martes, 2 de diciembre de 2008

Vilamarxant Cruz Pedralba

"En el món no queda ja solitud per a ningú, no hi ha possibilitat de retirar-se. Els ermitans no són ja tolerats."
D.H.Lawrence
Lo que tenía que haber sido y no fue. Este podría ser el prólogo de nuestra ruta de hoy, pero no sería justo atribuir méritos a los ausentes ni echar de menos en la ruta aquellos lugares que no hemos podido visitar pues, sería menospreciar los acontecimientos vividos… que no han sido pocos a estas alturas del año.
La ruta de hoy nos tendría que haber llevado hasta la Cova Colomera, pasando Pedralba y adentrándonos en el término municipal de Bugarra, pero el retraso acumulado a lo largo de toda la ruta con las paradas fotográficas hizo que a la hora del almuerzo nos replanteáramos acortar la ruta y dejar la Cova para otra ocasión. Eso significa, y no se si mis compañeros lo han comprendido bien, volver a Pedralba……. Pedralba es a las rutas como la velocidad a las balas. No es así bajo mi punto de vista, parecer muy en contra de la opinión del resto de mis compañeros de pedal. Pedralba tiene una magnifica variedad de espacios listos para recorrer con nuestras bicicletas, caminos junto al río que nos muestran los últimos tramos indómitos del río Turia, montañas de gran dureza y vertiginosos descensos que nos adentran en las comarcas más interiores de la provincia pues, es aquí donde el valle valenciano deja paso a las montañas serranas. Vistas espectaculares, y piedras, muchas piedras en el camino (tal vez demasiadas) para dar ese toque de dureza que tanto nos exaspera algunas veces pero que forma parte del deporte que hemos elegido.
El estado de los caminos no lo podemos conocer hasta que ya estamos sobre el terreno y ya es tarde para arrepentirse, sin sacrificio no hay recompensa y si queremos rodar planitos para eso están las flacas por carretera con sus coches… difícil elección, pero cierto es que hemos rodado por caminos perdidos en mucho mejor estado de los que nos encontramos por doquier por esta zona. Pero vamos a detallar la ruta. Salimos con el remolque hacia Vilamarxant para desde allí bajar hasta el camino del Turia junto al puente de Lliria.
Lo recorremos hacia arriba hasta llegar a su inicio o final, según se mire y, entrar en el camino de “La Pea”. Llegaremos hasta la central eléctrica del mismo nombre para bajar hasta el camino que junto al río bordea el pico de El Alrón. Este camino pasa por encima del canal que abastece la central eléctrica, cuestión fácil de percibir debido al murmullo que provoca la caída de agua a nuestro paso por el en tramos, oculto canal. Nosotros bajaremos para internarnos en lo que hemos denominado “el camino del cuento de Hadas”.

Y es que recorrer este paraje es como adentrarse en un túnel del tiempo; por momentos la vegetación se cierra sobre nosotros para hacernos transitar por un túnel vegetal cual caleidoscopio viviente, la exuberante vegetación y la saturación de humedad ambiental apacigua el ambiente y silencia el entorno.
Todo a nuestro alrededor cobra otro sentido: olores intensos, colores nítidos a pesar de la poca luz que nos obliga a quitarnos las gafas para apreciar mejor los detalles, el sonido del rodar de las ruedas sobre un manto de hojas ocre que cantaron su última canción tiempo atrás, otras lo hacen ahora; caen de los arboles y tintinean en un entrechocar con las ramas mientras la gravedad les obliga a posarse… cientos de hojas, miles diría, al unísono gritando su tonada. Ahora el camino se viste de césped, ahora de hojas o de musgo, ahora de arena o de tierra. Lo único que no cambia es el techo vegetal que nos envuelve.
A nuestra derecha corre el río, a la izquierda nos flanquea la pared rocosa de la montaña. En algún tramo de la pared se dejan ver chapas y anclajes de escalada. Es esta la parte más accidentada de la pared con muchas grietas y pequeñas oquedades. Las enredaderas cubren de forma fantasmal y casi por completo los pinos, que se ven estrangulados por las plantas que los utilizan para elevarse en busca del astro rey. Ni que decir tiene, que nuestro reportero nos olvida por momentos, son tantas las imágenes que quiere inmortalizar que no cesa en hacer paradas constantes, por lo que a menudo, queda rezagado aún a sabiendas que esto podría causarle algún problema de orientación…., un día me van a dar un susto de los buenos, piensa. Por fin la pared se aleja de nosotros en un giro a la izquierda para sacarnos de esa aunque hermosa, claustrofóbica cueva arbórea.
Giramos entre la montaña y el río para llegar a unas rocas a modo de mirador sobre el Turia. Bajo nosotros una poza ensancha el río. El agua baja turbia, blanquecina, creemos que por causa de la crecida de las últimas lluvias que aún arrastran arena y minerales por los barrancos. A nuestra izquierda, en lo alto de la montaña vemos nuestro siguiente objetivo: El Alrón. Disfrutamos del casi obsesivo silencio que “escuchamos”, no es fácil encontrar lugares así para gente como nosotros. Por fin no necesitamos tapones para los oídos.

