa, hablábamos que las principales cumbres más cercanas ya las teníamos todas coronadas, entonces caímos en la cuenta de que nos faltaba el alto de la Virgen del Castillo en Chiva. Nos quedaba pues la inquietud de que tal vez fuese demasiado recorrido como para afrontarlo desde la base, de ser así lo haríamos desde otro punto con el remolque, pero una vez analizada detenidamente la ruta y a pesar de que los kilómetros no iban a ser moco de pavo, nos decidimos a hincarle el diente “con un par” desde Manises, debido a que las subidas, exceptuando la principal no iban a ser muchas. Seguimos siendo hoy tres los jinetes una semana más al salir al filo de las 09.00. El tiempo amenaza con regarnos el camino si nos retrasamos mucho, pero a estas horas las nubes no son una amenaza, eso si, nos tapan el sol que a esta hora siempre se agradece, el viento casi huracanado de ayer ha pasado de largo y no nos molestará demasiado en todo el día. Otra vez en dirección a la Muntayeta, pasamos la baseta blanca y seguimos recto para enlazar con el camino de Cheste allá por el camino del tiro al blanco, continuamos hacia los toboganes donde nos encontramos con un gran charco de agua debido a la rotura de una tubería, hacemos el último tobogán recordando los viejos tiempos cuando nos parecía lo más de lo más; hoy nos ha parecido un pequeño juguete. De aquí a la carretera de Cheste sin incidentes, una vez allí nos desviamos a la izquierda iniciando la parte nueva de la ruta, un poco más adelante cruzamos la carretera y comenzamos un zig zag que se nos hace interminable entre los campos de secano y con algunas viñas muy bien cuidadas que nos dejan alguna pincelada digna de recordar y así lo hacemos con unas instantáneas a la para que aprovechamos para aliviar nuestros resecos gaznates.


Un poco más adelante nos encontraremos con el obstáculo de la jornada; un camino que estaba en los mapas, que nos muestra claro el GPS y por el cual fue trazada la ruta y que sobre el terreno no aparece. Hacemos una búsqueda por los caminos cercanos y nada... así que nos disponemos a cruzar la viña por la parte más externa y pegados al margen con sumo cuidado para no estropear nada, sentimos tener que hacer esto pero no tenemos más alternativas ya que el camino a continuar está detrás de este campo. Conseguido. Continuamos en dirección a Cheste aunque estamos más cerca de Chiva. Pasamos junto a un almacén donde una enorme montaña de algarrobas nos recibe ya de lejos con su olor dulzón, nuestro fotógrafo no vacila ante lo inusual de la panorámica.

La rodeamos para entrar por un caminito a la izquierda que nos lleva a las puertas de un campo de naranjos; otra vez el mismo problema de antes, aquí el camino entra por dentro del campo, las puertas están abiertas (más bien parece que hace años que no se pueden cerrar) y la cerca está más rota que entera, otra vez nos cruzamos el campo para llegar a la carretera que nos sacará del pueblo en dirección a Chiva, poco después cruzaremos el Barranco Grande y al poco la Vía del tren por un paso a nivel sin barrera, motivo más que de sobra para echar mano de la prudencia pues a parte de estar en juego nuestra seguridad estamos poniendo a prueba a todo el colectivo biker (ya se sabe que lo que un biker hace mal " lo hacen todos los bikers", esta prudencia y modo de comportamiento cívico lo pedimos en todo momento, nosotros por nuestra parte tratamos siempre de cumplirlo). Poco después descendemos para cruzar el barranco de la cueva morica, y al salir de él estamos junto al cementerio de Chiva, que nos conduce hacia el interior del pueblo pasando junto a la iglesia de San Juan Bautista del siglo XVIII y por la fuente de los chorros con su gran balsa.


Desde aquí cruzaremos todo el pueblo para encaminarnos hacia la antigua N-III, la cruzaremos visualizando justo enfrente nuestro destino. Por fin comienza la subida. Vamos rodando entre chalets casi hasta arriba, la pendiente no es demasiado dura pero los kilómetros acumulados en las piernas a estas alturas de la jornada no perdonan y la rampa se va endureciendo a cada metro que pasa, hemos ido por el trazado más largo para intentar suavizar la subida, lo podíamos haber hecho por el vía crucis, que lo hace más corto pero más empinado, pero hemos dejado este tramo para la bajada.