Nos ponemos en marcha deshaciendo el camino y enfilando la subida a La Pea, enseguida giraremos a la derecha por el camino ya conocido hacia el alto de Paridera. Inmediatamente cogemos el camino que sube a la derecha y que pronto convertirá en un ejercicio de fe el intento de asalto a esta rampa sembrada de piedras sueltas. Aunque algunos lo intentan, al final terminamos como era de suponer, todos con el pie a tierra, bueno, “el torito” que se ha percatado del asunto al ir un tanto rezagado, lo intenta con ganas y a fuerza de cuadriceps y algo de esa suerte que también ayuda en las subidas con firme complicado, logra subir hasta arriba sin morder el polvo, al resto nos toca arrastrar la bici unos 150 metros que cuesta arriba parecen muchos más. Llegamos a la altura de una pequeña casa enclavada en lo alto de una loma con unas vistas increíbles sobre La Calderona. La rampa ya suaviza, se puede volver a ciclar hasta lo alto de esta montaña. En el cruce a la izquierda hasta el siguiente cruce de caminos, esta vez derecha para llegar hasta el final de este sendero en una especie de plazoleta. Las vistas son increíbles; se intuye el camino que dibuja el río entre las montañas que lo encajonan. Bajamos andando por el carril que se adivina entre la maleza que se abre paso después del incendio que sufrieron estos montes hace unos años. Estamos en la partida de El Alrón a 218 metros de altitud. Al final de este carril llegamos al cortado de la montaña sobre la vertical del río. Unas piedras bajo unos pinos servirán de asientos sobre los que contemplar tan inmenso paisaje. Tenemos delante el último meandro encajado del río Turia. La vegetación, 30 metros más abajo apenas nos permite ver el río, así que más intuyéndolo que visionándolo dibujamos con la vista su pronunciada curva y contemplamos a la derecha la montaña cortada que veíamos antes desde abajo.



Allí abajo, la poza que vimos desde el camino mágico. A la izquierda vemos algunos grupos de chopos coloreando de amarillo el denso pinar. También destaca una construcción que suponemos es una pequeña presa de derivación o un azud de contención del caudal del barranco. Pero no solo el paisaje fluvial es sobresaliente, la sierra Calderona deja ver sus cumbres asomando por encima de las montañas de enfrente y, la excepcional nitidez atmosférica nos permite distinguir muchos detalles lejanos. Alucinando aún por lo increíble de estas vistas tan cerca de casa subimos otra vez hasta donde dejamos las bicis. Otra vez derecha para llegar al camino semi asfaltado que cruza la montaña, bajando rápido a pesar de los grandes agujeros que nos hacen estar atentos a la carretera y no ver el paisaje desolador de los montes quemados, aunque la vegetación ya está en proceso de recuperación y los restos del incendio son cada día menos visibles, los restos de troncos calcinados y piedras ennegrecidas no ocultan del todo el desastre. El aspecto general de la zona nos llevo a bautizar cariñosamente a la zona como “Tunguska”, por la similitud aparente de ambos lugares debido a la multitud de troncos caídos y desperdigados por doquier, aderezados por la falta de vegetación, afortunadamente las copiosas lluvias equinocciales de este año han dado paso a un tupido, aunque todavía joven monte bajo, que reverdece tímidamente el suelo, cuestión que cambia y mejora su aspecto desde la última vez que nuestras bicis recorrieron estos caminos. Aun así el paisaje es espectacular (más para algunos que para otros), de hecho la zona no invita a que le de el aire a “Nikoleta”, por algo será. Cruzamos la zona de chalets para llegar a la carretera de Pedralba. Sin tráfico a nuestras espaldas y aprovechando la bajada llegamos rápido al puente para entrar dentro del pueblo y callejear para encontrar la subida a la torreta y la cruz que corona la cima, el hambre aprieta y las ganas de llegar se incrementan por momentos. La pendiente no demasiado pronunciada, aunque se deje notar se confabulará con profundas roderas y piedras sueltas que salpican el camino después de las lluvias pasadas. Una mala pedalada o escoger mal el ataque a la rodera nos obligará a echar pie a tierra una vez más. Maldiciendo nuestra mala suerte vamos para arriba como podemos. La llegada se ve alegrada por la presencia de un vértice geodésico que se añadirá a nuestra ya copiosa colección. Magnificas vistas a todo nuestro alrededor, pero sobre todo de la sierra de los bosques y montes de Chiva.

Las montañas adquieren volumen y parecen estar al alcance de la mano. Una falsa sensación que nos cuesta creer cuanto más miramos a nuestro alrededor pues, el paisaje se muestra obstinadamente cercano. Bugarra se asoma, o se esconde detrás de un hueco entre las montañas. A su izquierda se descuelga el barranco que abriga la Cova Colomera, nuestro destino inicial de hoy. Almorzamos sentados a la pequeña sombra de la cruz, mirando con avidez el paisaje. Fotos y más fotos nos permitirán en todo momento y desde la comodidad del sillón de casa recordar el momento. El río marca su posición con una línea horizontal que cruza de este a oeste el término municipal. Los chopos, pintados de amarillo, delatan la línea fluvial con una pincelada de color que alegra la parte sur del pueblo.
Como no podía ser de otra manera La Rodana también está presente en la lejanía. Vemos con tristeza que la hora nos impedirá llegar hoy a la Cova, por lo que replanteamos la ruta sobre la marcha dejando este paraje para otra ocasión. Después del café y de inmortalizarnos junto al vértice, abordamos la peligrosa bajada. Las inmensas roderas harán de la bajada una de las más técnicas que recordamos. Desde aquí nos acercaremos al río para contemplar este rincón que destila tranquilidad y sosiego. Llegamos al pontón que cruza el río. La plancha de hierro que sirve de suelo es tan delgada que en algún punto está agujereada. La humedad no ayuda mucho a su conservación y el estado de los travesaños bajo el puente apunta un abandono inminente o cuanto menos preocupante. Me pregunto si los concejales y/o responsables de mantener las cosas en buen estado no salen nunca de sus despachos, parece que ellos nunca utilizan los lugares que se supone son de su competencia, de ser así seguro que estarían en mejores condiciones. Encontramos una gran chopera con unas excelentes vistas del pueblo.
Después cruzamos el puente y volvemos por el otro lado del río hasta la entrada de Pedralba. Cogemos el camino de la izquierda y vamos hacia la presa donde encontramos la entrada del canal que abastece la central eléctrica de La Pea. Es una pequeña excursión que no nos desvía casi del camino y que nos lleva a un paraje digno de visitar, cuanto menos de conocer.
El canal cruza la montaña por abajo, las compuertas abiertas dejan ver el tremendo poder de succión del agua a la entrada del canal. Da un poco de miedo imaginar que te caigas allí abajo. Desde aquí solo tendremos que seguir el track atravesando nuevamente los montes de La Pea para regresar al coche y dar por terminada la preciosa ruta de hoy que, nos ha permitido conocer más en profundidad una zona poco conocida estando tan cercana. Estos parajes albergan los últimos tramos salvajes de un río hasta hace poco olvidado por todos. Estamos alucinando con las bondades del Parque Natural del Turia hasta Vilamarxant; hace pocas semanas nos desplazamos hasta el confín de la provincia para disfrutar de las Hoces del Cabriel, sin querer comparar, no está de más explorar algo más allá y conocer una zona muy cercana con tanto valor paisajístico como es Pedralba y sus tesoros naturales.