La llegada arriba se hace acompañada de unas vistas excelentes. Nos cuesta un poco ubicarnos pues las últimas curvas nos han hecho perder la orientación. Esta vuelve enseguida y rápidamente reconocemos frente a nosotros La Rodana junto a sus hermanas pequeñas, La Muntanyeta, San Miquel y la Montieleta y por detrás de ellas, como colofón toda la Serra Calderona; a nuestra derecha la última cumbre superada, Cumbres de Calicanto, por detrás de ella la Serra Gallinera. Y Valencia y el mar en el valle formado por estas dos cadenas montañosas.




Sentados en la puerta de la ermita para protegernos del viento nos preparamos para almorzar con el sedante espectáculo que supone admirar nuestras queridas montañas, este placentero momento solo se ve roto por el constante ruido procedente de la autovía de Madrid que pasa muy cerca del pueblo. Rememoramos la victoria del Valencia en la copa del Rey (antes ya les hice el pasillo) mientras se acerca la hora del café. Una vez terminado nos ponemos a hacer fotos como locos junto al Vértice Geodésico que marca la cota de los 367 metros de altitud y no nos deja indiferentes la barbarie y vandalismo de que hacen gala algunos energúmenos, la zona está llena de cristales rotos y también de lo que parecen restos plásticos de algún componente pirotécnico, así como el deterioro de las placas informativas junto a la ermita. Entre exabruptos e intentos de comprender lo incomprensible (por más que intentamos ponernos en el lugar de esta gentuza para saber por qué hacen lo que hacen no podemos entenderlo, nos gustan tanto los espacios naturales y los lugares interesantes que nos pone de mal humor ver la dejadez y la mala educación de demasiada gente), nos ponemos manos a la obra de plantar nuestra bandera ecológica.

Ya nos disponemos a bajar y preparamos el vídeo. La bajada es corta pero intensa y alcanzamos los 50km/h., el camino que termina justo en la carretera nos hace frenar mucho antes de lo que normalmente lo hacemos pues un camión de gran tonelaje que acaba de pasar nos despierta la neurona de la prudencia un segundo antes de lo habitual. En el camino de vuelta estamos determinados a recortar distancia, así que nos disponemos a hacer lo que no nos gusta hacer; ir por carretera. Pero maticemos: las carreteras por las que vamos a transitar las conocemos y casi no tienen tráfico, lo peor será cruzar Chiva y luego Cheste por la circunvalación, pero con cuidado y sentido común y como no, prudencia, no habrá problema. Por otra parte tenemos de nuestro lado la hora, son más de la una y el tráfico por esas carreteras casi vecinales es todavía más escaso. Así que cuando nos venimos a dar cuenta hemos dejado Cheste atrás y circulamos por la carretera de Loriguilla con un poco de viento casi favorable que nos hace rodar a casi 50km/h. Uf, si tuviéramos ahora una flaca... nos desviamos casi en el km 4 hacia la izquierda para entrar en el camino de los toboganes (Cheste- Riba Roja) y entrar así nuevamente en territorio conocido. Ahora llegaremos hasta Riba Roja y pasaremos por Masía de Traver para ir junto al río y deleitarnos con el baño de primavera con que nos recibe la inmensa arboleda teñida de un verde rabioso.


Algunas fotos después continuamos camino junto al Turia por la zona abierta del parque, los árboles, semanas atrás desnudos se visten ahora de color, verde, claro. Distintos tonos según el tipo de árbol, distintos tamaños de hoja, distintas formas y distintas texturas para decirnos de forma inequívoca que la primavera a llegado a cada rincón del nuevo parque y, que tal como preveíamos esto es una autentica maravilla, si algún pero hay que ponerle al esto es que las cañas que arrasaron están volviendo a crecer con una fuerza y rapidez tal que nos tememos que vuelvan a invadir los caminos, veremos que soluciones se ponen a esto.



Una vez pasada La Presa y el merendero donde nace la acequia de Moncada hemos subido hacia arriba en lugar de cruzar el puente. La subida bajo el by-pass que tantos problemas nos presentaba en el pasado han quedado allí definitivamente, incluso en días como hoy que el firme está un poco deteriorado por el paso de motos y caballos, la subida no ha podido con nosotros. Ya enfilamos los últimos tramos de la jornada pensando en los momentos vividos y sacando como es habitual los mejores momentos de cada ruta, los malos nos durarán unos pocos días, pero con el tiempo solo serán un recuerdo en el blog, porque como dice Salva, incluso las peores dan ganas de volver a pedalearlas.