Crónica Rabassadors

"Quan m'envolten les muntanyes, sento afluir al meu esperit quelcom ple de serena grandesa, d’extraordinària força, que m'inspira eternes i pregones melodies, superiors a qualsevol altra."
Virgilio Gayda
Tocaba hoy una gesta…, me explico. De pequeños hablar del parque de Sant Viçent, de Porta-Coeli, o de Serra era hablar de algo muy lejano que solo en contadas ocasiones podíamos disfrutar. ¡Ah! las montañas de Serra, algo tan increíble como lejano, tan bello como excepcional.
Ir allí no era fácil con aquellos coches. El 850 de mis padres pocas veces se adentraba en aquellos parajes lejanos. La ilusión de unos niños que esperaban con anhelo el momento de una excursión, casi un viaje hasta aquellos lugares míticos por su inaccesibilidad. Pues bien, hemos esperado casi 30 años para tomarnos la revancha, y lo hemos hecho a lo grande, lo hemos hecho a lomos de nuestras bicicletas, hemos vencido al fantasma del tiempo y la distancia, y lo hemos hecho con una Roda-da épica, ya que, de una tirada hemos unido estos lugares en una ruta circular que pasamos a relataros a continuación.
Salimos de la base para meternos directamente en el Parc Natural del Turia. Seguimos todo el camino del río hasta Riba Roja donde cogeremos el camino de Benaguacil por los campos y después el carril bici hasta Lliria. Hasta aquí lo típico de estas semanas atrás que hemos recorrido varias veces esta ruta, de ahí lo rápido que llegamos hoy a Sant Viçent. Disfrutamos otra vez del camino hasta el parque por su carril bici deleitándonos una vez más en la abundante y tupida arboleda.
Desde allí todo será nuevo.
Pasaremos por medio de la urbanización Monte Jarque para girar a la derecha bajando hacia un camino que nos comienza a acercar a La Calderona. Las estampas de proximidad son avasalladoras, de ahí que las paradas fotográficas no se hagan esperar más. La luz filtrada por las nubes da profundidad a los paisajes dejándonos admirar cada rincón de las montañas. Vemos picos, lomas y valles que en otras ocasiones se pierden fundidos dentro de la inmensidad de la Serra Calderona. Hoy podemos observar esos accidentes geográficos que hasta ahora eran irreconocibles, hoy los vemos con el ansia de la novedad. Seguimos este camino hacia el Pla de la Torre. Al poco cruzamos el barranc de Olocau, después llegamos a la urbanización de Pedralvilla, también cruzaremos este barranco por el puente que lo salva y que deja ver su considerable tamaño, algo más adelante y fuera de nuestra vista se unirán ambos para discurrir cerca de Bétera donde se les unirán otros barrancos que aportarán su caudal de las aguas bajantes de la Calderona y se conformará el conocido Barranc del Carraixet. Después de Pedralvilla cruzaremos la carretera para meternos de lleno en el Pla de la Torre, una inmensa explotación citrícola con centenares de anegadas de terreno dedicado al cultivo de la naranja. Giro a la izquierda al final de esta recta entre naranjos para comenzar a subir la montaña. Nos metemos de lleno en el monte y es en esta subida cuando comprendemos el significado del nombre de esta partida. Ya estamos en término de Serra, tras salir de Lliria y transitar por término de Olocau unos instantes.
A nuestra izquierda se alza imponente una Torre de planta cuadrada que parece tener una arquitectura mudéjar de gran belleza. Seguimos subiendo para hacer una curva de 180º y tener una vista panorámica imponente. Como no podía ser de otra manera parada fotográfica al canto y foto de grupo inmortalizándonos en tan hermoso lugar. El calor, los casi 40 kilómetros que llevamos en la mochila y la tardía hora, hacen que algunos más que otros estén que muerdan, así que urge poner el mantel para almorzar.
Luis nos anuncia que tiene preparada una sorpresa y que no queda mucho para llegar, así que nos ponemos en marcha cuesta arriba para llegar a lo alto de la loma de Els Rabassadors, no confundir con Rebalsadors que nos queda justo a la izquierda arriba de la Calderona. Estamos ante el vértice geodésico de Guarda con unas vistas espectaculares.
Con tan solo 262 metros de altitud es increíble el impactante panorama que nos presenta. Casi bajo nuestros pies vemos el inmenso campo de naranjos, creemos que nunca hemos visto un campo de naranjos de tan inmensas dimensiones, todo él presidido por la torre que veíamos abajo. Tenemos frente a nosotros el valle del Turia con todas nuestras montañas mostrándose tímidamente entre la calima que enturbia un poco la visión y nos embrutece la estampa. Pero a nuestras espaldas, la cercanía de La Calderona evita que la bruma pueda hacer mella en su abrumadora majestuosidad. Inmensa. Tan cerca estamos de ella que no la podemos abarcar con la mirada sin girar la cabeza. Se sale de nuestro campo de visión haciéndonos mirar de lado a lado como si estuviéramos viendo un partido de tenis. No sabríamos a donde mirar en un día nítido. Como lamentablemente no es el caso, no hay duda de lo que alberga mayoritariamente nuestra atención.
La cartuja de Porta Coeli y la torre de La Pobleta asoman entre la pinada en la falda de la montaña. En lo alto el mirador de Mireia y la torre vigía. También se deja ver el vértice geodésico de Rebalsadors. A su derecha el castillo de Serra aupado en un altozano se asoma entre otras cumbres más pequeñas y se deja enmarcar por el Alt del Pí, en el que destacan sus antenas. Almorzamos extasiados por el abrumador panorama que se despliega ante nosotros en todas direcciones. Cerrando la parte oeste del valle de Valencia la sierra de los bosques se desdibuja en la distancia dentro de la bruma. Frente a nosotros a duras penas alcanzamos a ver Cumbres de Calicanto.
Después de almorzar y debido a lo tardío de la hora se aconseja dejar para otra ocasión la segunda sorpresa que nos tiene preparada Luis.
A buen seguro que será tan impresionante como esta pero quedará en “cola de subida”. Aunque a decir verdad, al menos para quien escribe, esta cumbre con sus panorámicas es la mejor que hemos subido en los desplazamientos desde la base.
Después de hacer otra muesca en el sillín y plantar nuestra bandera junto a la “piedrecita verticial” que recogemos, nos ponemos en camino en una bajada corta pero técnica e intensa, llegamos enseguida al camino recorrido tantas veces que nos llevará al abarrotado parking del Pla de Lluc, echamos de menos tener aquí el coche y ahorrarnos unos kilómetros para volver a casa.
Cruzamos la carretera que baja hacia Bétera y nos metemos por la carretera de Serra. Unos 400 metros más allá, tomaremos el segundo camino a la derecha y nos internamos de lleno en la intrincada red de caminos que recorren el bosque.
A partir de aquí las montañas quedarán siempre a nuestras espaldas, quedarán atrás más rápidamente de lo que se acercaron. Pasaremos por detrás del hospital de Porta Coeli para salir a su carretera de acceso, después giro a la izquierda para adentrarnos nuevamente en esta pinada espectacular. Cruzaremos el curso seco de varios barrancos. Intuimos que no sería así en las semanas anteriores. Los caminos aún conservan los últimos vestigios de las pasadas lluvias en forma de charcos. Es aquí donde a nuestro particular “fango-nereta”, que desde hace un par de semanas le ha dado por comerse todos los charcos que encuentra a su paso, le da por intentar rebozarse en el fango, no tenemos la suerte de encontrar una piedra escondida en la charquera que le de una lección en forma de ducha anticipada, pero tiempo al tiempo.
Quedamos embelesados por la frágil belleza de este entorno. Caminos bien conservados que se adentran en la profundidad del bosque recorriendo sus rincones secretos atravesados por innumerables barrancos.
Canyada aljepsars, barranc de la manga, del cremat, de la estrella, del Sirer... en fin… muchísimos. Cruzaremos este último en una bajada por asfalto muy rápida y divertida donde Salva que está juguetón, arriesgará el tipo soltando el manillar un buen rato, justo hoy que no llevamos la cámara de video. En este punto es donde pasa a denominarse barranc de Porta Coeli, este se unirá más abajo al mismo tiempo con el barranc de Náquera y con el del Carraixet tomando esta última denominación y casi triplicando su tamaño, antes de ir a desembocar al mar allá entre Port Saplaya y la Patacona.
Abandonamos la pinada para adentrarnos en un camino asfaltado entre campos de naranjos en dirección a Bétera. Cruzaremos el Carraixet para callejear por Bétera buscando la salida hacia el camino de Paterna, dejando a nuestra derecha el campo de golf y acercándonos a Mas Camarena. Cruzamos el By-Pass y la CV-35 para meternos en la zona detrás de Carrefour Paterna, surcada por infinidad de caminos. Llegamos a Paterna entrando por el carril bici que viene del Polígono Industrial y que bordea el parque que antiguamente era el campo de tiro. Esta bonita zona la convierte en un buen lugar donde practicar deporte dentro de la cuidad cuando no se dispone de mucho tiempo. Buena iniciativa de cada vez más ayuntamientos, a ver si los más rezagados se fijan en estas iniciativas que al final redundan en el bienestar de los ciudadanos. Bajaremos hacia la parte nueva de Paterna para ir a buscar el paso a nivel sobre la vía del metro que llega a Lliria. Después buscaremos el paso inferior sobre la V-30 junto a la carretera del aeropuerto. Iremos paralelos a la carretera hasta llegar al puente sobre el Turia. Ya olemos la cerveza que espera fresquita en casa, para liberarnos del intenso calor que hemos acumulado a lo largo de 70 kilómetros bajo un sol más implacable de lo que dicta el primer tercio del mes de noviembre.
En definitiva una rodada que si nos lo hubieran dicho cuando éramos niños, hubiéramos tildado de loco a cualquiera con esas ideas… ir hasta Serra en bicicleta… Intentaremos pulir esta ruta para aligerarla de kilometraje y a ser posible transitar menos zonas pobladas. El buen sabor de boca de los lugares vistos nos hará mejorarla, sin duda.

Anexo Crónica Sant Viçent (Lliria)

"El gaudiment del plaer està en funció de l'intensistat del desig."
Leon Zwingelstein. Carnets


La ruta de hoy estaba obligada por la lluvia, teníamos que buscar un camino poco embarrado pues las lluvias que nos acompañan desde hace semanas tememos hayan dejado los caminos intransitables, además el río se llevó hace dos semanas un par de puentes y no es viable. Pues nada, tirando de archivo de rutas encontramos una parte inédita para ir a Riba-Roja, y que nos lleva por caminos asfaltados en más del 99% del recorrido, eso si, la cuenta a pagar son unos cuantos km. más y 300m. de carretera. Iremos por la muntanyeta hasta la carretera de Loriguilla, después de cruzarla llegaremos al desvío de la baseta blanca, pero en lugar de tomar este camino bajaremos hacia la derecha por el camino del campo de tiro, volveremos a cruzar la carretera de Loriguilla y por el camino de la derecha casi enfrente hasta el vivero, aquí giramos a la izquierda para bajar hacia el polígono de Riba-Roja. Luego de cruzar el pueblo nos dirigimos por los caminos de huerta del otro lado del río hacia Benaguacil, el único tramo complicado será el camino de tierra que pasa junto al monasterio Cisterciense, como nos temíamos está totalmente embarrado y lleno de charcos, justo igual que el trocito que da acceso a la entrada de Benaguacil.
Poco después entramos en el carril bici que descubrimos hace 2 semanas, esta vez lo recorremos entero hasta Lliria para comprobar que llega, como tramo de vía verde que es, hasta la misma estación del tren, lastima que a nadie se le ocurriera habilitar una entrada/salida aunque fuera a través de una escalera pues, este detalle nos hace volver atrás unos 200m. ya que la vía termina en una calle cerrada y vallada a ambos lados.
Solventado este incidente callejeamos hasta la carretera de Marines para coger al final de esta, en el parque de la gasolinera el precioso carril bici que llega hasta el parque de Sant Viçent y luego continua junto a la carretera de Marines, no sabemos exactamente hasta donde.
El placido rodar por este carril, cubiertos en todo momento por la arboleda y rodeados de jardines y plantas aromáticas se hace tranquilo para poder disfrutar al máximo de esta experiencia.

Llegar al parque y comenzar a disfrutar de la compañía de pequeños animales que salen a nuestro encuentro, palomas, ardillas, patos, y en el agua, los peces de colores, algunos de considerable tamaño, además de ver brotar los manantiales del fondo del estanque y de las fuentes que lo nutren.Tal y como siempre hemos dicho: esto es el paraíso.
Almorzamos en una de las mesas colocadas en la arboleda, bajo los pinos y con visión directa del estanque por el que una familia de patos se pasea con la calma de quien está en su casa, a salvo del mundo exterior.
Los bocatas calman un poco el cansancio de los 40km. que llevamos en las piernas. Mientras estos hacen efecto algunas fotos les darán el tiempo necesario. No podía faltar la foto de grupo antes de la partida.
Volvemos por el mismo camino hasta el puente de Riba-Roja pero, esta vez vamos hacia Masía de Traver. Vamos a ir por el río a ver como están los charcos. Al llegar al puente que se llevó la crecida del río hace dos semanas comprobamos que está arreglado, si el siguiente también lo está pasaremos sin problemas, si no, siempre tenemos la alternativa de ir por los caminos de antaño, a pesar del barro. El asfaltado este rugoso que han puesto drena el camino de una manera sorprendente ya que no hay ni un charco ni medio y por supuesto nada de barro. Nada que ver con las que se montaban aquí antes de esta capa de cemento. El otoño se ve que avanza con firmeza por la ribera del río. Rodamos en muchos tramos por una alfombra de hojas desprendidas de los arboles que ya empiezan a vestirse de invierno. Los que aún aguantan el follaje lo tiñen de los más diversos colores, haciendo de este paseo un autentico caleidoscopio multicolor y de aromas variados. Varias garzas se cruzarán en nuestro camino a lo largo de la ruta. Llegamos a la zona de la presa, recordamos como era esta pequeña senda tiempo atrás. A pesar de ser el camino más ancho no ha perdido el encanto que tenía.

Estamos a punto de bajar de la bici para pasar por el tramo del canal cuando vemos con sorpresa que han puesto ¡¡¡una pasarela!!!
Por fin se acabó el suplicio de este tramo, con este ya son 4 los puentes de madera que hemos visto en el recorrido desde Manises, pero este es el primero que podemos transitar ya que no está vallado. Continuamos por este camino y al pasar junto al azud de la acequia de Moncada vemos el gran caudal de agua que baja, nunca habíamos visto tal cantidad de agua en este punto. Un poco más allá pasamos por debajo de la A-7 para girar a la derecha en bajada por un tramo bastante estropeado por las lluvias hace 2 semanas. Ya lo habíamos visto el sábado que fuimos a Sant Miquèl, hoy que lo tenemos que bajar vemos las profundas erosiones que el torrente de agua ha causado en la orilla del camino, haciendo que parte de este se desmorone y dejando otra parte en precario estado de equilibrio. La vegetación que se encuentra entre esta pendiente y el río está toda arrasada por la fuerza del agua que vemos que arrastraba gran cantidad de ramas y otros objetos que ahora se amontonan en la ribera del río. Un excelente paseo el de hoy por pistas asfaltadas para intentar huir del barro, no lo hemos conseguido del todo pues, con 70 largos km. a poco que el camino esté mojado, y hoy lo estaba, vas a ponerte hasta las cejas, pero si de entrada no intentas evitarlo, olvídate del bocata porque te lo llevarás puesto.
Llegamos a casa con el cansancio acumulado en las partes nobles, a saber; por donde un hombre se sienta. Hoy no había montañas que subir, pero había que pedalear muuuchos km. y eso al final se nota.